Carlos Calvo y La Venganza de la Rumana
Lunes 17 de julio de 1989. La odisea menemista empezaba en la Argentina, llevaba apenas nueve días de un ciclo político que se extendería a lo largo de una década. La famosa diseñadora de modas Ana Pérez, de cuarenta y cinco años de edad, iba a llevar a cabo su habitual desfile de invierno en la sucursal Mar del Plata de su prestigiosa Boutique “Vendome”. Estamos hablando de fines de los 80: la zona comercial de Güemes todavía no existía, la Boutique se hallaba en Alem, en la zona de Playa Grande.
Pese a la hiperinflación reinante en aquellos días, y a las bajísimas temperaturas que se registraban en Mar del Plata en aquel invierno, el desfile fue un éxito, en aquel lunes, en plenas vacaciones de invierno. Ana estaba muy satisfecha, y gozaba de una gran alegría, lo que le llamó la atención fue, ni bien empezó el evento, ver al popular actor Carlos Calvo, “Carlín”, sentado en primera fila de aquel desfile. Terminado el desfile, el actor se acercó a saludar a la prestigiosa diseñadora.
- ¡Qué sorpresa! – dijo la diseñadora - ¡Un actor de su prestigio y su popularidad en mi desfile!
- Sí, si, Queso, Que-sorpresa, ja, ja. Sus desfiles son todo un acontecimiento. Además por favor, no me trates de usted, tutéame, ja, ja.
- No sabía que estabas en Mar del Plata – dijo la diseñadora entrando en un tono más confianzudo con el actor.
- Vinimos a hacer algunas representaciones de la obra “Mamá” en las vacaciones de invierno.
- Yo la ví en el verano pasado, muy buena obra. Siempre fui admiradora tuya.
- ¿En serio?
- Sí, tengo que confesarte, que cuando hacías de “El Cholo” en “El Rafa” me recalentabas, despues esos papeles en “Juan sin nombre” y “Solo un hombre”. Eso de que te llamas igual que una calle, esa calle de Constitución y San Telmo, no sé, me pareces el prototipo del macho. Me encantas. Tengo que confesar que tenía un deseo sexual con vos muy grande. Me encantas. Sos hermoso, precioso.
- Queso. Que-sorpresa que me digas así, podría ser el momento de satisfacer esos deseos.
- ¿Me llevarías a mi casa? Es cerca de aca, antes de Cabo Corrientes, a tres cuadras de Playa Chica.
- Con gusto te llevaré.
- ¿Vos estas con Luisina Brando?
- No. Ya estamos separados. Hace rato. Ahora estoy con Marisa Mondino. ¿No lees las revistas?
- Ja, ja, ja – río Ana, a punto de cumplir su deseo sexual con Carlos Calvo, con Carlín.
Media hora despues, Carlos Calvo se encontraba con Ana en aquella residencia victoriana, un típico chalet marplatense, a pocas cuadras de Playa Chica, Cabo Corrientes y Las Torres de los Manantiales. Para satisfacción de Ana, Carlos se desnudó ante ella, en una suerte de streap tease.
- Sos hermoso – le dijo Ana, una vez más – Carlos. Carlos. Me encanta tu nombre. Carlos Andrés Calvo.
- Me llamo Carlos Calvo a secas, ja, ja – le aclaró Calvo – ese segundo nombre me lo inventé, para que no dijeran que tengo nombre de calle, es el nombre de mi hermano, Andrés.
- ¿En serio?
- En serio. Igual en los próximos años me parece que seré simplemente Carlos Calvo.
- Qué sorpresa – dijo Ana.
- Queso. Que-sorpresa, sí, una sorpresa, ja, ja.
- Todos te dicen Carlín.
- Sí, Carlín, más original que Carlitos, no?
- Ja, ja, ja , ja, ja.
Los dos rieron juntos, a carcajadas. Ana estaba sobre un sofá, Carlos desnudo ante ella.
- Que pies grandes – le dijo Ana viendo los pies de Carlos.
- ¿Te gustan? Calzo cuarenta y seis.
No terminaba de decir esto, cuando Carlos acercó sus pies sobre el rostro de Ana y los puso encima.
- ¡Qué olor a Queso! – dijo Ana - ¡Como huelen tus pies!
- ¿Te gusta? Dale, dale, disfruta de mis pies, de mis Quesos, ja, ja, soy Carlín, pero soy un Quesón.
- ¿Un Quesón?
Ana empezó a oler, chupar, besar y lamer los pies de Carlos, que olían en forma más que fuerte, intensa, asfixiante y penetrante. Un olor muy fuerte, Ana quedó como en extasis, al terminar con el pie derecho, siguió con el izquierdo, al terminar de jugar con los pies, Carlos se tiró encima de Ana, que empezó a chuparle la pija, el le chupó las tetas y el culo, la penetró por la vagina, mientras se desplazaban por el sofá, por el piso, una y otra vez. El placer fue intenso, pero todo tiene un final.
- Fue maravilloso esto – dijo Ana.
- Espero haber cumplido las expectativas – le dijo Carlos Calvo.
- Lo has hecho y con creces – le contestó Ana.
- Ja, ja, ja – río Carlos Calvo.
Ana fue al baño mientras Carlos se vistió. La diseñadora entró al baño, hizo lo que se hace en esos lugares, terminó, se miró al espejo, y al ver el vidrio, vio una figura, la figura de una anciana, la empezó a contemplar asustada, Ana se dio vuelta, no había nadie en el baño.
- Todo fruto de mi imaginación – dijo Ana – mucho VHS últimamente.
Pero Ana volvió a ver el espejo y para su terror, otra vez vio la figura de la anciana. La anciana la miró a los ojos y le dijo:
- Se lo que hicieron el invierno pasado.
- Ayyyyyyyyyyyyyyyyy – gritó de terror Ana. Pero se dio vuelta y nada había.
- ¿Pasa algo? – le preguntó Carlos Calvo, ya vestido, en el salón.
- No, nada – dijo Ana – lo que puede la fuerza de la imaginación – pensó la diseñadora, como restándole importancia al tema, creyendo que era una alucinación, producida quizás por el placer de haber tenido sexo con Carlos Calvo.
Ana salió del baño. Se dirigió al salón, donde estaba Carlos Calvo. El actor estaba vestido de negro, con guantes negros que le cubrían las manos. Carlos se acercó a la mujer y le dijo:
- ¿Por qué el grito?
- No, nada – dijo Ana – tener sexo con vos fue algo tan sublime que quizás me da terror sentir que ya volveré a tener una satisfacción similar.
- Ja, ja – río Carlos Calvo – y te aseguro que falta lo mejor.
- ¿Lo mejor?
- Sí, esto.
- ¡Aaaaajjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj! – gritó Ana, esta vez de dolor y terror a la vez, es que Carlos le clavo un cuchillo, un gigantesco cuchillo en el pecho.
La herida fue profunda. Carlos le asestó el cuchillo hasta el mango. Se lo hundió hasta el final. Sacó el cuchillo y se lo volvió a clavar, esta vez en el estomago. Otra vez se lo hundió, y de ahí le aplicó un terrible corte, de izquierda a derecha, otro de derecha a izquierda, de arriba abajo, y de abajo arriba. Sacó el cuchillo y ahora Carlos le dio otra herida, en el cuello, muy profunda. Mientras la mujer se desvanecía y se desangraba en el piso, Carlos le aplicó muchas puñaladas más. Cuchillazo tras cuchillazo, sumó como treinta y pico de puñaladas. Carlos Calvo se dio por satisfecho. Al terminar el asesinato, sacó un Queso de la mochila que había llevado, sí un Queso, un Queso Pategras, esos con cascara roja y agujeros.
- Queso – dijo Carlos Calvo, el famoso “Carlín”, mientras tiraba el Queso sobre el cadáver de la diseñadora, tras contemplar a su víctima.
El asesino se fue del lugar del crimen. El cadáver quedó allí, y su hallazgo al día siguiente generó un gran impacto mediático. Una leyenda dice que una anciana entró y miró el cadáver de la mujer asesinada, diciendo en voz alta:
otro Carlos Calvo que merece tirar Quesos http://www.fotoplatino.com/fp34513
ResponderBorrarla diseñadora de modas es Kim Bassinger
ResponderBorrarmuy buen asesinato de Carlos Calvo al final Carlin tiro muchos Quesos
ResponderBorrarme gusta esta historia además de los Carlos y de los Quesos tiene ingredientes de historias de terror
ResponderBorrarCalvo es el maestro queson, muy buena su participacion en esta version quesona de Se lomque hicieon el verano pasado.
ResponderBorrarPero tiene una falla en su carrera: se le escapó Beatriz sSalomon