El Asesino de Victoria Maurette
Carlos “Charlie” Reich se encontraba caminando por las calles de Tribunales, yendo a ver a un viejo abogado amigo suyo, para hablar sobre los siempre complicados temas del consorcio. Como siempre habitual en el, dada su condición de Quesón, más precisamente de ser conocido como “el Quesón del Silenciador”, llevaba un revolver calibre 45 con silenciador consigo, más un Queso, en una mochila. Un Quesón siempre tiene que estar prevenido. Obviamente guantes negros, haga la temperatura que haga.
Tras ver a su amigo en el estudio jurídico, Charlie se retiró de la oficina y se cruzó en el pasillo del consorcio con la actriz Victoria Maurette, ex Rebelde Way.
- ¿Vos trabajastes en Rebelde Way? – Charlie no pudo evitar hacerle la pregunta.
- Así es también en Casi Angeles, donde hice de una sexóloga – le contestó Maurette.
- Interesante ese personaje de la sexóloga.
- Muy interesante – le dijo Maurette – muy interesante.
- Yo tengo la teoría que el Queso es un estimulante sexual.
- ¿El Queso un estimulante sexual? Ja, ja, ja – río Maurette – igual no soy sexóloga, solo era un personaje.
- La que sí era sexóloga, era Alessandra Rampolla – le dijo Charlie – la asesinaron hace un par de meses. La asesinaron y le tiraron un Queso.
- Yo moriría feliz si antes de ser asesinada, mi asesino me da una relación sexual que me haga conocer el placer y el gozo de una manera nunca vista.
- ¿En serio? Probemos entonces. Hagamos de cuenta que soy un asesino y quiero darte placer.
- ¿Me estas hablando en serio? Esto es un pasillo de un edificio.
- No hay nadie. Son todas oficinas. Mira, ahí sale mi amigo abogado, el doctor Carlos Gonella, fiscal de la nación.
Charlie entonces conversó con Gonella, y este le entregó las llaves de las oficinas.
- Que lo disfruten – dijo Carlos Gonella y agregó – Queso.
Gonella se fue, y entonces Charlie abrió las puertas de la oficina y la hizo entrar a Maurette, tenían todo aquel departamento a su disposición. Charlie se sentó en la silla que solia usar Gonella, y se sacó los zapatos, quedando sus pies descalzos arriba de la mesa. Maurette no pudo evitarlo y se acercó, le chupó los pies, los olió, lamió y besó, y tras eso se subió a la mesa, y ahí lo hicieron, primero sobre la mesa, despues sobre el piso, como una relación apasionada de dos condenados a muerte.
- Disfrutamos como dos condenados a muerte, una noche antes de ser fusilados, como prisioneros de guerra a los que se les concede un último deseo – dijo Maurette – nunca me imaginé que esto sería tan bueno.
- No hay dos condenados, pero sí hay una condenada a muerte – dijo Charlie.
Charlie miró fijamente a Maurette, esta quedó entre aterrorizada y paralizada a la vez, al ver que Charlie tenía en sus manos un revolver con un silenciador, apuntando a ella.
- Queso - dijo en voz alta Charlie mientras efectuaba el primer disparo que impactó en el estomago de Maurette.
- Queso – dijo en voz alta Charlie mientras efectuaba el segundo disparo que impactó en el abdomen de Maurette.
- Queso – dijo en voz alta Charlie mientras efectuaba el tercer disparo que impactó en la teta derecha de Maurette.
- Queso – dijo en voz alta Charlie mientras efectuaba el cuarto disparo que impactó en la teta izquierda de Maurette.
- Queso – dijo en voz alta Charlie mientras efectuaba el quinto disparo que impactó en el cuello de Maurette.
- Queso – dijo en voz alta Charlie mientras efectuaba el sexto disparo que impactó en el craneo de Maurette.
El cadáver de Maurette yacía en el piso totalmente ensangrentado.
- Queso – dijo por séptima vez el asesino, efectuando un séptimo disparo pero del revolver no salió ninguna bala – ja, ja – río entonces Charlie – ya me gaste todas las balas, ja, ja.
El asesino entonces agarró el Queso y lo tiró sobre el cadáver de su víctima, y sin hacerse problema alguno, con la impunidad total y absoluta que suele acompañar siempre a los Quesones, se fue del lugar muy tranquilo, tarareando temas clásicos del rock argentino, principalmente de Soda Stereo, donde tocaba su amigo y tocayo Carlos Ficicchia, Charly Alberti, tan Quesón como el.
no me acordaba de esta Maurette, Reich hizo lo que tenía que hacer: asesinarla
ResponderBorrarno hay un parecido entre Reich y Messi?
ResponderBorrar"donde tocaba su amigo y tocayo Carlos Ficicchia, Charly Alberti, tan Quesón como el" el anuncio de alguna misión conjunta tal vez? podrían asesinar a Militta Bora, que merece un Queso, y ya la propuso el Fauno como víctima
ResponderBorrar"- No hay dos condenados, pero sí hay una condenada a muerte – dijo Charlie" la frialdad de un verdugo, que donde pone el ojo, pone la bala, y en este caso, no solo la bala, también el Queso, brillante asesino
ResponderBorrarEs un buen relato. Parece que hay temporada de Rebelde Way.
ResponderBorrarElla obtuvo su deseo, aunque al último momento no quiso saber nada. Carlos Gonella como cómplice, tiene sentido.
La vi en Necronomicón, el libro del infierno. Interesante película, que Carlos Reich no vio. Aunque a Maribel Verdú no la salvó el haber actuado en El laberinto del Fauno.
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