el relato de Carlos Quintela Dansey y Ravelia la Tatuada #QUESO #Carlos15
Era una fría noche de invierno en Mar del Plata, con temperatura de cero grado, y algún pronóstico de nieve, cuando un auto se detuvo frente a la Base Naval. Un modelo antiguo, de los años 70, un Ford Falcon de color negro.
Modelo
que remitía a oscuras y nefastas épocas de la política argentina.
Dos personas se bajaron del mismo, uno era un hombre joven, de unos treinta años de edad, alto y patón, enormes borceguíes de un talle 47, vestido con uniforme naval y guantes negros. La otra persona, era una chica, algunos años menor que el hombre, delgada, bien parecida, llena de tatuajes.
El muchacho con sus guantes negros sostenía un revolver largo con silenciador calibre 45 con su mano derecha, y un Queso, con agujeros voluminosos y de gran tamaño, con la mano izquierda. La chica, tenía los ojos vendados, y claros signos de haber sido maltratada antes de llegar a ese lugar, como si la hubieran estando golpeando con una mancuerna, o incluso dándole latigazos.
“Arrodillate tatuada” dijo el muchacho en tono violento y en forma despreciativa, mientras la apuntaba con el arma “Voy a asesinarte, ahora ya no seré simplemente el Capitan de Navío Carlos Alberto Quintela Dansey, ahora también seré Carlos Quintela Dansey, el asesino de Ravelia la Tatuada, uno más de los que te asesinaron y te tiraron un Queso”
“¡Nooooooooo!” gritó de terror, presa de pánico, entre gemidos y sollozos la Tatuada, arrodillada y en posición de clemencia “¡Piedad! ¡Piedad! ¡No me asesines! ¡Ya fue suficiente con los golpes que me distes! ¡Me distes latigazos! ¡Me pegastes con una mancuerna!”
“Y tendría que haberte seguido pegando con la mancuerna hasta asesinarte, maldita tatuada, pero no podía asesinarte con una mancuerna, no es digno de un oficial de las Fuerzas Armadas como yo” le dijo Carlos mientras apuntaba con el arma a Ravelia, arrodillada en el piso.
“¡Sos un hijo de puta como todos los milicos! ¡Seguro hubieras sido un buen represor en la época de la dictadura!” dijo Ravelia.
“¡Basta Ravelia!” le dijo Carlos muy molesto con el comentario de la represión “parate, deja de estar arrodillada, vas a ser asesinada, ¿Tenes algún último deseo, maldita Ravelia?”
“Sí, sí asesinada por vos debo ser, dame el gusto de hacerlo viéndote el rostro, no con esta venda encima” le dijo Ravelia en tono desafiante aún en estado en el que estaba “Quiero morir viendo la cara de mi asesino, o sea tu cara, Carlos Quintela Dansey”.
“Perfecto” le dijo Carlos y le sacó la venda de la cara, Ravelia lo miró fíjate, en tono desafiante, y como una mantra empezó a repetir “Carlos Quintela Dansey, Carlos Quintela Dansey, Carlos Quintela Dansey” así, sin parar.
Carlos hizo un gesto como de satisfacción y aprobación, esbozando una sonrisa, mientras escuchaba a Ravelia repetir su nombre una y otra vez, y dijo en voz alta: “Ravelia, genia y figura hasta la sepultura”.
Carlos ahora sí apuntó el arma y disparó, un balazo, que impactó en el cuello de Ravelia, un segundo, en la frente, un tercero, en el pecho, el cadáver de Ravelia ya yacía tumbado en el piso, estaba muerta, pero igual Carlos disparó tres balazos más, seis balazos fueron en total.
“Queso” dijo Carlos Quintela Dansey, tirándole el Queso a su víctima.
El Queso cayó sobre el cadáver de Ravelia, y Carlos tomó un espejo y se fijó si Ravelia respiraba, ensangrentada y con seis balazos encima, Carlos se percato de que su víctima no tuviera signos vitales, no había dudas, estaba muerta.
“Dicen que vuelve, que siempre vuelve, pero no hay dudas, ha sido asesinada y quesoneada” dijo el Capitán de Navío Carlos Alberto Quintela Dansey “Y yo soy el asesino, je, je”
Con total impunidad, el asesino abandonó la escena del crimen.
¿Pero como había empezado todo? ¿Por qué Carlos Quintela Dansoy, oficial naval, terminó asesinando a Ravelia? Meses atrás, el capitán de navío había publicado en su cuenta de Instagram duros comentarios contra el kirchnerismo, acusando a este sector político de maltratar a las Fuerzas Armadas por razones ideológicas. La publicación tuvo repercursión en los medios audiovisuales y así fue que Ravelia se entero de la existencia de este tipo.
Ravelia siempre obsesionada con el nombre Carlos, viendo que este tipo era joven (treinta años al momento de la publicación), no dudó en seguirlo, y por supuesto empezó a bombardearlo con sus hashtags y mensajes reiterativos como suele hacer con todos los Carlos, los típicos “Tírame un Queso”, “Asesiname Carlos”, “Quiero que seas mi asesino”, “Quiero oler tus pies”, “Cuanto calzas”, “Sos un Carlos, sos un Quesón”, “Sos mi asesino favorito”, “Sos un asesino de mujeres”, “Sos un Quesón”, “Hola Quesón”, “Quesón asesiname”, “Quesón quesoneame”, y todo el repertorio completo que ya conocemos.
Carlos Quintela Dansey jamás contestó ni uno de sus mensajes, pero intrigado, fue averiguando quien era esta chica, y así descubrió a una exuberante tatuada, obsesionada por el nombre Carlos, fetichista de pies, que le pedía a todos los hombres que seguía a través de las redes, que le enviaran fotos de sus pies.
El marino no accedió al pedido, aunque sí le mando las fotos de los borceguíes talle 47 y de unas medias, sucias y olorosas. La satisfacción sexual que le generó a Ravelia esto fue indescriptible.
Aprovechando que su esposa viajo al sur del país a visitar a su madre, Carlos decidió citar a Ravelia en una confitería ubicada frente al mar, cerca de Playa Grande, de bastante concurrencia todo el año, en temporada de verano suele haber colas para ingresar. El marino sospechaba que quizás Ravelia no existía, que era una invención de las redes. Pero allí estaba sentada, con su delgadez, sus bellos y delicados pies, y por supuesto, sus tatuajes.
“Es real” pensó Carlos “allí esta, existe, Ravelia existe”. El militar se sentó en la mesa y le dijo: “Hola Ravelia”, y la respuesta de la tatuada fue muy directa “Hola Carlos, quiero chupar tus pies, esos pies grandes y olorosos de un Quesón militar y de la Marina, que tiene más clase que el Ejército”.
“¿Así que soy un Quesón militar y con clase?” le dijo Carlos “¡Ja, ja, me divierte eso, y me da un estímulo sexual, vamos a un cuarto de hotel, así oles mis pies”.
“Ningún cuarto de hotel, a mi casa, en la calle Carlos Pellegrini, calle que hace honor a tu nombre”
“Veo que estas obsesionada por los Carlos”
“Es el mejor nombre que puede tener un hombre, es una lástima que se haya dejado de usar, por eso el país esta en una decadencia terminal y al borde de la disolución nacional, encontrar algún Carlos menor de cincuenta años no es tarea fácil, vos sos uno de ellos, por eso te quiero, y quiero oler tus pies, tu Queso debe ser mío”.
“Y será tuyo” le contestó Carlos.
Rato después, estaban en la casa de Ravelia, cerca de Cabo Corrientes, en medio de una música muy sensual, que recordaba las películas eróticas francesas de los años 70, se fueron desvistiendo de a poco, primero el le saco la indumentaria exterior, después la ropa interior y le chupó las tetas y la concha, pero siempre desde una posición dominante, cosa que se acentuo cuando ella fue la total sumisa que le sacó los borceguíes y los calcetines, pero se quedó con el uniforme, y así le chupó, olió, besó y lamió los pies, por un rato largo y extenso, y después, aún más sumisa, el militar la penetró con furia salvaje, más propia de una bestia salvaje que de un humano, por atrás.
“Que feliz me hicistes” le dijo Ravelia a Quintela Dansey al terminar ya totalmente vestidos “tenía ciertos prejuicios y temores con vos, porque sos militar, y de la Marina, te imaginaba un represor, yo en los 70 hubiera sido de Montoneros o del ERP, ahora te regalo este Queso”.
La tatuada le entrego un Queso, de colosal tamaño, con agujeros bien voluminosos.
Carlos Quintela Dansoy nada dijo. Se puso los guantes negros, y agarró el Queso.
“¿Así que yo un represor, y ella montonera o del ERP, bueno, entonces se cumplirá la historia” pensó Carlos.
Y así llegamos al principio de nuestra historia. Y lo demás es Simplemente Queso. Otro Carlos Asesino para Ravelia la Tatuada.
18 Carlos Asesinos para Ravelia, la Tatuada (la saga completa) o aka Que fue de Couer Rouge?
da miedo el asesino!!!! pobre Ravelia,, fue casi una ejecución más que un asesinato
ResponderBorrarbuena historia como son todas estas, Ravelia debe ser eliminada y cada Carlos cumple con su deber, este es un buen asesino, podría tener otros cuentos cumpliendo bien la función de sicario, con un tenebroso pasado
ResponderBorrarlas caras de Quíntela Dansoy asustan en serio
ResponderBorrarun mensaje subliminal tal vez? Quíntela es la oligarquía que aplasta al pueblo representado por Ravelia?
ResponderBorrarMar del Plata es una ciudad que le sienta muy bien al maravilloso mundo de los Relatos Quesones
ResponderBorrarsi hay que asesinar a una mujer, a una mala mujer claro, contrato a este milico
ResponderBorraruna nueva saga de el queson militar o será mucho?
ResponderBorraroscura historia con claro mensaje político subliminal, Quinteto es todo lo que está mal y representa a la represión, otra perfecta composición
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