El Asesino de Marcela Tauro
Tras el asesinato de Jorge Rial, Marcela Tauro había alcanzado el cénit de su carrera periodística, pasando a ser la principal conductora de los programejos que Rial en su momento había tenido. Nada tenía ella que ver con aquel crimen, pero en su intimidad, Tauro admiraba a la célebre Ravelia, la Quesona, la asesina de Rial, y de decenas de tipos, muchos de ellos deportistas.
- ¿Cómo no la voy a admirar? Esa asesina, la Quesona, asesinó a Rial, pero también a Guido Zaffora, David Kavlin, Iván De Pineda, Alejandro Fantino, ¡Qué gran asesina!
Al principio a Tauro las cosas le iban bien, pero con el correr del tiempo el ráting de los programas empezó a bajar de modo vertical, incluso un día, tras medir 0,1 puntos le dijeron que el programa sería levantado. Tauro respondió que haría un informe que levantaría el rating, una investigación sobre los asesinatos de Andrea Rincón y Jimena Barón, más la causa de que por una ignota cantante llamada Lara Pedrosa era protegida por una extraña organización.
- Hace rato que esa investigación la tengo en carpeta, mañana sale, habremos tenido 0,1 puntos, mañana reventamos la audiencia.
Rato después, mientras caía la tarde sobre la ciudad, Tauro se subió a un ascensor, y había un muchacho muy alto y patón, con pista de basquetbolista en el mismo, Tauro lo miró con desprecio, y se colocó en su lugar, cerca de la puerta, mientras el basquetbolista estaba atrás. El ascensor comenzó a bajar, pero el viaje parecía eterno, y Tauro comenzó a notar que el basquetbolista tenía olor a Queso, sí, un olor a pata repelente y repugnante.
- ¡Como el asesino de Jimena Barón! – exclamó asustada – un chabón alto, patón, con olor a pata en los pies.
- Efectivamente, estimada Tauro – dijo Carlos Leonel Schattmann, el basquetbolista, era un jugador de la Liga Nacional – yo soy el asesino de Jimena Barón, y ahora también seré el asesino de Marcela Tauro, porque nací un 14 de mayo, bajo el signo de Tauro.
- ¡Aaaaaaaaaaajjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj! – gritó de dolor Tauro, mientras el basquetbolista ponía un cuchillo ninja sobre su cuello y le cortaba la garganta.
Una segunda herida, más profunda que la primera, terminaron de asesinar a Tauro, que desangrada cayó muerta, el basquetbolista sacó un Queso de su mochila, y lo tiró sobre su víctima.
- Queso – dijo Carlos Leonel Schattmann, mientras con total impunidad, abandonaba el ascensor.
“Un crimen limpio – nos cuenta Carlos Leonel Schattmann – rápido, no valía la pena otra cosa con esa perra, ni sexo, ni tampoco el juego de los pies, de todas formas olió mi olor a Queso, con eso fue suficiente, ahí saque el cuchillo y raaaaaajjjjjjjjjjjj le corte la garganta, despues le tiré un Queso, ¿Porqué se iba a meter con Lara Pedrosa? ¿Qué carajo le importa? Ja, ja, alguien propuso que la asesinará fundiéndola en Queso, no era mala idea, era una idea muy creativa, pero no es nuestro estilo, el de los Quesones, eso se lo dejamos a otros criminales, a los Quesones nos gusta esto, nos gusta el Queso de esta manera, además p'or fin pude romper la racha, y cometer un crimen en la Ciudad Autonóma de Buenos Aires, así ya no me llaman más el Quesón provinciano, o el Quesón del Interior, como me habían puesto mis amigos Quesones porteños, je, je, Chau Tauro, Queso”.
Así fue asesinada Marcela Tauro, un crimen intrascendente, como intrascendente su víctima, en medio del universo de los crímenes Quesones, apenas un simple agujero en un Queso, repleto de cientos de agujeros.
Iba a acusar a una protegida de Lady Dumitrescu, como una de mis preferidas. y así le fue. Se aprovechó de los asesinatos de las quesonas. Pero no le duró. Hasta la vista, Marcela Tauro.
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