LA MATACARLOS
(LA ASESINA DE LOS CARLOS),
una Quesona olvidada,
la Quesona anti-Quesones,
la Saga que los Quesones prefieron olvidar, desconocer o ignorar
Este Post es la historia completa de "La Matacarlos", una famosa asesina serial de hombres cuyas víctimas se llamaban todos Carlos. Como trofeo o fetiche, sobre el cádaver de cada una de sus víctimas tiraba un Queso.
Este es el texto original,
La "Matacarlos" sería como una respuesta femenina precisamente a esos asesinos seriales de mujeres conocidos como "Quesones", y que se llaman todos Carlos, y que también arrojan un Queso sobre sus víctimas.
Esta entrada ya había sido publicada, por eso tiene comentarios antiguos, ahora se rescata del olvido, con todos sus capítulos, esta fue la primera de las Quesonas, aunque en ese momento no se la conoció como tal, sino como "La Matacarlos"
01 Carlos Alfredo Grosso
Aquel
día era un viernes. Carlos Grosso estaba en su contaduría, como
cualquier otro día, cuando pensaba ocuparse de la empresa Barclays &
Mason, uno de sus clientes más importantes y recientes. Grosso, un
hombre de unos cuarenta y pico de años, le dijo a su secretario y
asistente personal:
- Puede retirarse Matías, ya es tarde, yo me ocupo del tema.
- Muy bien, señor Grosso.
- ¿Durante mi ausencia hubo alguna novedad?
- Sí, mandaron este paquete.
Carlos se acercó al paquete, lo abrió y para su sorpresa, se trataba de un Queso. Era un Queso pategras, con cáscara roja.
- ¿Quién envió esto?
- No
lo sé, no tiene remitente, pero se lo envían a usted, fíjese, dice “Sr.
Carlos Grosso”. Quizás sea una atención de Barclays & Mason, ellos
comercian alimentos.
- Puede ser, sí, puede ser – contestó Grosso, que de todas formas continuaba intrigado ante el Queso que había recibido.
Matías,
el asistente, se retiró de la ofician, y pasaron un par de horas. Era
invierno, cuando las noches son más largas, y Carlos seguía trabajando
aún cuando el resto del edificio estaba ya casi vacío. Faltaba poco para
terminar y empezaba a guardar las cosas para retirarse, cuando en forma
sorpresiva sonó el timbre. Carlos se sorprendió, pues no esperaba a
nadie, y se acercó a la puerta para preguntar quien era.
- ¿Quién es? – preguntó Grosso.
- ¿El señor Carlos Grosso? – fue la respuesta, era una voz de mujer.
- Sí, soy yo.
- Por favor, soy la señorita Carla Quesada, de la empresa Barclays & Mason, es un tema urgente, muy importante.
Barclays
& Mason era una de los clientes más importantes y a la vez
recientes que tenía Grosso en su contaduría. El contador abrió la puerta
y al hacerlo, vio que se trataba de una mujer joven y rubia, muy bien
vestida, con dos guantes negros que le enfundaban las manos.
- Buenas noches, señor Grosso, espero poder hablar con usted. Es algo muy importante y urgente.
- No esperaba su visita, señorita. ¿No podría venir el lunes? ¿Se trata de algo tan urgente? – le dijo Grosso.
- No.
Esto debe resolverse hoy, señor Carlos Grosso – contestó la chica –
podemos hablar por las buenas, o podemos hablar por las malas.
No
terminaba de decir esto, cuando la chica abrió la cartera, sacó un
revolver con calibre 45 largo con silenciador y apuntó hacia el hombre,
que asustado dijo:
- ¿Qué significa esto?
- ¿No
me conocés, Carlos? No me conoces. Yo te mande hoy ese Queso. Soy la
señorita Carla Quesada, la hija de Ana María Quesada, ¿Te acordás? La
mujer que investigó los negocios turbios que vos tenías en la Provincia.
Como te molesto, la mandaste a matar. Los asesinos que contratastes no
solo mataron a mi madre, también a mi tía, a mi hermana y a la mucama.
Los asesinos me violaron y sí sobreviví, fue porque creyeron que estaba
muerta. Pero aca estoy, Carlos Grosso, vine a hacer justicia.
Carlos
Grosso estaba sorprendido, parecía no tener escapatoria, aterrorizado
ante la chica que lo apuntaba con un arma, preso del pánico, llegó a
decir en voz alta:
- ¡No tuve nada que ver con ese crimen!
- Mentira – dijo la chica – sobornaron a los jueces, pero ahora voy a hacer justicia.
La
chica entonces disparó el revolver en ocho ocasiones. Los balazos
cayeron en todo el cuerpo de Carlos Grosso, que se tumbó de bruces sobre
el suelo, cayendo muerto, totalmente ensangrentado. La asesina esbozó
una sonrisa de satisfacción ante el crimen que había cometido.
La
asesina tomó el Queso que ella misma había enviado y que se encontraba
sobre la mesa y lo tiró sobre el cadáver de su víctima. Mientras hacía
esto, dijo en voz alta:
- Carlos Alfredo Grosso. QUESO.
Y se fue del lugar del crimen en forma tan misteriosa como había llegado.
¿Quien será el próximo Carlos?

02 Carlos Gerardo Russo
Carlos
Russo era un muchacho alto, joven y rubio, que todos los días iba a un
gimnasio. Allí conoció a una chica que se presentó así mismo como Carla.
Era una joven muy bella, irresistible para el deportista, y por eso
resulto lógico que una noche ambos resolvieran encontrarse en un
departamento para tener sexo.
Carlos
estaba desnudo, con solo un calzoncillo que le cubría los testículos,
mientras esperaba acostado a la chica. La joven se acercó hacia él, casi
desnuda, pues la única parte del cuerpo que tenía cubierta eran sus
manos, donde lucía un par de guantes negros. Con sus manos sostenía una
bandeja que tenía un Queso. La asesina dejó el Queso sobre un mueble y
se acercó adonde estaba Carlos.
La chica tomó los enormes pies de Carlos y le dijo:
- ¡Qué pies grandes que tenes! ¿Cuánto calzas, Carlitos?
- Cuarenta y cinco – fue la respuesta de Carlos.
- ¿Puedo oler tus pies? – dijo la chica.
- Bueno, pero mira que hoy no me los lave. Deben de tener olor.
- No importa, me gustan los hombres como vos, con olor a Queso.
La chica comenzó a oler los pies de Carlos, que efectivamente olían a Queso. Tras hacerlo, le dijo al muchacho:
- ¿Seguimos jugando Carlos?
- ¿Qué queres hacer algo? Con vos hago lo que quieras.
- Te voy a atar a la cama con estas esposas, es mi juego sexual preferido.
- Hacelo, nena, hacelo.
La
chica ató a Carlos a la cama, y tras hacerlo, se tiró encima de él, de
repente sacó un enorme cuchillo de cocina, para sorpresa y terror del
hombre, que atinó a decir:
- ¿Qué haces con ese cuchillo?
La asesina colocó el cuchillo sobre el cuello de Carlos y le dijo:
- ¡Te
voy a matar, Carlos! Vos asesinaste a mi madre, a mi hermana, a mi tía,
y a la mucama. Fuístes uno de los asesinos que contrato Carlos Grosso. A
el ya lo maté a balazos. Hoy llegó tu turno. ¡Vas a morir!
La
asesina no terminaba de decir esto cuando levantó el cuchillo y lo
clavó en el pecho de Carlos. Lo siguió apuñalando en forma salvaje y
desenfrenada. Fueron como treinta puñaladas.
Al terminar, la asesina tomó el Queso, y lo tiró sobre el cadáver de su víctima. Mientras hacía esto, dijo en voz alta:
- Carlos Gerardo Russo. QUESO.
Así fue asesinado Carlos Gerardo Russo.
¿Quién será el próximo Carlos?

03 Carlos Eduardo Vazquez
Carlos
Eduardo Vazquez era un muchacho alto y morocho que trabajaba en un
taller mecánico. En otros tiempos hubiera aspirado a algo mejor, pero la
vida lo llevó a tener que conformarse con eso. Una tarde, atendió a una
clienta que era una chica rubia, joven y bella. Dijo llamarse Carla.
Cada vez que iba al taller quería que la atendiera Carlos. No quería que
la atendiera Juan, Roberto o Santiago, los otros empleados del taller
mecánico. Un buen día, Carla le dijo:
- ¿Querés
tener una noche de sexo conmigo? Si tenes un buen departamento, esta
noche te visito. No es necesario que me contestes ahora, tomate tu
tiempo.
Carlos
Vazquez se sorprendió ante el ofrecimiento de la chica. Dejo pasar un
rato y esa misma tarde, cuando la chica regresó, le dio la respuesta:
- Te espero esta noche en mi departamento, es la Calle de los Imbéciles n° 236 departamento 17.
Así
fue como esa noche la chica fue al departamento de Carlos Vazquez. El
hombre le ofreció a la chica tomar un licor, Carla aceptó, pero en un
momento en que Carlos estaba distraído, la chica metió un líquido en la
copa de Carlos. El hombre no se dio cuenta de nada, tomó el licor y
comenzó a tener mucho sueño. Tanto que se sentó a una silla.
Cuando
se despertó, estaba atado en una silla. Muy cerca de la mesa, donde
había un Queso sobre una bandeja. El Queso, un Emmenthal, relucía sus
grandes y voluminosos agujeros. Carlos levantó la vista y contempló a la
chica, que con un cuchillo en la mano, le dijo:
- Llegó
la hora de la justicia, Carlos Vazquez. Quizás no me recuerdes, pero
hace algunos años, vos me violaste. Era una nena en ese entonces, pero
eso no fue lo peor. Mataste a mi madre, a mi tía, a mi hermana y también
a la mucama. Te contrataron para eso y te pagaron muy bien. Carlos
Grosso te contrató. Ya lo asesiné de seis balazos. A Carlos Russo, el
otro asesino a sueldo que participó del hecho, lo apuñalé hace algunos
meses. Hoy llegó tu turno, Carlos Vazquez.
El
hombre no pudo responder nada. La asesina se pusó a su espalda, levantó
el cuchillo y se lo clavó en la nuca a Carlos Vazquez. El cuchillo le
atravesó todo el cuello y el cadáver quedo sobre la mesa, tumbado, justo
al lado del Queso. Al terminar esto, la asesina
dijo en voz alta:
- Carlos Eduardo Vazquez. QUESO.
Y se fue del lugar del crimen en forma tan misteriosa como había llegado.
¿Quién será el próximo Carlos?
04 Carlos Isidro Olarán
En
alguna capital de provincia del norte del país, un muchacho llamado
Carlos Olarán salía de un entrenamiento de fútbol. Se dirigió con total
tranquilidad al estacionamiento donde se encontraba su auto. Estaba
abriendo la puerta del vehículo cuando escuchó una voz de mujer que
pronunció en voz alta su nombre:
- Carlos Isidro Olarán.
Carlos
se dio vuelta y se sorprendio al ver a una mujer joven, rubia, muy bien
vestida, delante de él. Pero la sorpresa se convirtió en pánico cuando
Carlos se dio cuenta que la chica con sus manos, enfundadas en guantes
negros, sostenía un revolver con silenciador que apuntaba directamente
hacia él.
- ¿Quién sos? ¿Qué querés? – dijo Carlos con un tono de susto y terror más que evidente.
- Llegó
tu hora, Carlos Olarán – respondió la asesina – Soy Carla, la hija de
Ana Quesada, ¿Te acordás de ella? La mataron en forma salvaje, a ella, a
mi tía, a mi hermana y también a la mucama. Me violaron, no me mataron
porque creyeron que yo estaba muerta.
- ¡Yo no maté a nadie! ¡Soy inocente! – contestó Carlos.
- Quizás
no tomaste con tus manos ninguno de los cuchillos con las que las
asesinaron, pero partipastes del crimen, manejaste el auto que llevó a
los asesinos al lugar de los asesinatos y te quedastes como vigía. A los
otros ya lo maté. A Carlos Grosso, el autor intelectual, lo ejecuté a
balazos. A los autores materiales, Carlos Russo y Carlos Vazquez, los
asesiné a cuchillazos. Hoy llegó tu turno, Carlos Olarán.
- ¡No me mates! ¡No me mates! – comenzó a gritar Olarán.
La
asesina ya no contestó levantó el revolver, apunto hacia Carlos y
disparó el gatillo. Fueron seis balazos que impactaron en el cuerpo de
Olarán. Nadie escuchó nada, pues el silenciador que usó la asesina tapó
todos los ruidos y sonidos. El cadáver de Carlos Olarán quedó a un
costado del auto, que estaba manchado de sangre. La asesina abrió la
cartera, guardó el revolver en ella y sacó de la misma un Queso, lo tiró
sobre el cadáver de su víctima. Mientras hacía esto, dijo en voz alta:
- Carlos Isidro Olarán.
La terrible, sanguinaria e implacable “Matacarlos”, la asesina de los Carlos, se había cobrado su cuarta víctima. QUESO.
¿Quién será el próximo Carlos?
05 Carlos Alberto Enrique
Carla
ya había cometido su venganza. Los asesinos de su familia, quienes
apuñalaron a su madre, a su hermana, a su tía y a la mucama, y la
violaron a ella misma, estaban muertos. Los había asesinado a todos. Uno
a uno fueron asesinados. Carlos Grosso, el autor intelectual, asesinado
a balazos; Carlos Russo, uno de los asesinos, apuñalado en la cama;
Carlos Vazquez, otro de los asesinos, asesinado de un cuchillazo en la
nuca; Carlos Olarán, participe necesario y complice del crimen,
ejecutado a balazos.
Los
cuatro se llamaban Carlos y la asesina entonces comenzó a tener un odio
visceral y psicotico hacia los hombres que se llamaban de esa manera.
La asesina se dio cuenta que su sed de venganza no tenía fin y comenzó a
buscar nuevas víctimas.
Carlos
Alberto Enrique era un hombre que solía acostarse con prostitutas en un
tugurio ubicado en la zona del puerto. Aquella noche estaba desnudo
esperando a Roxana, su prostituta favorita. Para su sorpresa, la que
apareció ante él, era Carla, a quien no conocía.
- ¡Hola Carlos! – dijo la chica – espero satisfacer tus necesidades sexuales.
- ¿Y Roxana? ¡La estaba esperando a ella!
- Ella no podrá venir, hoy tiene un cliente que paga mejor que vos, espero poder gustarte y divertirte. Es mi objetivo.
- Perfecto, sos muy linda. Vení, quiero tener sexo con vos.
La
chica se tiró sobre la cama, y rapidamente sacó un cuchillo, y en forma
salvaje y desenfrenada, comenzó a apuñalar a Carlos. El hombre nada
pudo hacer ante la furia criminal de la asesina, que lo asesinó de más
de treinta puñaladas. Al terminar la asesina limpió el cuchillo con las
sabanas, abrió una cartera, guardó el cuchillo en ella y tras sacar de
la misma un Queso, lo tiró sobre el cadáver de su víctima. Mientras
hacía esto, dijo en voz alta:
- Carlos Alberto Enrique. QUESO.
¿Quién será el próximo Carlos?

06 Carlos Alejandro Alfaro Moreno
Algún
tiempo después de acuchillar a Carlos Enrique, su quinta víctima, Carla
Quesada, “la Matacarlos”, la asesina de los Carlos, fue a vacunarse
contra la Gripe A. Un muchacho llamó a Carla, la chica se acercó y
contempló la credencial que tenía el joven.
- Carlos Alejandro Alfaro Moreno – decía.
La
asesina sintió un fuerte impulso y pensó: “este enfermero será mi sexta
víctima, el sexto Carlos al que voy a asesinar”. Debió tranquilizarse
un poco, mientras el enfermero, Alfaro Moreno, le dio la vacuna dándole
una inyección en el brazo. En los días siguientes, la asesina comenzó a
investigar al enfermero, y tras averiguar que el jueves se quedaría toda
la noche haciendo guardia, resolvió asesinarlo ese día.
Llegó
así el jueves por la noche, la asesina fue a la Farmacia y tocó el
timbre. Carlos, el enfermero, acudió a abrirle la puerta.
- Buenas noches, ¿En qué puedo ayudarla?
- Vengo por la vacuna. El otro día me la inyectaste. Me dio una reacción alérgica.
- Así,
¿Te atendí el otro día, no? – le dijo Carlos – Que raro, porque esas
vacunas no tienen una reacción alérgica después de algunos días. Vení al
consultorio, a ver que puedo darte, y para verte bien la reacción.
El
enfermero y la asesina se dirigieron hacia el consultorio. El joven
comenzó a buscar algunas cosas mientras le dio la espalda a la chica.
Cuando se dio vuelta, y para su sorpresa, la chica le estaba apuntando
con un revolver con silenciador, que sostenía con dos guantes negros.
- ¿Qué significa esto? – preguntó Carlos Alejandro Alfaro Moreno.
- Voy a asesinarte. Soy “la Matacarlos”, la asesina de los Carlos, vos te llamas Carlos, y sos mi próxima víctima.
No
medio una sola palabra más entre la asesina y el enfermero. La chica
disparó y asesinó al enfermero de nueve balazos. Cuando terminó, la
asesina abrió la cartera, guardó el revolver en ella y sacó de la misma
un Queso, lo tiró sobre el cadáver de su víctima. Mientras hacía esto,
dijo en voz alta:
- Carlos Alejandro Alfaro Moreno. QUESO.
¿Quién será el próximo Carlos?

07 Carlos Javier Netto
No
pasó mucho tiempo de su último asesinato, cuando Carla, la asesina de
los Carlos, la temible cruel y sanguinaria Matacarlos, decidió
satisfacer su último criminal cometiendo un nuevo asesinato.
¿La
víctima elegida? Esta vez era un muchacho llamado Carlos Javier Netto,
según le dijeron un destacado jugador de fútbol, con una trayectoria que
incluía Argentinos Juniors, San Lorenzo, el Racing Club de Avellaneda y
River Plate. Famoso por su pegada en los penales y en los tiros libres.
Fiel
a su estilo, la asesina no tuvo problemas en seducirlo durante una
concentración y un domingo por la noche, después de un partido, ya lo
tenía en una cama a Carlos Netto.
- Seguro que tus pies deben oler muy bien después de un partido – le dijo Carla.
- Seguro, nena, seguro, dale, olelos, y juguemos con los pies.
Olió
los pies y olían muy fuerte. Carlos Netto era muy alto (1,78 metros)
pero sus pies alcanzaban un talle cuarenta y cuatro, muchísimo para el, y
la asesina disfrutó de aquellos pies…
- Voy al baño, luego cogemos – le dijo Carla a Carlos.
- Seguramente
debe coger muy bien pero no importa – pensó Carla mientras estaba en un
baño – lo asesinaré igual, porque soy la Asesina de los Carlos –
mientras pensaba eso, se ponía los guantes negros, saldría, y sacaría de
la cartera el revolver con silenciador.
Carla
salió del baño dispuesta a asesinar a Carlos Netto, pensaba ejecutarlo a
balazos, mientras estaba acostado, pero para su sorpresa, el futbolista
no estaba en la cama, y no tuvo tiempo siquiera de buscar el arma en su
cartera.
- ¡Carlos! – exclamó la asesina - ¡Carlitos! ¿Dónde estás?
- Aca
estoy nena – la asesina escuchó una voz y se dio vuelta, Carlos Netto
estaba detrás de una cortina - ¿Pensabas acaso asesinarme con este
revolver?
¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang!
Ocho
balazos que nadie escuchó debido al silenciador. Carla cayó muerta,
ensangrentada totalmente, con heridas en todo el cuerpo.
- ¿Así que yo iba a ser una de tus víctimas? – dijo el futbolista mientras contemplaba a la mujer que acababa de asesinar.
- Queso
– dijo Carlos Netto mientras tiraba el Queso sobre el cadáver de la
mujer. El Queso que la asesina tenía preparado para tirarlo sobre su
cadaver.
Con
total impunidad, Carlos Javier Netto abandonó aquel departamento, que
era de un amigo. Ya pensaría como zafar de aquella situación, había
actuado en defensa propia y no temía en lo absoluto por su libertad.
La asesina de los Carlos fue así asesinada por un Carlos.

EL FINAL
La
policía dio a conocer los detalles del caso, ya resuelto, tras allanar
el departamento de la asesina, donde tenía un diario personal que
relataba con detalles cada uno de sus crímenes.
En
el día de ayer fue asesinada la señorita Carla Quesada. Esta chica se
hizo famosa por ser la “Matacarlos”, la temible asesina serial que mató a
seis hombres todos llamados Carlos.
Actuo
en principio movida por una venganza personal, a raíz de ser la única
sobreviviente de un horrible cuadruple crimen que ocurrió siendo niña,
cuando fueron asesinadas su madre, su tía, su hermana y la mucama.
Cometida
la venganza, pues la chica asesinó a los cuatro culpables del hecho,
todos llamados Carlos, la asesina continuó cometiendo un par de crímenes
sin sentido elegiendo como víctimas a hombres que se llamaban Carlos.
Sobre
el cadáver de cada una de sus víctimas tiraba un Queso, como los
asesinos seriales conocidos como Quesones, pero esa es otra historia.
Finalmente
fue asesinada, en defensa propia, por el futbolista Carlos Javier
Netto. La Asesina de los Carlos terminó siendo asesinada por un Carlos.
Así
concluye la historia de una asesina serial sanguinaria e implacable
conocida como “la Matacarlos” porque todas sus víctimas, en total seis,
se llamaban Carlos, y sus días concluyeron asesinada por un Carlos, que
le cortó la cabeza y le tiro un Queso.
lo de las matacarlos es pura ficcion,los quesones tienen poder de regeneracion ,excepto con s-s ahi si se jodieron
ResponderBorrarUnnne cortus une quebradus et voltviame 18:4 #Queso
la mata charlis
ResponderBorrar"Matacarlos"... mata Carlitos... humm, me temo que esto puede ocurrir, ocurren tantas situaciones extrañas...
ResponderBorrarjaja que bizarro man,siempre igual vos,han pasado los años y me sigo tentando con esto
ResponderBorraruna vieja saga, bueno, la leeremos, otra historia de asesinas y quesos, esta vez parece que los carlos son las víctimas
ResponderBorrarya lo conocía la saga, parece que la víctima central es Carlos Tevez, es de 2012, la asesina esta inspirada en Nikita, no esta mal, pero despues los relatos quesones fueron mejores
ResponderBorrarno esta mal rescatar sagas viejas, quizás algunos relatos merecen alguna actualización, pero esta bueno, la verdad que son tantos posts, esta asesina es una asesina con todas las letras, no es fácil desafiar a los quesones y parece que esta lo hizo
ResponderBorraresta asesina fue por los carlos que no merecían ser quesones?
ResponderBorrarParece que se hizo adicta a la venganza, que no le bastó asesinar a quienes tuvieron que ver con el asesinato de su madre.
ResponderBorrarCreo que está en las pesadillas de los Carlos asesinos. Que es la razón del pacto Carlos-Carlas. Que los quesones tienen miedo que alguna Carla imite los métodos de esta pionera quesona. Y con razón, las Carlas terminarían con los Carlos, tarde o temprarno, de no ser por este pacto.
Me gustarían más historias de quesonas.
Vi la película Los padecientes. ¿No hay una similitud con la historia de Ravelia Zamas?
ResponderBorrarla asesina de los Juanes se haría un festín
ResponderBorrarDebería haber algunas misiones conjuntas para renovar el pacto Carlos-Carlas,. que a veces es algo conflictivo.
ResponderBorrarPodría ser La asesina de L-gante y el asesino de Tamara Baéz.
La pareja del trapero es tal vez más antipática. Trató a Cinthia Fernández de Zorra. O lo habría hecho, de no haber sido quesoneada.
Y de ser posible, que el quesón no sea un estrangulador.
-E-legante, que e lo que.
-Que vas a sar quesoneada. Por el bien de la música.
una excelente idea, nomino la dupla Carlos Matías Sandes - Carla Lucía Romanini, para que haya varias tensiones, la de Maru celosa de Carla, y el ímpetu criminal de Carla, y su tendencia natural a asesinar a los Matías, o sea que se puede ver tentada de asesinar al basquetbolista, ya hubo un cuento pero quedó que era un clon o algo así
BorrarMuy buena idea. Y si hay peligro de ruptura del pacto, aparece Lady Dumintrescu para poner orden. Asustando un poco a la rubia quesona. Pero nada más, porque Sandes y Carla Romanini son necesarios para los relatos.
BorrarEn la previa, Sandes y Maru podrían estar viendo a Carla Romanini por TV.
-¿La conocés? Mirá, sé que para un Carlos no hay nada mejor que una Carla. Pero esa rubia me da para desconfiar. Andá con ella, pero tené cuidado.
Y para el final, la Lady podría tranquilizar a Maru, que Sandes anda con famosas, pero las quesonea. Y con alguna Carla, pero que Maru es la única.
-Usted también, señora. Y me gusta, porque usted es muy buena con nosostros-podría contestar Maru a la Lady.
Podría no haber conflicto, porque la quesona rubia sería cruel con el sin talento. Y Sandes fue cruel con Adabel Guerrero, que tenía talento para bailar. Así que a esa Tamara podría tratarla con más morbo.