La Asesina de Mariano Iudica
Era una tarde soleada en un campo de la Provincia de Buenos Aires, muy esplendida por cierto, Mariano Iudica, vestido como cowboy, un vaquero del Oeste, bien a la usanza yanqui, estaba con su celular viendo las noticias, boludeando, quizás porque no sabe realizar otra cosa, encontró una que le llamó la atención.
- Deportista, médico, modedelo y paralítico, que curioso, demasiadas cosas, y ya lo dice el viejo y conocido refrán “el que mucho abarca poco aprieta” – dijo Iudica, viendo la noticia sobre Eric Schauvinhold, efectivamente, basquetbolista, modelo y paralítico (1).
- Todo bien – dijo Iudica en voz alta – lo querrán presentar como un ejemplo de inclusión pero sí yo voy el medico ni en pedo elijo a un paralítico.
- Siempre haciendo comentarios desagradables propios de una persona desagradable como sos vos – dijo una voz femenina.
- ¡Carla Conte! – exclamó Mariano Iudica, asustado, como si hubiera visto al mismo diablo, a la vez que se le cayeron al piso el celular, que tenía en la mano izquierda y una copa de caipiriña, que tenía en la otra.
- ¿Cómo estás Mariano Iudica? – dijo Carla Conte, que efectivamente estaba ante Mariano Iudica, sosteniendo un arma con silenciador, con la que apuntaba a Mariano.
- ¿Qué haces aca? – preguntó como balbuceando y temblando Mariano.
- Decime que haces vestido de cowboy y te digo que hago aca – respondió Carla, siempre apuntando a Mariano con el silenciador.
- Voy a una fiesta de disfraces que hacen en el campo vecino.
- Mira que bien. Alguna vez Manu Ginóbili se disfrazó de cowboy también, era un gran deportista, un gran basquetbolista, hasta que lo asesinaron y le tiraron un Queso (2), ja, ja.
- Decime que haces aca Carla – volvió a preguntar Mariano como entrando en pánico, observando el silenciador.
- Aca las preguntas las hago yo –dijo Carla – que te quede claro, ahora y siempre, pibe, siempre con el silenciador en la mano.
- ¿Acaso me vas a matar como hicistes con tantos chabones? Eso es lo que se rumorea, que tenes la costumbre de asesinar hombres.
- Ja, ja, ja – río Carla Conte – si hay algo cierto es que vos mereces ser asesinado por una mujer. De eso no tengo dudas alguna. Sos un asco de persona – Carla le puso el silenciador en la frente a Mariano - No existe mujer que no haya tenido un episodio feo con vos (3). Lo siento, Mariano, morirás.
Mariano cerró los ojos, como esperando el balazo final que dispararía Carla, y efectivamente Carla disparó el revolver…
¡Bang!
Mariano se desplomó al piso más del susto que del balazo, dado que no salió bala alguna, solo un chorro de agua…
- ¡Loca! – dijo Mariano - ¡Simulaste asesinarme!
- ¿En serio pensaste que iba a asesinarte? – dijo Carla - ¡Ja, ja, ja!
- Es que se rumorean tantas cosas sobre vos. Dicen que sos asesina, también dicen que te asesinaron, que te asesinó el arquero Carlos Roa, que te estranguló, y curiosamente volviste de la muerte.
- Ja, ja, no volví de la muerte, estoy viva – dijo Carla – quizás Carlos Roa estranguló a alguien demasiado parecido a mí, que se hizo pasar por mí (4). Una loca pobrecita que recibió su Queso y mejor olvidarla.
- Una broma de muy mal gusto, Carla – dijo Mariano – esto de simular asesinarme.
- Lo que no será de mal gusto será el sexo que tendremos.
- ¿Sexo? Si dijistes que era un ser despreciable.
- A un condenado a muerte no se le niega ningún placer – dijo Carla.
- ¿Condenado a muerte? – dijo Mariano - ¡Ja, ja, ja! Sos graciosa, Carla.
- Tirate al piso, Mariano, así, vestido de cowboy.
Mariano se tiró al piso, y Carla puso sus pies encima de el, lo aplasto con los pies, le dio varias patadas…
- Te chuparía la pija – le dijo Carla – pero la verdad que sos desagradable en serio, no quiero que me penetres.
- Ahora lo vamos a hacer – dijo Mariano, dispuesto a violar a Carla.
- ¡Nooooooooooo!
Carla disparó otra vez el revolver y salió otra vez un líquido del arma, pero esta vez parecía una especie de gas durmiente, o algo así, Mariano quedó dormido.
Minutos despues, Mariano despertó, se vió a sí mismo en el campo, vestido de cowboy, y para su sorpresa, encima suyo estaban unos árboles, y para mayor sorpresa, se encontraba…. ¡Montado sobre un caballo y atado sobre el mismo!.
- ¿Qué es esto? – dijo Mariano, otra vez aterrorizado.
- Te iba a dar el gusto de tener sexo conmigo – le dijo Carla Conte – pero la verdad que sos un tipo asqueroso y desagradable, sos Mariano el Sucio, como te decían Georgina Barbarossa, cuando trabajabas con ella, seré una asesina, sí lo soy, una perversa, cruel, sanguinaria e implacable asesina, una Quesona Asesina, pero no voy a permitir que un ser tan bajo penetre mi vagina.
- ¡Sos una loca, Carla Conte! ¡Si me vas a matar, hacelo de una vez!
- Debí haberte asesinado hace mucho tiempo. Pero no lo hice por dos razones… primero, porque mereces ser asesinado varias veces, no una vez sola, y es una injusticia que un ser tan desagradable como vos solo pueda ser asesinado una vez, segundo, quería asesinarte de un modo creativo, darte un balazo, unas cuchilladas era muy fácil, podría haberte dado un sándwich de Queso envenenado, y era una buena muerte, porque hubieras muerto como las ratas, comiendo Queso, pero no, por suerte, ahora sí, encontré una buena manera de asesinarte.
- ¡Loca! ¡Loca! ¡Vas a pagar por todo esto! ¡Loca! ¡Loca! – gritaba enfurecido Mariano Iudica, montado sobre el caballo.
- Sos un villano – dijo Carla Conte – y morirás como morían los villanos en el salvaje oeste, ajusticiado en la horca.
- ¡Nooooooooooooooo! – gritó Mariano Iudica.
En ese momento Carla Conte puso una soga que rodeo al cuello de Mariano Iudica, y agarrando la fusta, golpeó al caballo, el caballo relinchó, y salió corriendo… Mientras el cuerpo de Iudica quedaba colgado, muriendo lentamente mientras su cuello era apretado.
- Queso – dijo Carla Conte, mientras tiraba un Queso sobre el cadáver ahorcado y colgado de Iudica.
- La venganza es el placer de los dioses – dijo la asesina contemplando el cadáver de su víctima – me gustaría revivirte para volver a asesinarte, ja, ja, ja.
Carla Conte, por fin, había cumplido su venganza. Y aunque Mariano Iudica era solo uno más en su larga lista de hombres asesinados, nunca había sentido tanto gozo y placer.
(3) Carla se cita a sí mismo con esa frase https://www.clarin.com/espectaculos/fama/carla-conte-liquido-mariano-iudica-existe-mujer-episodio-feo_0_OACUpbOFr.html
(4) Una explicación lógica y racional, a la supuesta – ahora aclarada – muerte de Carla Conte en https://cuentossangrientos.blogspot.com/2018/07/el-asesino-de-carla-conte.html
hace mucho lo habían pedido, espero lo disfruten
ResponderBorrarjusticia total... Carla Conte se la tenía jurada
ResponderBorrarexcelente, no se la Carla Conte actual, pero sí la de hace unos años venia con esa soga me parece que dejaba que me ahorque a mí tambien
ResponderBorrardebería haber filmado y poner como ejemplo "esto le pasa a los hombres que maltratan a las mujeres" (salvo los Quesones claro, aunque estos no las maltratan, directamente las matan, despues de darles goce y placer)
ResponderBorrarmerecía el roquefort Iudica, ahí le pifiaste, despues un cuento brillante
ResponderBorrarque venga Carla Conte con ese sombrero y que me ponga la soga al cuello, moriré contento
ResponderBorrarCarla Conte veía western, algo que no sabía.
ResponderBorrarLo mató y no le otorgó su último deseo.
Pensé que había que esperar, pero el tiempo transcurre de otra forma en el mundo quesón.
Que alguna quesona mate a Adam Sandler. Podría ser para Carla Gugino o alguna quesona que sume, como Charlize Theron.