La Asesina de Gonzalo Tiesi, Lucas Borges, Sebastián Solé, Nicolás Brussino, Máximo Fjellerup y Juan el Pipa Gutierrez

Estas son las crónicas de seis asesinatos de Ravelia Zamas, “la Quesona”, la sanguinaria, temible, cruel e implacable asesina serial de hombres, todos ellos deportistas, dos rugbiers, un voleibolista, y tres basquetbolistas, tal vez las víctimas preferidas de la Quesona. A cinco de ellos los estranguló destacándose las dotes de Ravelia como asesina estranguladora, a uno lo decapitó, destacándose también su condición de decapitadora, a todos les tiró un Queso, porque ella es la Quesona.



LA ASESINA DE GONZALO TIESI Y LUCAS BORGES

El rugbier Gonzalo Pedro Tiesi se despertó y para su sorpresa, estaba sentado en una silla, encadenado de pies y manos, sin poder dar movimiento alguno. Al lado de él había una mesa, donde había un Queso sobre una bandeja. El Queso, un Emmenthal, relucía sus grandes y voluminosos agujeros.

Preso del pánico ante la situación en la que se hallaba, desesperado, intentó levantarse pero nada pudo hacer nada. De repente, detrás de él escuchó la voz de una mujer:

- Buenas tardes "Gonza".

- ¿Quién sos? ¡Qué querés de mí! ¡Socorro! ¡Una loca me ha secuestrado!

- Una loca no, estimado Gonza, una asesina, la Quesona Asesina, je, je.

- ¡Soltame, loca!

- Grita lo que quieras – dijo la Quesona – pero nadie te escuchará, espero que sepas complacerme.

A continuación, la Quesona se sacó las medias y puso sus pies talle 42 encima del rostro del rugbier.


- Espero que te gusten los pies de mujer – dijo la Quesona – chupamelos, lamelos, besalos.

El rugbier no tuvo otra opción que hacer lo que quería la Quesona, y comenzó a besarle, lamerle y chuparle los pies. Una y otra vez. Cuando la Quesona quedó satisfecha, le dijo al Gonza:

- Ahora seré yo quien jugará con los pies, te haré cosquillas.

Las cosquillas en los pies hechas con una pluma por parte de la Quesona, fueron para el rugbier una verdadera tortura. Tiesi no lo pudo aguantar, al punto que terminó gritando:

-         ¡Basta! ¡Basta de este sufrimiento!

La Quesona entonces tiró la pluma al piso, agarró una soga muy gruesa y le dijo al Gonza Tiesi:

-         Lo siento Gonzalo, pero ahora debo asesinarte.

Puso la soga al cuello del rugbier, y a continuación, lo ahorcó. No fue nada fácil, la Quesona tardó varios minutos pues el rugbier medía como un 1,94 metros de altura y calzaba alrededor de un 46. Pero tras un gran esfuerzo, la Quesona cumplió con su objetivo.

El cadáver quedo sobre sentado, con la soga al cuello, tumbado, justo al lado del Queso. La Quesona tomó el Queso y lo tiró sobre el cadaver de Tiesi, dijo entonces en voz alta:

-         #Queso. Gonzalo Tiesi.

Unas pocas semanas despues, otro rugbier, Lucas Borges, era asesinado de una manera similar. Tras secuestrarlo, y tenerlo maniatado, lo sometió a una serie de torturas como hacerle cosquillas, por ejemplo y luego puso la soga al cuello del rugbier, y a continuación, lo ahorcó. No fue nada fácil, la Quesona tardó varios minutos aunque el rugbier estaba lejos de ser alto, pues medía como un 1,75 metros de altura y calzaba alrededor de un 43. Pero tras un gran esfuerzo, la Quesona cumplió con su objetivo.

El cadáver quedo sobre sentado, con la soga al cuello, tumbado, justo al lado del Queso. La Quesona tomó el Queso y lo tiró sobre el cadaver de Borges, dijo entonces en voz alta:

- Lucas Borges. #Queso.

Y tanto con Gonzalo Tiesi como con Lucas Borges la asesina se fue del lugar del crimen en forma tan misteriosa como había llegado. Pero antes tomó las zapatillas de su víctima como trofeo, gigantescas zapatillas, y rato después lucían en la vitrina con los demás pares de zapatos y zapatillas de cada uno de los hombres que había asesinado, ahora con un nuevo cartel que señalaba las nombres de sus víctimas.

LA ASESINA DE SEBASTIAN SOLÉ

No sabemos en que ciudad ni en que tiempo, pero ocurrió en algún lujoso hotel que una mujer idéntica a la modelo Valeria Mazza, Ravelia la Quesona, y el voleibolista Sebastián Solé se encontraron a solas en una habitación.

- Tengo que hablar con vos – le dijo Ravelia a Seba.

Tras decir esto, la modelo, vestida muy elegantemente con guantes negros, acomodaba un enorme Queso Gruyere sobre una mesa y tomó con sus manos una enorme soga.

El voleibolista permanecía sentado dándole la espalda a la modelo, y de repente, vio que su cuello estaba rodeado con la soga.

- ¿Qué haces, loca? – preguntó Solé.

- Lo siento, Seba, pero soy una asesina, vos vas a ser mi próxima víctima. Soy la Quesona Asesina, como quieras llamarme. Te estrangularé.

- ¡Me estás jodiendo! – respondió Seba Solé en una mezcla de asombro y terror.

- Si a los asesinatos los consideras una joda, sí, estoy jodiendo – fue la fría respuesta de la asesina – Hay una chance de que te salves. Arrodíllate.

Con la soga al cuello, Sebastián se arrodilló frente a ella. La chica le ató las manos y le dijo con una gran frialdad:

- Chupame los pies.

El voleibolista entonces comenzó a chuparle, lamerle, besarle y olerle los pies a la chica, que era una Quesona, aunque sus pies no olían a Queso, sino a perfume francés. Cuando terminó, la Quesona golpeó con un latigo a Solé, y le colocó una bolsa sobre la cabeza, a continuación comenzó a apretarle el cuello con la soga, estrangulando y asfixiándolo a la vez.

Finalmente el voleibolista cayó muerto tras una larga resistencia, mayor de lo que pensaba la Quesona. La asesina dijo entonces mientras contemplaba el cadáver:

- Me hubiera gustado divertirme más con vos, bueno, no pudo ser.

La asesina tomó entonces el Queso y lo tiró sobre el cadáver de Sebastián Solé, a la vez que decía en voz alta el nombre de su víctima:

- Sebastián Solé.

Ravelia Zamas se fue del lugar llevandose las enormes zapatillas talle 51 del voleibolista Sebastián Solé, trofeo de aquel asesinato.

LA ASESINA DE NICOLAS BRUSSINO

Ravelia, la Quesona Asesina se dijo asímisma: "¿Quién será mi próxima víctima?"

Tras observar un partido de basketball, no tuvo dudas... otra vez elegía como víctima a un hombre joven de 25 años que medía 2,01 metros, calzaba cincuenta y pesaba 98 kilos. Se trataba de Nicolás Brussino.

"Ummm...Vos sos el indicado Nicolás Brussino, cumplís con las características que necesito. Lindo Quesudo. ¡Haber, haber! Requiero esta vez, una bolsa plástica, un lazo de nylon, mis guantes de cuero que no deben faltar nunca, y por supuesto un Queso. Cuando este frente a él armare algún plan para retenerlo" — Ravelia ya tenía todo arreglado para ese encantador encuentro.

Ravelia seguía en sus redes a todas sus presas, era una manera de estar más cerca de ellos. Dado que prácticamente las personas suben su vida a las redes sociales, la inteligente y sagaz chica aprovechaba eso para hacerles un mejor seguimiento y saber exactamente donde estarán.

"¡Que suertuda soy! Nicolás Brussino hoy juega un partido en la ciudad. Mis planes están saliendo como deseo” observó Ravelia al ver que el basquetbolista se acercaba a ella

Ravelia fue a ver el partido de basquetbol, mientras el mundo de ese deporte seguía conmocionando por el reciente estrangulamiento de Patricio Garino.

La espera era algo larga, pues había llegado hace poco, pero sus agudos ojos estaban al acecho de Nicolás Brussino.

Al finalizar el juego y en medio de algunas entrevistas al deportista, Ravelia los interrumpió y se presentó como una admiradora de Nicolás. Haciendo que los reporteros se vayan de inmediato a buscar a otros jugadores.

"Holaa, pero que han visto mis ojos, ¡un ángel aquí cerca de mí! " dice Nicolás mientras contempla a Ravelia.

"Hola" contesta Ravelia mostrándose algo tímida con él para atraerlo más "Soy Ravelia, no quiero molestarte ¿me preguntaba si podrías darme un autógrafo? Sé que sonara tonto que diga esto; pero soy muy fanática tuya, siempre he ido a todos tus juegos, te he seguido de cerca, pero no había tenido la oportunidad ni el valor de hablarte, pues tu eres prácticamente una estrella” —le pregunta la chica al joven – “Quiero que me hagas tuya, Nico”.

Salieron juntos del lugar. Caminan alrededor de 15 minutos, terminando cerca de un callejón, lejos de la concurrida zona done estaban segundos atrás.

"¡Vamos a divertirnos, que te parece! Creo que en ese sitio nadie nos podrá observar" dice el joven. Dirigiéndose al callejón...

—¡Claro, porque no! —le responde Ravelia.

Besos y caricias. Nicolás se pone en marcha, lleva a Ravelia hasta una pared, tocando todo su cuerpo.

Ella lo disfruta, eso le excita. En medio de impulsos sexuales y mucho derroche de placer, ella se separa un instante de él y ve a su bolso, se pone sus tan preciados guantes y toma la soga y la bolsa, pues sabe que se acerca "ese momento".

"¿Que sucede? ¿Porque paras y para que esos guantes, y la soga? " pregunta un excitado y confundido Nicolás.

"No te preocupes mi guapo chico, es solo un fetiche, me hace sentir mas en ambiente" le responde la bella chica.

Cada vez el clímax aumentaba. Ellos seguían en una desenfrenada carrera por placer ligada al deseo de sexo.

Ravelia le pide a Nicolás que le muestre sus grandes pies.

"Sabes me encanta y me vuelve loca los grandes pies de un hombre. Me llevarías al cielo si me los muestras" dice la insaciable mujer.

"Por supuesto Ravelia que te dejare ver estos grandes pies. Calzo 50" le dice el basquetbolista.

Nicolás se quita sus zapatillas, luego sus calcetines, dejando ver su grandes y olorosos pies. Ese hedor, aquella fragancia descontroló a Ravelia al punto de comenzar a besar los pies del hombre.

Aquel callejón fue testigo del desenfreno y lo insaciable que podía llegar a ser la bella chica cuando quería algo.

"¡Quiero que me hagas tuya! Házmelo aquí en este sucio callejón" le dice a Nicolás en un tono bastante sugestivo.

El basquetbolista no pronuncio palabra, solo continuo en su campaña de placer. Toda su dedicación estaba puesta en ese momento y lugar.

Tuvieron sexo en ese sitio sin importar que tal vez pudiesen verlos. Cuando todo parecía perfecto para Nicolás, la desquiciada lo mujer ataca, golpeándolo en el rostro. Él se levanta algo desorientado sin saber qué es lo que está pasando y porque ella lo golpeo.

"¿Qué haces loca?, ¿Sos pelotuda o qué'" le dice algo enojado.

Nicolás se abalanza sobre ella y la toma de ambos brazos, estrujándola un poco. Esta vez las cosas no salían exactamente como las contemplo la asesina.

Ravelia es lanzada al suelo y pateada en el vientre por parte de Nicolás, que se mostraba bastante iracundo por lo que había hecho la chica.

Todavía en suelo la chica le hace zancadilla al hombre para que se caiga, logrando su cometido y como puede se incorpora, esta vez muy enojada.

La cruel chica lo golpea en su entrepierna, no solo una sino varias veces. El hombre pierde el equilibrio y cae por el dolor.

"¡Con que oponiendo resistencia ehh! Esto es lo que mereces imbécil, acaso no te enseñaron a no golpear a las damas" dejando salir su crueldad y sadismo en ese momento.

Magulladuras en el rostro y parte del cuerpo de Nicolás era el precio por hacer irritar a la malévola mujer. Al ver que ya estaba sometido el hombre, le colocó la bolsa sobre la cabeza, y la soga alrededor del cuello, asfixiándolo y estranguladolo a la vez, aprovechándose que él no podía defenderse ya.

"¡Ves! Por eso no se le debe agredir a una mujer, mi querido Nicolás" diciéndole esto en un tono burlón y sarcástico.

Con las pocas fuerzas que le quedaban, solo podía retorcerse, este era su fin, era su paga por haber conocido a Ravelia "la Quesona". Con todas sus fuerzas la desquiciada mujer apretó la soga hasta romperle la tráquea al joven.

Al término del crimen, Ravelia saco el Queso y lo arroja al cuerpo frio de Nicolás... esa es la firma para todas sus fechorías. Se dispone a irse rápido con las zapatillas talle 50 de Nicolás Brussino como trofeo.

"Nicolas Brussino. #Queso".

Y la Quesona se fue del lugar, pensando en quien serían sus próximas víctimas.

LA ASESINA DE MAXIMO FJELLERUP

El joven basquetbolista Máximo Fjellerup, jugador de San Lorenzo, con su 1,98 metros de altura y su calzado n° 48, salía del entrenamiento de su club. Ravelia Zamas, la Quesona, la cruel, sanguinaria e implacable asesina serial de hombres se encontraba merodeando en el lugar. Tenía ganas de asesinar a un basquetbolista y como una depredadora se encontraba de cacería buscando alguna nueva víctima. Vio pasar a una media docena de basquetbolistas, ninguno le interesó a pesar de que eran patones, hasta que observó a Máximo Fjellerup

-          Qué lindo este chabón. Un gran quesudo sin duda. Lo quesonearé – pensó Ravelia – Tiene cara de Carlos. Hubiera sido un gran Quesón. Qué lastima. Lo quesonearé

Ravelia se acercó al basquetbolista. Este quedo impresionado al ver a la rubia acercándose a el. Imaginemos. Ravelia era igual a Valeria Mazza pero cuando esta tenía 22 o 23 años.

-          Hola. ¿Sos Máximo Fjellerup, no? Leí que iba a jugar en la NBA

-          Por ahora estoy en San Lorenzo… y vos nena, ¿Quién sos

-          Ravelia, la Quesona.

-          ¿La Quesona? Un sobrenombre muy gracioso

-           ¿Muy gracioso? Te voy a tirar un Queso, Fjellerup.

-          ¿Tirar un Queso? ¡Ja, ja! ¡Qué gracioso

A la Quesona nada le agradó todo esto… lo único que logró Fjellerup fue aumentar el deseo de Ravelia de asesinarlo. De hecho, la asesina debió contenerse y le dijo al basquetbolista

-          Queso. Te tiraré un Queso, Fjellerup. Lo haré con satisfacción

-          Perfecto – dijo el basquetbolista – ¿Aca lo vas a hacerDecime donde.

-          Vení a mi departamento. Vamos juntos. Ahora. Te llevo.

La asesina revisó su bolso. Tenía un Queso, un puñal, un revolver con silenciador, una bolsa y una soga.

- Perfecto – pensó la asesina – con esto basta.

No tardaron en llegar al departamento. Fjellerup le dijo a Ravelia

- Bueno, tírame el Queso. A ver.

-Aca va – la asesina sacó del bolso el Queso y lo tiró encima del basquetbolista. Este se cayó al piso al recibir el impacto del Queso

- Vaya, era verdad. Me tiraste un Queso

Aprovechando que Fjellerup se hallaba en el piso como consecuencia del Queso que le había tirado, Ravelia puso sus pies encima del basquetbolista. A Fjellerup le gustó, y empezó a jugar con los pies de la asesina, que olían a perfume francés, chupándolos, oliéndolos, besándolos y lamiéndolos.

- Ahora quiero ver los tuyos

- Calzo 49.

- Te sacaré las medias y las zapatillas.

Ravelia sacó las medias y las zapatillas de Fjellerup, y al quedar descalzo, ella empezó a oler, chupar, lamer y besar los pies del basquetbolista. Se sintió desilusionada. No olían fuerte, sino muy suave. Bah, en realidad no tenían olor a nada.

-          Una razón más para asesinarlo – pensó Ravelia

Fjellerup le dijo entonces a Ravelia:

- Te voy a coger, si queres, claro. No soy un abusador.

- Lo sé. Cogeremos.

Cogieron, el disfrutó mucho, ella no tantó, se sintió desilusionada por Fjellerup. Entonces al terminar, con sus guantes negros, agarró el Queso. La asesina tiró el Queso, que cayó encima de la cara del basquetbolista, este quedó inmóvil. Ravelia creyó que estaba muerto, que lo había asesinado con el golpe del Queso y dijo en voz alta:

-          Lo asesiné con el Queso, un crimen perfecto…

Pero Ravelia se acercó y se dio cuenta que Máximo aún respiraba, que solo estaba inconsciente. Entonces la asesina lo ató a una silla de pies y manos, Fjellerup volvió a estar consciente y trató de desatarse, pero no lo logró

-          ¿Qué vas a hacer loca

-          Te asesinaré, Fjellerup.

Ravelia entonces le coloco una bolsa en la cabeza y con una soga comenzó a apretarle el cuello, estrangulándolo y asfixiándolo a la vez. El basquetbolista, maniatado, nada pudo hacer. La asesina finalmente lo asesinó y cuando terminó volvió a agarrar el Queso y dijo en voz alta:

- Máximo Fjellerup. #Queso.

La asesina entonces agarró las zapatillas número 49 de su víctima y se las llevó como trofeo. La asesina estaba muy satisfecha, un nuevo crimen había cometido. Como Andrés Nocioni, Nicolás Brussino y Patricio Garino, otro basquetbolista había sido estrangulado, y Ravelia, la Quesona Asesina, era la estranguladora.

- Soy la estranguladora de basquetbolistas. Ahora voy por Luis Scola. No será fácil. Un dedo suyo es igual a mi mano. Pero no importa. Aunque calce 52, lo asesinaré, y lo asesinaré estrangulándolo, ja, ja…

LA ASESINA DE JUAN PEDRO "EL PIPA" GUTIERREZ

El basquetbolista Juan Pedro “Pipa” Gutierrez, de 2,04 metros de altura y cincuenta de calzado es el protagonista de este relato. Estaba participando de una fiesta de disfraces con un traje de Conde Drácula. El disfraz fue furor en la fiesta y lo eligieron como el mejor de la misma. Era una fiesta multitudinaria donde asistieron más de 600 personas. Dicen que después de recibir el premio por el disfraz, una rubia se acercó al basquetbolista. El “Pipa” Gutierrez quedó asombrado: la chica era igual a Valeria Mazza, la top model asesinada por el basquetbolista Carlos Delfino

-          Vaya, vaya, sos idéntica a…

-          …a Valeria Mazza. Todos me lo dicen. Pero yo soy Ravelia Zamas, ja, ja.

-          ¿En serio te llamas así?

-          Claro. ¿Queres que te muestre el documento?

-          No hace falta.

-          Lo que sí hace falta es que me digas cuanto calzas.

-          Cincuenta. Calzo cincuenta

-          Me gustaría probar esos pies

-          ¿Probarlos, ja, ja? Te vas a desilusionar. Huelen muy bien… a limpio. No tengo olor a Queso. Ja, ja, ja

-          Me gustaría comprobarlo. Te espero en mi departamento

-          Perfecto. ¿A dónde debo ir?

-          Calle de la Boludez Humana n° 506 departamento “C”. Vení, pero con un Queso, de lo contrario no te dejaré entrar.

-          Perfecto. Extraña imposición pero cumpliré.

Así fue como Juan “el Pipa” Gutierrez llegó al departamento de Ravelia con una enorme horma de Queso Gruyere. Entró y la chica lo recibió con una copa de champagne. El Pipa se acercó a una vitrina donde Ravelia exponía una colección de zapatos y zapatillas, todas con el nombre de algún hombre.


El Pipa se acercó a dicha colección y empezó a observar como esos nombres eran de hombres que habían sido asesinados. Estaba el de “Marcos Milinkovic”, “Alejandro Fantino”, “Cristián el Ogro Fabbiani”, “Martín Palermo”, “Iván De Pineda” y decenas, quizás más de una centena, de nombres más. El Pipa quedó asombrado y asustado al leer esos nombres y dijo:

- Estas zapatillas y zapatos… todos esos nombres… fueron asesinados y…

- …y les tiré un Queso. Soy Ravelia Zamas, la Quesona Asesina, esos zapatos y zapatillas son trofeos de mis víctimas…

- Y ahora me toca a mí…

- Por supuesto “Pipa”, caíste en la trampa.

El Pipa acababa de tomar el champagne que Ravelia le sirvió y se dio cuenta que tenía alguna especie de droga, empezó a sentir sueño y se acercó a una silla, mientras murmuraba:

-          Seré Quesoneado.

Quedó desplomado de sueño. Cuando regresó en sí, estaba atado de pies y manos en una especie de camilla, mientras la Quesona tenía en sus manos una enorme espada.

-          ¿Me vas a asesinar?

-          Por supuesto. Pero antes cumpliré tu ultima voluntad. Decime cual es.

-          Si mi destino es morir asesinado por vos, lo acepto, pero tengamos sexo.

-          Lo tendremos.

-          Desatame.

-          No. Tendremos sexo con vos atado.

El Pipa estaba aterrorizado pero había ganado tiempo y estaba seguro que iba a escapar. La Quesona tiró el Queso encima de su rostro, luego descargó todo el champagne sobre su cuerpo. Se puso encima de él, y lo obligó a besarle, chuparle y lamerle los pies. Los pies de Ravelia no olían a Queso, sino a perfume francés. Entonces Ravelia le dijo:

-          Si penetras bien tu pene en mi vagina, quizás te perdone la vida. Ja, ja

El basquetbolista entonces se esforzó para cogerla bien a Ravelia y lo logró. Estaba convencido de poder lograr evitar ser quesoneado por la sanguinaria asesina, esta le dijo:

- Lo has hecho muy bien. Te daré una chance. ¿Ve este Queso? – la asesina entonces puso el Queso encima del cuerpo del basquetbolista y señalaba los agujeros con la espada – vamos a contar los agujeros que tiene. Si el número es impar te asesinaré, si es par lograras contar el cuento, ja, ja…

Aterrorizado, el Pipa empezó a contar los agujeros que tenía mientras la asesina lo señalaba con la espada…

-          Treinta y dos, treinta y tres, treinta y cuatro, treinta y cinco, ¡zas! no hay ninguno más, treinta y cinco…

-          Sí, treinta y cinco, número impar, ja, ja, te asesinaré “Pipa

-          ¡Nooooo! – gritó aterrorizado el “Pipa” Gutierrez.

La asesina levantó la espada y le cortó el cuello, dándole primero una profunda herida de izquierda a derecha, y luego otra similar, de derecha a izquierda, repitió la escena varias veces hasta finalmente cortarle la cabeza. Luego la asesina le cortó los pies a su víctima. Al terminar, sobre el cadáver mutilado de Juan “el Pipa” Gutierrez tiró el Queso mientras decía en voz alta:

-          #Queso. Juan Pedro Gutierrez. El “Pipa” Gutierrez.

Acostumbrada a cometer estos asesinatos, Ravelia no tuvo problemas en deshacerse del mutilado cadáver del infortunado basquetbolista. Eso sí, al día siguiente sobre la vitrina de sus víctimas, lucía un par de zapatillas n° 50 del basquetbolista, y embalsamadas, y en perfecto estado de conservación, su cabeza y los dos pies.

-           Vaya, vaya – dijo la asesina mientras contemplaba la vitrina – acabo de darme cuenta de que decapité a cuatro Juanes, Juan Carlos Olave, Juan Martín Del Potro, Juan Ignacio Chela y ahora Juan Pedro Gutierrez, ja, ja, juro que lo hice sin querer, ni me dí cuenta que soy la “decapitadora de los Juanes”.

Simplemente Ravelia, la Quesona Asesina. Queso.



Comentarios

  1. Con razón, es una referente de las quesonas.
    Interesante simetría. Valeria Mazza fue decapitada por Carlos Delfino, un basquetbolista. Y Ravelia Zamas decapitó a un basquetbolista.
    Y parece que le gusta la obra de Artemisia Gentileschi.

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  2. LA DECAPITADIRA DE LOS JUANES TERROR YO ME LLAMO JUAN DEBO CUIDAR MI TESTA!

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