El Asesino de Evangelina Carrozzo
Pocos lo recuerdan, pero allá por 2006 o 2007, Argentina y Uruguay estuvieron al borde de la guerra, por el conflicto que generó la papelera Botnia, radicada en el Uruguay, sobre la banda oriental del río homónimo, frente a la ciudad argentina de Gualeguaychú.
Esta ciudad, ubicada en el sur de la Provincia de Entre Ríos, es particularmente famosa por sus carnavales, que muestran todo su esplendor con las comparsas Mari Mari, Ara Yeví, Kamarr, Papelitos y O Bahia, desde hace varias décadas, a lo largo de todo el verano, año a año.
Ocurrió entonces que una figura se hizo conocida, Evangelina Carrozzo, entonces con veintiséis años, fue elegida reina del Carnaval de Gualeguaychú, cuando irrumpió intempestivamente en la Cumbre Europea Sudamericana de 2006 (en Viena, Austria) con la pancarta “Basta de papeleras contaminantes”.
La papelera siguió adelante, el conflicto quedo en la nada, la habitual hermandad entre los dos países se restableció, pero Carrozzo tuvo su gran fama, que la llevaron ese mismo año a participar en el programa “Bailando por un sueño” de Marcelo Tinelli, luego en “Patinando por un sueño”, más algunas participaciones en el siempre prestigioso teatro de revistas del verano marplatense (como primera vedette) y el programejo “Combate” (2016).
Alejada de la fama y recordando todos los 12 de mayo aquella irrupción en Austria, fue pasando el tiempo, hasta que en una ocasión retorno a Europa y pasó por la región de la Emilia Romagna, donde con 42 años aún continua activo el gran Carlos Delfino, jugando al basquet en una liga de ascenso.
Con sus dos metros de altura y su calzado número 50, Carlos Delfino ya esta próximo a retirarse en la practica activa del deporte, pero como Quesón, sigue estando en plenitud, como si los años no pasaran, con un olor a Queso apestoso e intenso, sigue quesoneando minas a la loco, siempre con su katana, demostrando porque es el asesino de Valeria Mazza, Zaira Nara, Brenda Gandini, Julieta Prandi, Yanina Latorre, Connie Ansaldi, Lucía Celasco, y una larga lista de minas Quesoneadas.
“Che Carlos” le dijo Matías, un argentino que estaba también de visita, entrevistando al basquetbolista para hacer una biografía “una compatriota nuestra quiere saludarte”
“¿Quién?” preguntó Carlos Delfino.
“Una tipa, dice haber sido reina de los carnavales de Gualeguaychú, y haber estado en los programas de Marcelo Tinelli”
“¿Tinelli? Yo quesonee a la hija, Micaela Tinelli, justo antes de la pandemia, fue un festín de Quesos junto a mi gran amigo y colega, Carlos Matías Sandes, ¿No será una enviada de los hijos de Valeria Mazza? Dicen que esos me la tienen jurada, pero hasta ahora no paso nada”
“Bueno, yo me cuidaría de esos pendejos, pero igual tranqui, esta tipa no pasa nada, es de Gualeguaychu, entrerriana, vos sos santafesino, tienen al Paraná de por medio, ja, ja, ja”
“Yo soy santafesino, pero la familia de mi viejo, todos entrerrianos, y gracias a mi viejo, que se llama Carlos, y me puso Carlos, soy un Quesón, bueno dale, que pase”.
Carrozzo ingresó a la cancha de basquet donde estaba entrenando Carlos, y se presento como bailarina, vedette, actriz, cantante y ecologista.
“Cuantos títulos tenes” le dijo Carlos “Yo solo basquetbolista, y algo gané con el basquet, una de oro y otra de bronce en los Juegos Olímpicos, y además Quesón, QUESÓN, me gusta el QUESO, ja, ja”
Carrozzo, con un giro dramático digno de una vedette, se planto en medio de la cancha, ajustándose una boa de plumas imaginaria, y empezó a bailar como si estuviera en los carnavales de Gualeguaychú.
“¡Títulos, querido Carlos, los tengo a montones! Bailé en escenarios que ni sueñas, canté tangos que harían llorar a tu tocayo, Carlos Gardel, y salvo árboles como si fueran mis propios hijos, porque soy una gran ecologista. ¿Y vos, solo pelotitas al aro y medallitas? ¡Contame más de ese QUESO, que eso sí me intriga!”
“Aca tenes mi QUESO, estimada Carrozzo” le dijo Carlos, y extendió sus gigantescos y olorosos pies talle cincuenta.
La bailarina casi se desmaya en una primera impresión del tamaño y olor de los gigantescos pies de Carlos, no por nada le dicen “Lancha” y es un “Quesón”.
Sus ojos se abrieron como platos al ver los enormes pies talle cincuenta de Carlos, que más que lanchas, eran como dos barcos varados en la cancha. El olor intenso a Queso roquefort y vestuario post-partido, la empezó a golpear como una ráfaga.
“¡Dios mío, Carlos, esto no es un simple Queso, es un ecosistema propio!” Sin embargo, su expresión de sorpresa pronto se transforma en una mezcla de fascinación y curiosidad.
Carrozzo no aguanto más: se arrodilló frente a los pies de Carlos, como si estuviera a punto de rendir homenaje a una obra maestra. Con delicadeza, pero sin disimular gozo y placer, comenzó a olfatear los pies, con un entusiasmo casi místico, como si estuviera descifrando un perfume exótico.
Luego, en un arranque de pura excentricidad, sus labios rozaron los dedos, besándolos con la pasión de una reina de carnaval desfilando en Gualeguaychú.
Incluso se atreve a lamerlos, riendo entre cada gesto: “¡Esto es más intenso que desfilar en Mari Mari o Kamarr! ¡Quesón, QUESÓN, qué sabor a gloria olímpica!” .
Bajo las luces tenues del gimnasio, la cancha de básquet se transformó en un escenario de ensueño. Carrozzo, con su energía carnavalesca, tomó la mano de Carlos, y acercó su mirada brillando…
“Quiero el fuego de tus miradas, de tus medallas, Carlos”, el basquetbolista, casi con ternura, empezó a acariciarle el cabello, e instantes despues, le chupó las tetas, y la penetró por la vagina con gran romanticismo, un instante de conexión pura, como si la cancha fuera su propio universo, donde el oro olímpico, los carnavales y la pasión ecológica bailan al mismo ritmo.
“Esto es el placer máximo” dijo Carrozzo al finalizar “Ya esta, otra que los carnavales de Gualeguaychú”.
Carlos se puso los guantes negros y tomó la katana, acercándose a Carrozzo, que permanecía en el piso, sin mirarlo, extasiada por haber tenido aquella relación sexual.
“Desde que asesiné a una profesora, cortándole el pescuezo, y tirándole el Queso, y después de la misma forma, a la presidenta del Centro de Estudiantes, allá en mi Santa Fe natal, hace veinticinco años, siempre me preguntó QUIEN SERÁ LA PRÓXIMA, sabiendo que HAY TIEMPO PARA TODO”
Carrozza no lo escuchó, seguía fascinada por aquella relación sexual que había tenido, ajena al peligro que se cernía sobre ella, mientras Carlos Delfino blandió la katana…
Carlos, con un movimiento lento y ceremonial, alzó la katana, la hoja destellando como si capturara los recuerdos de sus medallas olímpicas y su obsesión por el Queso.
“QUESO” repetía, casi como un mantra.
En un instante, con la precisión de un basquetbolista lanzando un tiro libre, hundió la katana en el cuello de Carrozzo.
No buscó decapitarla; ya tenía muchas decapitaciones en su haber, esta vez el corte fue quirúrgico, atravesando la carne con un silbido metálico que rompió el silencio del gimnasio.
Carrozzo, arrancada de su trance, abrió los ojos de par en par, un grito ahogado atrapado en su garganta mientras la hoja se deslizaba hacia afuera, dejando un rastro carmesí.
Pero Carlos no había terminado. Con la misma frialdad con la que había cometido sus crímenes pasados, levantó la katana nuevamente, su mirada fija en el pecho de Carrozzo, que jadeaba, aún con un último halo de vida.
“QUESO”, susurró, y con un movimiento rápido, clavó la espada en el corazón de la vedette, atravesándola con un golpe seco que resonó en la cancha como el rebote de un balón.
Carrozzo, con un último suspiro, se desplomó, dejando su cuerpo inmóvil sobre la cancha.
Carlos, limpiando la katana con un trapo que sacó de su bolsillo, miró el cuerpo de Carrozzo con una expresión indescifrable.
“Otra para la lista”, dijo, de una bolsa, sacó un enorme Queso Gruyere, con agujeros bien grandes y voluminosos, y lo tiró sobre el cadáver de su nueva víctima.
“QUESO” dijo Carlos Delfino mientras tiraba el Queso.
Matías, que oculto, había presenciado todo, dijo: “Ahora ya logré mi sueño, ver en acción al gran Carlos Delfino, al asesino de Valeria Mazza”, el joven salió al encuentro del basquetbolista.
Aunque el de Valeria Mazza era solo entre más de mil asesinatos cometidos por Carlos Delfino en un cuarto de siglo, siempre era el más importante, y de una forma o de otra, siempre estaba presente en cada nuevo asesinato, o en cada nuevo “QUESO”.
“Sos un capo, más de cuarenta años, y seguís siendo un maestro del QUESO, y ahora, ¿Qué pasa con el cadáver?”
“Ja, ja, un QUESÓN siempre esta en su plenitud, mi amigo Matías, ¿Sos el nieto de Dumitrescu, no? La vieja siempre me tuvo mucho respeto, hasta temor, diría, ja, ja”
“Nieto, biznieto, y ahora se la ve muy joven, no esta tan vieja”
“Es inmortal como Legrand, ja, ja, sobre el cadaver, nosotros nos vamos, ya se lo van a llevar, o sino lo descubrirá el Comisario Montalbano” dijo Carlos “estamos en Italia, aca están acostumbrados a estos Quesos desde la antigua Roma, y más atrás también, ja, ja; che, Matías, ¿Crees que los hijos de Valeria Mazza pueden estar preparando una venganza?’”
“¿Los hijos de Valeria Mazza? Ja, ja, ja, ¡esos pibes están demasiado ocupados vendiendo perfumes y haciendo yoga en Instagram como para vengarse! ¿Qué van a hacer? ¿Contratar a una Quesona, para que vos le cortes la cabeza de un katanazo? Ja, ja”
Se fueron riendo, y efectivamente, rato despues llego Montalbano, que dijo: ‘Mamma mia, altro delitto di grande formaggio!’ antes de tomarse un espresso y archivarlo. “Questa è l'Italia, qui il formaggio è la legge!”
FORMAGGIO, QUESO
Y como en las películas de Federico Fellini, Vittorio Gassmann o Marcello Mastroianni, FINE
espectacular esta mina, que buen queso, ya tiene sus años pero que buen queso
ResponderBorrarlas Quesoneadas mueren contentas que bueno, como si despues del queso ya no les queda algo mejor para vivir
ResponderBorrareste año tenemos Domingos de Quesoneadas parece, a quien quesonean en el próximo?
ResponderBorrarMagistral relato, que se merecía una mujer tan deseable.
ResponderBorrarY siendo tan sensual, era para uno de los grandes que le dedicó su buen tienpo para el sexo, descripto en forma casi poética.
Evangelina Carrozo no quedó hecha una piltrafa, sino extasiada, tanto que apenas sintió que era asesinada. Delfino estuvo sigilosos.
Unas sugerencias.
Falta otorgar el Quesón de Oro, 2024, con sus correspondientes menciones.
No estaría mal un relato de quesonas.
Me gustaría participar en un relato, teniendo un encuentro con Carla Conte o con las Santillanas.
QUESON DE QUESONES, QUESONAZO DE QUESONAZOS, GLORUA Y LOOR AL MAS QUESO DE LOS QUESONES CARLOS DELFINO
ResponderBorrarel maestro Carlos Delfino siempre cumple, un lujo volver a leer un asesinato cometido por este basquetbolista asesino
ResponderBorrarun cuento al estilo Carlos Delfino, o sea, éxito asegurado, en Italia y jugando al basquet, siempre quesonea, con su katana, y siempre es el asesino de Valeria Mazza, es un karma, los hijos de la quesoneada prepararan una venganza, no creo, pero Carlitos ya esta alerta
ResponderBorrary como ya dijeron en otros comentarios, lo de Carlos Delfino siempre es algo sensacional y muy buena la víctimas de este asesinato
ResponderBorrardeberías hacer otros relatos con otras bailarinas de carnavales, que aunque no sean famosas, siempre pueden recibir un Queso
ResponderBorrarMuy b uena idea
Borrarme dieron ganas de ir a bailar con la quesoneada a Gualeguaychú
ResponderBorrarMuy buen gusto
Borrarera ideal para las katanas de Delfino, estaba para partirla con un queso
ResponderBorrarel Quesón, santafesino, la Quesoneada, entrerriana, Santa Fe y Entre Ríos, dos provincias separadas por el Paraná, unidas por el queso
ResponderBorrarmil asesinatos cometió Delfino? amasija a una mina todos los días
ResponderBorrarque buen queso quesero quesoso que este queso
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