el relato de Carlos Costa y Ravelia la Tatuada #QUESO #Carlos04
Un muchacho y una muchacha se conocieron en las redes sociales Twitter e Instagram.
El se llamaba Carlos, Carlos Alberto Costa, con dos pies muy grandes llenos de un olor intenso y apestante a Queso. En twitter era el usuario @charly__22.
Usaba un slogan muy particular: “El tigre y el león pueden ser mas fuerte pero el lobo no actua en el circo”. Hincha de Vélez, ni de River ni de Boca, un pibe de barrio del oeste de la Ciudad de Buenos Aires, ahí, donde se mezclan Liniers, Mataderos, Villa Luro y Parque Avellaneda.
Ella se llamaba Ravelia y su cuenta de twitter era @couer_rouge donde se presentaba como una fetichista de los pies. Comenzaron a interactuar entre sí en las redes sociales y se hicieron muy amigos.
Era para todos “Ravelia la Tatuada” pues se destacaba por sus múltiples tatuajes en todo el cuerpo.
El era militante kirchnerista y trabajaba en una dependencia estatal, esas oficinas donde nadie hace nada pero todos cobran sueldo. Esto es solo un dato sin relevancia, porque poco importa la ideología de este personaje, da lo mismo que fuera del movimiento político que sea.
En realidad fue un encuentro casual por parte de el, pero no por parte de ella, porque ella estaba siempre buscando tipos llamados “Carlos” para sumarlo a sus “Quesones”. Y este Carlos le pareció muy atractivo. Quizás porque calzaba 45/46.
Ella le mandaba fotos eróticas de sus pies. Y comenzó a pedirle a Carlos que se sacará selfies de sus pies. Aunque ella jamás los nombraba “pies” le decía “mándame una foto de tus Quesos”. Y Carlos accedía sin problemas siempre le mandaba fotos de los “Quesos”.
Al principio ella le decía “Charly” tal como Carlos se presentaba en su cuenta de twitter. Luego le empezó a decir “Carlos” y finalmente le decía “Quesón”.
A Carlos le encantaba que le dijeran “Quesón” era como un gran Queso, un Queso gigante, quizás por ello ya no se lavó más los pies, que siempre olían muy fuerte.
Ocurrió entonces que un día pactaron un encuentro entre ambos. Y el mismo sucedió una noche en el fin del invierno. El accedió a viajar a Mar del Plata, y ella lo recibió en su coqueta casa, ubicada cerca de Cabo Corrientes.
“Que bueno recibirte en mi casa, Carlos” le dijo Ravelia al verlo, mientras le servía un gran trozo de Queso.
“Excelente, este Queso es muy rico” le contesto Carlos mientras saboreaba el Queso.
“Dicen que el Queso es un gran estimulante sexual” le dijo Ravelia “Y los Carlos son los mejores amantes masculinos en una cama”
“Ja, ja, ja” le contesto Carlos “Eso se le debes decir a todos, a los Pablos, los Gustavos, los Alejandros, los Federicos, ja, ja, Princesa a todos les decís lo mismo”
“Te aseguro que no, y mira como se te esta parando, es impresionante, y tus pies, ahora calzas como 48, y como huelen”.
“Tenes razón Ravelia, no perdamos más el tiempo”.
Ravelia le sacó la ropa a Carlos y este hizo lo mismo con ella, esta se agacho y como una sumisa esclava sexual empezó a olerle, lamerle, chuparle y besarle los pies.
La satisfacción que sentía Ravelia era impresionante, estaba en un goce y placer total, tanto que el propio Carlos quedó doblemente maravillado, primero al ver a Ravelia así, en un extasis total, y segundo, ni el mismo podía creer la satisfacción que le causaba que le adoraran así los pies, ser el macho dominante de una esclava dispuesta a toda.
Despues la penetró con mucha suavidad y delicadeza, para que Ravelia disfrutará más. Carlos disfrutó mucho de habersela cogido, pero tuvo la extraña sensación de haber disfrutado más el fetichismo de los pies que hubo previamente.
El muchacho al terminar se puso los guantes negros, tomó un enorme cuchillo, y miró una repisa, con muchos Quesos.
- ¿Tanto te gusta el Queso que tenes esta colección?
- No como Queso, ni lo pruebo, lo uso para dárselo a los tipos como vos, así se estimulan sexualmente.
Carlos se quedó mirando a Ravelia, que le dijo: “Tirame un Queso”.
Muy obediente, como un automata, Carlos agarró uno de los Quesos y lo tiró encima de Ravelia, el quesazo fue tan fuerte y efectivo, que esta quedo tumbada en el piso. Carlos temió haberla asesinado.
- Ja, ja, ja – río Ravelia – tranquilo Carlos, estoy viva, ahora clavame el cuchillo. Dale, asesiname Carlos.
- ¿Estas loca, princesa? No soy un asesino, todavía.
- Es un juego Carlos. Juguemos al crimen, vos sos el asesino en esta historia.
Carlos empuñó el cuchillo y se lo clavó a Ravelia, pero salió pintura roja, y el cuchillo se dobló.
- ¡Ja, ja, ja! – río Ravelia - ¡Es un cuchillo de utilería, como los que se usan en el cine! ¿Te gusto haberme asesinado, Carlos?
- Me encanto, ja, ja, ja, ja – río Carlos – pero me tengo que ir, juega Vélez Sarsfield esta tarde, tengo que llegar al Amalfitani.
- Te espero la semana que viene, Carlos, así jugamos de vuelta, el miércoles que viene.
- No puedo, yo soy un laburante, me sale caro ir y volver de Buenos Aires a Mar del Plata todas las semanas, me vine en el tren, que tarda como ocho horas, y sale dos pesos.
- Yo te pago todo, Carlos, vas a venir en avión, que tarda cuarenta y cinco minutos. La semana que viene, a la misma hora, aca te espero, voy a jugar con tus pies, me tiras un Queso, me asesinas y me coges. Ja, ja, ja.
- Ja, ja, ja – río Carlos, consintiendo la propuesta de Ravelia.
Así se encontraron un segundo y un tercer miércoles, donde realizaron exactamente el mismo juego. Jugaron a los pies, cogieron, el le tiró un Queso y la “asesinó” y otra vez le volvió a tirar el Queso.
Y siempre se llevó un Queso de regalo, que se los comía pensando en Ravelia, o mientras jugaba Vélez, viéndolo en la cancha, en la casa o en un bar.
Y hubo un cuarto miércoles, otra noche de sexo. Carlos sin embargo, no disfrutó mucho aquel encuentro, noto a Ravelia algo silenciosa. Al terminar, viendo el techo, de repente, como si nada, Ravelia le dijo:
- ¿Te gustaría ganar un buen dinero Carlos? Dígamos unos quince mil dólares.
- Ehhh… es un fangote de guita princesa… ja ja … y ahora a quien tengo que asesinar princesa? Ja ja ja… - Carlos contestó creyendo que todo era una broma.
Pero no era ninguna broma, y Ravelia contestó:
- No es una broma Carlos. Es un ofrecimiento en serio. Quince mil dólares…
- Pero es mucha guita…
- Y sí Carlos, se trata de asesinar a una chica, su nombre es Lorena Balmaceda, tiene unos 27 años…
- ¿Me estás insinuando que soy un asesino? ¿Yo asesinando a una chica que no conozco?
- Son quince mil dólares Carlos. Eso sí, si aceptás, no solo la tenés que asesinar, también le tenés que tirar un Queso. Eso que me haces a mí, todas las semanas, asesinarla y tirarle un Queso.
- ¿Un Queso?
- Sí, un Queso.
- Mirá Ravelia, yo…
- No es necesario que me contestes ahora Carlos, podés contestarme mañana, pensalo bien, y mañana dame la respuesta. Eso sí, quédate en Mar del Plata esta noche, Lorena esta aca, si la asesinas, la asesinas mañana a la noche.
Carlos pensó toda la noche… era la oportunidad de ganar quince mil dólares… una suma que necesitaba… pero a riesgo de convertirse en un asesino… y en un asesino serial de mujeres, en un Quesón.
Movido por un extraño instinto, y luego de no
poder dormir durante horas, Carlos se levantó de la cama, se puso un par de
guantes negros, y se dirigió a la cocina, donde agarró un enorme cuchillo y con
él mismo, empezó a cortar una gran horma de Queso Gruyere que tenía en la
heladera…
Cortó el Queso y tomó la decisión… los quince mil dólares serían suyos. Al día siguiente le comunicó la decisión a Ravelia.
- Sabia que no me ibas a fallar – fue la respuesta de la chica.
Ocurrió entonces que Carlos, vestido con un disfraz similar al del asesino de la saga de películas de Scream, guantes negros incluído, atacó a Lorena Balmaceda mientras ingresaba a su departamento con un enorme cuchillo, la asesinó salvajemente a puñaladas y le tiró un Queso.
- Queso – dijo en voz alta Carlos al finalizar el crimen, el primero de sus crímenes.
El crimen conmocionó a Mar del Plata, y ocurrió en un departamento de la zona cercana a Güemes, casi que no había nadie, al no ser época de vacaciones.
Ese mismo jueves, tras el crimen, se encontró de nuevo con Ravelia. Quizás motivado por el asesinato que cometió, tenía ganas de cogérsela bien fuerte, y esa noche fue un búfalo en celo, la hizo bolsa en la cama, Ravelia igual demostró tener una fortaleza y resistencia muy grande.
“Quedate en Mar del Plata esta semana, Carlos, hay otras cuatro chicas a las que tenes que asesinar y tirarles un Queso. No te doy 15.000 dolares por cada crimen, sí asesinas a las cuatro te doy 100.000 dólares, una por cada noche, Valeria Dimasi, Julieta Pereyra, Andrea Scirea y Tamara Gutierrez, clavales tu cuchillo y tirales un Queso, Carlos. Una por una, una por noche.
Carlos no podía deir que no… en parte porque necesitaba el dinero… en parte porque le gustaba ser un asesino… en parte porque no le podía decir que no a Ravelia…
El terror se desató en Mar del Plata en las noches siguientes. Noches del mes de septiembre, sin fin de semana largos y todavía lejos de la temporada de verano.
El viernes, Valeria Dimasi, una prostituta de la zona del Puerto, recibió a un cliente y se acostó con el. Le preguntó como se llamaba. “Carlos” fue la respuesta. Pero el, antes de tener sexo, porque solo podía tener sexo con Ravelia, sacó un cuchillo, lo enarboló con sus guantes negros, y la apuñaló salvajemente. Despues le tiró el Queso.
- Queso – dijo en voz alta Carlos al finalizar el crimen y tirar el Queso, el segundo de sus crímenes.
En la tarde del sábado, en el barrio de Villa Primera, en el norte de la Ciudad, una médica, Julieta Pereyra, se encontraba en su consultorio, ya había terminado de atender a un par de pacientes que tenía, cuando tocaron la puerta, la abrió, no había nadie, volvieron a tocar, preguntó quien era, “Carlos” fue la respuesta, la abrió, y ahí, ¡zas! le clavaron un enorme cuchillo en el estomago, la herida era suficiente para asesinarla, pero Carlos le dio varios cuchillazos más, y después le tiró el Queso.
- Queso – dijo en voz alta Carlos al finalizar el crimen y tirar el Queso, el tercero de sus crímenes.
La policía ya estaba en un estado total de alerta, pero era imposible dar con el asesino, que habría usado máscara, el disfraz de Scream, en sus asesinatos, el diverso origen social de las víctimas desorientaba aún más la investigación.
Domingo al atardecer, Andrea Scirea, una humilde chica de barrio, iba a un baile de una bailanta, en el sureño y pobretón barrio de El Gaucho, cuando en la parada del colectivo, ante ella, apareció un tipo disfrazado del asesino de Scream.
“¿Es una fiesta de Halloween?” le pregunto la chica al disfrazado.
“Que Halloween ni Halloween, soy Carlos, el Quesón” fue la respuesta del disfrazado, tras lo cual le dio una docena de puñaladas y cuchillazos, y después le tiró el Queso.
- Queso – dijo en voz alta Carlos al finalizar el crimen y tirar el Queso, el cuarto de sus crímenes.
Lunes por la mañana, en el Edificio Las Américas, pleno centro de Mar del Plata, a una cuadra de la Catedral, la abogada Tamara Gutierrez se subió al ascensor, y esta se detuvo bruscamente, de repente, entro a la misma, un tipo con la mascara de Scream, sacó un cuchillo y la apuñaló sin piedad alguna, tras lo cual, le tiró un Queso.
- Queso – dijo en voz alta Carlos al finalizar el crimen y tirar el Queso, el quinto de sus crímenes.
Mientras volvía de la escena del crimen, caminando por la Peatonal San Martín, Carlos tuvo una especie de revelación divina, y se dijo a sí mismo:
- ¿Qué estoy haciendo? ¿Porqué estoy asesinando a estas chicas inocentes?
Fue entonces cuando Carlos tomó una decisión:
- Debo terminar con esto. No asesinaré a más chicas inocentes. Solo cometeré un asesinato más, el de Ravelia.
Y ocurrió entonces que Carlos llegó a la casa de Ravelia.
- Excelente Carlos – le dijo Ravelia – las asesinastes a todas, esto es magnifico. Y te aseguro que no eran víctimas inocentes, como estas pensando, eran mujeres de mala vida. Merecían los cuchillazos y el Queso.
- Me adivinas el pensamiento, yo no se, ahora soy un asesino serial, no se, no me imaginaba así, asesinando chicas y encima tener placer de hacerlo. La policía me busca. Vos le mandastes anónimos, están buscando a “Charly el Quesón”.
- Para despistarlos, están buscando a un carnicero de la zona de la estación, a un empleado del Puerto y a un profesor universitario. Y hasta tengo un cura como sospechoso, si hace falta. Todos Carlos. Tenes la impunidad asegurada, ahora cojamos.
Ravelia se desnudo ante el y se agachó, empezó a olerle, besarle, chuparle y lamerle los pies... que olían a Queso… más fuerte que nunca.
Después Carlos la penetró por atrás y adelante, chupándole las tetas, la vagina y todo el cuerpo. Fue un sexo muy intenso. Los dos quedaron exhaustos esta vez.
- Carlos- le dijo Ravelia, ya descansados - tengo que hacerte otra oferta…Los cien mil dólares ya los tenes, ahora te doy más.
- No, Ravelia, esta vez, no… ya no habrá más asesinatos… o mejor dicho… habrá uno más... solo uno más… el tuyo.
Ocurrió entonces que Carlos sacó el cuchillo y se tiró sobre la chica, y apuñaló salvajemente a Ravelia, si a las otras chicas les daba un promedio de 44 puñaladas, con Ravelia fue aún más cruel e implacable, fueron como noventa puñaladas y cuchillazos, con furia y salvajismo, como si se estuviera cobrando una venganza, con placer y gozo, mucho más que cuando la estaba cogiendo.
Tras lo cual, le tiró el Queso, diciendo en voz alta: “Queso”.
Pensó en descuartizar a Ravelia y tirar los trozos del cadáver en diferentes playas de Mar del Plata, pero ya era mucho, esa noche jugaba Vélez Sarsfield. Y entonces, optó por tirar el cadáver, con el Queso incluido, en la zona de Playa Grande.
Pensó en confesar todo y entregarse a la policía, se imaginó diciendo “Soy Carlos Alberto Costa, Charly el 22, el hombre que asesino a Ravelia la Tatuada, y a otras cinco chicas, el Quesón, le tiré un Queso a todas”
Se miró al espejo, pero ahí vio una borrosa figura de una anciana que le dijo con acento rumano: “Ravelia fue asesinada dieciocho veces por dieciocho Carlos, ¿los otros diecisiete se van a entregar a la policía? ¡No! ¿Por qué lo harías vos?”, y Carlos decidió no entregarse.
Fue al aeropuerto y mientras iba en el taxi, escuchó las noticias, que hablaba de los asesinatos de Charly el Quesón, del hallazgo de dos nuevos cadáveres, uno en Playa Grande, otro en el Edificio Las Américas, y de operativos en distintos lugares de la ciudad.
El taxista le comentó: “Por un depravado que mata chicas y les tira un Queso, ahora todos los Carlos somos sospechosos porque mandaron mensajes a la policía donde un tal Charly se atribuye los crímenes, que locura, hasta sospechan de un cura, un cura de conducta ejemplar e intachable”.
“Que locura” contestó Carlos “¿Usted se llama Carlos?”
“Por supuesto y a mucha honra”
“Yo tambien, ja, ja, para un Carlos nada mejor que otro Carlos, seguro el asesino se llama Pablo, Federico o Alejandro, o Damián Emiliano, seguro”
“Seguro, ja, ja, ja” río Carlos, el taxista “Bueno ya llegamos al aeropuerto”.
Esa noche Carlos estaba viendo el partido de Vélez ante Banfield, un discreto partidito típico de lunes por la noche, cierre de la fecha. Mientras tanto, los crímenes de “Charly el Quesón” y la leyenda de “Ravelia la Tatuada” ingresaban a los grandes anales de las crónicas policiales argentinas. Otro crimen quedará sin resolver, diría Gustavo Ceratti, gran artista, música, poeta y pensador contemporáneo.
18 Carlos Asesinos para Ravelia, la Tatuada (la saga completa) o aka Que fue de Couer Rouge?
como cuento de misterio y suspenso es perfecto, la tatuada convierte a un pobre muchacho laburante de clase trabajadora en un asesino serial, lo maneja como un robot, elimina a cinco chicas (¿enemigas de Ravelia?), este Charly o Carlos, las mata disfrazado de Scream, despues termina asesinandola y por supuesto, se garantiza la impunidad, un cuento perfecto de terror, todos estos de Couer Rouge o la Tatuada son de antología
ResponderBorrarel maligno poder de Ravelia convierte en asesino a cualquier pibe de barrio, es terrible la tatuada, estos cuentos son todos buenos, aunque no haya víctimas famosas, buenos quesos
ResponderBorrarhay un detalle: no la asesina en el primer encuentro, cosa que sí ocurre con los otros Carlos, que la matan de una, esta va una y otra vez y no la mata, la mata despues de matar a las cinco chicas inocentes, algun detalle que explique eso?
ResponderBorrarlo peor de todo es que estos asesinos existen, son personas reales, y algo me dice que estas historias no son simple ficciones, algo me dice eso, no solo la historia de Bernabe Valezquez, sino todas
ResponderBorrarse nota que es peroncho el asesino, chorre grasa
ResponderBorrarRavelia logra embaucarlo aunque igual termina asesinada, ella manda asesinar a todas esas chicas, no estaría mal algún relato complementario
ResponderBorrarLo interesante es que no la presenta como una pobre víctima, sino una victima del asesino que ella creó.
ResponderBorrarCuando podría haber sido una amante intensa, sin ser asesinada.
Aunque me gusta más como quesona.
y un poco de razón tiene el fauno cuando dice que le gusta más como Quesona, a mi me gusta en ambos lados del queso, como quien lo da y quien lo recibe, están bien estos cuentos donde la asesinan, pero podría haber algunos donde ella es asesina, antes de que la quesoneen x supuesto
ResponderBorrarya tuvo sus cuentos este Carlos, cumple bien su papel, un buen queson
ResponderBorrarCarlos Costa, dos veces la C de Carlos, eso influye en tener más grado de queso? dada su condición de kirchnerista podría quesonear a alguna figura del kirchnerismo
ResponderBorrareste por dos pesos acuchilla a cualquier mina, interesante
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