La Asesina de los Carlos 03: Carlos Eduardo Vazquez

Después del asesinato de Carlos Gerardo Russo


Carlos Eduardo Vazquez era un muchacho alto y morocho que trabajaba en un taller mecánico. En otros tiempos hubiera aspirado a algo mejor, pero la vida lo llevó a tener que conformarse con eso. Una tarde, atendió a una clienta que era una chica rubia, joven y bella. Dijo llamarse Carla. Cada vez que iba al taller quería que la atendiera Carlos. No quería que la atendiera Juan, Roberto o Santiago, los otros empleados del taller mecánico. Un buen día, Carla le dijo:
-         ¿Querés tener una noche de sexo conmigo? Si tenes un buen departamento, esta noche te visito. No es necesario que me contestes ahora, tomate tu tiempo.
Carlos Vazquez se sorprendió ante el ofrecimiento de la chica. Dejo pasar un rato y esa misma tarde, cuando la chica regresó, le dio la respuesta:
-         Te espero esta noche en mi departamento, es la Calle de los Imbéciles n° 236 departamento 17.
Así fue como esa noche la chica fue al departamento de Carlos Vazquez. El hombre le ofreció a la chica tomar un licor, Carla aceptó, pero en un momento en que Carlos estaba distraído, la chica metió un líquido en la copa de Carlos. El hombre no se dio cuenta de nada, tomó el licor y comenzó a tener mucho sueño. Tanto que se sentó a una silla.
Cuando se despertó, estaba atado en una silla. Muy cerca de la mesa, donde había un Queso sobre una bandeja. El Queso, un Emmenthal, relucía sus grandes y voluminosos agujeros. Carlos levantó la vista y contempló a la chica, que con un cuchillo en la mano, le dijo:
-         Llegó la hora de la justicia, Carlos Vazquez. Quizás no me recuerdes, pero hace algunos años, vos me violaste. Era una nena en ese entonces, pero eso no fue lo peor. Mataste a mi madre, a mi tía, a mi hermana y también a la mucama. Te contrataron para eso y te pagaron muy bien. Carlos Grosso te contrató. Ya lo asesiné de seis balazos. A Carlos Russo, el otro asesino a sueldo que participó del hecho, lo apuñalé hace algunos meses. Hoy llegó tu turno, Carlos Vazquez.
El hombre no pudo responder nada. La asesina se pusó a su espalda, levantó el cuchillo y se lo clavó en la nuca a Carlos Vazquez. El cuchillo le atravesó todo el cuello y el cadáver quedo sobre la mesa, tumbado, justo al lado del Queso. Al terminar esto, la asesina
dijo en voz alta:
-         Carlos Eduardo Vazquez. QUESO.
Y se fue del lugar del crimen en forma tan misteriosa como había llegado.

Comentarios

  1. Una mujer furiosa puede ser peligrosa si se le da por la venganza.
    Y con métodos de viuda negra.

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