El Asesino de Maribel Verdú


En algún lugar de Extremadura, España, cerca de la frontera con Portugal, quizás en la Provincia de Badajoz, quizás en la de Cáceres, ocurrió lo que voy a contaros a continuación.
La actriz Maribel Verdú se encontraba disfrutando de una estadía en la residencia de un amigo, descansando, mientras se preparaba para una nueva película. Dicen que una tarde salió a caminar y agarró una senda, bastante extraña por cierto, con una vegetación muy abundante, más parecida a una selva, que a los campos de Extremadura. Al regresar le contó a la Dolores, la criada de la Residencia.
- No vaya más por ese camino, Señora – le dijo la Dolores.
- ¿Porqué? Era muy lindo, como el paisaje de un país tropical, no parecía Extremadura.
- Le repito: no vaya más por ese camino, Señora. Más te vale un extremeño que sepa labrar la tierra.


La actriz se asustó un poco al escuchar a Dolores, que parecía ocultar algo, y menos entendió que quiso decir con eso de labrar la tierra. Pero la curiosidad de Maribel pudo más y al día siguiente otra vez agarró esa senda, vio como un ser extraño, la estaba siguiendo, se dio vuelta, una y otra vez, y no tuvo dudas: era un fauno.
- No soy un fauno, soy El Fauno – dice el Fauno al cronista de este cuento.
Maribel se dio vuelta, y efectivamente, ante ella estaba el Fauno. Un Fauno como el de la película que había protagonizado en 2006, “El Laberinto del Fauno”, y se vio como metida dentro de un laberinto, perdida, pero tras perder, y sentir que todo se movía a su alrededor, el Fauno la agarró y sin mayores problemas, la cogió, la cogió con mucho amor, tanto que la Verdú se sintió llena de gozo y placer.
- ¡Qué satisfacción! ¡Quiero más! ¡Quiero más! – gritó Maribel Verdú.
- Ya esta, ya esta, despierta, despierta – le dijo la Dolores.
Maribel Verdú se vio entonces en una cama, otra vez en la residencia.
- ¿Qué ha ocurrido? ¿Es que acaso todo fue un sueño?
- Fue todo verdad. El Fauno os trajo aquí de vuelta. Pero de esto no lo conteis a nadie, ¡A nadie! ¡Habeis sido elegida por ese film El Laberinto del Fauno! ¡Ningún mortal debe saber esto! ¡Nadie!
- Pero usted es mortal y lo sabe.
- Soy mortal y… - ahí mismo, de un ataque al corazón, la Dolores se cayó muerta.


Maribel quedó muy impresionada por todo aquello. Lo cierto es que, de regreso en Madrid, tuvo un encuentro casual con el actor Carlos García Cortázar, en un Hotel de la capital española.
- Cuanto siento el asesinato de tu esposa, Carlos (1)
- Nadie lo siente más que yo – fue la respuesta de Carlos.
- Me ha ocurrido algo muy extraño Carlos. Muy extraño. Pensé en llevarlo al cine.
- ¿Qué ha ocurrido?
- Dígamos que me ha secuestrado un fauno, pero un secuestro en forma amistosa, y me regalo un placer, una satisfacción sexual, que no te imaginas, algo maravilloso, como la cumbre de la felicidad.
- El laberinto del Fauno pero en clave sexual. Oye Maribel, yo creo que esa película te ha afectado mucho. No eres la misma entonces.
- Te aseguro que…


- Te aseguro que yo te puedo dar tanto satisfacción sexual como ese Fauno, pero primero deberás oler mis pies.
- ¿Me estas hablando en serio?
- Pues claro, maja, pues claro. Mira, me sacó los zapatos, los calcetines, y huele mis pies, lamelos, bésalos, chupalos, hazlo, Maribel, hazlo.
Maribel entonces hizo lo que Carlos le pidió. Y al terminar de lamer los pies, el actor de “Homicidios” y “Velvet” la penetró por la vagina, dándole una gran satisfacción sexual a Maribel.
- ¿Y? ¿Qué te ha parecido? 
- ¿Debo decir la verdad? Bueno, me gustó más el sexo que me dio el Fauno.
- Me desprecias. Así me desprecio también Esmeralda. Por eso la asesiné. Lo siento, Maribel, pero correrás su misma suerte.
- ¡Noooooooooooooooooooooo! – gritó Maribel Verdú.


La actriz quedó horrorizada al ver como Carlos, con guantes negros, la apuntaba con un gran revolver calibre 45 con silenciador. Carlos entonces efectuó el primer disparo, realizó otros hasta sumar nueve, vaciando el cargador. Un crimen igual, calcado, al de Esmeralda Moyá.
Maribel Verdú cayó muerta, ensangrentada, sobre la cama con balazos en todo el cuerpo. Carlos abrió una valija que tenía, sacó un Queso de la misma y en voz alta dijo:
-         Queso.
Carlos tiró entonces el Queso sobre el cadáver de su víctima. El asesino abandonó el dormitorio y sin hacerse mucho problema, abandonó el Hotel. Esa misma noche el asesino y actor español le comentó a la Marquesa de Avila, en un tablao flamenco…
- ¿Qué tal si hacemos una película donde una loca se imagina tener sexo desenfrenado con un fauno?


Comentarios

  1. Jajaja. Que halagador este relato. Como otros en que aparezco. Pero no había razón para que enojara ese Carlos.
    Una próxima víctima podría ser Ariadna Gil, también de El Laberinto del Fauno, y Sola contigo, un policial.

    Un fauno y un Carlos disfrutaron de esta famosa.
    Lo único que España se va quedar sin actrices. Quedarían Penelope Cruz y su hermana.

    Para este Carlos, repito que estaría bien un cuento que homenajee al cuento del otro Cortázar, La señorita Cora. Un adolescente internado en un hospital, se siente atraído por la joven enfermera que lo atiende. Pero es despreciado, hasta que se muere. Tanto que fantasea con acuchillarla, mientras ella suplica.
    Un Carlos podría convertir ese sueño en realidad, que el paciente tenga sexo con la enfermera, que el Carlos la termine. No olvidarse de las víctimas anónimas.

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  2. excelente la alusión a la película El Laberinto del Fauno, siempre un Quesón que apuñala, decapita o estrangula es mejor que uno que asesina a balazos, pero a este asesino le sienta bien esa clase de armas, por el papel que desempeñó en la serie "Homicidios"

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  3. se podría haber desarrollado un poco más la historia, el asesino la mata porque tiene ganas de asesinar a alguien, no hay motivo, solo Verdú tuvo la mala suerte de cruzarse en su camino con un Carlos, y eso siempre termina con un Queso

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