El Asesino de Rocío Robles

Luego de una mala racha de varios partidos en la Liga Nacional, el basquetbolista Carlos Matías Sandes necesitaba un descanso para reponer fuerzas y recuperar el nivel perdido. Con sus 2,02 metros de altura, su calzado talle 52 europeo 16 americano y el olor a Queso que siempre lo acompañaba en sus pies olorosos y sudados, se fue a pasar unos días de descanso junto a Maru, su mujer y compañera de vida.

El lugar elegido era un centro de esquí, tal vez Las Leñas, en Mendoza, la provincia natal de Carlos Matías Sandes. Al basquetbolista no le gustaba el esquí ni pensaba esquiar, si lo hacía, dado el tamaño de sus pies, necesitaba un esquí de una talla super gigantesca, y quizás incluso le quedaba chico.

Al registrarse en el Hotel, en el formulario donde tenía que llenar los datos personales, Carlos estuvo a punto de poner “basquetbolista” pero cuando iba a hacerlo, se frenó y puso “QUESÓN” así en mayúsculas. Maru no lo vio, pero el empleado del hotel que lo recibió sí, y al hacerlo, le hizo una sonrisa cómplice a Sandes.


Una vez en la habitación, y tras asearse brevemente (lógicamente Carlos no se lavo los pies, y le olían muy fuerte), Maru le dijo a su esposo:

-        Dale Mati, apurate. Vamos a comer algo y después a disfrutar del esquí.

-        Ma que comida ni que esquí, Maru, tenemos todo el tiempo a nuestra disposición, no están los cachorros, disfrutemos vos y yo como corresponde, quiero quesonearte, Maru.

-        Mira que sos Matías, siempre pensando en eso.

-        Es que es eso, un Queso, y no es más que eso, vamos a quesonear Maru, y ya sabes cuando estoy en “modo Quesón” decime Carlos, mi primer nombre.

-        Bueno, dale Carlos, juguemos al juego que tanto te gusta, el del Quesón y la Quesoneada.

En ese momento, Carlos Matías Sandes se puso los guantes negros mientras Maru se acostó en la cama, entonces ahí, el basquetbolista sacó de un bolso un enorme Queso y lo tiró sobre su mujer, a continuación, puso sus gigantescos pies encima del rostro de su esposa, que empezó a chuparlos, lamerlos, besarlos y olerlos, una y otra vez, el juego de los pies fue intenso, y luego vino la cogida, una cogida tan intensa como salvaje y penetrante, como a Maru le gustaba, tras eso, otra vez Sandes le tiró el Queso encima, y a continuación, simuló asesinarla con un machete de juguete. Sí, de un disfraz de Jason de Friday the 13th. Maru disfrutó mucho, y también disfrutó de cuando su marido le tiró el Queso encima a su “cadáver”.



-        Como me gusta cuando me asesinas, Mati, más que cuando me coges, y cuando me tiras el Queso.

-        Acordate que cuando hacemos esto soy Carlos, siempre llamame por mi primer nombre.

-        Es verdad Carlos, ja, ja, ja, es verdad, sos mi asesino, mi Quesón, te amo Carlos.

-        Yo también te amo, Maru.

-        Se hizo tarde para ir a esquiar.

-        A mí la verdad no me gusta soy bastante patoso, con estos Quesos gigantes, repletos de olor a Queso, los esquíes, en fin, mucho no me convence, te acompaño y disfruto viéndote a vos.

-        Mañana vemos, ahora descansemos y después cenamos, lo importante ya lo hicimos.

Durmieron una siesta muy placentera, que se prolongó hasta pasadas las nueve de la noche. Tras despertarse, se asearon bien para estar presentables, o casi bien, dado que mientras Maru quedó impecable, Carlos también aparentaba lo mismo, pero fiel a su costumbre, no se lavó los pies y se puso unas medias muy olorosas. Maru le hizo un gesto como diciendo: “¡No podes!”.

-        ¿Y qué queres? – le dijo Carlos Matías – Soy un Quesón, las cosas son así.

El matrimonio bajó al restorán del hotel, pero se encontraron con la desagradable sorpresa que no había un lugar disponible, todo lleno, repleto, tenían que esperar, los anotaron en una lista, junto a ellos una pareja en situación similar, la de la modelo Rocío Lucía Robles y su novio, Nazareno Marcollese.

-        Quedo libre una mesa para cuatro, las podemos dividir – anunció uno de los empleados, y así fue, dividieron la mesa, de un lado quedaron los Sandes, del otro la pareja Robles – Marcollese.

Se miraban unos a otros, no lo podían evitar, y más se miraron cuando los Sandes pidieron la comida, Maru pidió un simple plato de ravioles, Carlos Matías pidió simplemente Queso, sí, tres grandes trozos de Queso, Gruyere, Emmenthal, Parmesano y Pategras. A Nazareno le llamó enormemente la atención aquel pedido. Tan cerca estaba del basquetbolista, que el modelo no pudo evitar la pregunta.

-        Discúlpame – le dijo Nazareno - ¿Cenas Queso?

-        Sí, cenó Queso, todos los días ¿Vos como te llamas? Yo me llamo Carlos, Carlos Matías Sandes, basquetbolista de la Liga Nacional. Ella es Maru, mi mujer.

-        Me imaginaba que eras basquetbolista con ese cuerpo, esa altura y esas patas. Yo soy Nazareno Marcollese, representante de futbolistas, y ella Rocío Robles, bailarina de Showmatch, es mi novia. ¿Entonces comes solamente Queso?

-        Soy Quesón por eso como solamente Queso – dijo Carlos Matías.

-        ¿Quesón? ¿Qué es eso?

-        “Soy asesino de mujeres y a cada mina que amasijo, le tiro un Queso, eso sí, antes me la follo bien y ella juega con mis pies, después, la asesinó con un machete” eso pensó Carlos pero no lo dijo en voz alta, lo que sí dijo fue lo siguiente “Quesón, soy Quesón”.

-        Ja, ja, ja, ja – dijo Nazareno - ¿Alguna conducta sexual tal vez? ¿O solo un hábito alimenticio?

-        Las dos cosas tal vez – contestó esta vez Maru.

-        Nosotros somos swingers – dijo Rocío – con mi novio intercambiamos parejas. Ja, ja, ja, ¿Qué les parece?

-        ¿Lo hacen de a cuatro? – preguntó Maru, extrañada.

-        No, de a cuatro no, de a dos, nos cruzamos, por ejemplo yo con tu marido, vos con mi novio, ¿No te gusta? Podemos probar – dijo Rocío – va a ser muy divertido. Hacerlo con un basquetbolista, vos lo harías con un representante de futbolistas.

A Carlos Matías la idea le gustó pero quedó callado, se imaginó que para la moralina de su esposa aquello iba a ser un horror, sin embargo Maru contestó:

-        Ja, ja, ja, mira que divertido Rocío, la verdad lo tendría que hablar a solas con mi marido.

-        Disfrutemos de la cena entonces – dijo Rocío – para divertirnos tenemos toda la noche.

La cena transcurrió muy divertida, las dos mesas se unieron, Carlos Matías con su enormes pies pisó suavemente varias veces a Rocío, que hizo varios gestos de sonrisa y satisfacción. Cuando empezó el baile, las dos parejas salieron a bailar, los Sandes por un lado, los Marcollese – Robles por otro. Sandes pisó varias veces a su mujer con sus gigantescos pies.

-        Pense que te ibas a horrorizar ante eso de que son swingers pero te quedastes callada – le dijo Carlos.

-        Es que, no sé, la verdad, quizás podamos experimentar algo diferente, al fin y al cabo siempre jugamos que me asesinas, que me cortas la cabeza, que me tiras un Queso.

-        ¿Entonces decimos que sí?

-        Sí, decimos que sí.

Y para alegría de Rocío y Nazareno, los Sandes dieron su consentimiento a intercambiar las parejas, comenzaron bailando, disfrutando del baile, luego fueron a los cuartos. Carlos y Rocío entraron al cuarto de los Sandes, la habitación 301, Maru fue con Nazareno a la 302. Empezó la fiesta sexual. Rocío quedó tendida en la cama, mientras Carlos le tiró un Queso encima y ponía sus gigantescos pies sobre el rostro de la modelo, que empezó a lamerlos, besarlos, chuparlos, olerlos, primero se la cogió por el culo, despues con el Queso, despues la cogió por la vagina, todo salvaje, todo feroz.

-        Maravilloso Quesón – le dijo Rocío – mucho mejor que Nazareno, mucho mejor, vos sí me estas haciendo conocer la felicidad en serio, esto es magnifico.

-        Y te aseguro que hay, Rocío.

En la otra habitación todo fue más sencillo, Maru se sentía algo intimidada, como vergonzosa, pero Nazareno la trató muy suavemente, quizás demasiado, la acarició, le sirvió una copa de champagne, otra, otra, y no pasó nada, o peor todavía, Maru se quedó dormida.

-        Se durmió, mientras los otros dos se están divirtiendo aca al lado – dijo Nazareno.

Efectivamente al lado la habían pasado muy bien. Rocío quedó en la cama, acostada, algo cansada pero muy feliz, mientras el basquetbolista se paró y fue a buscar el machete, no el de juguete, el machete de verdad, para asesinarla, para así completar su obra, asesinarla a machetazos, arrancarle la cabeza tal vez y luego tirarle un Queso. Lo que hacía siempre en realidad, salvo con Marú que simulaba hacerlo, con las demás mujeres lo hacía de verdad. Las asesinaba en serio. En eso consistía ser un Quesón.

Sandes agarró el machete y comenzó a avanzar hacia la cama, con la intención firme y decisiva de asesinar a Rocío. Se fue acercando con el machete escondido atrás, avanzó muy despacio, Rocío lo miró y le dijo:

-        ¿Hay más Quesón?

-        Por supuesto que hay más, Rocío - dijo Carlos Matías Sandes, y le puso otra vez los pies encima, la bailarina de Showmatch otra vez los chupó, lamió, besó y lamió, quedó una vez ensimismada con el intenso, penetrante y asifixiante olor a Queso que despedían esos pies, los pies de Carlos Matías Sandes.

-        Que bueno, Quesón – le dijo Rocío, que no advirtió las intenciones criminales de Sandes - ¿Hay más?

-        Sí, si – dijo Sandes – siempre hay más, ¿Perderías la cabeza porque haya más?

-        Claro que la perdería, Quesón.

-        Entonces esto te va a encantar, Rocío. Yo soy el Quesón y la Quesoneada.

Carlos entonces, en un movimiento muy rápido, levantó el machete y ¡raaaaajjjjjjj! le infringió un brutal corte en el cuello a la bailarina de Showmatch, la herida era lo suficiente profunda para asesinarla de esa manera, degollándola, pero Carlos levantó otra vez el machete y ¡raaaaajjjjjjj! le dio un segundo corte, decapitándola. A continuación y fiel a su estilo, tomó el Queso, y lo tiró sobre el cadáver decapitado de Rocío Robles.

-        Queso – dijo Carlos Matías Sandes mientras tiraba el Queso.

El asesino creyó haber finalizado su tarea, sin embargo, esta vez tuvo una ocurrencia, sabía que la pareja de su víctima estaba en la habitación de al lado. Entonces agarró el cadáver de su víctima y lo sentó en una silla, poniéndole la cabeza encima, sobre una mesa que tenía un espejo, colocó el Queso sobre esa mesa. Tiró el machete ensangrentando al piso. El machete no tenía huella alguna, aunque suene repetitivo, siempre es bueno recordar que Carlos Matías Sandes, como todos los Quesones, sin excepción alguna, usó guantes negros.

Con total impunidad y sin sentimiento alguno de culpa, al contrario, contrario y satisfecho por el nuevo asesinato cometido, Carlos Matías Sandes se dirigió a la habitación de al lado. Tocó la puerta, Nazareno le dijo:

-        ¿Sos vos, Rocío?

-        Soy Carlos – contestó Carlos Matías Sandes.

-        Entra pibe – dije Nazareno.

Carlos Matías Sandes entró a la habitación y vio a Maru, su esposa, dormida, y a Nazareno, al lado de ella con un gesto de fastidio y frustración.

-        Quedate tranquilo pibe, tu mujer te es muy fiel – dijo Nazareno al ver a su novia - ¡Mira como se quedó dormida!

-        Ya veo – dijo el basquetbolista – yo me divertí mucho con tu mujer, Nazareno, ahora sabe lo que es la felicidad plena, Rocío te espera en la habitación al lado.

El basquetbolista puso su pie derecho sobre el rostro de Maru y esta despertó bruscamente.

-        ¿Qué paso? ¡Me quede dormida! ¡No me acuerdo nada!

-        No pasó nada, ja, ja, ja, no pasó nada.

Nazareno mientras tanto fue a la habitación, abrió la puerta, y vio que en el piso había un machete ensangrentado, lo agarró y vio a Rocío, de espaldas, sentada en una silla.

-        ¡Rocío! ¿La pasaste bien con ese basquetbolista Quesón?

Pero Rocío no contestó, y a Nazareno le llamó la atención.

-        ¿Me escuchaste Rocío?

Se acercó a su novia, la iba a besar y de repente, ¡zas! se cayó la cabeza al piso.

-        ¡Aaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy! – gritó de terror Nazareno.

Carlos y Maru, en la habitación de al lado, concurrieron de inmediato al escuchar el grito, y Maru gritó de horror, al ver a Nazareno con el machete ensangrentado en sus mano derecha, y la cabeza de su novia en la mano izquierda. Atrás, el Queso, como mudo testigo

-        ¡Es un monstruo! ¡Es un monstruo! ¡Le cortó la cabeza! – empezó a gritar Maru.

Los empleados del hotel no tardaron en llegar y vieron el cuadro, Nazareno estaba quieto, paralizado, como un zombie, mudo, con la vista perdida, sosteniendo con sus manos el machete y la cabeza.

-        ¡Es un psicópata! ¡Hablaba del intercambio de parejas! ¡Iba a asesinarme y a tirarme un Queso! – gritaba de horror Maru, mientras lloraba, y se abrazaba a Carlos Matías.

La policía no tardó en llegar, y aunque estaban en otra provincia, totalmente ajena a su jurisdicción, el operativo lo encabezó el Comisario Miguel. A Nazareno le pusieron un chaleco de fuerza y se lo llevaron preso.

-        Lo van a declarar inimputable, quedó totalmente loco, seguro que ni siquiera irá preso, seguirá detenido en una institución médica, recluido de por vida – le dijo el Comisario Miguel a Maru.

-        Solo un monstruo puede ser eso. No tengo dudas que iba a asesinarme, era un loco, un psicópata, como todos esos swingers, esos psicópatas, menos mal que lo tengo a Mati, mi esposo fiel, te amo Carlos Matías – le dijo Maru a su marido, mientras lo abrazaba y lo besaba.

-        Bella escena de amor. Sí, es cierto, Maru, solo un monstruo puede hacer eso. Hay psicópatas y hay Quesones – dijo el Comisario Miguel.

-        Así es Comisario, así es, hay psicópatas y hay Quesones – dijo Carlos Matías Sandes mientras le guiñaba el ojo al Comisario Miguel, y besaba a su esposa – sobre todo Quesones. Queso.

Comentarios

  1. buen recurso lo de los swingers algo diferente lo lógico era que al chabón lo matara, pero Maru no es una asesina, y Carlos Sandes no mata hombres, quizás la aparición de una Quesona no hubiera estado mal, de todas formas, es un excelente relato

    ResponderBorrar
  2. Maru es fiel pero su marido no, que tiene a Lady Dumitrescu como amante, Maru debería tener alguna reacción

    ResponderBorrar
  3. la víctima era de Showmatch? podría haber habido más referencias a eso en el cuento, no cabe duda que los bailando y los cantando son grandes proveedores de víctimas

    ResponderBorrar
  4. la cabeza de la víctima deberían llevarla a la carcel esa de las nazis para clonarla ja ja

    ResponderBorrar
  5. YO CREO QUE LA POLICÍA SE LLEVA LOS QUESOS Y LOS REVENDE POR MERCADO LIBRE

    ResponderBorrar
  6. Sandes tiene sexo muy intenso con dos mujeres, sin machetearlas. Lady Dumitrescu y Maru. Alguna que otra vez con alguna quesona, con menos frecuencia.

    Maru no participó del intercambio, por ser proclive a ser hipnotizada, dormida por Sandes.
    Buena resolución la de escharle la culpa a otro. Por lo que el comisario Miguel tendrá el reconocimiento de haber resuelto un asesinato más, favoreciendo su reputación.

    Ya que fue una bailarina de Showmatch, podría ser quesoneada Momi Giardina, ex bailarina de Showmatch, que conduce Nara que ver, junto con Nara Ferragut. Quien también se merece ser quesoneada.

    Maru Sandes candidata a la Mención de Honor.

    Bien contado

    ResponderBorrar
  7. yo estoy llegando a la conclusión que si comes mucho queso, te volves asesino de mujeres, y si no te llamas Carlos, no importa, te cambias el nombre y solucionado el tema

    ResponderBorrar
  8. maru debería ser Quesona, aunque no se llame Carla, que mate algún chabón, algún basquetbolista compañero de Sandes, a ver que pasa

    ResponderBorrar
  9. además de ser un gran asesino, un cínico Sandes

    ResponderBorrar
  10. le queda bien la casaca bostera al asesino

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Relatos Quesones de la Semana

El asesino de Sabrina Pettinato

El asesino de Valeria Mazza

La asesina de Iván de Pineda

La asesina de Juan Martín Del Potro

El asesino de Zaira Nara

El Cómic de Carlos Delfino, el Basquetbolista Asesino #Queso

Los Asesinos de Lilia Lemoine

La Asesina de Carlos Tevez

La asesina de Fabricio Oberto

El Asesino de Roxana Zarecki