El Asesino de Claudia Fernández
Agradecemos la brillante contribución de "EL FAUNO" inspirador y co-autor de este Relato Quesón
“Ahora los Quesones van por las conductoras del programa El Garage” dijo el investigador Paulus Von Kaplan, que solía hablar de estos crímenes en los medios, sin hallar nunca una resolución a los mismos.
Influyó lo simultáneo de los asesinatos, de la votación por redes sociales, y el empate que las llevó a la muerte. Y también el hecho del fanatismo por todo relacionado con los autos, lo que incluía a las conductoras de El Garage. Fanatismo que aumentó por el programa especial, con las pruebas que hizo Gisella Van Lacke, en las que apareció Ursula Vargues, recomendando a la nueva conductora.
Como no se consiguió el regreso de las conductoras anteriores, Fernanda Villaverde, Carolina Prat, contratar a Claudia Fernández para ser la nueva conductora. Quien se vio muy sugestiva, con la presentación, algo típico del programa.
Obviamente, había que protegerla. De ser necesario, pagar una protección...
- Me quesonearan por eso no vuelvo al programa – dijo Fernanda Villaverde.
- No solo la quesonearan a Carolina, también me pueden quesonear a mí… hay Quesones Asesinos, pero también hay Quesonas Asesinas – dijo Guillermo Andino.
Claudia Fernández quedó así sin alternativa… debía hacerse cargo del programa aún sabiendo al riesgo que se exponía.
Von Kaplan se lo advirtió claramente:
- Te asesinarán y te tirarán un Queso.
- No creo – dijo Fernández – hay muchas minas quesoneadas, son varias decenas, solo dos fueron conductoras de El Garage. ¿Acaso las demás como Guillermina Valdes, Andrea Frigerio, Valeria Mazza, Marina Calabró, y todas las demás, que son muchas, estuvieron en el programa? A Villaverde y a Prat no las quesonearon…
- Todavía no las quesonearon… además corres un doble riesgo… Laurita Fernández y Cinthia Fernández, quesoneadas seguramente por el mismo asesino que quesoneo a Gisela Van Lacke…
- ¿Quién puede ser ese asesino?
- Tengo dos sospechosos, ambos basquetbolistas, Gabriel Alejandro Deck y Carlos Matías Sandes.
- Me habían hablado de otro basquetbolista, ¿Carlos Dolfino puede ser?
- Delfino, Carlos Delfino, ese es Quesón, no hay dudas, pero no es este Quesón.
- Si dicen que todos los Quesones se llaman Carlos, eso elimina a Gabriel Deck de la lista de los sospechosos.
- Pero puede ser un cómplice importante. Yo creo que a Gisela Van Lacke no la mató Sandes, sino Deck.
- Las asesinaron a las dos a la vez, a Vargues y a Van Lacke, el asesino no pudo estar en dos lugares a la vez.
- Es verdad. El otro asesino es un rugbier.
- ¿Sospechas?
- Esta Carlos Ignacio Fernández Lobbe, gran jugador de Los Pumas, dicen que quesoneo a Viviana Canosa, Soledad Solaro, Andrea Frigerio, Daniela Cardone, María Vazquez, Dolores Barreiro…
- ¡No tengo escapatoria! ¡No me persigue un asesino, sino dos! ¡No sé que hacer!
- Necesitas protección, Claudia, recurrí a Carla Conte, ella te va a ayudar.
- ¿Carla Conte?
- Anda a verla a Canal 9, donde graba su programa, no tenes opción.
Claudia Fernández, muy preocupada y con un alto grado de tensión, fue a ver a Carla Conte, sin saber que le podría proporcionar el encuentro. Mientras caminaba por los pasillos de Canal 9, se cruzó con una anciana de la limpieza, que llevaba un carrito, con todos los artículos y productos propios de su actividad.
Fernández iba tan preocupada, que se llevó por delante a la anciana.
- ¡Tenga cuidado, señora Claudia Fernández! – dijo la anciana.
- ¡Lo siento, señora! – exclamó Fernández - ¡Es que estoy muy preocupada! ¡Usted no se imagina, hay dos asesinos que vienen por mí!
- Ja, ja, ja – río con sarcasmo la anciana – Ja, ja, ja.
- ¿Le parece divertido que dos asesinos, dos Quesones, dos asesinos implacables, sedientos de sangre, me persigan?
- Yo sobreviví a dos guerras mundiales en mi Rumania natal, mire si voy a tener miedo de un basquetbolista y de un rugbier, ja, ja.
- ¿Cuántos años tiene usted? – dijo asombrada la conductora.
- Nací en 1892, cuando Carlos Pellegrini era presidente de Argentina, pero no nací aca, sino en Timisoara, ja, ja, ja.
Mientras hablaba, la anciana tomó una botella con una bebida de color rojo, y mientras la bebía, parecía rejuvenerse, a Fernández le llamó la atención, quedó muy asombrada, quieta, estupefacta.
- ¿Sabe donde esta Carla Conte? – atinó a preguntar Fernández.
- La encontrarás allá, ja, ja, espero que te sea útil, es tu última esperanza, ja, ja – dijo la anciana, ya no tan anciana, ahora parecía una mujer de mediana edad, que continuó caminando con tranquilidad.
- Ma sí, vieja loca, alguna experta del maquillaje que me quiso jugar una broma pesada – pensó Fernández.
Finalmente, Claudia Fernández llegó a donde estaba Carla Conte, que ya había terminado su programa, y se encontraba en su camarino. Justo cuando entraba, Carla se ponía guantes negros en sus manos, y guardaba en una cartera un puñal, un revolver con silenciador, una soga y un Queso Edam. Fernández la vió.
- Hola Carla, soy Claudia Fernández, conductora del Garage, debes saber que mi vida corre peligro, Gisela Van Lacke y Ursula Vargues han sido asesinadas, vienen por mí, desconozco la razón pero las asesinaron en forma salvaje y les tiraron un Queso; dicen que vos me vas a proteger.
- Puedo hacerlo – dijo Carla Conte – pero todo tiene un costo. Soy una asesina profesional, una asesina a sueldo, una asesina de hombres.
Claudia Fernández quedó estupefacta al escuchar la confesión de Carla Conte. “Soy una asesina profesional, una asesina a sueldo, una asesina de hombres”.
- Entonces – dijo Fernández – Puedo pedir tu protección. Debe ser inmediata. Los asesinos vienen por mí.
- El hecho de que hayan quesoneado a esas dos minas no significa que un Quesón venga por vos; acaso ¿Recibiste un Queso por correo? Ese, muchas veces, suele ser el anuncio que hacen los Quesones a sus víctimas, muchas minas los recibieron, no le hicieron caso, y las asesinaron.
- No recibí ningún Queso – dijo Fernández.
- Es una paranoia tuya entonces – dijo Carla.
- Estoy aterrorizada, entende mi situación.
- Estoy ocupada, debo asesinar a un par de chabones, esta misma tarde y noche. Es una misión muy importante. Yo también quesoneo, pero quesoneo chabones, ja, ja, porque soy una Quesona.
- Tengo mucho miedo, entende mi situación. O los Quesones vienen por mí, o yo voy por los Quesones.
- Te daré una ayuda. Pero no será gratuita, estimada Claudia Fernández, esto te costará unos cinco mil euros.
- Pagaré lo que sea – dijo Fernández.
- ¿Tenes pistas de quienes pueden ser los asesinos?
- Hablan de un rugbier y un basquetbolista – dijo Fernández – al rugbier no se donde lo puedo encontrar, pero al basquetbolista sí, dicen que juega en San Lorenzo.
La asesina abrió un placard y sacó del mismo una enorme horma de Queso Emmenthal, agarró una jeringa y pusó una mezcla de veneno, arsénico y cianuro, los inyectó en el Queso.
- Veneno letal – dijo Carla – a los Quesones les gusta el Queso. Dáselo a ese basquetbolista, no se resistirá a comerlo, es la única ayuda que puedo darte.
- Pero es una horma muy grande, ¿Cuántos kilos son? Es imposible que lleve ese peso.
Se abrió la puerta. Otra vez la anciana, aunque ahora parecía una chica de treinta años, acababa de terminar de beber aquella bebida de color rojo. Apareció con dos guantes.
- Ja, ja – río Dumitrescu, tal era su nombre – estos guantes te ayudarán querida, ponetelos y podrás llevar ese Queso.
Dumitrescu le entregó a Claudia un par de guantes, que la conductora del garaje se los puso, y efectivamente, tuvo la fuerza suficiente para llevar el Queso.
- Solo sirven para llevar Queso, no te dan una fuerza para otros objetos – dijo Dumitrescu.
- Te deseo mucha suerte, la vas a necesitar – dijo Carla Conte – como soy buena, una buena asesina, te voy a dar otras cosas para que te puedas defender, estas medias grandes para basquetbolistas, rociadas de veneno, no las toque con tus manos, solo con guantes, al tocar la piel de los pies, el veneno es letal, aunque de efecto muy lento, y solo tiene efecto en pies muy grandes, puede tardar varias horas una crema de afeitar para que se afeiten los chabones, llenos de veneno, todo te ayudará.
- No sabías que eras envenenadora – le dijo Dumitrescu a Carla.
- No lo soy, no me gusta serlo, yo disfrutó apuñalando o baleando a los chabones que asesinó, los quesoneo, ja, ja, pero estos recursos extraordinarios, esta chica necesita ayuda, pero yo hoy no se la puedo dar, me tengo que ir, asesinaré a dos chabones, ojala haya tres o cuatro víctimas “colaterales” más, quiero tirar muchos Quesos esta noche, ja, ja – dijo Carla, mientras se iba.
Fernández quedo sola. Sin saber que hacer, agarró las medias que le dejó Carla Conte, el Queso, y se fue al lugar donde estaban los jugadores de básquet de San Lorenzo.
Por internet, tras googlearlo, pudo ver como eran los rostros de Deck y Sandes. Al ver a Deck le llamó la atención la cara de niño del basquetbolista, Sandes en cambio tenía un rostro de #serialkiller que hablaba por sí solo. Cara de Carlos, cara de Quesón.
- Son ellos o yo, no tengo opción – dijo Fernández – además de esta manera, seré una heroína, Fernanda Villaverde y Carolina Prat me lo agradecerán, ya sé que también esta el rugbier asesino, pero ahora voy por este basquetbolista, del otro ya me ocuparé en su momento.
Claudia Fernández se metió en el lugar y vio a algunos basquetbolistas, pero no eran los que buscaban. Independientemente del Queso que llevaba en sus manos, había un fuerte olor a Queso en el ambiente, señal de que un Quesón estaba allí, Fernández comenzó a avanzar, movida por un impulso extraño, que ella misma desconocía, tocó una puerta. Un basquetbolista con cara de nene, muy alto y patón, le abrió la puerta.
- ¡Gabriel Deck! – dijo Fernández.
- Soy yo. ¿Vos quien sos?
- Soy Claudia Fernández, conductora del Garage, como la justicia no me da respuestas, estoy investigando el asesinato de Gisela Van Lacke por mi cuenta, se que vos estuviste en el lugar donde la asesinaron.
- Sí, pobre chica, la asesinaron de una manera muy cruel. ¿Y ese paquete?
- Es un Queso, un obsequio – le dijo Fernández, mientras dejaba el Queso sobre la mesa – espero que se lo coman.
- Yo no como Queso – dijo Deck – pero a mi amigo Carlos Matías Sandes le va a encantar.
- ¿No comes Queso?
- No.
- Qué raro.
- Sí, muy raro, ja, ja.
- Bueno, Gabriel, si no te gusta ese obsequio, tengo otro. Estas medias… calcetines para vos…
- Lindas medias – dijo Deck – me las voy a poner.
Se puso las medias, las medias envenenadas, Claudia estaba satisfecha, sabía que iban a tener un efecto lento, de varias horas, pero las medias eran letales, según le había dicho Carla Conte.
- No importa que no coma el Queso – pensó la conductora – ya lo comerá Sandes, ja, ja, la venganza se esta llevando a cabo.
Deck y Fernández estaban solos, el basquetbolista, con los calcetines puestos, empezó a tener una gran calentura sexual, y le dijo a Fernández:
- ¿Tenemos sexo?
- Con mucho gusto.
Se tiraron a la cama, empezaron a tener un sexo muy intenso, la habitación se movía de un lado a otro, despues de haber disfrutado de una gran penetración, Fernández tomó una toalla, y decidió estrangular a Deck.
- Le rodearé el cuello con la toalla, luego pondré una almohada sobre su cabeza, lo asesinaré, ja, ja…
Como simulando seguir teniendo sexo, la conductora agarró la toalla y comenzó a rodear el cuello de Deck, en un rápido movimiento, colocó la almohada sobre su rostro.
- ¡Morirás Gabriel, morirás, por ser complice del asesinato de Van Lacke! – dijo Fernández.
En ese momento, mientras Deck intentaba resistirse, una fuerte patada golpeó la espalda de Fernández, era una patada hecha con un gigantesco pie, un pie de talle cincuenta y dos, o incluso más, la conductora se dio vuelta… estaba Sandes, Carlos Matías Sandes, el Quesón, que la miraba en forma despectiva, y colocó otra vez sus pies sobre el rostro de la conductora… el olor a Queso era apestante, intensa, sofocante… Fernández no lo pudo aguantar y quedó desvanecida.
- Llama al médico Gabriel – le dijo Sandes – yo me ocupó de esta mina. No pensaba hacerlo, no tenía intención de quesonearla, pero no hay opción.
- Gracias Quesón – le dijo Deck, sin saber que aunque había evitado la asfixia, aún tenía puestas las medias envenenadas.
El Quesón agarró el cuerpo desvanecido de Fernández, le inyectó una fuerte dosis de éter para mantenerla dormida unas cuantas horas. También tomó el Queso.
El Quesón agarró su mini van, y se trasladó durante horas hasta llegar a la estancia de La Pampa, donde había asesinado a Van Lacke. Tardó unas cuantas horas, Sandes manejó con velocidad y prudencia a la vez. Claudia Fernández se despertó, pero estaba atada como un matambre, se movía de un lado a otro, pero no podía salir de ahí. Al llegar al destino, ya era mañana avanzada, el Quesón abrió la puerta de la Mini Van, y le dio otra inyección que volvió a dormir a Fernández.
Don Emilio Hardoy, el dueño de la estancia, recibió a Carlos.
- Hola Quesón, ¿Cómo va mi amigo? ¿Todo bien? ¡Qué sorpresa! ¡Qué revuelo con lo de Van Lacke!
- Aca estamos don Emilio, no venir hoy, pero aca estamos. Necesito el box de los caballos.
- No hay problemas – dijo don Emilio - ¿Y ese Queso? ¡Qué buen aspecto tiene! ¡Una buena picada con el, Quesón!
- No lo agarré ni lo coma Don Emilio, vamos a probarlo, ¿Tiene algún animal enfermo?
- Uyyy Quesón… mi viejo “Gagarino”, según el veterinario no le quedan más de dos días de vida, fue un gran ganador de los grandes premios del Turf.
- Podemos evitar que siga sufriendo – dijo Carlos – deberá probar este Queso.
- Los caballos no comen Queso – dijo don Emilio Hardoy.
- Lo rallaremos, las hebras las mezclamos con alfalfa…
- Buena idea, sí, que mi Gagarino no siga sufriendo.
Rallaron el Queso, y mezclaron las hebras con la alfalfa, se lo dieron de comer a Gagarino, el caballo relinchó con furia y terror, y cayó muerto, fulminado.
- Lo temía, el Queso, este Queso, estaba envenenado. Esa loca que deje ahí, intentó asesinarme – dijo Carlos Matías – no es la primera vez que una mujer intenta asesinarme (1).
- Qué cosas que tiene la vida Quesón.
- Me resistí durante mucho tiempo a ser Quesón, mientras que Carlos Delfino empezó a asesinar a los 17 años y 9 meses, cuando era aún menor de edad (2), yo cometí mi primer asesinato a los 27 años, despues sí, me convertí en un Quesón cruel, sanguinario, depredador como pocos…
- El destino, Quesón, es el destino. ¿Y ahora? – justo en ese momento sonó el celular de don Emilio Hardoy.
El estanciero lo atendió, era algo muy importante, se lo dijo a Sandes.
- Estuvieron comunicándose con vos Quesón, pero tenes apagado el celular, es una mala noticia, aunque todavía hay esperanza, a Gabriel Deck lo envenenaron con unas medias, el veneno tuvo un efecto lento, Gaby quedo inconsciente. Pensaron que estaban muerto, pero gracias a la intervención de una anciana de la limpieza, detectaron que aún respiraba. Lo internaron, los médicos lo operaron, hay que esperar las próximas horas, esta grave, no ha muerto, pero los médicos dicen que aún no se salvo.
- Voy a quesonear a esa mina – dijo con furia Sandes – que se meta con nosotros los Quesones, o que intente vengar a Van Lacke es una cosa, que se meta con Gaby, que es un tipo puro, inocente, casto, más bueno que Heidi, más bueno que Lassie es otra cosa. La quesonearé.
Cuando Fernández despertó, estaba atada a una pared, en el mismo box de caballos donde asesinaron a Van Lacke. Los caballos relinchaban con fuerza y furia, pero a Sandes no le importó. Claudia Fernández estaba tirada en el piso, atada con cadenas. A su alrededor, había enormes hormas de Queso Emmenthal.
- ¡Socorro! ¡Ayudenme!
- Nadie vendrá a ayudarte, asesina de Gabriel Deck. No lo pudiste asfixiar con la almohada, pero lo envenenaste con esas medias. Y ese Queso envenenado, mataste al caballo “Gagarino” – le dijo Sandes mientras blandía el machete y una lanza.
- Ja, ja, ja, quizás seré quesoneada pero por lo menos quesonee a ese Gabriel Deck, ja, ja – dijo con satisfacción Fernández.
El Quesón no respondió puso sus enormes pie encima del rostro de Fernández, que empezó a olerlos, lamerlos, besarlos y chuparlos. La conductora de “El Garage” empezó como a quedar hipnotizada, extasiada, por el intenso, apestante y sofocante olor a Queso de los pies de Sandes.
El basquetbolista le dio una serie de patadas en el cuerpo, mientras le tiró un par de Quesos, que golpearon a la conductora, despues la baño con la manguera con la que solían bañar a los caballos. Mientras tanto los animales relinchaban una y otra vez.
Fernández quedó de espaldas a Sandes, y este entonces la cogió por el culo primero con los pies, despues con el Queso, despues la penetró por la vagina, con furia, salvajismo, no con la suavidad y el erotismo que empleaba con otras víctimas.
Tras cogerla, Sandes la ató a uno de los palos del box de los caballos. Los animales seguían relinchando una y otra vez. Otra vez la baño con la manguera, y le tiró los Quesos, Fernández quedó atada en posición vertical.
El basquetbolista agarró el machete y ¡zas! le asestó un machetazo brutal en el pecho, de izquierda a derecha, la podría haber partido en dos, pero prefirió asestarle un segundo machetazo, ahora de arriba abajo, y un tercero, de derecha a izquierda, con cada machetazo que le asestaba, el asesino gritaba con furia:
- ¡Queso! ¡Queso! ¡Queso! ¡Queso! ¡Queso! ¡Queso! ¡Queso! ¡Queso! ¡Queso!
después le cortó el cuello, que le provocó una brutal herida, la sangre fluía por todas partes, pero no la decapitó. Los caballos relinchaban con más fuerza. Carlos prefirió usar la lanza, y aunque Fernández ya estaba muerta, se la clavó en la concha y quedó así, empalada. El basquetbolista agarró el Queso Emmenthal otra vez y lo dejó clavado, en la punta de la lanza, que le atravesaba todo el cuerpo.
- Queso – dijo Carlos Matías Sandes mientras contemplaba el cadáver empalado de su víctima.
- Queso – dijo Carlos Matías Sandes mientras contemplaba el cadáver empalado de su víctima.
Con la frialdad e impunidad que suelen tener los Quesones después de cometer un asesinato, Carlos abandonó la escena del crimen. Los caballos se calmaron.
- Ganaré muchos premios en las carreras, mañana llevó los caballos al Hipodromo, este fue el mejor entrenamiento - manifestó don Emilio Hardoy, al salir Sandes del box de los animales.
- El cadáver quedó ahí, empalado y quesoneado, como en los asesinatos donde participé con otros Quesones (3).
- Pocos saben que ese lugar también es de mi propiedad – dijo don Emilio.
- Del cadáver me encargaré yo – dijo Lady Dumitrescu, que apareció de repente y señalando a Don Emilio dijo - gracias primo, ja, ja.
Dumitrescu le dijo a Sandes:
- Deck se ha salvado. Contará el cuento. Pudieron extraerle todo el veneno que le penetró por los pies. El efecto que tendrá es que sus pies no olerán a nada de ahora en más, pero como no es Quesón no habrá problemas. Pero que tenga cuidado. Quizás alguna Quesona va por el. Yo no lo podré proteger siempre, y vos tampoco, Carlos.
Ya de regreso a Buenos Aires, algunas horas después el asesino se encontró con Gabriel Deck. Este tenía la noticia que ninguno de los dos seguiría en San Lorenzo.
- Parece que seguiremos caminos separados ahora, Quesón, dicen que me voy al Real Madrid, en las ligas profesionales europeas, y que vos te vas a Boca Juniors.
- Así dicen, no importa, nuestra amistad va más alla de la distancia, sobre todo después de estas cosas que hemos vivido, con mucho Queso, por cierto.
- Quesonea a Fernanda Villaverde y a Carolina Prat.
- ¡Ja, ja, ja! No soy el único Quesón, quizás haya otros que las puedan quesonear, ja, ja…
Y entonces apareció, Lady Dumitrescu, muy bella, rejuvenecida y elegante.
- Dale, Carlos, bailemos para festejar.
- No se bailar, Lady Dumitrescu.
- Y eso que a ustedes les gustan bailarinas, las vedettes.
- Para quesonearlas.
- Jeje. Y esos les sale bien. Dale, bailá conmigo, que yo te guío.
Empezaron a bailar, un vals, "El Danubio Azul" pero Carlos, con sus enormes pies 52 la pisó a Lady Dumitrescu.
- No me dí cuenta que calzas 52, que bailarín tan patoso que sos Carlos, ja, ja...
- Patoso, no mi señora, ma femme, soy Quesón, Quesón.
- ¡Y qué Quesón!
Y entonces apareció, Lady Dumitrescu, muy bella, rejuvenecida y elegante.
- Dale, Carlos, bailemos para festejar.
- No se bailar, Lady Dumitrescu.
- Y eso que a ustedes les gustan bailarinas, las vedettes.
- Para quesonearlas.
- Jeje. Y esos les sale bien. Dale, bailá conmigo, que yo te guío.
Empezaron a bailar, un vals, "El Danubio Azul" pero Carlos, con sus enormes pies 52 la pisó a Lady Dumitrescu.
- No me dí cuenta que calzas 52, que bailarín tan patoso que sos Carlos, ja, ja...
- Patoso, no mi señora, ma femme, soy Quesón, Quesón.
- ¡Y qué Quesón!
Y colorín colorado, o mejor dicho, Queso Gruyere y Emmental, este relato Quesón ha terminado.
(1) Carlos Matías Sandes hace referencia al último capítulo de la saga de “la Matacarlos, la asesina de los Carlos” La Matacarlos capítulo 19 Carlos Matías Sandes, la saga completa en La Matacarlos (La asesina de los Carlos)
(2) El único Quesón que cometió asesinatos antes de cumplir la mayoría de edad
un poco largo... pero me gusto... gran relato... Deck insita a cometer a Sandes a seguir asesinando... que pasará?
ResponderBorrarcrack de nuevo capo, crack de nuevo
ResponderBorrarque sanguinario Sandes... pero la mina se lo merecía! Quien es realmente Emilio Hardoy? Irá Carla Conte por Gabriel Deck? podría haber una secuela o un #spinoff ja ja ja
ResponderBorrarde lo mejor... de lo mejor... Sandes ya le esta haciendo la competencia a los Delfino Bossio Lobbe etc
ResponderBorrargran relato... mi tocayo Gabriel Deck complice de los Quesones... esto mejora día a día... que no aparezca una asesina de los Gabrieles, por que si no ay de mí!
ResponderBorrarestas enfermo... pero de queso
ResponderBorrarQuedó muy bien.
ResponderBorrarDesarrollaste muy bien la idea. La venganzas fallidas pueden ser un buen recurso para la venganza.
Muy bien el encuentro con Carla Conte y Lady Dumitrescu. Estuvo bien el encuentro con Deck, está bien que las mujeres más deseables no sean sólo para quienes quieren matarlas.
Y estuvo bien el encuentro violento con Sandes, que le tenía odio. Y fue aun más cruel que con Gisella. Lo de bañarla con manguera recuerda a las películas de cárceles de mujeres. Buena referencia a la otra historia, de los cuatro quesones.
Carolina Prat da para que sea vencida en Celebrity Deathmacth, sola o junto a Andino, siendo el premio de ganar la revelación de los asesinos de las conductoras de El Garage. Fernanda Villaverde podría quedar para un estrangulador.
Estuvo bien el diálogo de Carla Conte, es al estilo de como habla ella. Pareció que realmente quería ayudar a Claudia Fernández, pero se lo impidió la lealtad a los quesones, el acuerdo que se mencionó en La asesina de Carlos Lampe.
ResponderBorrarLady Dumitrescu es sanguinaria, la promotora de crímenes, pero tiene carisma, es un gran personaje.
Para el final de un relato, podría darse este dialogo.
Y entonces apareció, Lady Dumitrescu, muy bella, rejuvenecida y elegante.
-Dale, Carlos, bailemos para festejar.
-No se bailar, Lady Dumitrescu.
-Y eso que a ustedes les gustan bailarinas, las vedettes.
-Para quesonearlas.
-Jeje. Y esos les sale bien. Dale, bailá conmigo, que yo te guío.
perfecto... ahí lo agregué... buen detalle! alguna sugerencia para las historias que faltan? ja ja
ResponderBorrarQuedó muy bien, con cierto humor y con cierto romanticismo. Seguro que la Lady sabe bailar, seguramente que sabe bailar vals.
BorrarJusto se me había ocurrido, ¿que tal una fiesta, una ceremonia en honor de Lady Dumitrescu? Un gran festejos al que asistan Carlos, Carlas y Ravelias. Incluso alguna Carla internacional, alguna Charlize. Y podría haber música para la celebración, alguna estrella internacional, como las que quedan. Jennifer López o Britney Spears, tal vez las dos, en cada cual con su relato. Podrían ser contratadas para un recital, sin saber que terminarán siendo quesoneadas.