La Asesina de Ian Thorpe
11 de septiembre de 2001, una mañana más en New York City, con gente transitando por Manhattan, como cualquier otro día, el famoso nadador australiano Ian Thorpe se preparaba para visitar las Torres Gemelas. Un famoso nadador, famoso por las múltiples medallas que ganó en Sydney 2000, y más famoso aún por el gigantesco tamaño de sus pies (calza un 17, imaginaos, un talle más que Carlos Matías Sandes, que calza 16, entonces, un chaval de diecisiete años).
De repente, alguien tocó la puerta de la “room” donde estaba Ian, era una bella rubia, idéntica a Valeria Mazza, pero esta era aún más joven, quizás aún no tenía siquiera veinte años en ese momento, sí seguramente tenía diecinueve, pero Ian no conocía a Valeria Mazza, la top model argentina, para el era una desconocida más en el cosmopolitismo de Manhattan.
- Hello Ian – dijo la rubia, la bella Carlota Monzón, tal como decía su pasaporte.
- Hello, Who are you? – el nadador le preguntó a la rubia quien era.
- Do you not know who I am? I am Charlotte Monzon, the latin beauty en New York City (No sabes quien soy, soy Carlota Monzón, la belleza latina de Nueva York).
- All right, baby, but i don’t like girls, i am gay, an australian gay (Todo bien, piba, pero a mi no me gustan las chicas, yo soy gay, un gay australiano).
- It’s a shame, a Bigfoot gay (Una lástima, un pie grande australiano).
- Fuck you, baby, you go away, i going to World Trade Center now, the Twin Towers (Vete a la mierda, piba, tomatelas, ahora voy al World Trade Center, a las Torres Gemelas).
- Vos te quedas aca, patón de mierda! – le gritó Carlota, en castellano, sin traducciones, y en ese momento, sacó una katana, y le dio una especie de golpe al nadador, no llegó a herirlo, pero fue suficiente, para que el australiano tambaleara, y cayera al piso, quedando semi inconsciente.
En ese momento, Carlota aprovechó para atar a Ian Thorpe de pies y manos, el nadador volvió en sí, pero nada pudo hacer, intentó zafar, pero la bella rubia lo tenía atrapado, y entonces empezó a hacerle cosquillas en los pies, lo sometió a una verdadera tortura, cosquillas con sus manos, con sus plumas, con el filo de un cuchillo, con el filo de la katana, con el filo del machete, cosquillas, cientos de cosquillas, miles de cosquillas, en los pies principalmente, pero en todo el cuerpo despues, axilas, Ian sufrió aquelló como una tortura, pero Carlota profundizó aquel juego de los pies, chupándoselos, lamiéndolos, besándolos, oliéndoselos, pie por pie, dedo por dedo, mientras gemia:
- ¡Que desperdicio! ¡Y no digo por que es gay! ¡Por mí que haga de su vida un pito! ¡Pero sí en vez ese “Ian” hubiera un “Charles” que gran Quesón sería este tipo, aunque fuese gay!
Aquello no terminó ahí, Carlota empezó a chuparle la pija, con gran fuerza, para Carlota fue un gran placer, para Ian una tortura aún mayor, Ravelia le dio latigazos con furia y fuerza, el nadador estaba aterrorizado, sin poder reaccionar, y no se le paraba el pene para nada, tanto que Carlota casi que lo violó, para tener algo, que si no fue gran cosa, la satisfizo en parte. El nadador vivió todo aquello como una tremenda y horrible tortura, sin goce alguno.
Carlota agarró entonces la katana y ¡zas! le cortó los dos grandes pies al nadador, el grito del mismo fue tremendo, aunque amortizado al estar amordazado, la sangre salió por todos lados, y Carlota levantó la katana, de vuelta, y ¡zas! hirió mortalmente con varias heridas al nadador australiano, que se fue desangrando, hasta finalmente quedar liquidado.
- Queso – dijo Carlota – Ian Thorpe – pronunciando el nombre de su víctima, mientras de una gran valija, extraía un Queso de colosal tamaño, y lo tiraba sobre el cadáver del nadador australiano.
Y de repente, mientras el Queso volaba sobre el cadáver de Ian Thorpe…
¡Puuuuuuummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm!
Una enorme explosión, todo se llenó de humo, Carlota no supo que hacer, mientras contemplaba el cadáver del hombre al que acababa de asesinar, vio para afuera, y no lo podía creer… ¡Un avión había impactado en las Torres Gemelas, lo demás es historia conocida por todos, la asesina, aprovechando la confusión general y el caos total que se abatió sobre Manhattan no tuvo problemas en escaparse de todo aquello.
Eso, sí, la asesina se llevó todos los zapatos y zapatillas que tenía Ian Thorpe, incluyendo las pantuflas, y los pies, para luego embalsamarlos, y tenerlos en su colección, que en aquellos días recién empezaba, pero con el correr del tiempo sumaría decenas (y tal vez centenas) de chabones asesinados y quesoneados.
Ian Thorpe, ironías del destino, se salvo del atentado a las Torres Gemelas, pero no pudo salvarse de Ravelia, la sanguinaria, implacable y cruel Quesona Asesina, cuando se hacía llamar simplemente Carlota Monzón, aunque ya era igual a Valeria Mazza, porque la asesina de la que estamos hablando, es esa misma asesina, conocida por todos y todas.
Otro asesinato perdido de Ravelia Zamas, la Quesona Asesina, ahora encontrado y difundido en los Relatos Quesones, ¿Habrá algunos más?
ahora ya sabemos en quien se inspiró Tarantino para hacer Kill Bill
ResponderBorraryo creo que va a llegar un momento en que ningún deportista va a zafar de que Ravelia lo quesonee
ResponderBorrarincreíble los asesinatos que cometió Ravelia, se ve que fue también asesina internacional, un gran cuento, donde se ve toda la crueldad de la asesina, sedienta de sangre y con ganas de quedarse con los pies del australiano para siempre
ResponderBorrarcierta homofobia por parte de la asesina, pero es entendible, a ella le gustan los patones, y ella quería esos pies, además quería darle placer, aunque para el era una tortura
ResponderBorrarOJO CON ESTE RELATO, LO DETECTA LA CIA, EL PENTAGONO Y TE DENUNCIAN
ResponderBorrarmuy buenos tus quesos, pero los fans de Matías Candia queremos la secuela de "la asesina de Matías Candia", el quesoneado debe vengarse de la quesona
ResponderBorrarembalsamo los pies de Ian y despues los olía? ja ja ja ja
ResponderBorrartu delirio no tiene límites, y mira que te sigo hace mucho
lo de las Torres Gemelas es una buena idea, relatar asesinatos con queso cuando ocurre algun acontecimiento importante, de esos que nadie se olvida, por ejemplo, otro retro, el dia que murio Nestor Kirchner, o mas aca, cuando se fue el Diego
ResponderBorrarBuena idea la de los crímenes nostálgicos, como comentaron en el relato anterior.
ResponderBorrarZafó de morir por un razón, para ser quesoneado por Ravelia Zamas, la rubia. Por ese entonces, la tatuada era muy pequeña para quesonear.
Que implacable que fue.
Estaría bien más relatos de quesonas, en fechas significativas, con actos masivos.
Con semejante pata era la víctima ideal para esta Quesona
ResponderBorrar