La asesina de Marcelo Tinelli

No sabemos como llegaron ni donde, tampoco porque, pero imaginemos que Marcelo Tinelli y Ravelia Zamas estaban los dos solos, en una habitación en algún lugar de lujo acorde a lo que estas dos personas exigen y requieren. Marcelo estaba acostado, totalmente desnudo, sobre la cama, con sus dos enormes pies talle cuarenta y cuatro sobresaliéndole de la misma. Ravelia también estaba totalmente desnuda. Sobre una mesa, muy cerca, de la cama, había una enorme y gigantesca horma de Queso Emmenthal, que sobresalía por sus grandes y voluminosos agujeros. - ¿Por qué este Queso, Ravelia? – le preguntó Marcelo a Ravelia. - Es parte del juego – le aclaró Ravelia – te dije que nos vamos a divertir mucho, ya vas a ver. - ¡Pero este Queso tiene una baranda, che! - No, Marcelo, el olor a Queso viene de tus pies, y de los míos. Vos sos un Queson y yo una Quesona, ja, ja. - ¿Un Queson, yo? – se rió Marcelo – Ja, ja, para ser Queson hay que llamarse Carlos, yo me llamó Marcelo, q...