El Asesino de Alejandra Pradón
Carlos Stroker salió de su departamento, y se puso los guantes negros en sus manos, al mismo tiempo llevaba un Queso Pategras, esos de cascara colorada, en su portafolios.
- Mi instinto Quesón me dice que debo llevar los guantes y el Queso – murmuró Carlos en voz alta mientras miraba su rostro en el ascensor.
Sin embargo, en ese instante, Stroker retrocedió a su departamento. Se dirigió a la cocina, y de la heladera sacó otro Queso, guardo así dos en el portafolio. Era un peso considerable, pero Carlos era Quesón y no tenía problema con el peso. “Los Quesones podemos cargar con todo el peso que sea, mientras de Queso se trate, je, je” razonó Stroker.
El periodista fue al Hotel Panamericano, ubicado en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, frente al Obelisco. Ahí iba a entrevistar a una conocida figura del fútbol internacional, el celebre, exitoso y popular Carles Puyol, el catalán que tantos años jugó en Barcelona.
Carlos Stroker realizó la entrevista sin dificultades, y el periodista quedó muy satisfecho de la misma, pues había quedado entretenida, amena e interesante. Aunque Stroker quiso hablar varias veces en catalán, Puyol siempre le aclaraba que no lo hiciera pues hablaba castellano a la perfección.
Carlos sacó del portafolios uno de los dos Quesos Pategras que llevaba y se lo dio como obsequio a Carles.
- Para que degustes este delicioso Queso, de un Carlos a un Carles.
- Oh! Los Quesos son mi perdición, en la época en que jugaba en el Barsa debía cuidarme mucho para no perder peso. En catalán Queso se dice Formatge, pero la pobla de Catalunya prefiere usar la palabra en castellano, “Queso”.
- Es que Queso es una palabra muy fuerte. “Queso” – dijo Carlos Stroker.
- Para un Carlos no hay nada mejor que otro Carlos, ja, ja – bromeó Stroker mientras cerraba la entrevista
- Per a un Carles no hi ha res millor que un altre Carles – le contestó Puyol en la lengua catalana.
Muy contento, Carlos Stroker abandonó la habitación de Carles Puyol y se subió al ascensor. En el mismo, y para su sorpresa, estaba Alejandra Pradón, sí, la famosa vedette de tanta fama en años pasados, y ahora olvidada por los grandes medios.
- ¡No lo puedo creer! – exclamó Carlos - ¡Alejandra Pradón!
- Así es, soy yo – contestó Pradón.
- Sos una mujer con una gran reputación.
- Ya lo creo, mi reputación requirió que estuviera acá para satisfacer los deseos sexuales de un político muy importante.
- ¿Senador, diputado, gobernador?
- Ministro – dijo Pradón.
- ¡Ohhhh! – exclamó Carlos.
- ¿Cómo te llamas?
- Carlos – contestó Carlos Stroker
- ¡Carlos! ¡El mejor nombre que puede tener un hombre! ¡Un nombre bien de macho, bien masculino! ¿Qué te parece si vamos al último piso y ahí en la terraza si queres, si te parece, puedo también satisfacer tus deseos sexuales?
- ¿Me estas hablando en serio?
- Por supuesto. Al Ministro, no importa de que ministro se trata, le salió millones. Pero vos te llamas Carlos, para vos todo gratarola.
El ascensor llegó al último piso, Stroker y Pradón bajaron, era la terraza, desde donde se veía toda la ciudad, con la vista al Obelisco y a la Nueve de Julio. Pradón se tiró al suelo y le dijo:
- Cogeme Carlos.
- Te cojo Pradón, pero antes me gustaría que conozca mis Quesos.
- ¿Tus Quesos?
- Sí, me refiero a esto – Carlos se sacó las medias y quedó descalzo. Puso sus pies sobre Pradón, que empezó a olerlos, besarlos, lamerlos y chuparlos.
Pradón quedo extasiada, Stroker se sacó los calzoncillos, y entonces ella le empezó a chupar la pija. Le encantó a los dos. Stroker se tiró al piso y cogieron, se revolcaron por el piso, llegaron al borde de la cornisa, ahí se detuvieron, después de un gran disfrute.
- Me encantó Carlos – dijo Pradón – cuando te ví en el ascensor me dí cuenta que iba a valer la pena divertirme con vos.
Carlos entonces sacó el Queso de su portafolios y lo tiró sobre Pradón, con tanta fuerza e impulso, que con el Queso golpeó la cabeza de Pradón y hasta quedó desmayada, inconsciente. Carlos entonces, desnudo pero con guantes (todos los Quesones cogen con guantes), agarró a Pradón de las piernas, y la llevó a la cornisa de la terraza, y entonces, le dio un empujoncito y la tiro al vacío.
- ¡Queeeeessssooooooooooooo! – gritó Carlos Stroker – a la vez que tiraba el Queso también al vacío. El Queso cayó justo encima del rostro de Pradón, desfigurado por la caída.
La conmoción mediática fue enorme, Pradón muerta de una caída desde una terraza en la zona más céntrica de Buenos Aires. Stroker se vistió, bajó por el ascensor, y sin problemas, se dio a la fuga caminando lentamente, mezclado entre la multitud que rodeo el cadáver de Pradón.
El político importante, Ministro de la Nación, que había intimidado por Pradón debió salir por los subsuelos, con un túnel que conectaba el Hotel con las líneas B, C y D del subte de Buenos Aires.
- Se trata de un suicidio – dijo rápidamente el Comisario Miguel – Pradón eligió este lugar para dar testimonio. Evidentemente estaba loca.
- ¡ Què escàndol! – dijo en catalán el gran Carles Puyol.
El asesino, sin remordimiento alguno, en contrario, sentía un enorme gozo ante el hecho, participó sin problemas aquella tarde en Crónica TV, y dijo varias veces la palabra “Queso”.
- Queso, una palabra muy fuerte – dijo Stroker mientras los medios estaban revolucionados ante el “Caso Pradón”.
muy bueno... la conmoción mediatica debe haber sido tremenda
ResponderBorrarnadie extrañara a Pradón je je
ResponderBorraruna forma diferente de quesonear... debe ser la primera vez que tiran a alguien... Carlos Stroker no apeló al clásico cuchillo ni al revolver
ResponderBorrarY esta vez funcionó esa manera. Carlos Stroker logró lo que otro quesón intentó y no pudo hacer.
ResponderBorrarEstá bien lo de recurrir a otros medios.