El Asesino de Heidi Klum
Esto que voy a contaros ocurrió hace ya varios años, quizás una década atrás, en Alemania. Esta nación es la principal potencia del deporte que conocemos como balonmano o handball, de gran tradición en Europa, y posee una liga profesional, en la que se destacaba como jugador Carlos Prieto Martos, un español, de 2,03 metros de altura, 52 de calzado y 109 kilos de peso. A la sazón, allá por 2009 y 2010, Carlos jugaba en el equipo Rhein-Neckar Löwen, de la ciudad de Mannheim, tercera ciudad del Länder de Baden Wurtemberg, en el sur de la República Federal de Alemania.
A pesar de las diferencias existentes con España, Carlos se hallaba muy gusto jugando balonmano en Alemania, dado que como ya hemos señalado, es el mejor país para competir en este deporte, jugar la Bundesliga de Balonmano es como jugar en la NBA en el basquetbol o baloncesto.
Eso sí, en un país, donde aún perdura el recuerdo de famosos asesinos como “M” (el Vampiro de Dusseldorf) o de Nosferatu (Phantom der Nacht), no llamó la atención que por aquellas días, aparecieran una gran cantidad de mujeres brutalmente asesinadas, con un Queso encima de cada cádaver, un Käse, como le llaman a los Quesos en tierras germánicas, estos asesinatos ocurrían a razón de uno cada dos o tres semanas, por lo tanto habiendo empezado en el verano de 2009, un año después las víctimas ya llegaban a una veintena, una cifra muy alta.
La prensa alemana conocía a este asesino serial con varios apodos diferentes, poco originales por cierto, uno era “der Käsemorder” (el Asesino del Queso), “der Kasemann" (el Hombre Queso) y “der große Käse” (el gran Queso, o sea el Quesón).
Ocurrió entonces que Carlos Prieto fue a jugar uno de los últimos partidos de la temporada a la ciudad de Stuttgart, cuando ocurrió lo que voy a contaros a continuación. Quiso el destino que entre el público se encontrara la top model Heidi Klum, de destacada trayectoria en el mundo del modelaje europeo.
- Mira Carlos, Heidi Klum – le dijo a Carlos Astrid Breitner, una alemana con pinta de nazi y que vestía un uniforme parecido al de las SS, traductora oficial del deportista, mientras Carlos, de a poco, iba aprendiendo a manejarse en la lengua alemana.
- ¿Heidi Klum? ¿La Supermodelo?
- Ist sie, da ist sie, mitten im Volk. Sí, es ella. Mírala, mírala, esta entre el público.
- No sabía que era aficionada al balonmano.
- No lo es, habrá venido por algún motivo comercial, estas modelillos no hacen nada si no las motiva alguna ganancia económica. Nur das abscheuliche Geld führt sie, der reine Materialismus. Wenn das Reich zurückkommt, werden sie nur der deutschen Sache dienen.
- ¿Vive en Stuttgart acaso?
- No. Debe estar residiendo en algún hotel caro de la ciudad, el Althoff Hotel am Schlossgarten, por ejemplo, se la veía poco últimamente.
- ¿Se la veía poco últimamente?
- Sí, estas top model quedaron muy aterrorizadas despues de que en los últimos meses otras top model, Valeria Mazza y Claudia Schiffer fueron asesinadas, a una la decapitaron, a la otra la acribillaron a balazos, a las dos les tiraron un Queso. Dicen que una secta esta detrás de todo esto. Pero nadie sabe nada. Aca mismo se habla del Käsemorder o el Käsemann. Los rumores dicen que la Señora Merkel ordenó que la prensa no hable más del tema, aunque los crímenes se han multiplicado y no han cesado en los últimos meses. Yo estoy investigando el asunto, con total reserva, claro esta – la Fraulein le guiñó el ojo a Carlos, en ese momento.
- Sí, claro, claro – dijo Carlos, mientras pensó para sí – Astrid me hablo de dos asesinatos, entonces se debe completar la trilogía. Y me tocó a mí, así lo quiso el destino. Ich bin der Käsemörder aus einem bestimmten Grund.
Finalizado el partido, Carlos se dirigió a la Feria de Quesos que solía funcionar en Stuttgart en aquellos días, esas típicas ferias alemanas, donde cualquier cosa es un pretexto para chupar cerveza. El balonmanista no tuvo problemas en adquirir un par de Quesos de gran tamaño, unos Emmenthaler, que se caracterizaban por sus grandes y voluminosos agujeros. Con una mochila y guantes negros recorrió toda la ciudad hasta llegar al Hotel Althoff Hotel am Schlossgarten.
Carlos ingresó al mismo, con total impunidad, era una figura reconocida del deporte por lo que muchos lo conocían, y otros no tanto, pero eso poco importa, lo que sí importa, es que el balonmanista, con sus 2,03 metros de altura y sus enormes (y olorosos) pies talle cincuenta y tres, se dirigió a la Suite “Carlomagno” (Karl der Große), donde se alojaba Heidi Klum.
Al llegar al piso de la suite, después de subir por las escaleras con total impunidad, Carlos se encontró con un par de empleadas del hotel, dos jóvenes alemanas ambas, Helga y Hildegard, sus nombres para más datos. Las dos empleadas estaban preparando una bandeja. Daba la sensación que estaban preparando la comida de Heidi Klum, a la que iban a servir minutos despues. Carlos se acercó a las dos mujeres, que lo miraron extrañado.
- Guten Tag schöne deutsche Mädchen, schau dir das Schwert Karls des Großen an, ein Karl wie ich, die Joyeuse, das legendäre Schwert des großen Karl (1).
En ese momento, Carlos sacó una gran espada, una réplica exacta de la Joyeuse, la legendaria espada de Carlomagno (2), la desenvainó y en un rápido movimiento, efectuó dos mortales heridas a las dos mucamas, con un fuerte tajo sobre el pecho, dotado de gran rapidez, les dio una segunda herida a ambas, y finalmente una tercera, que terminó de rematar a las dos inocentes modelos. De sus mochilas sacó un par de Quesos, y los tiró a los cadáveres de las dos mucamas.
- Queso, Queso – dijo con total frialdad Carlos, mientras contemplaba los cadáveres de las dos mucamas – o mejor dicho, Käse, Käse, como dicen acá.
Con total impunidad, Carlos, agarró la bandeja que iban a agarrar las infortunadas mucamas, y puso en la misma, el gran Queso Emmenthal que había adquirido en la feria. Sin mayores problemas, y con la espada de Carlomagno, ataviada en su cinto, el asesino entró a la habitación donde estaba Heidi Klum.
La modelo, semidesnuda, se encontraba acostada, envuelta en sabanas, se sorprendió al ver ingresar a la habitación a un auténtico gigante, con guantes negros, un cinturón con una espada, y una gran bandeja con un Queso, el Queso.
- Guten Tag Heidi Klum - dijo Carlos - Ich bin Carlos, der Käsemörder, der große Käse, der Käsemann (Buenas tardes, Heidi Klum, soy Carlos, el Asesino del Queso, el Quesón, el Hombre Queso). Vengo a completar la trilogía (esto se lo dijo en castellano, idioma que Klum no entendía para nada), Valeria Mazza ha sido asesinada, decapitada, Claudia Schiffer ha sido asesinada, acribillada, a las dos les tiraron un Queso, ahora tu turno ha llegado.
Heidi observó a Carlos con una mezcla de asombro y terror. Carlos, como si estuviera jugando balonmano, tomó el Queso, y lo tiró sobre la modelo, que le cayó encima, el impacto fue muy fuerte, y Klum quedó semi inconsciente. El asesino desenvainó la espada de Carlomagno, y amagó con clavársela a la modelo, pero la clavó en la cama, mientras se tiraba sobre Klum.
Mientras Klum aún semi inconsciente por el impacto del Queso, el balonmanista sacó entonces unas sogas y ató a la modelo a la cama, y entonces puso sus enormes pies sobre el rostro de la mujer, y esta, ya recobrando la conciencia, empezó a olerselos, lamerlos, besarlos y chuparlos, una y otra vez, como poseída, mientras estaba prisionera de Prieto Martos.
Dado que se trata de un jugador de balonmano, que usa sus manos en el deporte, Carlos, siempre con guantes negros, puso sus manos sobre el cuello de Heidi, y amagó con estrangularla, pero no lo hizo, en cambio, empezó a toquetearla por todo el cuerpo, metiéndole los dedos en la boca, la nariz, el culo y la concha, con caricias y toqueteos por todo el cuerpo. Klum, atada, nada podía hacer, aunque la verdad es que todo aquello le daba placer y gozo, nada de sufrimiento.
Carlos, entonces, tras el toqueteo, empezó a chuparle las tetas, la concha y el culo, y tras darla vuelta en la cama, la sometió a una gran cantidad de golpes en el culo, uno tras otro, como si de un partido de balonmano se tratara, luego de eso, la volvió a dar vuelta, y ahora sí, la penetró por la vagina, con gran goce sexual para las dos.
Mientras todo esto ocurría, Klum lanzaba extrañas palabras en alemán, cuyo significado desconocemos, al parecer en alemán antiguo, o quizás franco, como el que hablaba Carlomagno, que aún los grandes expertos poco entienden. Finalizado el sexo, Carlos agarró la espada y le dio una profunda herida en el cuerpo a Heidi, un tajo muy profundo, que empezó a desangrar a la modelo.
Aunque era una herida muy importante, no era mortal, solo hubiera provocado la muerte con un fuerte desengrado por varias horas, si en ese momento un médico la hubiera atendido, Klum podría haber salvado su vida.
Pero eso no fue lo que ocurrió, y mientras la modelo se iba desangrando de a poco, Carlos, como buen jugador de balonmano, decidió entonces utilizar sus manos, y otra vez, tomó a Klum del cuello, y la empezó a estrangular, ahora sí, con cada vez menos aire y desangrada por la herida, Carlos terminó de asesinar a la top model.
- Queso – dijo Carlos, tirándole el Queso a su víctima.
Mientras contemplaba el cadáver de Klum sobre la cama, estrangulado, y con el Queso encima, Carlos agarró otra vez la espada, y le efectuó un par de cortes más. En un principio, iba a dejarlo sobre la cama, pero al contemplarlo, el asesino tuvo una idea. Tomó las sogas, y colgó el cadaver sobre la araña, como ahorcada quedó, entonces agarró la espada, y clavó el Queso en la misma, y nuevamente, agarró la espada, con el Queso incluído, y se la dejó clavada en el estómago. De esta manera, para la vista, estaba la punta de la espada, el cadáver de Klum colgado, el Queso, y la punta de la espada.
- Queso – dijo ahora otra vez el asesino, mientras ahora sí, dejaba la escena del crimen.
Dicen que mientras Carlos Prieto Martos, con total impunidad por cierto, la misma que tuvieron M o Nosferatu, en aquellas tierras germánicas, se fue del lugar, llegó al mismo la enigmática Astrid Breitner, vestida con su uniforme nazi, cantando viejas canciones que los alemanes preferían no oir más, y que fueron muy populares entre 1933 y 1945, el Horst Wessel Lied, por ejemplo.
Toda Alemania y toda Europa se conmocionó por este nuevo asesinato, el de una top model, la conmoción fue enorme, pero los propios gobiernos trataron de tranquilizar a la operación. De la extraña oficial nazi, nadie más supo nada en Alemania, aunque se rumoreaba que se había trasladado a América del Sur, mientras el balonmanista Carlos Prieto Martos continuó su exitosa carrera en su deporte, y también en el crimen y los Quesos, como no puede ser de otra manera tratándose de un Quesón, que lleno de Quesos a toda Europa al este de París y al norte de los Alpes.
Quizás a muchos esto les parezca ficción pura o una creepypasta más del mundo de Internet, pero se trata de un hecho totalmente real y fidedigno, que el mismo Carlos Prieto Martos, el asesino, relató a este cronista en una visita que hizo a Berlín en octubre de 2017, cuando se encontraron en el MaeuPark de esa ciudad. Hemos visto y oído, porque en definitiva, asesinar puede ser difícil para un Carlos o un Quesón la primera vez, pero después es simplemente Queso. Y si en Alemania estamos, Einfach Käse.
(1) buenas tardes bellas niñas alemanas, miren la espada de Carlomagno, un Carlos como yo, la Joyeuse, la legendaria espada del gran Carlos
(2) https://es.wikipedia.org/wiki/Carlomagno, por una mala traducción del español que lamentablemente se ha extendido a lo largo de los siglos, conocemos a este personaje de la historia como “Carlomagno” pero en francés es “Charles le grand” y en alemán “Karl des gro großen”, o sea Carlos el grande, se dice que era muy patón, y que sus pies medían 31 centímetros, o sea que calzaba un 48 actual, el tamaño de su pie se usa como referencia a la medida de longitud conocida precisamente como “pie”
me encanto este Quesón, sadico, frío, calculador, sanguinario, diez puntos este cuento
ResponderBorrartan patón era carlomagno? bueno, ahí se originaron los quesones entonces
ResponderBorraruna mina así merecía una muerte cruel y Carlos Prieto se la dio
ResponderBorrarasí que el propio asesino le confió esta historia al cronista?
ResponderBorrarPara que el relato sea completo, podría agregarse que Astrid la vampirizó y la convirtió en su amante. Tanto que podría haberse convertido en una de las guardicarceles que trabajan en Charlotte Corday.
ResponderBorrarse nota que tuviste mucho éxito en Europa porque reclutaste muchos Quesones
ResponderBorrarria sommerfeld, otra buena víctima para Carlos Prieto
ResponderBorrarInteresante trama y bien redactado. Un saludo
ResponderBorrarExcelente y original relato de terror. En Alemania hay mucha gente nostálgica del nazismo. A veces puede ocurrir que un pálpito vital; un recuerdo de una tradición psicópata se cuele en la mente enferma de alguien, y ese alguien cometa horrendos crímenes.
ResponderBorrarConcentrados en el morbo del relato, los lectores no notamos un error de continuidad.
ResponderBorrarQue las mucamas asesinadas luego son modelos. Salvo que Heidi Klum haya tenido a dos modelos trabajando como mucamas. Lo que podría ser, ya se mencionó la belleza de la mucama de Florecia Raggi.