El asesino de Marixa Balli
Tigre estaba de fiesta y sus jugadores resolvieron festejarlo con una fiestacha a la cual asistieron una gran cantidad de chicas. La fiestacha se convirtió en una gran orgía al mejor estilo de las antiguas bacanales de la Roma de los Césares. Una fiesta sexual desenfrenada, de todos contra todos.
Una de las invitadas era la ya veterana figura Marixa Balli. Sin embargo, quizás porque ya tenía sus años, parecía que los jugadores de Tigre ignoraban a Balli. Marixa fue afuera de la casa donde se desarrollaba la orgía, en el jardín, repleto de césped.
- Ya no me conoce nadie. En un tiempo, hace ya muchos años atrás, me llamaban de todos los programas para hablar de Rodrigo. Hasta decían que era fulmine. ¿Para que mierda vine? – dijo Marixa Balli.
- Para coger conmigo – dijo una voz masculina. Balli se dio vuelta, ante ella estaba Carlos “el Chino” Luna, el goleador del equipo.
- Hola. ¿Cómo te llamas?
- Soy Carlos Luna, pero todos me dicen Chino.
- Así, el famoso Chino Luna, ja, ja, tu nombre, Carlos Luna es como si en inglés te llamaras Charlie Moon.
- Ja, ja, así, es divertido, así es, pero si queres podemos empezar.
- No perdamos más tiempo. Los Carlos sexualmente son fogosos como nadie más.
- Ja, ja, entonces le debo hacer honor a los Carlos, siendo uno de ellos, ja, ja, empecemos por los pies como corresponde.
El Chino Luna quedó descalzo. A Balli le llamó la atención los pies del futbolista, bien grandes y carnosos. Los puso encima del rostro de ella, que quedó tendida en el césped. El olor a Queso era impresionante. Balli empezó a olerlos, chuparlos, lamerlos, besarlos, una y otra vez. Jamás creyó que disfrutaría tanto la experiencia.
- ¿Te puedo dar patadas en el culo? – le dijo el Chino Luna.
- Por supuesto. Rodrigo una vez me dejo atada en un hotel nueve horas, mira si no me podes dar patadas, hace de cuenta que pateas en un partido, un penal, hacelo Chino, hacelo.
El Chino le pegó varias patadas en el culo, a pesar del sufrimiento, Marixa la gozó. A continuación, el Chino le dijo:
- Chupame la pija.
Marixa Balli le chupó la pija al Chino Luna. Después el futbolista le chupó la concha y el culo a Balli. Desparramados en el piso, tuvieron sexo. Cuando terminaron, Balli pensó: “Que bien que la pase, ni el potro Rodrigo me hizo pasarla tan bien”.
- Queso – dijo el Chino Luna en voz alta, mientras Marixa le daba la espalda.
- ¿Queso? ¿Porqué Queso?
- Porque soy un Quesón.
Balli se dio vuelta, y para su espanto y sorpresa, el Chino la apuntaba con un revolver con silenciador que sostenía con sus mano derecha, mientras un Queso estaba en una mesa, como mudo testigo del evento.
- Noooooooooo – dijo Marixa Balli - ¿Porqué Chino, porqué?
- Porque me llamo Carlos – dijo el Chino Luna – y soy un Quesón, un asesino.
Estaba diciendo esto cuando el primer balazo que disparó Luna se le metió directamente en la boca, después el segundo balazo en el ojo derecho, y el tercero en el izquierdo; Balli cayó al piso, mientras el Chino Luna le tiró cinco balazos más, dos en la teta derecha, dos en la teta izquierda, y el quinto, mejor dicho, el octavo, en el estomago.
- Queso – dijo Carlos Luna mientras tiraba el Queso sobre el cadáver de Marixa Balli.
La fiestacha continuó, mientras los demás jugadores de Tigre ovacionaban a su jugador. Una anciana, con acento rumano, pasaba por ahí, y le dijo al Chino Luna:
- No fue un asesinato, fue un acto de justicia.
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