El Asesino de Maria Vazquez
Esto que voy a contaros ocurrió en el tiempo en que la sociedad en general, y el mundo del deporte en particular, estaba conmocionada por los asesinatos del “El Rugbier Quesón” (como lo llamaba la prensa), un sanguinario asesino serial que apuñalaba esposas o novias de jugadores de rugby, y que sobre su cádaver arrojaba un Queso.
Ocurrió entonces que, como todos los años en el mes de noviembre, se estaba desarrollando en Buenos Aires el Abierto de Polo, en el campo dedicado a ese deporte en la zona de Palermo (o Las Cañitas como también se conoce a esa zona).
Al Abierto de Polo concurren diferentes personalidades del jet set local. Entre los que concurrieron en la oportunidad que voy a contaros, estaban tres jugadores de “Los Pumas”, la selección argentina de rugby. Estamos hablando de Gonzalo Longo, Santiago Phelan y Carlos Ignacio Fernández Lobbe (“Nacho Lobbe”). Las esposas de los tres habían sido víctimas del “Rugbier Quesón” por eso su presencia generó respeto, una suerte de solidaridad y admiración en el público.
Nacho Lobbe, con su 1,96 metros de altura, 111 kilos de peso y su enormes pies talle 49, no se cansó de firmar autógrafos e incluso hizo un par de declaraciones a la prensa:
“Hay que seguir adelante” dijo Nacho “hemos pasado momentos muy duros, los peores que puede pasar un ser humano, pero aquí estamos, esperemos que pronto quienes tienen la responsabilidad de hacerlo, la justicia, la policía, lo que sea, detenga de una vez a este demente, depravado y maniático que asesinó a nuestras esposas, y les ha tirado un Queso”.
El partido de polo comenzó y el Nacho Lobbe empezó a aburrirse, era un auténtico bodrio, una cosa era el rugby, deporte de contacto físico y violento sí los hay, y otra cosa era el fútbol, el era bostero, y solía concurrir bastante a los partidos de Bosta Juniors en La Ribera. Pero el Polo lo aburrió, a pesar de su enorme corpulencia, nadie se dio cuenta de que Nacho abandonó la tribuna y se fue para abajo.
Empezó a caminar, fue al auto, por algún instinto imposible de explicar, Fernández Lobbe se puso un par de guantes negros, y sacó la mochila, donde guardaba el Queso y el cuchillo de caza. Siguió caminando. Mucha gente lo vio. Nadie le prestó atención. Era una figura más de los muchos que andaban por ahí.
Lobbe siguió caminando y de repente, en un costado de las tribunas, por los pasillos de abajo, vio a María Vazquez, una top model consagrada dos décadas atrás, ahora entrando ya en los cuarenta, muy bella todavía.
Era la esposa del gran polista Adolfo Cambiaso, el líder y creador del equipo “La Dolfina”, uno de los protagonistas del certamen.
Lobbe, siempre con la mochila, se acerco a donde estaba María Vázquez, que estaba fumando un par de churros.
- Hola ¿Cómo va? ¿Te aburre el polo, piba?
- Yo, muy bien, el polo es un bodrio, le gustará a Adolfito, yo prefiero estar aca, ¿Quién sos? ¡Qué grandote que sos! ¡Vos no jugas al polo!
- No, piba, no, yo juego al rugby, o jugaba no se, eso lo decidís vos, ja, ja…
- Vos sos uno de Los Pumas, yo te conozco, te decían Nacho…
- Sí, soy Carlos Ignacio Fernández Lobbe, ese es mi nombre completo. Me decían “Nacho” pero ahora muchos me dicen simplemente “Carlos”.
- Carlos. Qué lindo nombre. De alguien ya medio veterano. Pero que lindo nombre. Muy masculino. Che, que olor que tenes.
- Sí, olor a Queso…
- Deben ser mis pies.
- Qué grandes que son.
- Calzo 49. Cuando empecé a jugar al rugby en las ligas profesionales, allá en Liceo Naval, y ya tenía esta altura, calzaba 45. Pero por alguna razón, lo llaman “síndrome de Charles Feet” mis pies siguen creciendo y siguen creciendo. Quizás cuando llegué a los cincuenta años calce 50.
- Me encantan esos pies grandes, carnosos y quesudos.
- ¿Quesudos? Ja, ja, igual yo soy Quesón, ja ja…
- ¿Quesón? Qué lindo nombre, como un Queso grande, muy grande…
- Y lo tengo muy grande.
María Vazquez dijo entonces:
- Te espero en el box de los caballos. Ahora que estos chetos están jugando al polo. Los llobacas están arafue.
- Pero nos van a ver.
- No pasa nada. Siempre voy ahí. Los muchachos no van a ver nada. Además todos la pasaron muy bien conmigo y yo con ellos.
- ¿Tan cornudo es Adolfo Cambiaso?
- Y cuando el está en Londres, París, Kentuchy o Texas, también lo pasa muy bien, ¿Qué te pensas?
Un par de minutos después, Lobbe y Vazquez estaban en dentro de un box de los caballos. Vazquez se puso sobre el piso y le dijo al rugbier:
- A ver esos pies.
- No son pies, nena, son Quesos. Y huelan muy fuerte.
- No te creo.
- Pues ya lo verás. Son los Quesos de un Quesón, de un Quesón que cada día esta mas Quesón.
El rugbier se sacó las zapatillas y las medias, puso sus pies sobre la modelo, y el olor a Queso era intenso, apestante y asfixiante. Vazquez apenas lo podía aguantar, pero le gustaba como si estuviera hechizada, y debajo de los pies de Lobbe, empezó a olerlos, chuparlos, besarlos y lamerlos… mientras se hundía en la paja del box de los equinos.
- Me encantaron tus Quesos, Carlos – dijo Vazquez – ahora violame en forma salvaje como un rugbier.
El rugbier cumplió los deseos de Vázquez, que disfrutó mucho la “violación” que no fue tal obviamente, sino un encuentro sexual muy intenso que Vázquez disfruto con mucho placer, para el rugbier era solo una más, para la chica quedó muy complacida…
- Ojala Adolfo me complaciera así como vos, Carlos.
- Pero falta lo mejor.
- ¿Lo mejor? ¿Qué es lo mejor?
De repente, María Vazquez vio frente a ella al rugbier, sosteniendo un enorme cuchillo de caza con sus guantes negros, acercarse a ella como si fuera un try, y comenzó a apuñarla salvajemente. Cuchillazo, cuchillazo, viene, María Vazquez nada pudo hacer ante la furia criminal y sanguinaria del rugbier. Cuchillazo va, cuchillazo viene, Carlos Ignacio Fernández Lobbe asesinó a María Vazquez. Fueron 63 puñaladas…
Al terminar el crimen, Carlos Ignacio Fernández Lobbe contempló al cadáver de su víctima, tomó el Queso, lo arrojó sobre el cadáver mientras decía en voz alta:
- Queso.
Y abandonó la escena del crimen con total impunidad. Muchos vieron pasar una enorme figura, pero nadie se dio cuenta. Nacho regresó a la tribuna, el bodrio del polo seguía, Adolfo Cambiaso seguía jugando en La Dolfina.
Cuando todo terminó, Nacho Fernández Lobbe se fue del lugar sin saber que el cadáver de la otrora top model acababa de ser descubierto, con el Queso y todo, la policía horrorizada ante un nuevo asesinato Quesón intentó ocultar el tema…
Aquel distrito, el de Las Cañitas, el del Fiscal Gruyerino era especialmente sensible por el tema de los Quesones, pues muchos crímenes de estas características ocurrieron allí. Gruyerino dijo ante la prensa:
- Hay que implementar el Estado de Sitio ante estos asesinatos que no tienen fin.
Muy bueno. Seguro ya contaste la historia de Gonzalo Quesada
ResponderBorrarPor lo menos la pasó bien antes de matarla. Pero que fijación por destruir la belleza de esas mujeres. Cuando podría estrangularlas y luego embalsamarlas para exhibirlas en un museo de la logia de los quesones.
ResponderBorraruna belleza que debía ser asesinada por este rugbier, cheto y sanguinario como pocos
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