El Asesino de Eleonora Wexler
Eleonora Wexler llegó al set de la grabación de su telenovela “Lluvia que moja” con libretos del gran Alberto Migré. Pero aquel día en el set habría un casting.
El director, Wilfredo Ferran, le dijo:
- Hoy elegiremos al personaje de “Carlos”, el que tiene que hacer el papel del asesino. Hay ocho actores que hemos seleccionado.
- Yo misma lo elegiré. Yo seré quien decida el casting.
- ¿Así de manera tan autoritaria?
- Sí, al mejor estilo Stalin o Mao Tse Tung. Yo me tuve que fumar que pusieron a esos actorcillos de cuarta en otros papeles. Este lo elijo yo. Tengo entendido que debo grabar muchas escenas eróticas con este “Carlos” y además es el personaje que te termina asesinando.
- Recorda que es una historia al reverso: empieza por tu asesinato, que va en el primer capítulo, obviamente no se sabrá quien es el asesino, luego el personaje de “Carlos” irá adquiriendo más relevancia, a medida que se recuerde tu historia, en forma retrospectiva.
- A ver con el casting, que pasen los postulantes.
El primero, Fabricio Zuccarelli…
- Zuccarelli – dijo Wexler – me suena a “azúcar” que en italiano es “zucchero”. Además muy rubio, parece una onda sueco, no me gusta, quiero algo más criollo, más autóctono.
El segundo, Mariano Caprarola…
- Descartado de plano. Muy gay. Que pase el que sigue.
El tercero, Carlos Eisler…
- Carlos – dijo Wexler – me gusta.
- Se llama igual que el personaje, en los créditos saldría “Carlos Eisler” como “Carlos”, no se… - dijo el director Ferran.
- Y como Carlos Calvo. Todos sus personajes se llamaban Carlos. Me gusta esa ropa, onda del 1900, y esas patas. Pareces Bob Patiño. ¿Cuánto calzas Carlos?
- 47. Pero en algunos modelos de zapatos y zapatillas tengo que usar 48 – fue la respuesta de Carlos.
- Termino el casting – dijo Wexler – ya esta seleccionado Bob Patiño, digo Carlos Eisler.
- Pero aún faltan cinco postulantes… - dijo Ferran.
- ¿Alguno calza más de 45?
- No.
- ¿Alguno se llama Carlos?
- No.
- Listo. Se terminó. Has quedado seleccionado, Carlitos.
- Muchas gracias – dijo Carlos Eisler.
- Mañana comienzan las grabaciones de “Lluvia que moja” – dijo Ferran – lo esperamos señor Eisler.
Al día siguiente comenzaron las grabaciones, en una estancia cercana a Luján. Era la estancia “Andromeda” así con nombre espacial.
La primera escena era de alto contenido erótico. Carlos Eisler, con ropa gauchesca pues interpretaba a un peón de estancia con sus medias negras, se extendía sobre una mesa. El personaje de Wexler, Anastasia, venía y quedaba atraída por los pies de Carlos, se acercaba y los empezaba a oler.
- A ver Wexler – dijo el director Ferran – la escena es sencilla. Entras y lo ves a Carlos con los pies, en medias, tendidos sobre la mesa. Vos le decís “Vos sos el hijo de don Eleuterio, no?”, y Carlos te contesta “Sí, ahora soy el capataz, mi padre falleció hace unos meses, yo sé todo sobre la estancia”.
Grabaron la escena. Wexler quedo fascinada. A Carlos también le gustó mucho. Cuando terminaron, Wexler le dijo:
- Me encanto. Quisiera que esto que hicimos para la ficción sea algo verdadero.
- No fue tan ficción. El olor a Queso de mis medias es real.
- Lo sé. Por eso me encantó. Sos Bob Patiño en serio. Debería rebautizarte “Bob Quesudo” o mejor dicho “Charly Quesudo” porque te llamas Carlos, ja, ja…
- Jamás seré Quesudo. Yo soy Quesón. Un Quesón. Y si queres tener sexo, hagamoslo hoy. Mañana hay que grabar otra escena, en la que te asesinó, ja, ja.
Los dos se quedaron a dormir en la estancia. El equipo de grabación se fue. Wexler tenía una habitación. Decían que ahí había dormido Belgrano en 1812, Dorrego en 1825, Rosas en 1846. A Eisler le asignaron una más chica.
Eisler, muy erotico, siempre con ropa gauchesca, incluyendo botas bien gruesas. Eisler llevó un Queso en una bandeja. Wexler le dijo:
- Te espero esta noche en la habitación.
Y fue a la habitación. Carlos hizo un strep tease delante de Wexler que quedó fascinado. Se sacó todo, menos las botas y las medias. Wexler no podía creer el tamaño de la pija de Carlos.
- Bob Patiño no la tenía tan grande. Estoy segura.
- Sacame las botas – le dijo Carlos.
Y así fue que Wexler le sacó las botas, las olió, chupó, lamió y besó; después las medias, y repitió lo mismo. Ya descalzo, siguió con los pies. Después Eisler también jugó con los pies de Wexler. No olían a Queso como los de él, sino a perfume de París. Pero a Eisler le gusto.
- Así debe ser – acotó Carlos – los hombres olemos a Queso. Las mujeres deben oler a fragancia francesa.
Despues tuvieron sexo en forma intensa y desenfrenada. Obviamente Wexler también le quería chupar la pija a Eisler y lo logró. Eisler se cogió a Wexler. Estaba fascinada.
Terminaron.
- Noche perfecta. Dormiremos un poco ahora. Mañana hay que grabar la escena en la que me asesinas.
- Ja, ja, seré tu asesino, a sangre fría. Mira estos son los guantes negros, ja, ja, y este es el puñal de utilería que voy a clavarte en el corazón.
- Pensé que me asesinabas con revolver.
- A mí me dijeron que era con puñal.
- Que raro. Yo leí que me disparabas ocho balazos en el libreto.
- Bueno – dijo Carlos – mañana le preguntamos a Ferran y a Migre.
- Ja ja – pensó Carlos – te asesinaré Wexler. Y te tiraré un Queso.
Carlos Eisler se retiró a su habitación. Pensó que hacer. Podría ponerse el traje del Zorro y asesinar con la “marca C de Carlos” como tantas veces lo había hecho. De hecho abrió la valija y vio la espada del Zorro, con la que tanto crímenes había cometido. Pero ahí justo al lado, había una pistola de clavos… Y recordó la controversia sobre la escena de la novela.
- Ni revolver como dice en el librero, ni puñal como invente yo… pistola de clavos… así la asesinaré.
Con los guantes negros, Carlos Eisler tomo la pistola de clavos. Y se dirigió con frialdad a la habitación de Wexler. Pero no fue directamente. En el medio pasó por la cocina, y agarró el Queso. Así, con una mano llevaba la pistola de clavos y en la otra, el Queso.
Entró a la habitación de Wexler. La actriz, que estaba semidormida, le dijo:
- ¿Qué queres Carlitos?
- Ni puñal ni revolver – dijo Carlos – pistola de clavos.
Wexler abrió los ojos espantada, pero ya era tarde, Carlos disparó la pistola de clavos treinta y cuatro veces. Un asesinato a sangre fría, sin duda.
Carlos Eisler contempló al cadáver de su víctima, tomó el Queso, lo arrojó sobre el cadáver mientras decía en voz alta:
- Queso.
Al día siguiente, al amanecer, con gran frialdad, Eisler llamó a la policía, el Comisario Miguel fue quien llegó.
- No se que ocurrió Comisario Miguel. Me desperté y encontré a Eleonora Wexler muerta. Asesinada a sangre fría. Habrán sido ladrones o gente de esa secta extraña de ritos estrafalarios.
- Hay un Queso en la escena del crimen, Comisario Miguel, sobre el cadáver de la víctima – dijo el Oficial Ramírez.
- La asesinaron con una pistola de clavos. Ni revolver ni puñal – acotó el Oficial Lozano.
- Pero que cosa chamigo – dijo el Comisario Miguel, sin disimular su acento litoraleño pues era correntino – que no ganamos para sustos. En la Capital matan a la mujer de Tinelli y le tiran un Queso. Aca paso esto.
- Esta secta esta haciendo un desastre – dijo el oficial Ramírez.
- No se adonde iremos a parar – dijo el oficial Lozano.
- Usted señor Eisler – le dijo el Comisario Miguel a Carlos – no se preocupe. Que venga el Doctor Carlos Gonella, le tomamos una declaración a usted y listo.
- Perfecto. Ahora van a venir los de la grabación. Igual mucho problema no se van a hacer. Ya la tienen a Nancy Duplaá como suplente…
una obra maestra
ResponderBorrarQue molesto lo de quesonear a la actriz antes de la grabación. La pistola de clavos, podría ser un arma para Tevez.
ResponderBorrarAntes que Bob Patiño, habría ver que hace Carl Carlson. Un doble Carlos.