Los Asesinos de Jimena Monteverde y Ximena Saez
Las cocineras Jimena Monteverde y Ximena Saenz recibieron una extraña invitación, fueron convocadas a cocinar a la Unidad Penal Charlotte Corday, ubicada en la Provincia de Corrientes, la famosa penitenciaria modelo del régimen penal femenino.
Tanto una como otra pensaban rehusar la invitación e inventar alguna excusa para no ir, pero cuando recibieron millonarios cheques para asistir, se dieron cuenta que no podían negarse de ninguna manera, asi fue que asistieron, cada una por su cuenta.
Luego de una travesía dificultosa, llegaron a la Penitenciaría, tanto Monteverde como Saenz se miraron con desprecio al ver que coincidían en el mismo lugar y en el mismo momento.
- ¿Vos acá? – se dijeron una a otra con desprecio mutuo.
Las oficiales de la Penitenciaría, Maier y Rummenigge, recibieron a las dos cocineras. Jimena y Ximena quedaron extrañadas al ver a las dos alemanas con uniformes nazis de las SS, pero no dijeron nada. Las condujeron ante la directora pero mientras esperaban, las sometieron a torturas, latigazos y manoseos lésbicos, les pusieron la mano en el culo, la concha, caricias suaves por un lado, latigazos violentos por otro.
Fueron recibidos por la directora, la mítica Astrid Breitner.
- Somos antiveganas y antivegetarianas – dijo Breitner – pero en homenaje a nuestro líder, a nuestro Führer, que era vegetariano, hoy queremos un buen plato de vegetales, sin carne, pero no vegano, que tenga algo de Queso rallado, o Queso en hebras, o las dos cosas. Hagan algo bueno. Lo harán encadenadas, que no escapen.
Tanto Ximena como Jimena se dieron cuenta que estaban secuestradas en ese horrible penal, que era un auténtico campo de concentración, con banderas e insignias nazis en todos lados.
- Todos dicen que el error del Führer fue haber invadido Rusia, pero yo no creo eso, para mí debería haber derrotado primero a Inglaterra, y para eso había que forzar que España con Franco estuviera de nuestra parte, e invadir Portugal, esa era la clave de todo – Breitner comenzaba a escribir su libro, una ucronía donde Alemania ganaba la guerra, con estas palabras.
- Fraulein Breitner, las prisioneras terminaron de preparar la comida – le dijo Rummenigge.
- Que la sirvan.
Las reclusas, lideradas por Helga, la preferida de Astrid, más Rummenigge y Maier, y por supuesto, Astrid, se sentaron para comer el banquete preparado por Jimena y Ximena, pero la alegría duro poco.
- ¡Esto es una basura! – gritó Helga, y dio tal golpe que tiró el plato con la comida por los aires.
- Sí – dijo Breitner, parándose - ¡Esto es una mierda! ¡Yo que comí los mejores chucruts en Munich y Nüremberg! ¡Como me sirven esta mierda! ¡Chicas, vayan por las prisioneras!
Las reclusas rodearon a las dos cocineras, y tras tirarles encima toda la comida, las agredieron a golpes y abusaron de ella, lésbicamente hablando.
- ¿Qué hacemos con estas dos cocineras de mierda? – dijo Breitner.
- ¡Combate a muerte! ¡Death Match! – gritó Helga.
- La perdedora morirá – sentenció Breitner – la ganadora tendrá derecho a elegir al asesino, al Quesón.
Las reclusas tomaron a la prisioneras y las llevaron a una especie de ring, y ahí empezó el combate, un combate a muerte, Ximena y Jimena empezaron a darse patadas, se mordían, se agarraban de los pelos, se metían las manos en el culo, se daban zancadillas, golpes de puño, sopapos, violencia total, para satisfacción de las reclusas que gritaban todo el tiempo. Finalmente, Jimena tomó del pelo a Ximena, y tras la cuenta de diez que hizo Rummenigge, que ofició de referee, la proclamó ganadora del combate.
- Has ganado – le dijo Breitner – vendrás esta noche conmigo, la otra morirá, elegirás al asesino.
Las reclusas entonces trajeron una pantalla a Jimena y a través de unas diapositivas, comenzaron a mostrarle fotos de asesinos, todos se llamaban Carlos, todos eran patones, todos tenían olor a Queso, tenía que elegir uno.
- Elige uno – le dijo Breitner.
- Ese, el patón, el que se llama Carlos – respondió Jimena.
- Patones son todos. Carlos son todos – dijo Breitner – se más explícita.
- Bien, es Carlos Izquierdoz, futbolista, el Cali, el que juega en Boca, que jugaba en Lanús, elegí otro piba, como suplente, por sí el Cali no puede venir.
- El que viene despues.
- Carlos Luna, el Chino, perfecto, otro futbolista, juega o jugaba en Tigre, ídolo del Matador de Victoria.
Breitner, como buena alemana, era una gran amante del fútbol, hincha fanática del Bayern Munich. En su despacho tenía posteres de todos los Mundiales ganados por Alemania.
Ximena, que iba a ser ejecutada, fue llevada al calabozo, Jimena que era la ganadora, debió someterse a una intensa relación lésbica con Breitner, lo que al principio fue todo suave y gozoso, se extendió tanto en el tiempo, que se convirtió en una verdadera tortura.
Por eso, Jimena respiró aliviada, cuando escuchó que Rummenigge dijo:
- Llegaron los Carlos, llegaron los asesinos, llegaron los Quesones.
- Después seguimos – le dijo Breitner a Jimena – ahora vamos a ver el asesinato de tu amiga.
Las reclusas empezaron a gritar, a Ximena la pusieron atada en una rueda, sobre el ring como en las antiguas ejecuciones mayas y aztecas, Carlos Izquierdoz, el Cali, ingresó al ring, con un enorme cuchillo en sus manos, al lado de el, Carlos Luna, el Chino, con una bandeja que tenía un enorme Queso Gruyere.
- ¿Qué quieren chicas? – preguntó Carlos Izquierdoz a las reclusas.
- ¡Queremos Queso! – dijeron las reclusas a los gritos.
El Cali entonces puso sus enormes pies sobre el rostro de Ximena, el olor a Queso era impresionante, la prisionera empezó a olerle, besarle, chuparle y lamerle los pies, fue todo muy intenso, a la vista de todas, que gritaban de placer, pero más gritaron cuando Carlos chupó las tetas y la concha de Ximena, más fuerte aún cuando la prisionera chupó el culo y la pija de Carlos, y muchísimo más fuerte cuando Carlos la penetró ante la vista de todos. La prisionera quedó repleta de goce y satisfacción.
- Ahora sí, viene lo mejor, ¡el Queso! – gritó Carlos Izquierdoz.
Y levantando el cuchillo, ante los gritos de las reclusas, apuñaló salvajemente a Ximena, para horror de Jimena, que aterrorizada estaba, y prefirió estar con los ojos cerrados.
- Queso – dijo Carlos Izquierdoz, tomando el Queso de la bandeja que portaba el Chino Luna y tirándolo sobre el cadáver de Ximena.
Las reclusas gritaban llena de alegría y satisfacción, muy contentas, iban a retirarse a sus tiras de prisioneras, que eran como pequeños chalets, para las reclusas amigas de Breitner, todo eso era como un hotel, y en realidad no había ninguna que no fuese su amiga, pues las rebeldes y las que se negaban a su autoridad, eran entregadas a los Quesones.
- Volvamos piba – le dijo Breitner a Jimena.
- No – dijo Jimena – no quiero más sus torturas.
- ¿En serio? ¡Carlos! ¡Carlos! ¡Cali! ¡Chino! – Breitner llamó a los dos Carlos que acudieron de inmediato a su llamado – encargase de ella, tuvo la chance, pero la perdió. Se negó a ver como ejecutaban a su amiga, ahora será castigada.
- Yo me ocupó, me toca a mí – le dijo Carlos Luna a Carlos Izquierdoz.
- ¡Chicas! – gritó Breitner - ¡No se vayan aún a sus habitaciones! ¡Hay un segundo Queso! ¡Alguien que no supo o no quiso aprender!
Otra vez las mismas escenas, ahora con Jimena atada a la rueda de ejecución, chupando, lamiendo, besando y oliendo los pies de Carlos “el Chino” Luna, mientras Carlos “el Cali” Izquierdoz sostenía la bandeja con el Queso, un enorme Queso. Las reclusas gritaban de alegría, el Chino le chupó las tetas y la concha, la prisionera le chupó la pija y el culo, despues vino la cogida, el Chino la penetró por atrás, para satisfacción de todas las reclusas.
- Ahora sí, viene lo mejor, ¡el Queso! – gritó Carlos Luna.
Y el asesino sacó un monton de estrellas ninjas, lanzándolas sobre la prisionera, pero para asegurarse la muerte de Jimena, sacó un revolver con silenciador y ¡bang! la remató de un tiro. Las reclusas gritaban como la plebe gritaba en el circo romano.
- Queso – dijo Carlos Luna, tomando el Queso de la bandeja que portaba el Cali Izquierdoz y tirándolo sobre el cadáver de Jimena.
Ahora sí, el show estaba terminado. Las reclusas volvieron a sus celdas, que repetimos, eran un lujo para lo que es el común de las cárceles, como pequeños hotelitos, con baño privado, plasmas y todo. Breitner despidió a los Quesones, dándoles de regalo dos Quesos, hechos en la Usina Lactea del Penal.
- Para sus próximos asesinatos – dijo Breitner – otros tienen a Delfino o a Sandes como sus Quesones preferidos, pero los míos son ustedes, Carlos Izquierdoz, el Cali, y Carlos Luna, el Chino.
Los dos futbolistas agradecieron y se fueron muy contentos, la Unidad Penal Charlotte Corday, otra vez fue elegida como modelo de las cárceles del Mundo.
estos relatos alocados me gustan porque no tienen ni pies ni cabeza (pies tienen, los de los Quesones, claro), buena dupla hacen Izquierdoz y Luna
ResponderBorrarcon este te fumastes varios churros Quesón, pero la verdad me gusto
ResponderBorrarbah, vos de fumar quesos
ResponderBorrarmuy bueno, siempre la presencia de la nazi realza los relatos, las cocineras se lo merecían y coincido con el otro comentario, buena dupla del Cali y el Chino
ResponderBorrarBIEN PODRÍA HABER MAS NAZIS PRESENTES EN EL RELATO, ME GUSTO, MUY BUENO
ResponderBorrarMuy bien armada la foto, parece muy real, como si hubieran posado, víctimas, victimarios y la impulsora de todo.
ResponderBorrarMuy bien el clima de la cárcel con Astrid, con su estilo en maldad, su bisexualidad salvaje y cruel.
Interesante la desmitificación de las cocineras de televisión, el rechazo que tuvieron los platos que cocinaron. De parte de Astrid y de la líder de las presas.
Y bien la descripción de las violaciones lesbicas. Tanto que Ximena y Jimena recibieron con placer a los quesones. Buen recurso que la ganadora también fue quesoneada, por no querer mirar la ejecución.
Tiene que haber más relatos ambientados en la cárcel de Astrid. Con famosas suplicando, Por favor, dejenme, Nooo!
Bien el uso de cuchillo y armas ninjas.
Podría haber más de esas peleas con toques lesbicos, dentro y fuera de la prisión de Astrid.
ResponderBorrarY podrían sumarse las clones a partir de los restos de Sabrina Rojas y Alejandra Martínez, que fueron víctimas de Sandes. Podrían ser violadoras lesbicas y entregarse a algún quesón.
el personaje de la alemana es sublime tiene que aparecer más y agregale frases en alemán como en otros cuentos
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