El Asesino de Miriam Lanzoni
Carlos “Chiquito” Bossio, el legendario arquero de Belgrano, Estúdiantes y Lanús, el Quesón, el asesino serial que asesinó a más de mil doscientas mujeres, de 1994 a la actualidad, a todas las apuñalo salvajemente, a todas les tiró un Queso… aquella tarde Carlos recordaba ese cuarto de siglo de sangre, queso y asesinatos, en una pared las fotos de sus víctimas más famosas, Sol Pérez, Ingrid Grudke, Sofía Zamolo, Belen Francese, Karina Mazzocco, Guillermina Valdés, Jessica Cirio, Victoria Vanucci, Emilia Attias, Agustina Kampfer, Paula Chavez, etc, etc…
- A veces pienso si no es el momento de retirarme como Quesón, veintiséis años de actividad ininterrumpida y mil doscientos Quesos es una cifra muy importante – dijo Carlos en voz alta, mientras comía un Queso y observaba aquellas ilustraciones.
Aquella paz que Carlos tenía en ese momento de reflexión, se vio interrumpida de repente, cuando alguien tocó el timbre, el arquero se acerco a la puerta.
- Chiquito Bossio, sois mi última esperanza – dijo una voz.
A Carlos Bossio le recordó aquel mítico mensaje de Leia a Obi Wan Kenobi en “Star Warts” (Obi Wan Kenobi, sois mi última esperanza), con una mezcla de curiosidad y algo de temor, impropio de un Quesón, lo que indicaba que quizás la hora de retirarse estuviera cerca, Carlos Bossio abrió la puerta.
Al abrirla, observó una figura masculina, totalmente vestido de negro, con sombrero, capa y guantes incluídas, la figura entró al departamento de Bossio, que retrocedió, se saco el sombrero y se presentó.
- Caíste en la trampa Carlos Bossio, soy Alejandro Fantino, y ahora pagará por tus crímenes.
- ¡Fantino! – dijo asombrado Bossio, incrédulo al ver que alguien que cometió 1.200 asesinatos veía que su impunidad llegó a su fin - ¡Alejandro Fantino! .
- Sí, Alejandro Fantino, de ahora en más el verdugo de Carlos Bossio – y el rubio ex relato de Boca sacó una enorme pistola con silenciador y apuntó contra Bossio - La justicia de los hombres ha sido incapaz de castigar los crímenes que cometisteis contra mil doscientas mujeres, pero lo pagareis de otra manera, seré tu verdugo, Carlos Bossio. Seré como Van Helsing con Drácula.
- ¡Noooooooooooooooo! – exclamó asustado Carlos Bossio, justo el, que le había hecho tener terror a 1.200 mujeres a las que asesinó en forma salvaje con cientos de puñaladas, y a todas, sin excepción alguna, les tiró un Queso.
Alejandro Fantino apuntó contra Carlos Bossio, que esperaba resignado, y disparó.
¡Pero de aquella pistola no salió bala alguna, sino huevos, sí, media docena de huevos que cayeron sobre Carlos Bossio!
- ¡Pero que es esto! ¡Huevos! – dijo Carlos Bossio.
- ¡Sí, huevos, huevos, huevos! – le contestó Alejandro Fantino – porque vois les tirastes Quesos a todas las minas que asesinasteis pero yo os tiro Huevos. ¡ja, ja, ja! ¿En serio creías que iba a matarte?
- Y que se yo – contestó Carlos, repleto de huevos – ya estoy viejo, y a cada chancho le llega su San Martín, o mejor dicho a cada Queso le llega su sándwich. Además siempre me perseguiste, que se yo, lo de Sol Pérez, por ejemplo.
- Viejos son los trapos – dijo Alejandro – no cometas el error que hizo Carlos Calvo cuando se retiró como Quesón a mediados de los 90.
- Es que no soportó que yo en dos años asesinará a más mujeres que el en diez, eso paso, después la vendió como que era el Queson Supremo, una especie de jedi, consejero, y la mar en coche.
- Por eso, vos tenes Quesos para rato. Y precisamente por eso vengo a verte, porque de Miriam Lanzoni se trata. Lo nuestro siempre fue una ficción, vos la sabes, los rumores de que yo era gay, bueno…
- Ahora es todo igualitario, entonces ¿Querés que la asesiné?
- No entiendo como aún no lo hicisteis.
- Desde hoy hablas con esa tonada española, Alejandro.
- Será porque este sombrero, esta capa y estos cuadros pertenecieron a don Alessandro Fantino, que aunque era siciliano, sirvió para su majestad, el rey de España, Carlos III, que también fue rey de Napolés y Sicilia.
- ¿Y cuánto me pagas por asesinar a Lanzoni? Yo no lo necesito, pero la causa de los Quesones siempre necesita financiamiento, además hay que pagarle la jubilación a Carlos Calvo.
- Veinte mil dólares, ¿Te parece bien?
- Arreglado. La satisfacción de volver a tirar un Queso no tiene precio.
- ¿Es que acaso hace mucho que no tiras un Queso?
- Diez días.
- ¡Diez días! ¡Pero eso no es nada!
- Desde el 30 de abril de 1994 cuando cometí mi primer asesinato, que en realidad fue un doble crimen, nunca estuve más de siete días sin volver a tirar un Queso.
- Bueno, límpiate bien de los huevazos, Carlos y espero pronto noticias de ese Queso. Pact0 de Quesón y Huevón. Huevo.
- Pacto de Quesón y Huevón. Queso – respondió Carlos Bossio.
Le resulto fácil a Carlos Bossio hallar el lugar donde estaba Miriam Lanzoni, con todos los datos que le había dado Alejandro Fantino, ni siquiera apeló al instinto Quesón, que en estos casos suele ser infalible. Carlos ingresó en la residencia de Lanzoni, y tras subir al piso superior, se encontró que la ex mujer de Fantino, estaba con su pareja Christian Halbinger, cogiendo y divirtiéndose de lo lindo, Bossio no lo pudo creer, observó todo detrás de una cortina.
- Halbinger vos sí me das amor, no como Fantino – le dijo Lanzoni.
- ¿Es verdad que todo fue una pantalla? – preguntó Halbinger.
- Por supuesto – fue la respuesta de Lanzoni.
La relación terminó y Christian Halbinger se fue, dejando a Lanzoni sola, acostada en la cama, muy cansada, pero aún con ganas de seguir fifando. Carlos Bossio, que permanecía detrás de una cortina, no sabía que hacer, por fin, cansado de estar parado, decidió pasar a la acción, y le tiró un Queso a Lanzoni.
- ¿Qué es este Queso? ¿De donde salió? – dijo extrañada Miriam Lanzoni. Era un Queso de un tamaño descomunal, un gran Queso Gruyere, de los que suele tirar Carlos Bossio.
- Te lo tiré yo, Carlos Bossio.
El asesino salió de atrás de la cortina y cuchillo en mano, se puso delante de Lanzoni, sobre la cama, ella estaba acostada, y no sabía si estaba despierta o dormida.
- ¿Son visiones acaso? Me cogí tanto a Halbinger, que ahora veo alucinaciones.
- No son alucinaciones. Soy Carlos Bossio, el asesino de Sol Pérez, el asesino de Ingrid Grudke, el asesino de Sofía Zamolo, el asesino de Belen Francese, el asesino de Karina Mazzocco, el asesino de Guillermina Valdés, el asesino de Jessica Cirio, el asesino de Victoria Vanucci, el asesino de Emilia Attias, el asesino de Agustina Kampfer etc, etc…, vengo a quesonearte, porque soy un Quesón.
- Ja, ja, ja, que linda alucinación que veo, ahora después de coger así como cogí ves a tipos altos y patones, con caras de asesinos, que te dicen que te van a asesinar, ja, ja.
- No soy ninguna alucinación – le dijo Carlos Bossio.
Carlos Bossio entonces puso su enorme pie derecho, oloroso como una bodega con mil millones de Quesos, sobre el rostro de Lanzoni, esta quedó como inconsciente, no pudo aguantar aquel olor, Carlos entonces le dio una patada en el rostro, y con eso, Lanzoni recuperó la conciencia, ahora el asesino repitió el ritual pero con su pie izquierdo, y otra vez Lanzoni no aguantó el olor, otra vez Carlos recurrió a la patada para hacerla retomar la conciencia.
- Resultó floja – dijo Carlos – no aguantó el olor a Queso.
Carlos Bossio entonces se tiró sobre ella en la cama y empezó a acariciarla por todo el cuerpo, Lanzoni reaccionó con gusto, pero aún seguía creyendo estar viendo una alucinación.
- Me encanta esta alucinación, que placer me da – comentó.
- Mira ahora lo que te hace esta alucinación.
Carlos ahí la penetró por la vagina y el goce que sintió Lanzoni fue algo descomunal, fabuloso, de un placer pocas veces visto, algo sublime, majestuoso, sensacional, la cogida fue enorme, muy superior a la que había tenido rato antes con el señor Christian Halbinger, algo que duro más de lo que duran estas cosas, mucho más.
- Así gozaron Sol Pérez, Ingrid Grudke, Sofía Zamolo, Belen Francese, Karina Mazzocco, Guillermina Valdés, Jessica Cirio, Victoria Vanucci, Emilia Attias, Agustina Kampfer y las demás, luego conocieron mi cuchillo – sentenció Carlos – ahora correrás su misma suerte.
Carlos Bossio levanto entonces el cuchillo, y rozó a Lanzoni con el mismo por todo el cuerpo, ni siquiera el frío filo del cuchillo hicieron entrar a Lanzoni en razones, y la ex esposa de Alejandro Fantino seguía pensando que todo era una alucinación, que le dio placer y gozo nunca visto, pero solo una alucinación.
Carlos entonces levantó el cuchillo y se lo clavó a Lanzoni en el pecho…
- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaajjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj! – el grito de dolor de Lanzoni.
Lo que vino despues fue la habitual carnicería con que Carlos suele asesinar a sus víctimas, ciento veintisiete puñaladas, una tras otra, cortes en todos lados, tajos por doquier, heridas en todo el cuerpo, sangre, sangre, sangre, sin parar, por toda la cama.
Finalizado el asesinato, Carlos agarró el Queso y lo tiró sobre el cadáver de su víctima.
- Queso – dijo entonces con total frialdad contempló el cadáver de Miriam Lanzoni.
Una vez más, Carlos Bossio sintió haber cometido una obra maestra del crimen, más que un asesinato, y sintió que lejos estaba su retiro, que había Quesos para rato, si ya tenía más de mil doscientos mujeres asesinadas, ahora quería llegar a las dos mil, aunque tuviera que seguir quesoneando hasta los setenta años, y más también.
Carlos Bossio, un Quesón para la Eternidad.
este cuento puede ser realidad: Fantino tranquilamente puede mandar a asesinar a esta mina (¿También mando a asesinar a Jaitt?)
ResponderBorrarese duelo Fantino vs Bossio podría estar más aprovechado
ResponderBorrarla idea de no quesones convocando a quesones para que asesinen minas es un gran recurso... quizás los quesoneados ya lo han hecho y por eso terminaron siendo asesinados por quesonas, una vuelta de tuerca que se podría realizar
ResponderBorrarQue locura la de Fantino. En un momento, quiere vengar a Sol Pérez, a quien no supo proteger. Y luego contrata a quien trató de matar, para que asesine a su ex. Se podría haber mencionado la vez que Mirian Lanzoni no lo dejó entrar en la casa, por celos, haciendo que durmiera en el auto. Pero está bien.
ResponderBorrarCarlos Bossio siempre ofrece grandes asesinatos, este no fue la excepción
ResponderBorrarme encanta la imagen esa de Carlos Bossio levantando el cuchillo, que asesino cruel que es
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