El Asesino de Deborah De Corral
Lo cierto, y para no entrar en detalles diremos que una importante fiesta privada se celebraba en una residencia de un importante empresario, con aspiraciones políticas, y fueron muchos los invitados. Los tres Soda Stereo y Deborah De Corral fueron parte de los trescientos y pico de invitados que se hicieron presentes.
Charly Alberti (o Carlos Ficicchia) se preparaba para tocar dos o tres canciones en homenaje al importante empresario, y lo hacía de la manera en que más le gustaba, nada conocida por el gran público: comiendo Queso. Su afición al Queso, por aquellos años, era muy intensa.
- Qué raro vos comiendo Queso, Carlos.
Charly se dio vuelta. Nadie lo llamaba “Carlos”. Todos le decían “Charly”. En realidad, solo una persona lo llamaba por su nombre legal, tal como figuraba en el documento, y ese alguien era Deborah De Corral.
- Oh, oh, pero miren a quien tenemos por aca – exclamó Carlos.
- Ya pasaron unos años desde que dejamos de estar juntos – dijo Deborah – pero hoy el destino nos vuelve a poner en el mismo lugar. Veo que seguís tan Quesón como siempre.
- Soy Quesón desde que nací, cuando me pusieron este nombre, Carlos.
- Dicen que por mí ejerciste el derecho al Quesón para que no que me quesonearan.
- Ja, ja, ja, ja – río el baterista – siemrpe puede haber un Carlos que te tirar un Queso.
- ¿Van a tocar alguna canción?
- Para eso vinimos. Quieren que toquemos “Corazón Delator” y alguna más, que se yo, seguro “Nada Personal” y “Persiana Americana”. ¿Y vos en que andas?
- Preparando una película que marcará un antes y un despues en la historia de la cinematografía “Chicos Ricos”.
Carlos y Deborah empezaron a caminar, salieron de la casa principal al aire libre, y mientras charlaban, se metieron en medio de una especie de bosque, con arboles de un lado, y yuyos del otro, estaban cerca de Nordelta, que se inauguró en esa época, en el Tigre, los yuyos indicaban la presencia de algún riacho o arroyo, tan comunes y abundantes en esos andurriales.
- Siempre recuerdo que tus pies estaban sudados, y olían fuerte, como disfrutaba de eso cuando estábamos juntos – le dijo Deborah a Carlos.
Deborah se tiró al pasto, y Charly puso sus pies encima de ella. Ella le sacó las zapatillas, las chupó, luego las medias, las chupó, y finalmente empezó a oler, besar, lamer y chupar los pies del baterista, primero el derecho, luego el izquierdo. Lo disfrutó mucho, aunque no era la primera vez que lo hacía, sino más bien todo lo contrario, después empezó a sacarle la ropa a Charly, y el baterista la penetró por la vagina, cogieron en forma intensa, tan intensa como los sones de “La ciudad de la Furia” o “Cuando pase el Temblor”.
- ¿Y ahora Carlos? – dijo Deborah ni bien terminó aquella intensa y fogosa relación sexual con el baterista.
- Ahora a hacer lo que debí hacer hace mucho tiempo, cuando estábamos juntos, pero eras muy chiquita, muy jovencita, y el Código Quesón establece que no podemos asesinar a minas menores de veinte, pero ya tenes veintidós o veintitrés no? – mientras hacía esto el baterista se puso unos guantes negros en sus manos.
- ¿Qué estas insinuando, Carlos? ¿Para que te pones los guantes negros? ¿Para tocar la batería?
- No insinuó nada, te voy a asesinar, ya te lo dije. Nunca filmarás “Chicos Ricos”.
- ¿Asesinar? – dijo espantada Deborah De Corral.
Cuando terminó de decir, el baterista la tomó del cuello y empezó a estrangularla. Le apretó el cuello con gran fuerza, De Corral intentó defenderse, pero aterrada y sorprendida nada pudo hacer, le siguió apretando el cuello, la fue dejando sin aire, en forma lenta pero sostenida, finalmente la asesinó.
- Queso – dijo entonces Charly Alberti mientras sacaba un Queso de una mochila que estaba ahí, en la escena del crimen, y lo tiraba sobre el cadáver de su víctima.
El baterista estrangulador tomó el cadáver de Deborah Del Corral, con el Queso incluído, y lo tiro sobre el arroyo, el cadáver empezó a flotar y se perdió en medio de los yuyos y riachos, con rapidez.
Sin hacerse mayores problemas ante el asesinato que acababa de cometer, Charly se sumó a los otros Soda Stereo y juntos dieron un espléndido show privado. Iban a tocar tres canciones, finalmente tocaron unas doce. Lástima que en esa época no había celulares que filmaron videos y el único registro que quedó, una filmación en una cámara, se perdió irremediablemente. Charly Alberti cada vez que tocaba el platillo con los palillos, aquella decía, decía “Queso”.
así le bajó la persiana americana a esta mina
ResponderBorrarEstaba bien el morbo, que Deborah de Corral creyera que iba a ser protegida. Y el sexo antes del queso.
ResponderBorrarPero faltó algo más de desarrollo, como la clonación, que explicaría que luego estuvo en pareja con Cerati. O la vampirización, para que Alberti tenga a una dócil Deborah. Aun así, está bien.
Deborah sabia que Charly era Quesón lo cual implica que pudo haber sido una gran proveedora de víctimas para el batería también cuando estaban juntos
ResponderBorrarbuen cuento pero variar la podría haber asesinado con los platillos de la batería
ResponderBorrarSi Charly no tuvo problemas en quesonear a Deborah, con quien tenía una relación también musical, no tendrá ninguna duda para terminar con Chloé Bello, quien fue una de las novias de Cerati, como lo fue Deborah, pero nunca fue aceptada, quedó como odiosa. Tan odiosa quedó, que los admiradores de Cerati agradecerán que Chloé reciba un queso.
ResponderBorrarhttps://www.infobae.com/teleshow/infoshow/2017/04/28/el-desnudo-de-chloe-bello-en-instagram/
Que hasta podría ser un queso azul, el de desprecio.
Alguna vez se la agarró con otras modelos, que no tenían la estatura necesaria, que ahora cualquiera se cree modelo. Y pesar de ser muy atractiva, su cuerpo podría terminar como alimento para vampiras, en el próstibulo de la Marquesa o para las mucamas de Lady Dumitrescu.
Me encantaría hacerle lo mismo a Charly. Pero que mamada de desenlace...
ResponderBorrar