El Asesino de Ana Celentano

El set de filmación en Buenos Aires estaba envuelto en una niebla artificial, un guiño a la estética gótica de Jezabel, la película de Bette Davis que esta versión argentina y contemporánea buscaba reinterpretar.
Sí, en medio de sus típicos homenajes al cine clásico de Hollywood, la Piruli Filmes lanzo ahora una nueva versión de “Jezabel”, película de 1938 de Wylliam Wyler con Bette Davis y Henry Fonda, drama sobre el sur, la Warner Bros la filmo en blanco y negro, un error dado un año despues Selznick lanzaba en color la epica sureña por excelencia “Lo que el viento se llevó”, clasicazo del Hollywood clásico.
Ana Celentano, con su porte elegante y su mirada afilada, cruzó el umbral del estudio, ajustándose el abrigo. Había sido convocada para encarnar a una Jezabel moderna, una femme fatale con secretos oscuros. Pero algo en el aire olía mal, no a maquillaje o café rancio, sino a algo más… a Queso.
Ana Celentano es una actriz argentina de cine, televisión y teatro, nacida en 1969 en La Plata. Comenzó su carrera con un pequeño papel en la película La noche de los lápices (1986) y ganó reconocimiento por su rol protagónico en Las vidas posibles (2007), que le valió un premio Cóndor de Plata. Aunque su trayectoria incluye cine, teatro y televisión, su papel más recordado es el de Clara Alvarado en la serie de culto Okupas (2000).
Con Alfred Jichcock demasiado ocupado en otros proyectos, ahora la Piruli Filmes le encargo “Jezabel” a otro director, Cukor Capra (en realidad su nombre verdadero era Matías Nicolás Gómez González, pero adopto el seudónimo de Cukor Capra en homenaje a George Cukor y Frank Capra, dos grandes directores del Hollywood clásico).
Cukor Capra, un tipo nervioso con gafas de montura gruesa, la recibió con entusiasmo. “¡Ana, querida! Vas a brillar en esto. Hoy tenemos una escena especial, un cameo sorpresa. Te presento a… ¡El Zorro!”. Desde las sombras del set, una figura emergió: alta, vestida con capa negra, antifaz y sombrero de ala ancha. Pero no era un Zorro cualquiera. Era Carlos Eisler, sus ojos brillando con una mezcla de carisma y locura. Sus botas resonaban en el suelo, y un hedor inconfundible lo precedía: pies grandes, sudorosos, inconfundiblemente Quesones.
Ana arqueó una ceja, desconcertada. “¿Carlos Eisler? ¿El modelo? ¿Qué hacés disfrazado de Zorro en mi set?”. La actriz quedo impresionada por la delgada figura de Carlos, con su 1,89 metros, sus pies talle 48, sus patas tipo Bob Patiño y su olor a… ¡Queso! Ese era el olor que sintió al entrar, el que emanaba el actor.
Carlos sonrió, mostrando dientes perfectos, y dio un paso hacia ella, la espada en su cinto reluciendo bajo las luces. “Oh, Ana, no soy solo un modelo. Soy un Quesón. El Quesón. Y vengo a dejar mi marca… la Marca C de Carlos”. Su voz era un susurro teatral, pero había algo en su tono que erizó la piel de Ana.
“¿Sabías que Griselda Siciliani ya no está entre nosotros? Pobrecita, tan envidiosa… como en esa serie de Netflix. Yo la Quesonee. Y no fue la única. Romina Gaetani, Liz Solari, Romina Ricci, Laura Azcurra, Eleonora Wexler, Julieta Cardinali, y por supuesto, mi Quesoneada esposa Giuliana Caramuto… todas cayeron bajo mi espada. La marca C de Carlos, Y mis pies, claro, a todas les tiré un Queso”.
Ana retrocedió, su instinto de actriz captando el peligro, pero también la absurdidad. “¿De qué estás hablando, chabón? Esto es un set, no un capítulo de Cuentos Sangrientos, la serie que están preparando en Netflix. Y, por Dios, ¿qué es ese olor? Ese olor a Queso”. Se tapó la nariz, mirando con disgusto las botas de Carlos, que parecían emanar un aura tóxica.
Carlos se quitó una bota con un gesto dramático, dejando al descubierto un pie enorme, pálido y con aroma a Queso intenso, apestoso y sofocante.
“¿Chabón?, no chabón no, Quesón, ¿Olor? Esto, querida, es el perfume del asesinato. Mis pies son mi firma, Ana. Antes de asesinarlas, las hago olerlos, lamerlos, adorarlos. Es mi ritual. Como el Queso que dejo en cada cuerpo. ¿Quieres probarlo?”.
Ana, ahora más intrigada que asustada, cruzó los brazos. “¿Queso? ¿En serio? ¿Sos un asesino serial o un vendedor de Quesos? Esto es ridículo”.
Carlos dio un paso más cerca, su capa ondeando. “Rídiculo, decís. Pero cuando mi espada marque la C en tu piel, no te vas a reír. Como en La Marca C de Carlos, mi obra maestra. Cannes aplaudió de pie, ¿sabías? Y ahora, vos, Jezabel, serás mi próxima estrella… asesinada”.
El set estaba vacío; el equipo, misteriosamente ausente, Cukor Capra había desaparecido. Ana, siempre rápida, buscó una salida, pero Carlos era rápido, demasiado rápido. Desenvainó su espada, el metal brillando con un filo mortal. “No es personal, Ana. Es arte. Sos una leyenda, pero toda leyenda debe caer”.
Ana, con la calma de quien ha enfrentado mil personajes, intentó ganar tiempo. “Ok, Quesón, supongamos que sos tan letal como decís. ¿Por qué yo? ¿Por qué no una influencer o alguna estrella de reality?”.
Carlos rió, un sonido gutural. “Porque vos, Ana, sos clase. Clara de Okupas, la reina de Las vidas posibles. Merecés una muerte digna de Hollywood, no una vulgar puñalada. Además, mis fans en el blog Cuentos Sangrientos van a enloquecer con esto”.
Ana vio su oportunidad. “¿Fans? ¿Entonces esto es para un blog? Patético. Bajá esa espada y hablemos como adultos”.
“Hablemos como adultos” dijo Carlos.
En ese momento, sus pies quedaron descalzos, con sus medias negras, Celentano sintió un extraño impulso, avanzó hacia ellos, atraída por el olor, como un animal en celo, y empezó a oler, besar, chupar y lamer los pies de Carlos, primero con medias negras, despues descalzos, instantes despues, empezó a chupar los genitales de Carlos, y el los pechos de ella, resulto lógico que instantes despues tuvieran una gran relación sexual, muy movida, no un minué del siglo XIX, como si estuvieran bailando un rock and roll de los años de 1950, todo con gran intensidad, y con mucha diversión.
Celentano estaba feliz, repleta de gozo y satisfacción, pero algo aturdida, no entendía bien lo que había pasado. Pasaron algunos minutos, Carlos quería terminar el Queso, pero quería que Celentano estuviera repuesta.
“Fue más divertido que filmar Okupas” le dijo Carlos como diez minutos después, y entonces desenvainó su espada.
Con un movimiento felino, saltó hacia ella, la espada cortando el aire. Ana esquivó, ágil, pero el set era un laberinto de cables y decorados. Tropezó con un reflector, y Carlos la acorraló contra una pared falsa, decorada con un mural de Buenos Aires nocturno.
“No hay escape, Jezabel” le dijo Carlos, y puso la punta de la espada sobre el pecho de la actriz. Esta nada dijo, solo observaba, aunque llego a balbucear algo, “Okupas” dijo y repitió como delirando “Okupas, esta es la secuela nunca filmada de Okupas”
Con un movimiento preciso, Carlos hundió la espada en su pecho primero, en el cuello, después. Ana jadeó, sus ojos abiertos en shock, pero sin perder su dignidad. Mientras caía, Carlos grabó una “C” perfecta en el pecho con la punta de la espada, la sangre goteando como pintura roja.
Se arrodilló junto a ella, admirando su obra. “Hermosa hasta el final, Ana”. Luego, con un gesto teatral, sacó de su capa un Queso Gruyère gigante, de varios kilos, y lo tiró sobre el cuerpo inmóvil de la actriz. El Queso rodó, dejando un rastro de aroma intenso, mezclándose con el olor de sus pies y la sangre.
- Queso – dijo Carlos Eisler contemplando la escena.
Carlos se puso la bota, ajustó su antifaz y susurró: “La Marca C de Carlos… completa”. Con un giro de capa, desapareció en la niebla del set, dejando tras de sí una escena digna de su retorcida leyenda.
Una vez más, el Comisario Miguel dio una explicación bizarra a la prensa “Delirio total, creyó que estaba filmando la secuela de Okupas, una pena, el espectáculo ha perdido una gran actriz, Cukor Capra ya convocó a un nuevo casting para Jezabel, versión moderna y criolla de ese clásico de Bette Davis, y ahora, esto es todo amigos”.
Y asi finaliza este relato Quesón, donde una vez más Carlos Eisler ha hecho la marca C de Carlos. QUESO.
Eisler ya es un quesón muy cinematográfico, no sale de ahí
ResponderBorrartrabajo en Okupas, estuvo en Los Simuladores? da igual, le llegó el queso lo mismo
ResponderBorrarUn gran defecto de los quesones son apresurados. Habría estado muy bien esta remake de Jezabel, con Ana Celentano siendo quesoneada durante la filmación. Y que el público crea que sea ficción. También podría haber sido una secuela de Okupas, con el asesinamiento de la abogada Clara Alvarado.
ResponderBorrarPero por lo menos, se incluyó que Izquierdoz le lamió los pechos. Una actriz como esta daba para despertar el deseo.
Lady Dumitrescu podría usar su poder para adoptar la apariencia de famosas quesoneadas, para actuar como Ana Celentano en esa remake de Jezabel.
Carlos Eisler debería viajar en el tiempo o en una dimensión paralela y protagonizar esos cuentos quesones: el papel del cowboy asesino le viene perfecto
ResponderBorrarcuando Eisler huele a una actriz, llega la marca C de Carlos
ResponderBorrarMatías ahora es director de cine (?)
ResponderBorrarse nota que le gusta el cine clásico al autor
ResponderBorrarví Okupas pero no recordaba esta actriz, sí, que a Carlos Eisler no se le escapa ninguna de estas actrices
ResponderBorrarY PORQUE NO LA MARCA Q DE QUESO, SI ES LO MISMO
ResponderBorrarya es hora que los Relatos Quesones lleguen a la pantalla grande
ResponderBorrar