Todos la conocen como Jenny Williams, aunque su nombre real sea Juana Dubarry, y a pesar de ese nombre tan yanqui, es una actriz, cantante y modelo argentina, nacida en Buenos Aires, en el año 1987.  La década de oro del rock argentino y cuando sonaba fuerte la música de Soda Stereo. Argentina, América y el Mundo ya sabía que los juegos de seducción cuando pase el temblor pueden ser nada personal, que estamos prófugos de los signos cuando estoy azulado y tengo sobredosis de TV.    1988, el año siguiente, sería el año del caso Monzón y de la trágica muerte de Olmedo. Soda nos diría que un corazón delator estaba haciendo doble vida en la ciudad de la furia bajo la cúpula, y lo que sangra haciendo un picnic en el 4° B. Pero volvamos a Jenny Williams. A este autor ese nombre le recuerda a Jenny Mudge, la amiga que uno tenía en el libro “Quien mató al presidente?” de “Elige tu propia aventura”, el número 9 de la colección de Editorial Atlántida, y quizás el mejor ...

Ya hemos contado de la conspiración de Lady Karlotta Karla Katyusha (la malvada rusa) contra Lady Dumistrescu (la dama rumana, noble por casamiento y no por linaje, protectora y defensora de los Quesones), la Marquesa de Avila (la españolísima Carmencita, reina de la copla y del flamenco) y la búlgara Leia Stoichkov (una réplica de la popular Princesa Leia de Star Wars).   La rusa, malvada, resentida y vengativa, había exigido que se presentaran las las Santillanas (que ella creía que sólo eran cuatro) para ser sacrificadas por cuatro Quesones. De lo contrario, se encargaría destruir el cuerpo embalsamado de María Laura Santillán, que se consideraba una obra de arte del gran Carlos Regazzoni (QEPD). Una destrucción que incluía hienas voraces, buitres y perros callejeros, entre otras bestias carroñeras. Además Lady Katyusha exigió que se entregaran la Marquesa de Avila y Leia Stoichkov. Y como el ultimátum parecía no ser tenido en cuenta, añadió que usaría magia para que las Sa...