El Karma de Ravelia capítulo 17 "La hora de la venganza"


esta historia viene del capítulo 16

A Ravelia no le preocupaba absolutamente nada, regresó a la Ciudad, y el día que iba a reintegrarse a su trabajo, con una jeringa inyectó el veneno dentro del Queso. Guardó el Queso en una caja.



Carlos Quesón la recibió. Le dijo:
-         Te extrañé mucho, Ravelia.
-         Lo sé, Carlos. Por eso te trajé este Queso. De esos que te gustan tanto a vos, de cascara roja, con muchos agujeros, un Pategras, así creo que les dicen a estos Quesos...
-         Me lo comeré con gusto, Ravelia.
-         Es para vos. No lo compartas con nadie. Solo para vos...

Cuando Ravelia se fue de la oficina, observó que su jefe estaba comiendo el Queso. Se fue satisfecha, su venganza estaba cercana, no regresó a su casa, permaneció afuera, escondida en su auto, esperando que pasara el tiempo...




El reloj marcaba las ocho de las noche, Ravelia controló que Carlos no había salido de la oficina. La mujer estaba convencida de que el ingeniero se había comido el Queso, que el veneno había logrado efecto, y que por lo tanto, estaba muerto.
Ravelia, sin sacarse los guantes negros en ningún momento, salió del auto y se dirigió a la casa.
Abrió la puerta, entró en forma sigilosa, parecía que nada o al menos nada vivo estaba allí. Caminando muy despacio, Ravelia llegó al despacho del ingeniero Quesón.
Desde lejos, vio sobre la mesa, el Queso, cortado por la mitad, señal de que ya habían comido una parte. Aún más despacio continuó acercándose al despacho. El sillón donde se solía sentar Carlos estaba allí dado vuelta, dándole la espalda hacia la puerta y alguien había allí sentado, sin signos de estar vivo.
Ravelia llegó por fin al, y convencida de que nadie vivo había ahí, dio vuelta entonces el sillón y efectivamente, ante ella, estaba Carlos Quesón, pálido, demacrado, muerto, sin lugar a dudas.




Ravelia sacó un espejo de su cartera y verificó que Carlos no respiraba.
Al comprobarlo, ya no quedaba duda alguna: Carlos estaba muerto, envenenado con el Queso, asesinado por Ravelia.
-         ¡Ja, ja, ja! – se escuchó la voz de Ravelia - ¡Esta vez he escapado de mi destino! ¡Carlos ha sido asesinado y la asesina es Ravelia!
Al contemplar el cadáver de su víctima, Ravelia dijo:
-         Ahora Carlitos, espero que tarden muchos días en encontrar tu cadáver, así te comen los gusanos, ¡Ja, ja, ja!
Ravelia agarró lo que quedaba del Queso en la bandeja y lo tiró sobre el cadáver de Carlos diciendo en voz alta:
-         ¡Queso!
La asesina abandonó el lugar satisfecha por haber cumplido una venganza que había tardado más de dos mil años y que había abarcado a varias generaciones...




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