El Asesino de Inés Rivero
Despues de asesinar a Connie Ansaldi y antes de asesinar a Calu Rivero, ocurrió esto que voy a contaros en la sanguinaria y extensa carrera criminal del basquetbolista Carlos Delfino, el Basquetbolista Asesino, oro en Atenas 2004, bronce en Beijing 2008, por eso un periodista del mundo del deporte lo llamó “el Quesón de la Generación Dorada”.
La carrera deportiva del gran Carlitos estaba sufriendo un paréntesis como consecuencia de una lesión que le estaba trayendo más problemas de lo esperado, no ocurría lo mismo con su historial criminal, dado que no dejó de asesinar en ningún momento y solo pensaba en quien sería su próxima víctima.
En aquellos días de paréntesis de su carrera deportiva, Carlos pasaba varios días en su Santa Fe natal, aquella ciudad de Santa Fe que fue escenario de su primer asesinato, el 24 de mayo de 2000, cuando degolló a la Profesora de Historia de su colegio, y le tiró un Queso. Tenía 17 años y 9 meses cuando ocurrió eso, lo que lo convirtió en el primer y único Quesón que cometió un asesinato siendo oficialmente menor de edad.
Quizás por su conocida trayectoria deportiva a Carlos lo invitaron como una de las glorias locales a participar de un evento, donde según se dijo, iba modelos de prestigio.
- Vaya, vaya – pensó Carlos mientras se vestía y se ponía los guantes negros – llevaré la katana y un Queso, seguro que esta noche voy a tirar un Queso, ja, ja.
Al llegar al evento, se encontró con gente muy paquete, Carlos fue recibido como un verdadero héroe deportivo dado que era muy querido en la ciudad, en la recepción comenzó a comer Queso, lo que más le gustaba, mientras se metía los cubos de Queso de todas las variedades en su boca, Carlos empezó a hablar con un tipo de bigotitos que estaba ahí de modales muy afeminados, era Aníbal Pachano.
- ¿Viene alguna modelo importante? – preguntó Carlos.
- Inés Rivero – dijo Pachano.
- ¿Inés Rivero?
- Sí, una modelo otrora importante, en los 90, estuvo casada con Ale de Basseville, estuvo con Pancho Dotto, trabajó para Giorgio Armani, también estuvo en Victoria’s Secret, en la división Angels, es de la misma época de Valeria Mazza, aunque algo más joven, pobrecita Valeria Mazza, como la decapitaron y le tiraron un Queso – y Pachano quedó pensativo – se comentaba que vos eras el asesino, Carlitos, ja, ja, ja, que vos eras el Quesón – río Pachano después de hacer la acusación – y que también asesinaste a Julieta Prandi, a Zaira Nara, y hasta a Yanina Latorre, de las que me acuerdo, porque son más.
- Ja, ja – río Carlos sin negar ni afirmar aquella acusación – bueno, un Quesón soy, mira como me gusta el Queso.
- Me gustaría verte en el Bailando, Carlitos – le dijo Pachano.
- Mira sí voy a ir al Bailando, Aníbal, soy un pata dura. Las pisaría a las minas con estas patotas que tengo.
- No se si sos un pata dura, o no, lo que sí veo es que sos un pata grande, ¡Tus pies son gigantesco! Cuatro veces el mío.
- Calzo cincuenta, Aníbal.
Después de este dialogo, tanto Pachano como Carlos cada uno siguió en lo suyo, pero Carlos ya estaba obsesionado: tenía que asesinar a esta Inés Rivero, “de la misma época que Valeria Mazza”, siempre el asesinato de Valeria Mazza volvía a su historial, siempre sentía que todos sabían que había cometido esos asesinatos, y que al mismo tiempo, hasta lo elogiaban por haberlo hecho.
Comenzó el desfile y Carlos ya estaba aburrido, y en el fondo se sentía algo incómodo rodeado de tantos gorilas y oligarcas, Inés Rivero desfiló en primer lugar, y pasó al lado del basquetbolista.
- Tengo que asesinarla – fue el pensamiento de Carlos Delfino – tengo que tirarle un Queso.
La modelo concluyó su desfile y se metió adentro, Carlos se paró y fue al lugar donde estaba Inés Rivero. La top model, ya olvidada de los grandes medios, sintió que estaba otra vez en su apogeo, comenzó a sentir un fuerte olor y no lo pudo aguantar.
- ¡Qué olor a Queso! – exclamó Inés Rivero.
- Soy yo, Carlos Delfino, el Basquetbolista Asesino – dijo Carlos.
- ¿De donde saliste? – exclamó asombrada Inés - ¡Qué alto que sos! ¡Qué patas que tenes!
- Vos también sos muy alta para ser mujer, yo mido dos metros y calzo cincuenta, ¿Y vos Inés?
- Mido 1,80 y calzo 41, bastante para una mujer, podría ser una buena patona.
La modelo no terminaba de decir esto cuando Carlos le tiró un Queso encima, la modelo cayó al piso, y quedó contra la pared, con el Queso encima, se sacó el Queso de encima, y vio que sobre ella estaba el pie gigantesco de Carlos Delfino.
- ¡Qué olor a Queso! – volvió a decir Inés Rivero.
Inés comenzó a lamer, besar, chupar y oler los pies de Carlos, primero el derecho, despues el izquierdo, estaba como atrapada, como en trance, pero todo aquello le producía una enorme satisfacción, un gozo imposible de describir, que se hizo todavía más intenso cuando el basquetbolista la penetró, y le dio una relación sexual de una intensidad enorme, fue bastante dulce Carlitos al hacerlo, lejos estuvo de un sexo salvaje y furioso, todo lo contrario.
- ¡Nunca la pasé tan bien con Ale de Basseville! – exclamó Inés, al terminar aquella relación sexual.
- Y nunca jamás la volverás a pasar tan bien, porque te asesinaré, Inés – dijo Carlos.
- ¡Aaaaaaaaaaajjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj! – gritó de terror Inés Rivero.
En ese momento Carlos blandió la katana y ¡raaaaaaajjjjjjjjjjjjjjj! casi que la partió en dos con un katanazo que le dio una salvaje herida en todo el cuerpo, con eso hubiera bastado para asesinarla, la dejaba desangrando y en pocos minutos se hubiera muerto, pero el asesino efectuó un segundo katanazo con una salvaje herida sobre el cuello, y un tercero que le arrancó la cabeza.
- Queso – dijo Carlos Delfino, mientras tiraba el Queso sobre su víctima.
El cadáver de Inés Rivero quedó allí, mientras Carlos Delfino se iba, se cruzó otra vez con Aníbal Pachano.
- ¡Algo me dice que acabas de tirar un Queso, Carlitos! ¡Ja, ja, ja!
- ¡Ja, ja, ja, ja! – río el basquetbolista.
- Te espero en el Bailando – dijo Pachano.
- No, tengo que recuperarme de una lesión, muchos dicen que soy un sex symbol, pero lo mío es el básquet, chau, Aníbal, nos vemos.
Pachano recorrió un poco el lugar y descubrió el cadáver decapitado de Inés Rivero, con el Queso encima.
- Veo que ha tirado otro Queso este muchacho, yo sabía, yo sabía. Le daré un poco de sangre de esta mina a la rumana esa que conocí el otro día, una buena mujer.
Lo cierto es que Pachano denunció el asunto a la policía pero dijo que fue un accidente, que cayó una viga del techo con punta de cuchillo, y justo le cortó la cabeza a la infortunada modelo. El Comisario Rudecindo Meneses, jefe de la policía santafesina, dio por terminado el asunto.
- Lo dejamos ahí – dijo el Comisario – dicen que estuvo Carlos Delfino por acá, y por dónde anda este muchacho siempre una chica termina con la cabeza o el cuello cortado, por algo le dicen el Cabeza Delfino, pero bueno, como decía Neustadt “Lo dejamos ahí”, un buen consejo que me dio mi primo porteño, el Comisario Miguel.
Mientras tanto, con la misma impunidad de siempre, Carlos Delfino volvió a su casa y se comió un Queso entero, mientras decía:
- Ya asesiné a Inés Rivero, ahora le toca a Calu Rivero. Queso.
bien, siempre es agradable ver como Carlos Delfino parte como un Queso a alguna de estas minas
ResponderBorrarbuena esta modelo, merecía un Queso, que obsesión siempre Carlos Delfino con Valeria Mazza, debería revivirla para volver a asesinarla
ResponderBorrarCreo que la habían pedido. Delfino tiene un gusto selecto para sus víctimas, aunque seguramente ellas preferirían ser desdeñadas por él. Hubo una intensidad en la relación sexual, como corresponde con tan cotizada modelo. Creo que debió decapitarla a la primera vez, para evitarle el dolor.
ResponderBorrarTengo la sospecha de que Delfino desató una maldición al decapitar a la estatua de Valeria Mazza, que estaba en su mansión, luego convertida en museo quesón. La maldición es una de las causas de la difusión de la epidemia. En gran parte, se debe a quienes estuvieron en Italia, donde Valeria Mazza era conocida.
Tal vez se revierta con más quesos.
Creo que podría hacerse un relato a partir de Fausta Fabris. Pero no necesariamente que se trate de su asesinato. Fue una modelo exitosa en los 90, que luego pasó al olvido, por lo que no estaría en la mira de los quesones. Por lo menos, no antes que las famosas que quedan.
ResponderBorrarConvertida en peluquera, podría haberse convertido en amiga de las Carlas. Incluso una muggle, votando por la Mención de Honor. Perseguida por un ex, podría buscar la ayuda en las Carlas, una de las cuales mataría al ex de Fausta Fabris.
nfobae.com/sociedad/policiales/2019/01/11/el-calvario-de-violencia-de-genero-que-sufre-una-ex-modelo-a-manos-del-padre-de-su-hijo-lo-acusa-de-incendiarle-la-casa/
A veces las Carlas matan por indignación. Y también Ravelia Zamas, madre e hija.
Como agradecimiento, la ex modelo podría no cobrarles o hacerles descuentos. Creo que Carla Rebecchi podría hacer el trabajo. Hace bastante que no tiene un relato.
Catalina Rautenberg podría ser otra víctima para Delfino.