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Mostrando las entradas de febrero, 2018

La asesina de Rolando Martín

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Una imagen antigua de "La Asesina de Rolando Martín" (1) En aquel tiempo, la Quesona trabajaba en un multimedio relacionado con el rugby. Fue así como conoció a cientos de rugbiers, y lógicamente sintió el deseo de cometer un nuevo crimen, Rolando Martín, apodado el “Yanki” se convirtió en su próximo objetivo. Era un Quesudo a todas letras, con sus 1,88 metros de altura, sus 103 kilos de peso y su calzado número 46. Su falta de cabello lo hacía todavía más Quesudo para Ravelia. Ya había asesinado a un Rolando (Schiavi) y varios rugbiers (Quesada, Corleto, Ostiglia), o sea que no tenía razón alguna para perdonarle la vida a este "Yanki". El rugbier era fácilmente seducible y una noche Ravelia logró que Rolando la invitara a su departamento.  El Yanki imaginaba una buena cena, disfrutar después de una copas y de la música, y finalmente tener sexo con la Quesona. Muchas chicas desfilaban por su departamento. El sexo que tuvieron resultó ser con

La asesina de Lucas Ostiglia

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La Quesona deseaba asesinar a un rugbier, se inclinó por lo último, dado que en aquellos días conoció a Lucas “el Ruso” Ostiglia. Era alto, patón, robusto, muy atractivo para las mujeres y todas las chicas que lo conocían soñaban con tener sexo con él. Jugaba en los Rangers del Norte, una de las instituciones más prestigiosas de las ligas profesionales del rugby nacional. Aunque estaba dotado de un bello rostro y de un físico impecable, Ostiglia estaba convencido que su principal arma seductora era su “olor a hombre”.  Sí, Lucas tenía un “olor a hombre” en todo el cuerpo, principalmente en los pies, que estaban siempre sudados y despedían un inevitable olor a Queso. Lo que Ravelia llamaba un “Quesudo”. No fue difícil para Ravelia lograr que la llevara a su cama. Lucas, totalmente desnudo, la esperaba para tener sexo, la chica le dijo: -         Quiero tener sexo con vos, Ruso, pero primero quiero olerte tus pies. A Lucas Ostiglia lo conocían con el apodo de “Rus

La asesina de Horacio Cabak

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Horacio Cabak se sorprendió al ver frente a él a Valeria Mazza, muy elegante con un sombrero y vestido blanco, aunque llevando guantes de color negro. Era como ver a un fantasma, pues Valeria Mazza había sido asesinada tiempo atras por el basquetbolista Carlos Delfino, que la decapitó y le tiró un Queso. Aterrorizado y sorprendido, Horacio Cabak, empezó a balbucear palabras y dijo: -         Hola Valeria, ¿Qué querés? ¿Qué haces aca? Cabak no tenía dudas de estar ante un fantasma. Era Valeria, pero con diez años menos que ella. -       Vine a complacerte - dijo Ravelia, la Quesona, pues era ella, la asesina serial que tenía un extraordinaria parecido con Valeria Mazza. Cabak quedó paralizado: estaba convencido estar ante una fantasma, pero decidió seguir adelante, y tener sexo con una fantasma, y se quedó sentado en su lugar, mientras Ravelia se ponía encima suyo, y tuvieron sexo, bastante intenso, muy intenso, a Cabak le gustó mucho. -      Nunca me imaginé que ten

El asesino de Connie Ansaldi

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Una tarde cualquiera en Santa Fe, el basquetbolista Carlos Delfino se encontraba viendo televisión. Estaba sentado en una silla, con las enormes plantas de sus pies talle cincuenta sobre una mesa, y mientras observaba la pantalla, comía un Queso Gruyere. Por suerte estaba solo, cualquier otra persona no hubiera podido aguantar el intenso y apestante olor a Queso que había en la habitación, tanto el que se originaba en los pies del basquetbolista como del que estaba comiendo. En la TV, Carlos observó a una panelista, Connie Ansaldi. Luego de un rato, el basquetbolista dijo en voz alta: - Esta mina va a ser mi próxima víctima. La asesinaré. Le cortaré la cabeza y le tiraré un Queso. Carlos terminó de comer el Queso, no dejo ni los agujeros, cuando se dirigió a un armario, allí se puso los guantes negros, se vistió con la ropa que solía usar cuando asesinaba a alguna mina, tomó la espada samurai con la que había asesinado a muchas mujeres y salió de su casa. - ¡Vaya! – p

Carlos Luciano Raúl Giacobone y la Quesona Asesina

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Valeria conoció a un joven actor que alternaba su exitosa carrera en el mundo del Cine, la TV y el Teatro, entre dos nombres, Luxiano Bone y Raúl Giaco. En realidad, su nombre original era Carlos Luciano Raúl Giacobone, y lo llamaremos por su apellido original “Giacobone”. Quizás a Carlitos no le gustaba demasiado llamarse Carlos… Giacobone era alto, patón, robusto, muy atractivo para las mujeres y todas las chicas que lo conocían soñaban con tener sexo con él. Aunque estaba dotado de un bello rostro y de un físico impecable, Giacobone estaba convencido que su principal arma seductora era su “olor a hombre”. Tenía un “olor a hombre” en todo el cuerpo, principalmente en los pies, que estaban siempre sudados. No fue difícil para Valeria lograr que la llevara a su cama. Giacobone, totalmente desnudo, la esperaba para tener sexo, la chica le dijo: -         Quiero tener sexo con vos, Luciano, pero primero quiero olerte tus pies. Giacobone entonces puso entonces sus pies sobre la cara de la