El Asesino de Marisa Andino
Carlos, el Quesón al que ya llamamos como el Quesón de Popstars o el asesino de Thalia, decidió ir a pasar un día de campo con su mujer Paula y sus dos pequeños hijos, Carlitos y Carlillos. Era un día muy agradable, repleto de sol, para que todos disfrutaran del ocio y la diversión. El lugar donde fueron era el campo de un sindicato.
Mientras todas las demás familias disfrutaban de aquel día haciendo asado, a los dos pequeños les llamó la atención que ellos tuvieran solo Queso. Una gran picada con una decena de variedades distintas de Queso: Gruyere, Emmenthal, Roquefort, Parmesano, Provolone, Pategras, Manchego, Edam, Gouda y Cheddar, mucho Queso, muy caros, pero solo Queso.
- ¿Porqué todos comen asado y nosotros Queso?
- Porque nosotros somos Quesones. Ahora no lo entendes porque sos chico pero cuando seas grande, me lo vas a agradecer, y vas a pensar “fa, que bueno, soy Quesón como mi viejo”.
Se hicieron una gran panzada de Queso, cuando terminaron, de repente apareció el payaso Muralito.
- Soy el payaso Muralito, la alegría de los chicos, vamos a hacer una fiesta para todos los chicos que están hoy en el campo, viene el secretario general del gremio, un festejo con todos los niños.
- ¡Queremos ir con Muralito! – dijeron los chicos.
- Vayan con Muralito – dijo Carlos y mientras los chicos se iban se dirigió a Paula, su mujer – Parece que nos quedamos solos.
- Ay Carlos, las chicas me invitaron para jugar a los naipes. Espero no te enojes. Viene la compañera Matilde, la secretaria general de la rama femenina del gremio, no puedo dejar de asistir.
- No, no me enojo. Ve con las chicas a jugar naipes.
Carlos se quedó solo, lo que iba a ser un gran día en familia, se convirtió en un momento de soledad con los chicos con el payaso Muralito y su mujer en el Campeonato Gremial de Naipes.
- Vaya me he quedado solo – pensó Carlos – no importa, voy a disfrutar igual de este día al aire libre, me leeré un buen libro, tirado sobre el césped, una buena siesta, y a escuchar música de la buena.
Carlos, con sus dos metros de altura y sus enormes pies talle cincuenta, se tiró en una lona sobre el césped, y agarró el libro “el Karma de Ravelia” un best seller de gran éxito en las ventas.
- Vaya, vaya, que libro tan bueno estas leyendo. Es un boom de ventas. Intente comprarlo pero esta agotado – dijo una voz femenina.
Carlos, concentrado en la lectura, levantó la vista. La voz femenina que estaba frente a el era Marisa Andino, periodista y conductora, hermana del famoso racinguista Guillermo Andino. Carlos la reconoció al instante. Aunque ya tenía sus años, seguía siendo una mujer bella y agradable.
- Hola – dijo Carlos - ¿Vos sos Marisa Andino, no?
- Sí, la hermana de Guillermo Andino. Qué alto que sos, si te paras me vas a dejar chiquita, ja, ja.
- Mido dos metros – respondió Carlos.
- Y las zapatillas, que grandes las zapatillas.
- Una buena altura debe tener una buena base. Calzo cincuenta.
- Algo me dice que esos pies están muy sudados, y que deben de tener un olor a Queso impresionante.
- Soy Quesón.
- ¿Quesón? ¡Ja, ja, ja! ¡Pensé que eras un ratón! ¡Los ví comer Quesos! Comieron Queso todo el tiempo, mientras los demás estaban de asado, hasta los vegetarianos comieron asado de ají, cebolla y papas, ustedes Queso, Queso, Queso, y ahora me decís que sos Quesón.
- Soy Quesón. ¿Querés oler mis pies, Marisa?
- Con mucho gusto, pero vayamos a un lugar donde no nos vean, detrás de esos arboles.
- Vamos, no nos van a ver, los chicos están con el payaso Muralito, las mujeres con el campeonato de cartas y los chabones con el partido de furbor.
Así fue como Carlos se fue con Marisa. Andino se arrodilló, le sacó los zapatos, y empezó a chuparlos, a Carlos le llamó la atención, siempre sometía a las mujeres a sus pies, pero nunca le habían chupado los zapatos.
Carlos extendió ahora sus pies envueltos en medias. Andino se los sacó, y chupó las medias.
- ¡Ajjjjjj! ¡Apestan! – exclamó la hermana de Guillermo Andino.
Le sacó entonces las medias, ya descalzo Carlos, le empezó a chupar, oler, lamer y besar los pies, que olían intensamente a Queso.
- ¿Siempre huelen a Queso? – preguntó Carlos.
- Siempre – exclamó Carlos – te dije que soy Quesón.
- Muy Quesón, como el personaje ese de la novela que estas leyendo, “el Karma de Ravelia”.
- Ah, sí, ja, ja – dijo Carlos.
- Ahora vos chúpame los pies – dijo Marisa, mientras se sacaba los zapatos.
Carlos se los chupó, no olían a Queso, sino a una fragancia muy agradable de perfume francés. Estaban los dos tirados en el piso, sobre el pasto, rápidamente cogieron, el le chupó la concha, ella la pija, el la penetró por la vagina para satisfacción de Andino.
- Que bien que la pase – dijo Andino.
- La hemos pasado muy bien – dijo Carlos.
- La pasaremos aún mejor. En diez minutos vuelvo y nos encontramos en este mismo lugar.
Marisa se levantó y se fue. Carlos se quedó pensando: “¿Y si esta tipa además de fiestera es una asesina? Recuerdo que el autor de “el karma de Ravelia” también escribió “la matacarlos, la asesina de los Carlos”, y sí ahora va a buscar el arma para asesinarme?”. Carlos pensó “Soy un Quesón y no debo dejar nada al azar. Asesine a muchas minas, un agujero más en el Queso Gruyere no se va a notar”. Fue a buscar en la mochila unos guantes negros, se los puso, sacó un cuchillo muy grande, y un gran Queso Gruyere, fue a buscar otra vez a Marisa.
Esta lo estaba esperando, no parecía tener ningún arma, ni revolver ni cuchillo, sino que estaba vestida con una tanga rosa. Al verlo a Carlos le dijo:
- ¿Seguimos jugando Carlos?
- Es la hora del Queso.
- ¿El Queso?
Carlos se llevó por delante a Marisa y le clavó el cuchillo en el estomago, la herida fue muy profunda.
- ¡Nooooooooooooooooooo! – exclamó Andino - ¡Aaaaaaajjjjjjjjjjjjjj!
Carlos le sacó el cuchillo y el aplicó una segunda puñalada, aún más profunda en el medio de los dos pechos, se lo hundió hasta el mango. Una tercera cuchillada fue un corte profundo en diagonal por todo el torax de izquierda a derecha, y una cuarta por el torax de derecha a izquierda. Una quinta fue otro corte en el abdomen. Una sexta, y ultima, Carlos le clavó el cuchillo en el cuello, y se lo dejó ahí esta el mango.
Tomó el Queso y lo tiró sobre el cadáver de Marisa Andino, diciendo en voz alta:
- Queso.
El asesino escondió el cadáver en medio del pasto.
- Tardaran varios días en hallarlo, ja, ja, ja – dijo Carlos.
Regresó al lugar de descanso, siguió descansando plácidamente leyendo “el karma de Ravelia” hasta que los miembros de su familia regresaron.
- ¡Nos divertimos mucho! – dijeron los chicos – ¡el payaso Muralito es genial, lo queremos en nuestros cumpleaños!
- Ganamos la Copa “Muchachas peronistas” con las chicas, estoy re contenta, tengo ganas de cantar “las muchachas peronistas” – dijo su mujer.
- Me alegro que estén contentos, yo la pasé muy bien, hice lo que más me guste, tiré un Queso, ja, ja – dijo Carlos, al rato todos regresaron a casa.
Sin dudas, este Carlos es un Quesón muy familiar.
un maestro cuchillero este Carlos!
ResponderBorrarmuy buen relato... me gusto... sobre todo la frase final "Un Quesón familiar"
ResponderBorrarmis relatos preferidos son los de Delfino, el mejor Quesón, pero estos donde los Quesones no son figuras públicas me gustan, estan buenos
ResponderBorrarahora "la asesina de Guillermo Andino" dónde una mina estrangula a ese chabón con una soga
ResponderBorrarInteresante la motivación, un crimen por paranoia. Se supone que las asesinas quesonas se llaman Carla. pero hay dos Ravelia, que rompen ese patrón. Y usan la seducción, para atrapar a sus víctimas. Y también puede ser que cuando se comienza no se puede detener y se buscan pretextos.
ResponderBorrarMe gustó la referencia a Ravelia. Y el sexo en un lugar apartado, por deseo de Marisa, que así se facilitó su asesinato.
Interesante la doble vida de este Carlos, parece que tiene una buena relación con la esposa. Y hay una nueva generación de Carlos, los hijos. Por lo que habrá crimenes quesones de famosas que todavía no han surgido.
Para La asesina de Guillermo Andino podría haber algo de género fantástico, de peligro para la quesona de turno, que tal vez necesite algún refuerzo. Sería algo así, Guillermo tendría un cuadro oculta en alguna parte, que reflejaría el paso del tiempo y su verdadora personalidad retorcida. Como Dorian Gray, en la película La Liga extraordinaria. Una Carla o una Ravelia usarían sus armas, sin resultado. Y quedaría como prisionera, en una habitación donde abría latigazos para persuadir a la quesona de entregarse. Entonces llegaría la quesona de refuerzo, al no recibir el llamado triunfal, encontrando Carolina Prat como prisionera, quien le revelaría el secreto Dorian Gray de Andino. Y así un par de quesonas, asesinarían a Guillermo Andino. Carolina Prat quedaría libre, volviendo a la TV, hasta que le toque el turno de ser quesoneada.
Pongo todo en el mismo comentario, por eso de No soy un robot.
Algo para plantear es que relatos despiertan más morbo, más fantasías retorcidas, los relatos en que son eliminadas mujeres deseables, que parecen diseñadas para el placer, como Daniela Cardone y Pamela David. O la ejecución de mujeres odiosas, que no paran de hablar tonterías, en que parece un salvaje acto de justicia.
ResponderBorrara pesar de ser un Carlos más del montón, un gran asesino este Carlos Kramer, le queda bien el queso, quesoneo a Thalia, entre otras minas
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