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Mostrando las entradas de marzo, 2017

El Asesino de Ingrid Grudke

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Sabado por la mañana, mientras el cadáver de Belen Francese era descubierto en su mismo edificio, Carlos Bossio se trasladó al famoso Hotel Las Pleyades, ubicado en algún lugar equidistante entre Mar del Plata y Villa Gesell. Allí se desarrollaba en aquel fin de semana de otoño una gran Feria de Quesos. Carlos Bossio simuló ser un empresario agropecuario, el papel visible que desempeñaba para la sociedad además de su rol de futbolista. Estaba convencido que allí encontraría a quien sería su víctima. Era solo cuestión de tiempo. Estaba lleno de damas elegantes, entre esposas y amantes que asistían al evento. Una cuestión de saber elegir, ya sea por azar. No tuvo que esperar mucho: en la Feria estaba la modelo Ingrid Grudke, pareha de un conocido empresario de medios de comunicación. Carlos decidió que Grudke tendría el sangriento honor de ser la “víctima número cien”. Para ello, Carlos consiguió las dos hormas de Queso Gruyere. más grandes que podamos

El Asesino de Belen Francese

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El protagonista de este relato es Carlos Bossio, el Quesón, el más grande asesino serial de mujeres que recuerden las crónicas policiales.  Una noche, al parecer era un jueves, Carlos estaba con su enorme figura (1,95 metros) con sus dos gigantescos pies (calza cincuenta) apoyados sobre la mesa haciendo lo que más le gustaba después de asesinar, o sea comer Queso.  Al lado había una enorme horma de Queso Gruyere, que la iba comiendo de a poco, mientras la cortaba con un enorme cuchillo, un cuchillo más grande que cualquier cuchillo de cocinero, que el asesino solía usar para asesinar mujeres. Carlos estaba pensando en los próximos crímenes que iba a cometer… estaba haciendo un repaso de todos los asesinatos que había cometido… con su propia libreta repleta de datos escritos por él mismo más los recortes que tenía de toda clase de publicaciones. Y tras analizar esos datos en forma minuciosa llegó a una conclusión: había asesinado a noventa y ocho mujer

El Asesino de Karina Mazzoco

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Un domingo de la primavera de 2007 (¿O fue en 2006?), el partido de Lanús acababa de finalizar y Carlos “Chiquito” Bossio, el arquero de los granates, había tenido una actuación poco feliz que le valió la reprobación de sus hinchas. “Quesón seguí tirando Quesos” le canto la tribuna de los granates. Bossio se retiró algo enojado por algunas cosas que le dijeron y seguramente por eso tenía un olor a Queso más fuerte de lo habitual en los pies. Siempre tenía un olor apestante e intenso, por eso los jugadores rivales le pusieron como apodo “el Quesón”, y este se popularizó entre las hinchadas del fútbol. Pero aquella tarde el olor era aún más fuerte que otras veces. “Quesón seguí tirando Quesos” se repetía una y otra vez en la mente de Carlos Bossio. Es que existía el rumor, una especial de leyenda urbana (urban legend) de que además de arquero, Bossio era un asesino serial (serial killer) que acuchillaba mujeres bellas y les tiraba un Queso. “Maldita sea” pensó Bos