El Asesino de Ana María Orozco

¿Se acuerdan de Ana María Orozco? Sí, la popular actriz colombiana que alcanzó la fama en los años 90, haciendo de “Betty la Fea”, una telenovela de gran éxito en toda la América de habla hispana. Pues bien, la Orozco se encontraba en un lujoso hotel de algún país, Buenos Aires tal vez, para promocionar alguna nueva telenovela.

Dicen que Orozco estaba en la habitación de un hotel, cuando llamó a la conserjería y pidió alguna comida, muy liviana, por cierto, para cenar. Una ensalada y un agua mineral… ¿Para que más?

En pocos minutos, un empleado del Hotel le llevó a Orozco la citada ensalada y el agua mineral. El muchacho, muy tímido por cierto, entregó el pedido y ya se iba de la habitación.

- Gracias – dijo Orozco – toma unos dólares de propina, ¿Cómo te llamas?

- Mi nombre no importa – dijo el empleado – pero me dicen “el Fauno”.

- ¿Fauno? ¿El esposo de la fauna? ¡Ja, ja, ja!

Orozco tomó el celular y buscó que significaba eso de “Fauno” y vio lo que figuraba en google y Wikipedia. 

- Así que te identifican con el dios Pan, y con los sátiros, seres con un desaforado apetito sexual. ¿Tenes apetito sexual?

- Sí – dijo tímidamente “el Fauno”.

- Bueno, dale, probémoslo – dijo Orozco, o sea “Betty la Fea”.

- Con mucho gusto – dijo el Fauno.

El Fauno se zambulló en la cama de Orozco y puso sus pies encima de la actriz, pero esos pies no olían a nada, o mejor dicho, olían muy bien, limpios, prolijos, pero no olían a Queso…

- No huelen a Queso tus pies.

- No soy un Carlos, no soy un Quesón, quizás sea por eso.

- Me decepcionaste con tus pies, a ver como sigue esto.

El Fauno entonces empezó a chuparle las tetas a Orozco, y ahora sí, el sexo fue realmente desenfrenado, desaforado, salvaje, una y otra vez…

- No me decepcionaste para nada, “Fauno”, sos una máquina sexual en serio.

- Gracias, “Betty la Fea” – dijo el Fauno, contento y halagado de haber respondido como respondió, de haber estado a la altura de las circunstancias.

- Después de este sexo tan hermoso hagamos honor a la mitología griega – dijo Orozco – esa ensalada que me trajiste, esas uvas, aceitunas, dámelas de comer en la boca. Después tendremos más sexo.

Eso hizo el Fauno, y empezó a darle de comer fruta por fruta, verdura por verdura, en la boca, uva por uva, aceituna por aceituna, ciruelas, higos, tomates, lechuga, todo, todo, en la boca…

- Me complacistes muy bien Fauno, sos perfecto.

- Gracias, “Betty la Fea” – dijo el Fauno, acostado al lado de Orozco.

- Yo también te doy las gracias Fauno – era la voz de un hombre, pero no de un hombre caracterizado por su virilidad, sino todo lo contrario, la voz de un hombre gay.

- ¡Carlos Melia! – dijo el Fauno, asombrado, pues reconoció, al hombre que acababa de entrar a la habitación - ¡El Quesón Gay!

- Sí, soy yo, el Quesón Gay, Fauno, y te agradezco pues me salvastes del trabajo que significa tener sexo o simular tenerlo con estas minas, algo que me da asco por mi condición de gay – dijo Carlos Melia.

- Pero sos un Quesón y los Quesones deben darle goce sexual a sus víctimas antes de quesonearlas, eso es lo que pienso yo por lo menos – dijo el Fauno.

- Soy un Quesón es verdad, y por eso estoy acá – dijo Carlos Melia.

- ¿Qué significa esto? – preguntó Orozco, sorprendida al ver a Carlos Melia dentro de la habitación.

- Significa que vas a morir – dijo fríamente Carlos Melia y con rapidez, sacó el revolver con silenciador y apuntó a Orozco.

- ¡Noooooooooooooooooo! – gritó Orozco - ¡Fauno, ayúdame!

¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! 

Una lluvia de balas que significaron el asesinato de Ana María Orozco, a manos de Carlos Melia, el Quesón Gay.

El Fauno, aunque preveía el desenlace, estaba aterrorizado…

- Debió haberlo ese Quesón colombiano, Carlos Valdes, pero bueno, me tocó a mí, ja, ja – exclamó Carlos Melia, con el revolver aún humeante.

- ¿Porqué lo hicistes Carlos? – preguntó el Fauno.

- Porque soy un Quesón. ¿Porqué Carlos Sandes asesinó a Wanda Nara? ¿Porqué Carlos Delfino asesinó a Valeria Mazza? ¿Porqué Carlos Fernández Lobbe asesinó a Daniela Cardone? Y así podría enumerar cientos de asesinatos. Los Quesones a veces asesinamos por placer, a veces por dinero, yo suelo hacer más por dinero que por otra cosa.

- Me gustan más los otros Quesones – dijo el Fauno.

- Lo sé – dijo Carlos Melia – me vas a hacer olvidar que tengo que tirarle el Queso a esta mina.

- Queso – dijo Carlos Melia mientras tiraba el Queso sobre el Fauno.

El asesino miró otra vez a El Fauno, que permanecía acostado al lado de la actriz asesinada…

- ¿Te vas a quedar ahí? – le dijo Carlos Melia.

- ¿Es que acaso me vas a matar a mí también?

- Soy un Quesón. No asesinó hombres. Aunque vos sos un fauno, ja, ja.

- Qué gracioso. No sé, estoy mal, la pasé muy bien con “Betty la fea” y vos vinistes, la matastes, le tirastes un Queso.

- Y los Quesones somos así, ja, ja – dijo Carlos Melia – Bueno, chau, Fauno, ahora viene Leia.

- ¿Leia? – preguntó asombrado, con cierto temor, el Fauno.

Carlos Melia se fue, y efectivamente, mientras el Fauno se levantaba de la cama, con el cadáver de Orozco ensangrentado y el Queso encima, apareció Leia Stoichkov, la búlgara…

- Correte Fauno – le dijo Leia – la sangre de esta tipa es mía.

El Fauno, lejos de asustarse por la presencia de la búlgara, decidió enfrentarla y le dijo:

- ¡Usted no va a poder con Lady Dumitrescu!

- Por supuesto. Pudimos haber tenido diferencias en el pasado, ella rumana, yo búlgara, somos vecinos, y entre vecinos siempre hay rivalidades, pero ya lo dice el Martín Fierro, Los hermanos sean unidos, Porque esa es la ley primera, Tengan unión verdadera, En cualquier tiempo que sea, Porque si entre ellos se pelean, Los devoran los de afuera.

- ¿Y que tiene que ver el Martín Fierro?

- Lady Dumitrescu es mi hermana – dijo Leia – hermanas por parte de madre, de diferentes padres, por eso yo soy noble por linaje, y ella por matrimonio, nuestra madre era plebeya, pero somos hermanas por parte de madre. Se asustó un poco el día del Queso del Oro, te merecías la mención pibe, pero ya está, ahora seremos aliadas, como debimos serlo siempre.

- ¿Aliadas? ¿Seguro? – El Fauno desconfiaba de Leia.

- Por supuesto, ella seguirá con Carlos Sandes, tiene la apariencia de una joven de 35 y mientras tengo sexo con ese Queso, porque es un Queso viviente, no me lo podes negar, estará radiante, ahora que reparta un poco, me toca a mí.

- Sí, es cierto – dijo el Fauno – es un Queso viviente, aunque yo no lo conozco, lo ví de lejos nada más el día del Queso de Oro.

- Bueno Fauno, la sangre de Orozco se va a echar a perder. Y quiero ser la Leia de “El Regreso del Jedi”, ya te voy a invitar a la fiesta con los Ositos Ewok.

- Bueno, que así sea. Por Dumitrescu – dijo El Fauno, con ciertas dudas y reservas.

- Por Dumitrescu y Stoichkov, rumana y búlgara, hijas de la gran dama croata Ivanisevic, ja ja ja – río con sarcasmo Leia mientras se apoderaba de la sangre de Orozco – os juro que Naila y Lucía serán tuyas, aunque debéis ofrecer dos minas a cambio que serán quesoneadas por Carlos Sandes, el Quesón favorito y amante, de mi media hermana. Les cortará la cabeza como le gusta a ese Quesón, bastante salvaje por cierto, para mi gusto, ja, ja. De lo contrario ese Sandes es capaz de ir y asesinar a Naila y Lucía, je, je, como ya hizo con Mora Godoy.

- ¡Nooooo! – dijo el Fauno – Naila y Lucía serán mías, nada de Quesos. Lara Pedrosa también. Ya veremos a quien puede quesonear Carlos Sandes.

- Muy bien Fauno, pacto de dama y caballero – dijo Leia, mientras se preparaba para apoderarse de la sangre de Orozco.

El Fauno pensó primero en contemplar la escena, pero se fue, la había pasado muy bien con Orozco y prefería quedarse con un buen recuerdo, al fin y al cabo ver como Carlos Melia la asesinaba ya había sido suficiente. Ahora debía pensar… ¿Qué minas debían ser ofrecidas a Carlos Sandes para que Naila y Lucía fueran suyas? ¿Gimena Alvarez Cela, tal vez? ¿Sería del gusto de los Quesones? Andrea Rincón si podría ser del gusto de un Quesón como Carlos Bossio o Carlos Fernández Lobbe pero de Carlos Sandes, especialista en machetazos y decapitaciones, podría ser más difícil. Ya vería lo que se le ocurriría. De algo no dudaba: Naila y Lucía serían suyas, Lara Pedrosa también. Y lo serían, no se le iban a escapar, no tenía duda alguna de ello.