El Asesino de Lourdes Sanchez



La sociedad que vive del negrerío y de la tilinguería seguía como uno de los temas de mayor actualidad la crisis de paraja entre Lourdes Sanchez, cantante para niños, y Pablo “el Chato” Prada, el famoso productor de los programas de Marcelo Tinelli, la consagrada figura estelar de la TV.
Precisamente la sociedad estaba estupefacta y conmocionada por el asesinato de Guillermina Valdes, la esposa de Marcelo Tinelli, que fue brutalmente apuñalada en su propia casa, y sobre su cadáver tiraron un enorme Queso.
Quizás por eso se extremaron los controles de seguridad en Ideas del Sur y todo su mundo. Y Lourdes Sanchez, no fue la excepción. A pesar de la crisis matrimonial, el Chato Prada fue preciso:
- Ten mucho cuidado Lourdes. Hoy la actividad finaliza a las seis de la tarde. De ahí te vas al country en un auto que hemos alquilado especialmente para hoy. No usaremos el nuestro.
- ¿Porqué? 
- Ordenes del Comisionado Gordon y del Inspector Pufrock.
- ¿Hay alguna pista sobre el asesinato de Guillermina?
- Se dice de todo. Pufrock dice que no tiene dudas que se llama Carlos. Ya sabemos que es un Quesón, y por eso dicen que el asesino se llama Carlos…
- Ja, ja, qué gracioso me parece todo esto…
- No estamos para cosas graciosas.
- Guillermina se lo merecía. Si le tiraron un Queso, bien tirado esta.



Rato después, un auto presumiblemente de UBER, llegó al lugar. Un muchacho alto, muy patón, elegantemente vestido, de unos treinta y pico de años, con guantes negros en sus manos, bastante apuesto por cierto, se bajo del auto.
- Buenas noches. Me llamo Carlos. Carlos Reich. Aunque todos me dicen Charlie. ¿Usted es la señora Lourdes Sanchez?
- Sí – le contestó Lourdes pero al mismo se acercó al Chato y empezó a hablarle al oído - ¡Se llama Carlos, igual que el asesino!
- Es un absurdo. Hay millones de hombres que se llaman Carlos. No podemos sospechar de todos. Además este es un personaje de confianza. Lo mando el Comisionado Gordon. Además le dicen Charlie. No pasa nada.
Lourdes le dio un pico al Chato y se subió al auto. La chica le dijo al conductor:
- ¿Sabe a donde vamos, señor Charlie?
- Por supuesto. Al Country “Los Marcelos”.
- Exactamente. Allí vamos.
- Camino largo, Panamericana a Pilar, y después un camino de ripio.
- El Chato dice que el ripio nos da seguridad.
- Ja, ja, ja – dijo Carlos – el Comisionado Gordon tiene todo bajo control. Quedese tranquila.



El auto avanzo. Charlie puso música de los 90. Rock Nacional. Soda Stereo. Virus. Los Cadillacs. Miguel Mateos ZAS. Rata Blanca. Los Redondos. Sumo. Fito Paez. Viudas e Hijas de Roque Enroll. Los Abuelos de la Nada.
El mediocre oído musical de Lourdes Sanchez no distinguía nada. Desconocía esa música. Para ella solo existía el reggaetón y toda esa basura que se difunde ahora como Chayanne o Maluma. El auto, con mucha demora, comenzó su marcha.
Los vidrios estaban polarizados. Nadie veía nada. El tránsito era muy lento y presentaba congestiones y embotellamientos en todas las salidas de la ciudad.
La Panamericana a la altura del Unicenter era un auténtico caos. Caravanas de autos y toda clase de vehículos totalmente paralizados a lo largo de kilómetros.
- La radio dice que hay demoras hasta de tres horas.
- Bueno, ya veremos señor Charlie, oiga, ¿Qué olor que hay en el auto?
- Debe venir de afuera.
- No creo. Lo siento desde que arrancamos.
- ¿Olor a qué?
- A Queso.


En el asiento de adelante, contiguo al conductor, había una enorme de Queso Pategras, esos que tiene cascara roja. Lourdes no lo vió, aunque el olor que despedía era indisimulable…
Charlie se dio cuenta que debía obrar con prontitud. Miró a un costado, a otro, y se dio cuenta que era la oportunidad. Aprovechando el total parate en la Panamericana, y siempre con los guantes negros, sacó las manos del volante y sacó una pistola con silenciador del modelo Muelle G10.
En un rápido movimiento, Charlie se dio vuelta en su asiento de conductor, apuntó contra Lourdes, que sorprendida vio la escena, y sin darle tiempo a que ella reaccionará le disparó.
El balazo impactó en la frente de la chica. Un segundo disparo provocó un balazo en el cuello. Hubo cuatro disparos más, que en realidad no eran necesarios.
Carlos Reich contempló al cadáver de su víctima, tomó el Queso, lo arrojó sobre el cadáver mientras decía en voz alta:
- Queso.
Asesinada Lourdes Sanchez, y con la satisfacción del deber cumplido, Charlie continuó su tránsito, sin ningún apuro. Se desvió a la altura del Hipodromo de San Isidro, y desde allí se dirigió a un descampado, donde tiro el cadáver de la chica.
Y otra vez le tiró el Queso.
- Queso.
Obviamente la conmoción en la sociedad fue enorme. El Comisionado Gordón debió llamar a una conferencia de prensa:
- Calma gente, algo huele mal, es cierto, pero pido calma.



Comentarios

  1. La próxima, por favor, un relato que incluya a Claribel Medina y el Chiqui Tapia.

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  2. Creo que le costó caro decir que Gullermina Valdez se lo merecía. Practicamente que la entregaron a su asesino.

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