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Mostrando las entradas de noviembre, 2018

La Asesina de Leo Montero y Nico Magaldi

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Se encontraba Carla Conte, una de las temibles y sanguinarias Quesonas Asesinas, caminando por el Canal 9, reflexionando sobre los asesinatos que había cometido, los hombres que había asesinado y los Quesos que había tirado. Carla pensó en quien sería su próxima víctima En ese momento justo pasaba Silvio Soldán por ahí, que se llevó por delante a Carla, mientras decía en voz alta: - Y pensar que yo conocí a Canal 9 en su esplendor. La edad de oro. Cuando era Canal 9 Libertad. Feliz Domingo para la Juventud. Sábados de la Bondad. Grandes valores del Tango. Cuando estaba el Don Alejandro Romay, no esta mierda que es ahora. Carla observó a Soldán y pensó: - Un viejo desagradable. Ni siquiera cuando era joven lo hubiese quesoneado. Soy una asesina. Me gusta asesinar hombres. Pero también tengo mis gustos. No cualquiera merece que le tire un Queso. Carla entró a un ascensor y casualmente se cruzó con Nicolás Gutiérrez Magaldi, uno de los conductores del Canal, de cierto parecido físico co

La Asesina de Tomás Fricher y Matías Ferrario

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Erase una vez un personaje de la TV, de cierta aparición en programas de cable, medio pelotudo, bastante alto y patón, es el protagonista de nuestra historia. Tomás Fricher su nombre. Dicen que un día Fricher fue a la sesión de psicoanálisis a la que se sometía semana tras semana. Para su sorpresa, mientras esperaba que la Licenciada Raimundez lo llamará, ingresó a la sala de espera Carla Conte acompañada con un hombre alto y patón. - ¡Qué sorpresa! ¿Vos sos Carla Conte, no? - Sí, soy yo, je, je, Carla Conte, La Quesona, ja, ja. Y es Carlos Sebastián Sosa Silva, ex arquero de Vélez. ¿Cómo te llamas pibe? - Tomás Fricher. - Ja, ja, me dijeron que con la Licenciada Raimundez estaba atendiendo a un tal Alejandro Biscardi en este momento, es cierto? – le preguntó Carla a Fricher. - Hay dos chabones ahí, eran unos que hacían picadas. Los mandaron a hacer terapia. Carla Conte miró a Sosa y le dijo: - Son ellos. Alejandro Biscardi y Alejandro Radetic.  - Mejor aún je je – dijo Sosa. Pa

El Asesino de Elvia Andreoli

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Fines de los 80, los Carlos estaban en auge en los medios de comunicación de Argentina de entonces, en un mundo donde internet era aún cosa de ciencia ficción y la TV por cable aún no era algo masivo. Carlos Menem, era electo presidente de la Nación; Carlos Monzón, juzgado y condenado por el asesinato de Alicia Muñiz; Carlos Navarro Montoya, arquero y figura de Boca Juniors; Carlos Salvador Bilardo, entrenador de la selección argentina campeona de 1986 y que iba a defender el título en Italia 1990; y así, la lista puede ser interminable. Elvia Andreoli era por entonces una figura del cine y la TV, de segunda línea, que había alcanzado precisamente su punto máximo en la carrera en la telenovela Amo y Señor (1984), escrita precisamente por un Carlos, Carlos Lozano Dana. Dicen que a fines de los 80 esta actriz estaba totalmente fuera del mundo, atrapada en el consumo frenético de drogas, algo muy común para las estrellas del mundo del espectáculo, aunque muy poco reconocido por quienes pa

El Asesino de Charlotte Caniggia

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En un pueblo bonaerense o pampeano, se estaba desarrollando una gran fiesta de folklore a la cual concurrieron varias figuras importantes, y por supuesto, mucha gente; además de los shows, había también stands para comer y chupar sin restricciones. Una rareza del evento fue la presencia del gran basquetbolista Carlos Delfino, “el Lancha”, campeón olímpico en Atenas 2004, que había ido a hacer una demostración de dobles y triples. Su participación había finalizado y en el escenario principal, Jairo comenzó a entonar sus canciones: Aqui canta un caminante, Que muy mucho ha caminado, Y ahora vive tranquilo, Y en el cerro colorado Cuando terminó Jairo, Silvio Soldán, el conductor del evento anunció: - Feliz Domingo para Todos. Ahora lo más profundo de nuestro humor criollo y gaucho, el gran Luis Landriscina y el gaucho Tala. Un corte, una quebrada y volvemos. Los dos humoristas empezaron a recitar sus huevadas, de las que nadie se reía… - Por la pereza del tiempo el