El Orígen Secreto de los Quesones (los Carlos Asesinos)


Cuento dedicado a “El Fauno” que lo inspiró con un valioso comentario

Quizás muy pocos lo recuerden, quizás muchos ni siquieran había nacido, pero en los años 90 existió un grupejo de minas que se llamó “Nancy y las guerreras” liderado por una mina llamada Nancy Guerrero. Vale la pena aclarar Adabel Guerrero, famosa asesinada por el basquetbolista Carlos Matías Sandes, no tiene ningún parentesco con esta tal Nancy Guerrero.



El grupejo, que cantaba canciones idiotas y bailaban, como “Las Primas” en los 80, tenía cuatro integrantes, una de ellas su líder Nancy Guerrero. Desconocemos el nombre de las otras tres, solo diremos que era una chica de cabello castaño (la llamaremos “Gisele”), otra rubia teñida (“Solange”) y una bien morocha (“Jessica”), seguramente tenían nombres de estas estirpes. De “Las Primas” diremos que sus canciones como “Los Nenes con los nenes, las nenas con las nenas” y “Sacale la mano Antonio” eran mucho mas pegadizas y gozaron de un gran éxito en el año 1986, después fueron quedando olvidadas en la noche de los tiempos.
Lo que voy a contaros ocurrió en algún lugar de los años 90, no sabemos que año, queda a criterio del lector ubicar el tiempo preciso, solo diremos que fue en los 90 cuando el país vivía la era del “Un peso, un dólar”.



En aquellos tiempos una de las figuras más populares de la TV era Carlos Calvo, el inefable “Carlín”, principalmente en los primeros años de la década cuando gozaba del éxito de “Amigos son los amigos” (1). La popularidad de Carlín era tal que a la susodicha Nancy Guerrero no le llamó la atención que la convocaran para participar de un evento.
- ¡Carlín Calvo nos convocó para un evento! ¡No podemos dejar de asistir! ¡Obviamente nos pagará en dólares! ¡Alla vamos! – exclamó Guerrero a las demás “guerreras”.
Lo curioso es que la cita fue en una antigua casona de la Provincia de Buenos Aires, a más de cien kilómetros de la Capital, no sabemos si al Este, al Oeste o al Norte, pero las guerreras tardaron bastante en llegar, encima, fueron en un auto viejo, y manejaba una de ellas.
Creían haberse perdido, pero de repente divisaron la vieja casona. 
- Es acá, no hay dudas – dijo Nancy – la estancia “Transilvania”. Qué extraño, parece que se viene una gran tormenta, recién había un tiempo magnífico.



Las guerreras se bajaron del auto. Tocaron la puerta de la estancia “Transilvania”, el propio Carlos Calvo fue quien abrió.
- ¡Buenas noches guerreras!
- ¡Carlín! – exclamaron las guerreras.
- Así es, Carlos Calvo, el Quesón supremo. Ja, ja, pasen, guerreras.
Las guerreras ingresaron a la vieja casona, se encontraron con un gran banquete, una mesa con toda clase de variedades de Queso, donde sobresalían hormas de Gruyere, Emmenthal y Parmesano. Carlos Calvo les dijo a las guerreras:
- Les presentó a mis invitados. Carlos Bossio, el arquero de Belgrano, le llaman “Pichón”, Carlos Ignacio Fernández Lobbe, rugbier juvenil de Los Pumas, Carlos Delfino, adolescente basquetbolista, gran promesa de ese deporte, todavía bastante chico, ¿No cumpliste los catorce todavía Carlitos no? aunque muy alto y patón, eso sí, los mellizos rugbiers Carlos Gerardo y Carlos Isaac Lazcano Miranda, integrantes de Los Pumitas, y el joven Carlos Alberto Reich, “Charlie” Reich.
Las guerreras saludaron a todos los invitados, un tanto sorprendidas: todos se llamaban Carlos. Y bueno, era la era de los Carlos.
- Falta que venga el presidente – dijo Nancy, en referencia a Carlos Saúl Menem, a la sazón presidente de la Nación.



Las guerreras se metieron en un cuarto para preparar el show que iban a ofrecerle a los Carlos, que arrasaron con todos los Quesos que había sobre la mesa. Los Carlos se comieron todos los Quesos. Las guerreras estaban un poco extrañadas pero no se preocuparon.
- Nos pagan en dólares, eso es lo importante. Si hay que chuparle el culo a Carlos Calvo, lo haremos – dijo Nancy.
- Me gusto el pendejito, ese Carlitos Delfino, el basquetbolista, mide como dos metros, me parece que el chabón apenas tiene doce o trece años, muy precoz, por cierto, las patas que tiene – dijo Solange.
Las guerreras salieron de la habitación y se encontraron que Carlos Calvo estaba parado en medio del salón, mientras los otros Carlos, estaban sentados como si fuera un teatro.
- Lo siento chicas pero tengo que atarlas – dijo Carlos Calvo.
- ¿Atarnos? Pero… - dijo Nancy – eso tiene otro precio.
- No hay problemas. El doble que pactamos, ¿Te parece bien?
- Sí las chicas están de acuerdo – dijo Guerrero.



Las chicas asintieron, no iban a perderse de ganar los miles de dólares que iban a ganar, al fin y al cabo habían hecho cosas peores ante miembros del Congreso Nacional y de la Corte Suprema de Justicia.
- ¿Me ayudan a atarlas? – dijo Carlos Calvo.
El adolescente Carlos Delfino y unos veinteañeros Carlos Bossio y Carlos Fernández Lobbe se pararon y ayudaron a Calvo a atar a las guerreras, que quedaron atadas de manos y pies, con Nancy en el centro del salón, quedaron en posición semivertical, sobre una una especie de reposera, ni del todo paradas, ni del todo sentadas.
- Hoy les enseñaré a ser Quesones, queridos Carlos. Y no serán simples Quesones, serán grandes Quesones – dijo Carlos Calvo – se convertirán en unos Carlos muy Carlos. Ya les dije que esto es una antigua tradición, heredada de los viejos pueblos barbaros, hace más de dos mil años, en civilizaciones perdidas que existieron en Europa y Asia, y que los historiadores han preferido ignorar. Practicaban un extraño ritual que consistía en asesinar mujeres, y tirarles un QUESO. No era un simple asesinato, a la víctima se la sometía a un juego de los pies, debía oler, chupar, lamer y besar los pies de su asesino y luego se la “condenaba” a gozar de una intensa relación sexual con su asesino. Finalmente era asesinada y el asesino tiraba un Queso sobre su víctima. A estos asesinos los llamaban “Quesones”, el plural de “Quesón”.



Los Carlos escuchaban el relato con gran atención, las guerreras con terror.
- Algunos dicen que eran actos de ajusticiamiento, otros que eran sacrificios a sus dioses paganos – prosiguió Carlos Calvo - Seguramente eran ambas cosas. A las mujeres culpables de algún delito las sometían a este ritual, al mismo tiempo en todos los equinoccios y solsticios, sacrificaban una virgen para aplacar la cólera de los dioses. Solo los hombres que se llamaban CARLOS podían cometer esos asesinatos rituales, o sea nosotros. 
- O sea nosotros – dijo Carlos el púber Carlos Delfino – Nosotros, los Carlos. Quiero ser Quesón.
- Sí, nosotros los Carlos. Dicen que el nombre Carlos era muy popular en esos pueblos, al punto que en muchas tribus o clanes hasta la mitad de los hombres se llaman así. Pero ser un Carlos no te convertía en un Quesón. Pero no cualquier Carlos podía cometer esos asesinatos. Según la tradición, el asesinato lo cometía el Carlos que tenía los pies más grandes de cada clan o tribu, el Carlos más patón de la tribu, había decenas de clanes, quizás centenares. Todos los años se censaba a la población y el Carlos más patón se convertía en el “Quesón” de la tribu. El Quesón era el encargado de cometer los asesinatos, y gozaba de una extraña mezcla de prestigio e impunidad en cada clan. 
- Extraordinario – murmuró Carlos Gerardo Lazcano Miranda.



- Dicen que cada cuatro años, como ahora los Mundiales o los Juegos Olímpicos, los “Quesones” de cada una de las tribus se reunían en un lugar que era como un gran estadio y allí celebraban la gran fiesta de los Quesos. Decenas de mujeres eran quesoneadas, que digo decenas, eran centenas, y se elegía así al gran Quesón, una especie de Campeón de los Quesones, de Quesón de Quesones, de Quesón Supremo. Entregaban un Queso de Oro, un Queso de Plata y un Queso de Bronce, a los tres mejores Quesones.
- ¿Cómo iban las minas hasta allí sabiendo que serían asesinadas?
- Las llevaban a cambio de buenas sumas según las investigaciones arqueológicas.  Como las guerreras que vinieron hoy hasta aca, ja, ja – dijo Carlos Calvo – un grupo de Quesones ya retirados eran los jueces, así se elegía al mejor Quesón, ja, ja. ¿Quieren ustedes ser Quesones?
- Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii – dijeron al unísono todos los Carlos allí presentes.
- Les enseñaré a cometer un ritual Quesón –dijo Carlos Calvo - Primero el juego de los pies, siempre el de los pies, los pies son llamados Quesos, nosotros tenemos olor a Queso, somos Quesones. Los pies son fundamentales para los Quesones. Sobran las palabras amigos Quesones, perdón futuros Quesones, vean la demostración.



Carlos Calvo puso sus enormes pies talle 47 sobre Nancy Guerrero, se los puso sobre el rostro, y la guerrera empezó a chuparlos, besarlos, lamerlos, olerlos, la guerrera quedó extasiada. El olor a Queso de Carlos Calvo era fuerte, intenso, apestante, sofocante. La guerrera quedó como dominada, sometida a los pies de Calvo. Carlín entonces la empezó a acariciar, a hacerles cosquillas, con suavidad, de repente, con fuerza, le dio patadas en el culo, muy fuerte, con salvajismo, le empezó a chupar el culo, las tetas, la penetró por el culo, y luego por la vagina. El goce sexual de la guerrera era extraordinario. Al terminar el sexo, Carlos agarró una manguera y la baño a la guerrera, entonces le tiró un Queso sobre la cabeza. Calvo entonces agarró el cuchillo, un gran cuchillo, y se tiró sobre la guerrera. La apuñaló salvajemente. Le dio como setenta cuchillazos, uno tras otro. Al terminar, Carlos agarró el Queso y lo tiró sobre el cadáver de la guerrera asesinada.
- Queso – dijo Carlos Calvo.
Los Carlos aplaudieron de pie. La clase magistral de Carlos Calvo fue magnífica. Las otras tres guerreras esperaban allí resignadas su suerte, como las minas que eran quesoneadas en esos rituales paganos de la antigüedad.



- Ahora le toca a ustedes Quesones – dijo Carlos Calvo.
- ¿Quién de nosotros pasa? – dijo Carlos Bossio.
- Hagamos como en los tiempos antiguos – propuso Carlos Ignacio Fernández Lobbe – elijamos al más patón de nosotros.
El rugbier estaba convencido de ser el ganador, pero cuando Carlos Calvo midió pie por pie, no había dudas: el ganador era Carlos Delfino.
- ¡Carlitos! – dijo sorprendido Calvo – vos que todavía no tenes ni trece años, sos el más patón, calzas como cincuenta.
- Ja, ja – dijo Carlitos Delfino – soy chico, pero seré un gran Quesón, tanto que les aseguró que en unos años asesinaré a Valeria Mazza, le tiraré un Queso, promesa de Quesón.
- No es momento de promesas de Quesones – dijo Carlos Calvo – pero asesina a una de las guerreras.
- La voy a quesonear – dijo Carlitos Delfino.
Carlitos tenía que elegir un arma, y tomó un gran cuchillo largo y filoso, de esos que llaman “jamoneros”, y se acercó a una de las guerreras. Le pusó los pies encima del rostro, unos pies llenos de olor a Queso, muy intenso (2). La guerrera empezó a chuparlos, lamerlos, besarlos, olerlos, Carlitos la sometió a los pies sin dificultad, despues hizo como Calvo: acariciar a la guerrera, chuparle los pezones, la concha, el culo; la penetró por la vagina, cogieron con goce y satisfacción; al terminar Carlitos tomó el cuchillo y ¡raaaaaajjjjjjjjjjjjjjj! le cortó el cuello a la guerrera, la degolló sin piedad.
- Queso – dijo Carlitos mientras tiraba el Queso a su víctima.



- Brillante. Serás un gran Quesón – sentenció Carlos Calvo, asombrado por la frialdad que mostro el adolescente basquetbolista, sobre todo por la corta edad de Carlitos.
- Quedan dos guerreras y somos más Quesones que eso – dijo Carlos Bossio - ¿Qué hacemos?
- Quesonear, son Quesones, quesoneen – dijo Carlos Calvo.
- Yo cedo mi lugar, no hay problemas, amigos Quesones – dijo Carlos Reich – quiero ser Quesón, y seré Quesón, pero lo mío son los revólveres con silenciador.
- Un estilo – dijo Carlos Calvo – Para respetar, por cierto. Diferente a las típicas armas blancas. Lo importante no es la forma, sino tirar un Queso y cometer el asesinato, ja, ja.
- Nosotros seremos los mellizos Quesones – dijeron los Lazcano Miranda – tengo una idea amigos, cortemos uno de los Quesos, los que cortan los trozos más grandes de ese Gruyere, quesonean a estas dos guerreras.



Cortaron los Quesos, Carlos Bossio y Carlos Fernández Lobbe fueron los ganadores. Los Mellizos Lazcano Miranda masticaron bronca, pero al fin y al cabo, ellos propusieron la manera de elegir a los Quesones, y con caballerosidad deportiva, aceptaron el resultado.
Bossio y Fernández Lobbe agarraron los cuchillos y los Quesos, y fueron ante las dos guerreras que quedaban con vida. Las sometieron a los pies en forma intensa, ellas chuparon, lamieron, besaron y olieron los Quesos del arquero y del rugbier. Despues hicieron las cosquillas, las caricias, las bañaron con la manguera, les dieron patadas en el culo, y ahí las cogieron en forma salvaje, finalmente las apuñalaron sin piedad, en forma brutal.
- Queso – dijo Carlos Bossio mientras tiraba el Queso.
- Queso – dijo Carlos Fernández Lobbe al tirar el Queso.



- Magnifico. Algo me dice que si hubiera un Queso de Oro, un Queso de Plata y un Queso de Bronce ustedes tres se los disputarían – dijo Carlos Calvo.
- No sé – dijo el adolescente Carlos Delfino – mira que hay un pibe mendocino que juega al básquet que tiene mucho olor a Queso, se llama Carlos Matías Sandes, pero apenas cumplió los diez u once años, pies muy grandes para la edad que tiene, muy grandes, los ví, un centímetro más que los míos.
- Muy chico, no abusemos – dijo Carlos Calvo – aunque pensándolo bien creo que los Quesones deben ser captados de chicos, no digo a los nueve años, pero sí a los doce o trece, como los padawan, los jedi en Star Wars.
- ¡Queso! ¡Queso! ¡Queso! ¡Queso! ¡Queso! ¡Queso! ¡Queso! – comenzaron a gritar los Quesones, en aquella noche, donde para muchos nació la Logia Moderna de los Quesones (los Carlos Asesinos).


(1) Un relato de Carlos Calvo como Quesón en la era de “Amigos son los Amigos”https://cuentossangrientos.blogspot.com/2018/11/amigos-son-los-amigos-y-quesos-son-los.html
(2) Esta comprobado científicamente que en los adolescentes el sudor de pies es mucho más fuerte que en los adultos, imagínense lo que era el olor de los pies de Carlos Delfino.

Comentarios

  1. Bien por el regreso de este relato, con lo que podría ser el inicio de la logia. Y ese grupejo despertando morbo.
    Carlos Calvo iniciando como el líder. Y Delfino, como un destacado quesón.

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  2. QUE BUENO TENER AL QUESÓN SUPREMO EN ACCIÓN AHORA QUE YA NO ESTA MAS ENTRE NOSOTROS, PERO DEJO SU LEGADO DE QUESOS

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