La Asesina de José Meolans

Cuenta la leyenda que una tarde soleada de verano, el nadador olímpico José Meolans se encontraba entrenando en una piscina olímpica, como debe ser, para un atleta de su categoría y nivel. Iba y venía con su metro noventa, alternando entre los estilos libre, pecho, mariposa y estilos, soñando con alguna vez ganar medallas. Sabía que eso era casi de ciencia ficción para el, pero igual soñaba con eso, con que alguna vez alguna medallita podía venir. Iba y venía, creyendo estar solo en aquella piscina. Al principio había otros nadadores entrenando alrededor de el, pero de repente, al asomar la cabeza por la superficie, vio que se quedó solo, y viendo las tribunas, notó que solo una persona lo estaba observando. Una rubia, muy bella, que lo miraba atentamente. Meolans volvió a sumergir la cabeza para seguir nadando, pero en ese momento, escuchó que la rubia, esa rubia, le gritó algo. - Mucho entrenamiento, mucho bla, bla, pero después las medallas se las llevan otro, en las competencias ...