El Asesino de Tiziana Sabatini
La inauguración del Jardín Botánico de la Fundación Dumitrescu brillaba bajo los reflectores, con enredaderas susurrando y orquídeas exhalando perfume. Tiziana Sabatini, vestida con un look minimalista, paseaba incómoda entre flashes y charlas, sosteniendo una copa de vino.
Sí, Tiziana Sabatini, hija y hermana de las Quesoneadas Catherine Fulop y Oriana Sabatini, y del ¿Quesoneado? Osvaldo Sabatini, sobrina de la gran Gabriela Sabatini, de quien estaba distanciada, recordemos que la eximia tenista (tal vez la mejor deportista mujer argentina, solo comparable a la judoca Paula Paretto), goza de protección total entre los Quesones, por mandato perpetuo de nada más ni menos que el gran Carlos Calvo, el Quesón Supremo, fallecido en 2020.
De perfil bajo, Tiziana es diseñadora gráfica y esta en pareja con Joaquín Ezcurra, un jugador de rugby, y ambos comparten una pasión por viajar, sí, un rugbier, como Carlos Elder, Carlos Repetto, Carlos Ignacio Fernández Lobbe, o los mellizos Carlos Gerardo y Carlos Isaac Lazcano Miranda. Pero no un Quesón, obvio, como si todos los mencionados.
Porque precisamente en la inauguración del Jardín estaba Carlos Elder, el rugbier, Quesón y Estrangulador, paisajista y aficionado a la botánica, gran experto en la descripción y clasificación de especies vegetales.
Carlos, un coloso de metro noventa y uno, con sus zapatillas talle 48 y medias negras empapadas con un sudor post partido de rugby, observaba un rosal con ojos de podadora. Su olor a Queso, una mezcla de vestuario y fatalidad, ahuyentaba mosquitos. Al ver a Tiziana, su sonrisa torció el aire.
—¡Tiziana Sabatini! —dijo, acercándose exhibiendo sus manos con guantes negros —. Qué placer, la última de las Sabatini. Soy Carlos Elder, rugbier, como tu novio, paisajista, botánico…
Tiziana, tímida, le ofreció una sonrisa tensa, era ya mayor para su edad, pero Carlos lucía aún joven, aparentaba diez años de los que tenía.
—Encantada, Carlos. Este jardín es increíble. ¿Diseñaste algo aquí? ¿Es botánico no?
—Ese sauce llorón —señaló con orgullo—. Ideal para… colgar trofeos. Pero hablemos de vos. Debe ser duro, ¿no? Lo de tu vieja, Catherine Fulop, y tu hermana Oriana.
Tiziana palideció, la copa tembló en su mano.
—¿Cómo sabés de eso? —susurró.
Carlos soltó una carcajada de scrum desmoronado.
—Querida, en el mundo de los Quesones, esas historias son leyenda. A tu mamá la despachó Carlos Delfino, el padre, en 2018. ¡Qué tipo! Un gran Quesón aunque no goce de la fama de su hijo, el que quesoneo a Oriana… uf, esa fue obra de Carlos Delfino, el hijo, el basquetbolista de la Generación Dorada. Un Quesón Top, uno de los mejores asesinos seriales de la historia, un Quesón, con su katana y sus Quesos. Que lindo como le cortó el pescuezo, ja, ja, y sí hablamos de quesonear madre e hija, yo estrangulé a Araceli González y a Flor Torrente, la misma noche, primero a Araceli, despues a Flor, pero tuvo la suerte que esta no se entero de que había quesoneado a la madre. Y si los Carlos Delfino aca no están, Tiziana, ahora me toca a mí completar la trilogía. ¡El rugbier de San Albano no se queda atrás!
El rugbier tenía una soga en sus manos, mientras Tiziana retrocedió, el pánico y el terror le trepaba por la garganta.
—Sos un demente… ¡Los Carlos, los Quesones todos son
monstruos!
Carlos se acercó, su aliento olía a césped cortado, a Queso y a asesinato.
—Monstruos no, artistas del crimen y del Queso. El rugby me dio fuerza, los sabes por tu novio, el paisajismo me enseñó a podar vidas, y la botánica… —acarició una enredadera— es como coleccionar víctimas: cada una única, frágil, lista para la cosecha. Vos, Tiziana, sos mi orquídea final.
Ella intentó correr, pero Carlos la acorraló contra un estanque de nenúfares.
—Antes, un ritual —dijo, quitándose las zapatillas —. Mirá estos pies, talle 48, puro poder rugbier, Queso de rugbier, como el de Carlos Ignacio Fernández Lobbe, Queso de estrangulador, como el de Carlos Ficicchia, Charly Alberti, el de Soda Stereo, sos demasiado joven para entender todo esto. ¡Huelen a gloria! ¡Glorias del Deporte y de la Música! ¡Glorias de los Quesos!
El olor a Queso en los pies era una mezcla de sudor, medias negras y vestuario olvidado. Carlos la obligó a arrodillarse, acercando sus pies olorosos a su rostro. Tiziana, paralizada por el pánico, aunque consciente, parecía una automata, que solo obedecía aquellas ordenes tan quesosas.
—¡Adorá al Quesón, Tiziana! —rugió, mientras ella tosía, al borde del desmayo.
—¡Por favor, no! —suplicó—. ¡Mi familia ya sufrió demasiado!
Pero Carlos, sordo a sus ruegos, exhibió una vez la cuerda gruesa como una liana. Tiziana parecía hipnotizada, por la mezcla del olor del Queso y de las plantas, se agachó, empezó a oler, besar, chupar y lamer los pies del rugbier, lo hizo con espanto al principio, pero luego con cierto placer y satisfacción placer.
Carlos fue elegante con ella, y la cogió mezclando el salvajismo propio de un rugbier y cierta dulzura de las plantas que lo rodeaba, la cogida resultó entonces furiosa y tierna a la vez, Sabatini estaba contenta mientras la cogían “Joaquín nunca lo hizo tan bien, este tipo me esta dando mucho placer” y mientras la cogía, daba alaridos de felicidad y satisfacción.
Exhausta cayó al césped: estaba contenta, pese a todo, se sentía como una princesa de Disney en medio de las plantas, solo faltaba que vinieran Bambi, Dumbo, Peter Pan, y las hadas y los magos, aunque pasaban algunos ratoncitos, no eran los de la Cenicienta, precisamente.
Carlos, con una sonrisa que cortaba como alambre de púas, otra vez sostenía con sus guantes negros la cuerda áspera, gruesa como una liana y manchada de tierra, como si la hubiera arrancado de sus propios diseños paisajísticos, y la sujetó con una precisión escalofriante.
Tiziana lo vio y regresó otra vez al terror que había tenido unos minutos antes.
—¡No, por favor! —gimió, mientras que con sus uñas arañó el aire.
Carlos, imperturbable, dio un paso adelante, su figura de roble bloqueando la luz de los reflectores. Con un movimiento lento, casi ceremonial, pasó la cuerda alrededor del cuello de Tiziana, ajustándola con un nudo que crujió como ramas secas. Sus dedos, fuertes como tenazas, tiraron de los extremos, y la cuerda se tensó con un zumbido sordo. Tiziana jadeó, sus manos volaron al cuello, arañando la soga en vano. Sus ojos, abiertos de par en par, reflejaban el sauce llorón que sería su patíbulo.
El rugbier, con la calma de quien patea un penal en el último minuto, apretó más fuerte. La cuerda mordió la piel de Tiziana, dejando marcas rojas que florecieron como enredaderas. Ella pataleó, sus pies rozando los nenúfares del estanque, pero cada movimiento solo hacía reír a Carlos, un gruñido grave que resonaba como un tackle. Sus bíceps, forjados en el rugby y el paisajismo, no cedían; la cuerda era una extensión de su voluntad, un lazo que robaba el aire.
Tiziana gorgoteó, un sonido húmedo y roto, mientras su rostro se volvía púrpura, sus labios temblando en un grito que nunca llegó. Carlos, inclinado sobre ella, susurró:
—Shh, orquídea, es hora de dormir. Catherine y Oriana te esperan.
Con un último tirón, brutal y definitivo, levantó a Tiziana del suelo, sus zapatillas talle 48 plantadas como raíces. La colgó del sauce llorón, su “obra maestra”, asegurando la cuerda a una rama gruesa. El cuerpo de Tiziana se balanceó, un péndulo macabro bajo la luz de la luna, sus ojos abiertos en un grito mudo, vidriosos como el estanque. La cuerda, aún tensa, crujió suavemente, acompasada por el viento.
- Queso – dijo Carlos, tirando el Queso sobre el cadáver de la víctima, aunque lo tiró y lo volvió a agarrar, para colgarlo también en el sauce llorón.
— Ja, ja, Try convertido, Sabatini —murmuró, ajustándose la bota—. Los Carlos Delfino aplaudirían este tackle.
Silbando una marcha de rugby, la gloriosa Marcha de San Albano, desapareció en las sombras del jardín.
Al amanecer, el Jardín Botánico era un circo de policías, periodistas y curiosos. El Comisario Miguel, bigote imperturbable, enfrentó a la prensa.
—Un suicidio, sin duda —declaró, rascándose la panza—. Tiziana Sabatini no soportó la presión, como su madre Catherine en 2018, liquidada por un supuesto “desconocido”, y su hermana Oriana, otra “tragedia”. El Queso en el cuerpo es irrelevante, algún bromista. Hay muchos ratoncitos por aca, una trampa para ellos. Caso cerrado.
Y así finaliza esta historia, donde Carlos Elder ha hecho otro Scrum para los Quesos. QUESO
me contesto la pregunta que hice antes y sí, estamos ante una temporada regular de quesones, y eso es para festejar, si hay relato de Luna, Elder y Delfino en un domingo, es porque el autor del blog ya tiene preparados otros de Reich, Quintana, Izquierdoz, Sandes, Bossio, Eisler, y quizás alguno más de los más nuevos como Carlitos Palacios, el chileno de Boca, elijo creer
ResponderBorrarme genero cierta ternua y hasta compasión la víctima, pero los quesos son los quesos, y cuando le llegan a una mina, QUESO
ResponderBorrary llego el tercer queso de este domingo!!!!!
ResponderBorrarEstá claro que Osvaldo Sabatini fue quesoneado. Por Carla Conte, si recuerdo bien.
ResponderBorrarEstaba pasa ser asesinada por una replica de la espada Tizana, del Cid, como la Colada. Pero le tocó un destacado quesón.
Elder fue implacable con su influjo quesón, comparable al poder persuasivo que Mandril, de Marvel, tiene sobre las mujeres.
Un poco de ternura me dio también pero los quesones suelen ser así.
Elder le debe Carlos Thays, que no se llamaba Carlos de primer nombre, el homenajear a sus descendientes, que sí se llamaron Carlos de primer nombre y continuaron el legado de ser paisajistas.
Tres relatos en un día. Nada mal.
este es un cuento bien oscuro, donde una mina sabe que va a ser quesoneada, casi que esta condenada a serlo, y hasta hubiera preferido que su asesino fuese Carlos Delfino, pero le toco Carlos Elder, que estuvo magistral, otro gran relato, sin dudas, muy buen domingo quesonesco
ResponderBorrarel Comisario Miguel lo paso como suicidio, que gran personaje el guardian de la patria y de la fe
ResponderBorrarde todos los Quesones, Elder es el que más disfruta los asesinatos, al estrangularlas, les da una muerte lenta, muy sádico aunque no use el filo de los cuchillos o espadas de otros Carlos
ResponderBorrarexcelente los tres cuentos de hoy, cada uno brillante en lo suyo, pero no hay relatos de Quesonas en esta tanda?
ResponderBorrarCoincido con que faltan relaos que quesonas
Borrarsi bien siempre ponen a Elder con un queso Gruyere en las fotos, para mí si fuese real, usaría un Reggianito, esos que sirven como queso rallado
ResponderBorrary la verdad que despues que quesonearon a toda la familia, lo del suicidio no estaba mal como justificación del Comisario Miguel
ResponderBorraraura triste el de Tiziana, no tenía forma de escapar del queso, Elder, buen asesino
ResponderBorrarah! un detalle: los jardines Dumitrescu, esta en todos lados la Fundación
ResponderBorrarOtra cosplayer con potencial de ser quesoneada
ResponderBorrarSheliy Midori, de México.
https://www.reddit.com/r/StreetFighter/comments/1isk4ok/chun_li_by_sheliy_midori/?tl=es-419