El asesino de Julia Mengolini
Erase una vez una tipa, de unos 25 o 30 años, que era a la vez abogada y periodista, o mejor dicho no era ninguna de las dos cosas, solo estaba en los medios por ser una gran campeona de las causas progresistas. Una zurda dicho de otro modo.
- Haremos leyes progresistas. Libertad a los violadores. Solo deben estar detenidos un tiempo breve. La sociedad los ha hecho de esa manera. Ellos no tienen la culpa.
- Ley de cupo a travestis, transexuales, gays y lesbianas. La mitad de nuestros legisladores y jueces deben responder a esta orientación sexual.
- Subsidio a las Mascotas. Todos los que tienen perros, gatos y otros animales deben recibir una asignación del estado. El estado debe incluir a todos, mascotas incluídas.
- Inclusión educativa. Los maestros no están obligados a tomar pruebas ni evaluaciones. Los padres podrán hacer despedir a un maestro si toma una prueba a los alumnos. Es estigmatizante.
Y así todos los proyectos que podamos imaginar de esta naturaleza.
Lo cierto es que a Mengolini la invitaron a una fiesta. Era una despedida de soltera. En una quinta ubicada en las afueras. Junto a otras cuatro amigas, íntimas amigas. ¿Sus nombres? Soledad, Tamara, Valentina y Robertina.
La que se casaba era Tamara. Mengolini se horrorizó cuando se enteró de las características de la fiesta.
- Todo esto es estigmatizante. El casamiento es estigmatizante. Llamar a un stripper es cosificación. Todo es una vergüenza.
- Dejate de joder zurda de mierda – le dijeron sus cuatro amigas al unísono – hoy divertite con nosotras, por una noche no harás la revolución ni cambiarás al mundo.
- Está bien – dijo Mengolini – me quedaré para que no digan que soy una izquierdista.
De repente, llegó el stripper…
- Buenas noches chicas… esta es la “Quinta Fidel Castro”?
- Sí, esta es – dijo Mengolini.
- ¿Fidel Castro? – dijo Tamara – pero sí se llamaba “San Ignacio”
- Ahora tiene nombre referente a la revolución.
- Bueno dale.
- ¿Vos sos el stripper? – le dijo Valentina al stripper.
- Yo soy. Carlos. Me llamo Carlos Melia.
- Qué voz que tenés… sos gay?
- Soy gay. “El Queso Gay” así me dicen.
- ¿El Queso? – las cinco chicas, Mengolini incluída, se ríeron - ¿Porqué el Queso?
- Por esto, bellas damas – dijo el stripper – Le traigo este obsequio. Solo lo dejo. Hagan lo que quieran.
- ¿De qué se trata? – preguntó Robertina.
- Cinco Quesos – dijo Carlos – miren. Reggianito, Pategras, Roquefort, Edam, Gouda, espero lo disfruten.
Mengolini quedó asombrada al ver los Quesos. Pero igual estaba contenta…
- Me encanta que sea un stripper gay – dijo Mengolini – así si me gusta, lo que no me gusta son esos Quesos ¡Yo no como esa porquería! ¡El Queso es una comida que sirve como máximo símbolo del capitalismo!
- Dejate de joder pelotuda – le dijeron la cuatro amigas al mismo tiempo – por ahora los vamos a dejar sobre la mesa. ¡Vamos Carlos, aunque seas gay, hoy nos vas a complacer! Desnudate.
El stripper comenzó su show. Mucha música en el lugar. Y desnudo quedó. Su pija era muy grande, aunque no tan grande como sus enormes pies. Las chicas empezaron a chuparle primero la pija, una por una. Mengolini no quiso.
- Todo bien Carlos, pero yo no, es estigmatizante.
Después empezaron a chuparles los pies, enormes y olorosos pies talle 47, una por una. Cada una lo disfruto mucho, muchísimo, el olor a Queso era impresionante.
Curioso, pero esta vez Mengolini accedió.
- ¿Huelen fuerte, no? Ellas quedaron extasiadas, dale a ver ese Queso…
Y Mengolini se rindió ante los pies de Carlos Melia.
Ocurrió entonces que se cortó la luz. Mengolini quedó paralizada. Creía ser muy de izquierda, pero le tenía miedo a la oscuridad. Y quieta se quedó. No veía nada.
- Queso – escuchó Mengolini. Era la voz de Carlos Melia.
Y lo volvió a escuchar otras tres veces más. Volvió la luz.
Lo que contempló Mengolini a continuación la aterrorizó.
Valentina estaba ahí con un balazo en la frente, y el Queso Roquefort sobre ella. Robertina también tenía un balazo en la frente y sobre su cadáver, el Queso Pategras. Tamara estaba muerta, con un balazo en el cuello, y el Queso Reggianito sobre ella. Soledad también estaba tendida en el piso, asesinada, con un balazo en el cuello y le habían tirado el Queso Gouda.
Ahora frente a Mengolini, desnudo, solo con guantes negros como única indumentaria, sosteniendo una pistola con silenciador con su mano derecha, estaba Carlos Melia, con la izquierda sostenía el Queso Edam.
- Te deje para lo último, nena. Como sos zurda, tendrás un digno final. Te asesinaré con mi mano derecha.
- ¡No Carlos! ¡Yo lucho por los derechos de los gays!
- Y los gays te lo vamos a agradecer, nena. Pero asesinada serás. Es la ley del Queso, nena.
- Lucharé por los derechos de los Quesos, lo prometo.
- Ja, ja, ja, ja
No hubo más palabras, solo un disparo, que impacto en la frente de Mengolini, que cayó muerta, asesinada por un Gay.
Carlos Melia contempló al cadáver de su víctima, tomó el Queso, lo arrojó sobre el cadáver mientras decía en voz alta:
- Queso.
Y abandonó la escena del crimen con total impunidad.
je je je Ah puta! El queso asesino ataco de nuevo!
ResponderBorrarMira no sé ni qué decir, lo único que puedo afirmar es que me atrapó el cuento hasta el final y me arrebató un par de carcajadas
ResponderBorrarSe lo merecía por puta, no quería hacer nada la zorra esa, terrible aguafiestas la Mengolini
ResponderBorrarQue pelotudes fiera, te pegaría un escopetazo con la 12/70 en el pecho y te pasaría el queso de mi bija por toda la cara.
ResponderBorrarMENGOLINI SE CAGA EN ESTE ARTÍCULO mientras lo lee en su radio matándose de risa. Te amo Mengo!!!!
ResponderBorraresta zurda merece una tonelada de Quesos
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