El asesino de Pamela Sosa
Dicen que todo Quesón, despues de quesonear a una mina, tiene como principal pensamiento saber quién será su próxima víctima. El basquetbolista Carlos Matías Sandes no era la excepción a esto, sino más bien todo lo contrario. Sentía que como Quesón iba creciendo cada vez con las minas que venía quesoneando y no podía perder el ritmo. Si o sí debía quesonear a alguna famosa más.
Las ganas de quesonear se potenciaron por dos motivos: había cumplido trescientos partidos en Boca, y eso era un motivo para festejar, por supuesto, no era solo aplaudir en la previa del partido del equipo xeneixe con Estúdiantes de Concordia y mostrar sus enormes zapatillas de color rosa talle cincuenta y dos, también las ganas de quesonear crecieron cuando le llegaron las noticias de Santiago del Estero: Floppy Tesouro había sido quesoneada. Sandes no tenía dudas: Carlos Leonel Schattmann era el asesino.
- Míralo a Schattmann que buen asesinato cometió – pensó – recurrió a unas buenas armas ninjas, yo sigo fiel a mi machete, ja, ja.
En su WhatsApp, le llegó un mensaje de Schattmann:
“Felicitaciones por los trescientos partidos en Boca, Quesón!!! Viste como quesonee a la Tesouro? Ja, ja, la asesiné con armas ninjas, no sabes como costó por los implantes que tenía la mina, ja, ja, pero le tiré el Queso, a ver a quien quesoneas vos ahora”.
Sandes lo sintió como un desafío. Era de noche, y debía quesonear a una mina antes que saliera el sol, no a una mina cualquiera, eso era fácil, agarraba el machete, salía por la calle, asesinaba a dos o tres minas por ahí, les tiraba un Queso, y punto. Había que asesinar a una famosa. Y no era fácil: porque decenas de famosas estaban siendo asesinadas en los últimos meses. Sabía que una aplicación “PELIGRO QUESO” servía como alarma para las potenciales víctimas de los Quesones, si bien, la aplicación era un fracaso.
Antes del partido, Boca Juniors le entregó a Sandes una plaqueta por los trescientos partidos. Don Emilio Hardoy, un viejo estanciero fanático de los caballos, muy amigo de Sandes le entregó la plaqueta al Quesón.
- Yo soy de River, Quesón – le dijo don Emilio que le decía “Quesón” a Carlos – pero hice el esfuerzo de venir acá, a Boca, ante el reconocimiento que te estas haciendo, te lo mereces, Quesón, sos un grande del básquet.
- Gracias Don Emilio, sabía que usted era gallina, muy gallina – le respondió Sandes – pero igual esto es básquet, no es fútbol, no es lo mismo.
- Tenes razón Quesón – le dijo don Emilio – y sos un grande del básquet, debiste haber ido a la NBA, pero también sos un grande de los Quesos. No podes ser menos que Schattmann.
- Schattmann es un amigo, y es gallina como usted, ja, ja.
- Sí Schattmann quesoneo a Tesouro, vos tenes que quesoner a alguna mina famosa.
- Ya quedan pocas. Los Quesones hemos quesoneado a muchas en las ultimas semanas, meses, estamos tirando Quesos por todas partes. ¿A quien puedo quesonear?
- No lo sé Quesón, las mejoras minas ya han sido quesoneadas, tenes razón cuando decís que es difícil, pero tu instinto Quesón te guiará, lo sé. Una más, Quesón, una más, esta noche se quesonea bien, te lo aseguro.
Boca le ganó a Estúdiantes de Concordia aquella noche. Finalizado el partido de básquet, cuando ya se acercaba la medianoche, Carlos Matías Sandes se bañó, aunque siguió vestido como basquetbolista, y por supuesto, no se lavó los pies. Jamás lo hacía. El olor a Queso era apestante e intenso. Sandes pensó:
- No tengo ideas que en este momento tengo más olor a Queso que Carlos Fernández Lobbe, Carlos Delfino o Carlos Bossio, ja, ja.
Su compañero de equipo, Bruno Sansimoni, a una distancia prudencial, pues no aguantaba el olor a Queso, le dijo:
- ¿No te cambias Carlos? Seguís vestido como basquetbolista.
- Cumplí trescientos partidos con la casaca azul y oro, lo voy a festejar.
- ¿Nos vamos de putas, Carlos?
- No sé, si queres ir, andá. Yo me voy por mi cuenta, voy a tirar un Queso, ja, ja, ja.
Sandes se sacó las zapatillas y el olor fue tan fuerte, que Sansimoni no le pudo aguantar, y se desmayó. Carlos entonces se puso los guantes negros, la ropa que solía usar cuando cometía sus asesinatos, y agarró un par de gigantescos Quesos, un Queso Emmenthal y un Queso Gruyere. Se miró al espejo:
- Todo bien – dijo en voz alta – pero ¿A qué mina voy a quesonear?
Sandes no era muy adicto a las redes sociales, en realidad, las odiaba, las tenía porque no le quedaba otra. Aquella tarde, sin embargo, decidió usarlas, tenía 1.056 seguidores en Instagram. Subió una pequeña historia, donde puso “300 partidos” y la placa que le dieron; pero abrió una transmisión en vivo, los seguidores empezaron a sumarse, Sandes se acostó de modo tal que mostraba sus enormes pies en la tranmisión y preguntó:
- Hola Gente, hola Quesudos, Quesones y Quesonas, soy Carlos Matías Sandes, el Quesón, ustedes ya me conocen, soy el asesino de Wanda Nara, Vicky Xipolitakis, Laurita Fernández, Cinthia Fernández, Claudia Fernández, Adabel Guerrero, Tini Stoessel, Alina Moine, y muchas minas mas a las que quesonee, díganme si quisieran tirar un Queso esta noche, con quien lo harían?
Un seguidor, Futbolero Velez, le tiró:
- Sabrina Rojas. Tirale un Queso.
Otro seguidor, El Fauno, le contestó:
- Pamela Sosa, tirale un Queso con mucha saña.
Sandes agarró los datos de estos dos seguidores y cortó la tranmisión. Empezó a buscar fotos de esas dos minas y alguna pista de donde encontrarlas. Tenía ganas de quesonear a las dos, y con su machete, tiraba machetazos al aire, pero no sabía a cual de las dos quesonear, o mejor dicho, a quien quesonear primero. ¿Debía seguir el consejo de Futbolero Velez o de El Fauno? Googleando encontró un dato interesante:
“La infartante morocha contó que está dedicada a su showroom en Palermo y también a terminar la carrera de Psicología, en la que ya está en las últimas etapas, haciendo pasantías en una clínica”.
Carlos entonces buscó en Google el dato, puso “Palermo Pamela Sosa” y el buscador le indicó una dirección: Güemes 4747 “Femme Ideal by Pamela Sosa”.
Ese dato lo decidió: esa noche quesonearía a Pamela Sosa, Sabrina Rojas esperaría su Queso para otro momento. El basquetbolista guardó sus cosas en su mini van, obviamente los Quesos y los machetes, y se fue a Palermo, buscando el showroom de Pamela Sosa. Dicen que la ciudad se llenó de olor a Queso, producto del aroma que despedían los pies de Carlos, mientras viajaba desde La Boca a Palermo.
Sandes agarró Almirante Brown, Paseo Colón, Leandro N. Alem, Córdoba y desde ahí se dirigió a la dirección citada, buscando el mentado ShowRoom. Al cruzar la calle Honduras, Sandes pensó:
- Honduras. Ahí jugaba un gran Quesón. Carlos Pavón. Jugó un par de Mundiales en el equipo catracho.
Llego al lugar. Pamela Sosa justo se iba en ese momento. Sandes se bajó de la Mini Van y se acercó a la vedette. Ya era tarde.
- Buenas Noches Pamela Sosa – le dijo el basquetbolista.
- ¿Y vos quien sos? ¡Qué olor que tenes! – Sosa se tapó la nariz - ¡Oles a Queso!
- Soy un Quesón – dijo Carlos – quiero ver tu shoowroom.
- Ya es tarde Quesón o como quieras llamarte, volvé mañana.
En ese momento, se abrió la puerta del edificio y salió una bella rubia, muy hermosa, y exuberante, con acento rumano, le dijo a Sosa:
- El es Carlos, uno de mis Quesones preferidos, ja, ja, quizás el preferido en las últimas semanas, baile con el la noche que quesoneo a Claudia Fernández, ja, ja, haceme caso piba, haceme caso, no le niegues la puerta.
La mujer se esfumo rápidamente. Sosa quedó sorprendida, casi no podía aguantar el olor a Queso, comenzó a sentirse como en trance o extasiada, sintió que perdía el control por sí misma, aunque llegó a decir:
- ¿Vos sos el asesino de Claudia Fernández?
- Sí – contestó Carlos Matías Sandes – Yo la asesiné.
Sin poder aguantar más el olor, Sosa quedó desmayada. Sandes entonces la agarró y entro al ShowRoom. La puso sobre un diván que había en el lugar. Dicen que por aquellas horas, el olor a Queso que invadió todo Palermo era impresionante, como si un gigante con olor a pata pasara caminando por ahí.
Tras estar dormida unos veinte minutos, Pamela Sosa, se despertó, aunque al abrir los ojos, se encontró con un enorme pie sobre su rostro. Era el pie derecho talle cincuenta y dos de Carlos Matías Sandes. El olor era una fragancia apestante, intensa, asfixiante, Sosa abrió la boca y empezó a lamer el pie, a olerlo, chuparlo, besarlo…
- Queso, Queso, Queso – empezó a repetir como un mantra.
Al pie derecho siguió el pie izquierdo. Sandes estaba exultante, tenía dominada a Sosa, lo había logrado. Pamela fue como recobrando la conciencia, pero solo quería estar con Carlos, con Carlos Matías Sandes.
- ¿Vos sos Quesón, no? – preguntó Pamela.
- Sí.
- Los Quesones deben de tener contacto con las Quesonas, por favor, díganle que alguna de ellas se encargue de asesinar a Aníbal Lotocki, un cirujano, merece ser asesinado, es un ser siniestro, oscuro, asqueroso, repugnante, repelente.
- Lo haré Pamela, lo haré, pero cumple con un deseo a cambio.
- ¿Un deseo?
- Mostrame tu culo.
Pamela entonces se paró del diván, se agachó, y puso su culo a disposición del basquetbolista. Este le dio un par de patadas, a Sosa, le gustó, tanto que le dijo:
- ¿Vos sos futbolista? ¡Por la pinta pensé que eras basquetbolista!
- Soy basquetbolista Pamela, pero al ver este culo, quería darte unas patadas, ja, ja.
Carlos tomó el gigantesco Queso Emmenthal y lo tiró como si fuera una pelota de básquet y el culo de Sosa un cesto, sintió que metía un triple, a Sosa le encantó.
- Ay Carlos, como te gusta mi culo.
- En ningún momento te dije que me llamaba Carlos.
- Solo un Carlos puede tener este olor a Queso.
- Tenes razón Pamela.
El basquetbolista la cogió entonces con los pies, metiéndoselos en el culo, fue muy intenso, Sosa lo disfrutó mucho, despues la cogió con el Queso, y finalmente le metió la pija bien adentro, primero por el culo, despues por la concha. Sosa lo disfrutó con intensidad.
- Mejor que Lisandro Magallan – comentó Sosa – sos un macho alfa Carlos.
- Un Quesón, Pamela, un Quesón, ja, ja.
Carlos entonces agarró el machete, mientras el culo de Sosa le seguía dando la espalda… le metió el machete en el culo, Sosa empezó a decir “Aaaaaajjjj, Caaaaarloooosss, aaaaaajjjjjjj Caaaaarlooooos”, con el machete metido en el culo, Carlos la apuñaló entonces por ahí, dándole un brutal corte por dentro, sacó el machete totalmente ensangrentado.
- Aaaaaaaajjjjjjjj, Caaaaaaarrrrloooossssss – repetía Sosa.
Sandes le dio un brutal machetazo sobre al espalda, con un c0rte profundo de arriba abajo, que esparció sangre por todas partes, totalmente ensangrentada, Sandes dio vuelta el cuerpo de Sosa, y le dio otro profundo corte, esta vez en el pecho, y un par de brutales machetazos en las tetas, finalmente el corte del cuello, el preferido de Sandes, que terminó de rematar a Pamela, aunque no la decapitó como si hizo con otras de sus víctimas.
El cadáver totalmente ensangretado de Pamela Sosa quedó ahí en el lugar, mientras la sangre se esparcía por todos lados, cubriendo el showroom y toda la ropa exhibida allí. El basquetbolista tomó el Queso y lo tiró sobre el cadáver de Pamela Sosa.
- Queso – dijo Carlos Matías Sandes.
Satisfecho y rozagante por el asesinato cometido, Carlos Matías Sandes se fue del lugar, no sin antes escribir en las redes sociales (para borrarlo unos minutos despues): “Pamela Sosa ha sido asesinada y quesoneada, pronto le tocará a Sabrina Rojas, por ahora vivirá, ja, ja, #Queso”.
El basquetbolista se fue del lugar. Pero al ShowRoom llegaron otras personas, la rubia rumana exhuberanta, don Emilio Hardoy, el amante de los caballos, y una anciana, muy anciana, como consumida en el tiempo, que con acento español, dijo:
- ¿Para que me habréis traido aquí, majos?
- Para honrarte Marquesa de Avila, para que recuperes vuestro esplendor.
- ¡Viva España! – dijo la Marquesa de Avila.
No sabemos que paso allí adentro, pero junto a la rumana, que era Lady Dumitrescu, no solo salió don Emilio Hardoy, sino también una mujer española, vestida como andaluza, con una flor sobre su cabeza, repleta de vitalidad, cantando un viejo pasodoble español: “Ay Maricruz”.
El asesinato de Pamela Sosa provocó una nueva conmoción en la sociedad, aunque tantas noticias sobre minas famosas quesoneadas ya aburrían un poco al publico, y por eso se perdían en el tiempo.
- No creo que recuerden mucho a esta boluda de Pamela Sosa, pronto la olvidaran – declaró el Comisario Miguel – pero lo cierto es que el Queso tiene tantos agujeros que uno más no se le va a notar.
Al día siguiente, un par de bellas damas se hicieron presentes en el lugar donde entrenaba el equipo de básquet de Boca. Una rumana y una española. Le dijeron a Carlos Matías Sandes:
- Podríamos bailar el vals contigo.
- Por supuesto bellas damas – contestó el Quesón – bailemos. ¿Pero y la música?
- Siempre tengo mi MP3 con el amplificador – dijo Dumitrescu.
- Deberé acostumbrarme a estos inventos, majos – dijo la Marquesa – yo he vivio hace muchos siglos.
- Tengan cuidado bellas damas, tengo pies muy grandes, las puedo pisar, ja, ja – dijo Sandes.
Y bailaron, al compás de “El Danubio Azul” y “El Vals del Emperador”, y aunque Sandes, que era basquetbolista, no era bailarín, las piso con su pie cincuenta, las damas disfrutaron. Don Emilio Hardoy y el Comisario Miguel se hicieron presentes en la improvisada velada y no quisieron ser menos, aunque se sentían seres inferiores por el mero hecho de no ser Quesones, disfrutaron de unos valses vieneses con las bellas damas.
- Volveré a mi España natal – dijo la Marquesa de Avila.
- Pero primero pasemos por Viena – dijo don Hardoy – bailemos esta vals en la ciudad donde fue compuesto.
- ¿Quesoneo a Sabrina Rojas, bellas damas? – preguntó Carlos Matías Sandes, que como buen Quesón, siempre pensaba en su próxima víctima.
- Esperad, Carlos, esperad, muchas famosas han sido quesoneadas, a veces debemos guardar algún tipo de prudencia – dijo Dumitrescu.
Y así acabó este #RelatoQuesón.
LE QUESONEARON EL OJETE JAJAJA
ResponderBorrara gusto e piaccere tuyo amigo ja ja ja la quesonearon a la otra igual le van a quesonear a la sabrina lo se ja ja ja ja
ResponderBorrarsiempre sanguinario sandes muy bueno!
ResponderBorrarle rompio el orto con los quesos y el machete!!!!!!!
ResponderBorrarexcelente Sandes en su máxima expresión
ResponderBorrarhay que ir adelante con la historia de Sabrina Rojas
ResponderBorrarCarlos Gonzalez Prieto, panelista de Intratables, puede ser un nuevo Quesón
ResponderBorrarMe gusta eso de dos comentaristas incluidos en el relato, sugiriendo víctimas.
ResponderBorrarMe gusta la saña aplicada a Pamela Sosa, empezando con el machete en el culo. Y todo lo demás. Y una víctima pidiendo que una quesona termine con su ex.
Magistral la aparición de Lady Dumitrescu y la Marquesa de Ávila, con todos bailando vals.
Me pareció prudente la idea de esperar, no precipitarse por quesonear a Sabrina Rojas. De la que podría revelarse que es un clon de María Vázquez. Cuando llegue su turno podría ser una víctima en una película, personificando a la detective policial Sally the Sleuth, personaje de historieta de los 40. O la víctima principal de una remake de Frenesí.
Loctoki podría ser parte de una misión conjunta. Podría ir Ravelia Zamas, la que se parece a Valeria Mazza, haciendose pasar por una cliente. Pero el cirujano podría desconfiar, después de que quesonearon a Pamela Sosa, quien fue su secretaria, su pareja y su principal promotora. Y podría atraparla, para hacerle una cirugía. Entonces podría llegar una Carla a la ayuda, como Carla Rebecchi. Quien podría usar las piernas para romper el cuello de Loctoki.
me encantan estos cuentos pero si seguimos así ya no habrá víctimas para asesinar... las mataron a todas
ResponderBorrarNo olvidar a las actrices de Baywatch, que llegaron a ser una buena cantidad, con las temporadas que tuvo la serie. Que incluye a Carmen Electra y Pamela Anderson.
BorrarAllison Mack, actriz de la serie Smalville está mereciendo un queso. Casi que sería justicia, al estilo quesón.
ResponderBorrarhttps://www.ratingcero.com/notas/3070034-arrestaron-la-actriz-smallville-allison-mack-trafico-sexual
¿No tenía entonces una cara a lo Julieta Prandi?
En esa serie, hacía de una amiga de Clark Kent, mientras se transformaba en Superman.
Borrarsí, Chloe Sullivan, fuí fanatico de la serie, la ví completa, je, je, la verdad tenes razón esta para quesonearla
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