El Encuentro Quesón de Carla Czudnowsky y Carlos Diego Scott
Diego Scott es un actorzuelo que alcanzó cierta fama con su personaje “Doctor Felipe” por radio, más algunos programejos de TV (“Duro de domar”, “Un mundo perfecto”), y hasta llegó a publicar un par de libros (sí, la generosidad de este ispa lo convirtió en un referente de la literatura del siglo XXI, con obras maestras de la literatura como “Puto Lindo” y una biografía del recordado Fernando Peña).
Desconocemos si este señor Scott tiene algún parentesco con el gran escritor británico Walter Scott, el autor del clásico “Ivanhoe”, pero este tuvo un hijo llamado Charles, que quizás es el que dio inicio a esta dinastía de Scott, que en algún momento del siglo XIX pudo haber caído en Argentina.
En materia actoral, el tipo se creía una especie de Burt Lancaster o Marlon Brando, pero nunca dejó ser un actor desconocido por el gran público. Dicen que una mañana cualquiera, Scott acababa de terminar su programa de radio, y se quedó sentado en el estudio, como descansando o reflexionando, después de todas las idioteces que había dicho.
- Buenas Tardes, señor Carlos Diego Scott – dijo, de repente, una voz femenina.
El actorzuelo se sorprendió un poco al escuchar que alguien lo había nombrado por su nombre completo – sí, Carlos Diego Scott, Carlos – y levantó la vista, y se sorprendió un poco al ver ante el, a nada más ni nada menos, que Carla Czudnowsky.
- ¡Carla! – exclamó Scott, que obviamente, conocía a la otrora compañera de Juan Castro (1).
- ¿Cómo anda el Doctor Felipe? ¿Todo bien? ¡Somos tocayos! Yo Carla y vos Carlos, aunque ocultes tu primer nombre.
- No lo oculto – aclaró Scott – los que me conocen saben que me llamo Carlos, lo que pasa es que vengo de una familia con muchos Carlos, por eso en el uso familiar y cotidiano se impuso mi segundo nombre, nos decían Carlos y nos dábamos vuelta todos, además Diego es mucho más fashion para mi generación, je, je.
- Hubieras sido un gran “Charlie Scott” sí siempre hubieras usado tu primer nombre.
- Puede ser, quizás al personaje del Doctor Felipe, le tendría que haber puesto “Doctor Charles Scott”, je, je.
- Precisamente te preciso por tus influencias en el mundo médico por ser el “Doctor Felipe”.
- ¿Mis influencias en el Mundo Médico?
- Sí, no te hagas el boludo, Carlos Diego Scott, quiero arsénico y cianuro.
- ¿Veneno? ¿A quien vas a asesinar? ¡Carla es una asesina! ¡Carla es una asesina! Ya sé vas a comprar un gran Queso, le vas a poner veneno y vaya a saber a que tipo o que tipos vas a asesinar, ja, ja, espero que no sea ningún Carlitos, dado que a nosotros nos encanta el Queso, y no vamos a poder resistir comernos unos, ja, ja.
- Yo no dije nada de eso, todo es una imaginación tuya – le dijo Carla a Scott – yo quiero que me consigas esos dos elementos, arsénico y cianuro, pago lo que sea, no pretendo que sea gratis, je, je, además para una Carla no debe haber algo mejor que un Carlos. Y vos sos un Carlos, Carlos Diego Scott.
- Ya lo sé, nadie mejor que yo sabe que soy un Carlos, bueno, sí, el precio lo pongo yo y no será barato, estimada Carla, quiero tu cuerpo, y lo quiero, más de una vez, la primera, ahora, después cuando te de esos elementos.
- ¿Mi cuerpo? – dijo sorprendida Carla - ¡Esto sí que es una sorpresa! ¡Mira que puedo pagarte millones!
- Ya te dije Carla, quiero tu cuerpo – y en ese momento, Scott se paró, y como era un estudio de radio puso la música a todo volumen, sí, temas pesados de Kiss, The Who y Led Zeppelin, y le empezó a ofrecer un streap tease a Carla.
Carla quedó anodada, la verdad que Scott le parecía un idiota, pero estaba dispuesta a pagar lo que sea, y se prendió ella también al streap tease, e hizo uno en forma conjunta, al mismo tiempo que se besaban y chupaban la concha, las tetas, las bolas, las axilas y todo lo que podamos imaginar.
Después Scott puso sus pies sobre la mesa, ella le sacó primero los zapatos, despues las medias y finalmente quedó con los pies descalzos. Los pies de Scott no eran gran cosa – es un Carlos, pero no es Carlos Delfino, ni Carlos Sandes, ni Carlos Eisler, ni un Quesón español onda Carlos San Juan – aunque no dejaba de ser un Carlos, y con cierto asco, y fingiendo placer, Carla, se los olió, chupó, lamió y besó.
- Quiero cogerte por atrás, Carla – le dijo Scott – seguro que Juan Castro así lo hizo.
- No – le dijo Carla – no tuve intimidad con el, era gay boludo, pero dale, sí a vos te gusta…
Scott la cogió por atrás primero, quería dejarla hecha percha, pero no, Carla aguantaba con resistencia y fiereza, y el que quedó exhausto, esta vez, fue el, a tal punto, que no le quedaron fuerzas para penetrarla por adelante.
- Suficiente – dijo Scott encontrando una salida diplomática – lo que sigue te lo doy en un par de días, cuando te traiga el arsénico y el cianuro. Je, je, je.
Según me han contado, el día siguiente, Carlos Diego Scott, vestido como el Doctor Felipe, no tuvo problemas en entrar al famoso Instituto Carlos Malbrán, y apoderarse del cianuro y del arsénico, usando credenciales y matriculas falsas. Dicen que fue a un dispensario y allí se encontró con dos empleadas, dos jóvenes trabajadoras de la enfermería, Pama y Seltty.
- Soy el Doctor Carlos Felipe – dijo Scott – necesitó el arsénico y el cianuro para una serie de pruebas científicas muy importantes, con reptiles y roedores.
- Debe tener una autorización del Ministerio de Salud y otra del Ministerio de Ciencia – le dijo Pama.
- Aca tengo la autorización, la de Salud y la de Ciencia – les dijo Scott a las dos enfermeras, y en eso el Doctor Felipe, o sea Carlos Diego Scott, sacó un gran revolver con silenciador, lo sostuvo con sus guantes negros, y apuntó a Pama y Setty y…
- ¡Bang! ¡Bang! – dos balazos, uno en la frente de Pama, otro en la de Setty, las dos enfermeras cayeron de inmediato muertas, asesinadas por Carlos Diego Scott.
- Queso, Queso – dijo Carlos Diego Scott, al mismo tiempo que tiraba un Queso sobre los dos cadáveres, no dos grandes Quesos, dos Quesos Fymbo, uno sobre el cadáver de Pama, otro sobre el de Setty, y entonces agarró lo que buscaba: el cianuro y el arsénico.
Scott se fue del lugar con total frialdad, como si estuviera acostumbrado a cometer esa clase de asesinatos, muy profesional, usando su identidad del Doctor Felipe, un médico chanta. Mientras tanto, el doble asesinato de dos humildes e ignotas trabajadoras, que trabajaban por un miserable sueldo de dos mangos con cincuenta, provocó una gran indignación en la opinión pública.
- Lamento informar a la prensa que no eran dos humildes trabajadoras, eran dos agentes de CIPOL que trabajaban aquí como infiltradas dando información al enemigo – le dijo a la prensa, con total cinismo e hipocresía, el Comisario Miguel, estableciendo el enigma sobre quien es “el enemigo”.
Pero volvamos a Scott, que tal como había quedado establecido, le llevo los dos venenos a Carla Czudnowsky, en el lugar indicado por la rubia, la ex compañera de Juan Castro.
- Aca los tenes, Carlita – le dijo Scott – el Doctor Felipe cumplió con éxito la misión. Estoy seguro que estas planeando asesinar a alguno de nosotros, a algún Carlos, con los Quesos envenenados. No tengo dudas.
- Existe una leyenda de que una asesina envenenó a un Carlos con un Queso, je, je, desde entonces ningún Carlos prueba un Queso servido por una mujer.
- Al contrario, Carla, si un Carlos recibe un Queso de una mujer, tiene que asesinar a esa mujer y tirarle ese mismo Queso, je, je, o sea que no me regales el Queso, o te asesino, ja, ja.
- Estas muy gracioso, Carlos Diego Scott – y mientras dijo esto, Carla Czudnowsky pensó “Que tipo tan desagradable y asqueroso, mejor que todos lo conozcan como Diego, es indigno de llamarse Carlos”.
- Haz lo que quieras con el arsénico, no es asunto mío – le dijo Scott – lo que sí es asunto mío, es el precio que tenes que pagar por esto.
Y mientras decía, Scott se desnudó ante Carla, y le dijo:
- Chupame la pija.
Carla, muy obediente, se agachó y cumplió la orden. Esta vez Scott no practicó el fetichismo de pies: la fellatio fue muy intensa y extenuante, a los saltos, Scott la cogió a Carla por adelante, dándole una cogida que esta vez a la rubia sí le gustó mucho, aunque el actorzuelo quedó realmente exhausto, cansadísimo, casi sin energía, Carla en cambio quedó entera y espléndida.
- ¿Te gusto, Carla? – le preguntó Scott a Carla.
- Me encanto, pero veo que quedaste muy cansado.
- No doy más. Quede hecho una piltrafa. Todo dolorido y muy cansado, como si me hubiesen pisado veinte elefantes y diez rinocerontes.
- No te preocupes, Carlos Diego Scott, con esto te va a aliviar el dolor y el cansancio.
- ¿Qué sorpresa me tenes preparada, Carlita? ¡Que no sea el cianuro y el arsénico!
- ¡No, Carlos Diego Scott! ¡De ninguna manera! Para vos con una bala alcanza.
- ¿Qué queres decir? – Scott quedó temblando al ver que Carla lo estaba apuntando con un revolver muy largo y grande, con silenciador - ¡No me podes asesinar! ¡Soy un Carlos! ¡Soy un Quesón! ¡Hay un pacto! ¡Si alguien va a tirar un Queso aca, ese soy yo! ¡Tengo un Queso Mini Fymbo y te lo voy a tirar!
- ¿Como esos que le tirastes a esas dos pobres minas? No tenes vergüenza, vos sos un Carlos renegado, un mal Quesón, indigno de llamarte Carlos, lo máximo que podes hacer es ser un Quesito, un Quesito de poca monta, bye bye Carlos Diego Scott.
- ¡Nooooooooooooooooo! – gritó Carlos Diego Scott – ya hubo una matacarlos, una asesina de los Carlos (2), mató a muchos Carlos que no eran dignos de ser Quesones, pero despues uno de los nuestros, un Quesón, la asesinó a ella, recordalo Carla.
- Conozco muy bien la historia, y te digo que vos sos un Carlos indigno, como esos que mataba Carla, aunque yo diría que la mayoría hubieran sido buenos Quesones, si no se hubieran cruzado con esa asesina, una buena asesina, aunque muy Nikita, despreciaba tanto a los Carlos, que a la mayoría no le dio sexo ni placer, solo los asesinó y les tiró un Queso, terminó en su ley, asesinada por un Carlos, pero era una gran asesina, pero no se llamaba Carla, estimado Carlos Diego Scott, mira si serás un Carlos indigno que cuando encuentren tu cadáver los medios dirán “Diego Scott asesinado”, ni siquiera van a recordar que te llamas Carlos, ni siquiera se darán cuenta que te tiré un Queso, porque este Queso Roquefort que te voy a tirar, es el Queso de los miserables e indignos, seguro se lo van a comer las ratas antes que llegue la policía, sos un ser miserable, Carlos Diego Scott, bye bye bye Carlos Diego Scott.
- ¡Noooooooooooooooooooo! – volvió a gritar de terror Carlos Diego Scott.
Carla disparó, un solo balazo bastó, un balazo que se le incrustó en la frente a Scott, cuyo cadáver quedó ahí, inmóvil, la asesina sacó un Queso de su cartera, un Queso Roquefort, acorde con lo era ese Carlos, y lo tiró encima del cadáver de Scott.
- Queso – dijo la asesina – Carlos Diego Scott – y pronunció en voz alta el nombre completo de su víctima.
- Je, je, je – dijo Carla Czudnowsky mientras contemplaba el cadáver de su víctima – gracias Carlos Diego Scott, ahora ya tengo el cianuro y el arsénico, y ya todas y todos sabrán a que hombres asesinaré con mis Quesos envenenados, ja, ja. Quizás las generaciones futuras me conozcan como Carla Czudnowsky, la envenenadora de los Quesos.
Y así concluye nuestra historia, ¿El Final o el Principio? ¿Los Carlos vengarán el asesinato de Carlos Diego Scott? ¿Esos Quesos envenenados serán para algún Carlos o acaso para algún otro hombre? ¿Carla Czudnowsky es una traidora a la causa? No lo sabemos, quizás esta sea una historia aislada, o quizás el comienzo de una nueva saga… ¿Alguien acaso lo sabe? Un misterio envuelto dentro de un enigma, eso sí, con mucho olor a Queso.
(1) En una de las primeras versiones de “la Quesona Asesina” (año 2003) cuando este personaje se llamaba “la Mujer Queso”, Juan Castro era una de sus víctimas, la tercera, despues de Martín Palermo y Gonzalo Quesada, en aquel relato, Castro esperaba con sus pies sobre una mesa a la asesina, y esta lo asesinaba de un balazo en la frente, al estilo “Nikita”, usando un silenciador por supuesto y tirándole un Queso, esa asesina no se diferenciaba mucho de “Nikita”, luego con la desgracia sufrida por Castro en marzo de 2004, obviamente, esta historia desapareció, y la tercera víctima de la asesina paso a ser Mario Guerci, entonces un modelo en ascenso, a quien la entonces “Mujer Queso” asesinaba de un cuchillazo en la nuca, y después le tiraba un Queso. En el orden secuencial, el crimen siguiente era el de Iván De Pineda, tal como quedó en la saga actual.
(2) La Historia de la Matacarlos, la asesina de los Carlos, en su versión original, otra vez en nuestro blog https://cuentossangrientos.blogspot.com/2020/11/la-asesina-de-los-carlos.html
JA, JA, JA, BUENISIMO, INFUMABLE ESTE SCOTT!!!!!!
ResponderBorrarmuy buen relato, y parece que se anticipan nuevas historias, con personajes nuevos también, Carla Czudnowsky esta más crímenes, debería asesinar a tipos algo veteranos, figuras olvidadas de la TV, como Gustavo Bermudez por ejemplo, y este Diego Scott, yo lo conocía, me parecía un ladrón, al final se llamaba Carlos, increíble
ResponderBorrarun cuento que mantiene la esencia de los quesos pero tiene algo de diferente, al ser un Carlos y una Carla no sabíamos cual era el asesino o la asesina, o la víctima, creía que iba a ser al reves, debe ser la primera vez que el autor del blog presenta un Carlos en un cuento y lo matan en el primer relato, no empieza con el clásico "el asesino de.", "la asesina de", que siempre anticipa el final, diez puntos!
ResponderBorrarcuando tiran un queso roquefort es porque sos una bazofia
ResponderBorrarno estaría mal que escribieras como escena eliminada "la asesina de Juan Castro", pudo haber la Chunowsky, además hay que releer bien esa historia de la asesina de los Carlos
ResponderBorrarya te hicistes feminista para que en este cuento gane una mina
ResponderBorrarbienvenida Carla Czudnowsky a los Relatos Quesones!!!
ResponderBorrara diferencia de otros asesinos, este es indigno, un antiheroe que mata a pobres minas que están trabajando en un hospital, por eso es una rata y termina con un queso roquefort, buen mensaje
ResponderBorrarque a Carla Czudnowsky la mate Bossio, Delfino, Sandes, Eisler o Lobbe, hubiera sido horrible que la quesonee este pelotudo
ResponderBorrarMagnífico, se sumó una Carla. Y esta lo merecía.
ResponderBorrarBien lo original del título, no está mal algo imprevisible alguna vez.
Aunque no tanto lo de romper el famoso pacto.
Podría ponserse alguna justificación, que este Carlos haya sido infiltrado por la Liga de la Pureza.
Espero que esta Carla siga apareciendo en relatos.
Y me gusta lo que se insinúa como futuro relato.
tiene que haber un cuento con Messi, no como víctima por supuesto y como asesino no se llama Carlos, pero tiene que tener un cuento, aunque sea como participe de una festichola sexual
ResponderBorrarque boludazo el señor Scott
ResponderBorrarlos estudios de radio cine y televisión son siempre las escenas de los crímenes quesones, tendrán algún hechizo que permite que estos asesinatos se cometan con total impunidad?
ResponderBorrarUn acierto la incorporación de Carla Czudnowsky., como quesona. Tiene una expresión de experimentada, como que estuvo oculta, entrenando a otras, que se fueron destacando, como Carla Conte y Carla Romanini. Y que ahora apareció con todo.
ResponderBorrarPuede ser para polémica, que Carla Czudnowsky., que competirá por ser llamada la quesona rubia, haya matado a un Carlos. Aunque esto haya permitido cierto suspenso.
Podría haber alguna explicación.
Tal vez Scott asesinó a dos mujeres que no debía, dos enfermeras de un lugar dedicado a un Carlos. Y sin seducirlas, tener sexo con ellas.
Y luego, le faltó tener el estado físico, para el sexo, que suelen tener los quesones.
Podría ser que Carlos Diego Scott haya sido puesto a prueba. Y que la haya fallado.
Si una Carla le regala un queso a un Carlos, ¿importa más la regla de matar a la mujer que regala un queso o el pacto entre Carlos y Carlas?
Podría aparecer El Fauno, yo como personaje, hablando con la Lady o la Marquesa.
-Estoy un poco preocupado. Entiendo esto de los crímenes rituales y usted ha sido tan generosa conmigo. Me preocupa esto de que los Carlos y Carlas se maten entre sí. Se está debilitando el pacto y sus enemigos, esa rusa y La Liga de la Pureza pueden aprovechar los conflictos internos. Aparte de que disminuye la posibilidad de misiones conjuntas entre Carlos y Carlas.