El Asesino de Martina Gusman



Martina Gusmán, actriz y esposa del director cinematográfico Pablo Trapero, alcanzó gran fama y popularidad por su papel de Emma Molinari, la psicóloga de los presos, en “El Marginal”. Aunque no trascendió en forma pública, es vox populi que este papel se encarnó de manera tal en Gusmán, que muchas veces ya no podía saber si era Martina Gusmán o era Emma Molinari.
Dicen que una tarde estaba tan perdida que empezó a divagar por diferentes barrios del Conurbano Bonaerense, en su auto, buscando marginales a quien entrevistar, aunque cada vez que encontraba alguno, y en esa geografía abundan, paraba su auto, y se frenaba, “¿Qué hago?” pensaba “yo soy Martina Gusmán, no soy Emma Molinari”, y volvía a la realidad, pero después otra vez caía en trance y así repetía una y otra vez la historia.
Ocurrió entonces que la actriz llegó a un lugar donde entrenaba un equipo de rugby, y al hacerlo, dijo: “Rugbiers, todos los rugbiers son asesinos, tienen el instinto criminal encima, debo bajar y entrevistarlos”.
El entrenador de ese equipo de rugby era Carlos Ignacio Fernández Lobbe, el rugbier asesino, el Quesón, y vio que Martina Gusmán se acercaba a los rugbiers, que entrenaban dentro de un campo de juego. A Fernández Lobbe le llamó la atención.


-         Buenas tardes, ¿Usted es el entrenador de este equipo? Son asesinos, debo entrevistar uno por uno, aunque esto parezca un club de rugby, yo sé la verdad, es una cárcel, un anexo de la Unidad Penitenciaria “San Onofre”, ustedes están presos, soy la Doctora Emma Molinari, voy a entrevistar uno por uno.
Fernández Lobbe se dio cuenta que Gusmán estaba totalmente loca, pero se dio cuenta también que era una oportunidad para quesonear, esta vez la víctima venía sola al asesino, no la fue a buscar.
-         Perfecto, doctora Molinari – dijo el rugbier que le siguió la corriente – empiece a entrevistarme a mí, soy un condenado a perpetua, vamos a ese lugar.
Entraron a una habitación donde se guardaban pelotas e indumentaria, los rugbiers seguían jugando un partido de entrenamiento, Carlos Ignacio y Martina se sentaron alrededor de una mesa y empezaron a hablar.
-         Soy  Carlos Ignacio Fernández Lobbe, ¿No es cheto llamarse Carlos Ignacio Fernández Lobbe? Soy el rugbier asesino, estoy aca preso en la San Onofre, porque asesiné a veintiocho mujeres, sí a veintiocho, una por una, todas eran novias, esposas o concubinas de jugadores de rugbiers, los deje viudos a todos, las fui matando una a una, les daba 45 puñaladas, les tiraba un Queso. Digame si no merezco la perpetua. Antes de asesinarlas, sometía a mis víctimas a mi olor a pies, porque mis pies huelen a Queso, despues las violaba, y finalmente la lluvia de puñaladas, 45, nunca una más, nunca una menos, y después el Queso, el Queso, finalmente me atraparon, pero la satisfacción de haber cometido esos crímenes no me la quita nadie, el terror que desaté en el mundo del rugby, fue impresionante, nadie imaginaba que un consagrado jugador de Los Pumas fuera el asesino serial, pero sí, era yo.


-         Que historia – dijo Gusmán – Lo más curioso es eso de los pies, ¿Me los muestra?
El rugbier les mostró los pies a Gusmán, el olor a Queso era muy fuerte, fue acercando los pies lentamente, hasta que le pusó los pies encima, Martina empezó a lamerlos, chuparlos, besarlos, olerlos, quedó como prisionera de esos pies, en trance, hasta que volvió en sí.
-         ¡Socorro! ¡No se que hago aca! ¡Un rugbier asesino me tiene secuestrada!
-         Vos viniste aca, si estas loca y a veces te crees un personaje, no es mi culpa, simplemente cometiste el error de venir aca, y caíste con un asesino.
-         ¡Nooooooooooooooooooooo! – gritó de terror Martina Gusmán.


Como si metiera un scrum, Carlos Ignacio la dio vuelta, y la violó en forma salvaje y violenta, sodomizándola sin piedad alguna, mientras la víctima gritaba de terror, pero nadie la escuchaba: los otros rugbiers seguían jugando al rugby. Durante toda la violación, Gusmán gritó de una manera indescriptible.
Cuando Carlos dio por finalizada la violación, agarró un cuchillo de caza, estilo Rambo, y se tiró sobre la actriz, efectuándole un profundo corte en el medio de las tetas, la herida fue muy profunda, y luego agregó otros tajos en todo el cuerpo, tras eso la apuñaló en forma salvaje, pero se frenó al llegar a la puñalada número cuarenta y cinco: ya estaba muerta, y además cumplió el ritual como el asesino que describió en esa historia (que era el mismo, antes de comenzar a asesinar famosas como víctimas principales).
-         Queso – dijo el asesino mientras tiraba el Queso sobre el cadáver de su víctima.
Como si nada hubiera pasado, Carlos Ignacio Fernández Lobbe salió de la escena del crimen y los rugbiers siguieron su juego, al terminar algunos amagaron con entrar al lugar donde estaba el cadáver quesoneado de Gusmán.
-         ¡No, chicos, ahí no! – les dijo Carlos Ignacio Fernández Lobbe – encontraron una rata y lo van a desinfectar.
Rato despues, llegó el equipo de “desinfección”, eran cuatro mujeres iguales a María Laura Santillán, que actuaban en forma coordinada y mecánica, como si las cuatro fueran una, en síntesis así fue asesinada Martina Gusmán.


Comentarios

  1. acudio sola a su asesino... ¿obra tal vez de un maleficio de las santillanas?

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  2. bien el cuento, bien el Queso, pero quien la va a reemplazar en el Marginal 4?

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  3. los rugbiers además de violentos y salvajes, son al mismo tiempo boludos, los demás no se dieron cuenta de nada?

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  4. No imaginaba a esta actriz como víctima, parece tener más talento que otras. Pero debe de ser porque ya mataron a tantas que no tenían talento. Que ya empezaron con las que saben actuar. También es curioso, porque no entra dentro de las víctimas usuales del cheto, que prefiere exuberantes como Pamela David, Daniela Cardone (me la hubieran dejado un poco más), Karen Reichard, etc, para acuchillar las tetas. Pero se encontró con esa oportunidad y los quesones no la desaprovechan.

    Parece que Martina tenía la secreta fantasía de morir como una Reina del grito, pero de verdad.

    Está es para el cheto.

    https://bonitasargentasydelmundo.blogspot.com/search/label/%28INT%29%20DORISMAR

    Y también sigue viva.

    Annalisa Santis.

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  5. Yo creo que los rugbiers se dieron cuenta de lo que pasaba, pero se hicieron los tontos. Para no convertirse en testigos peligros, para evitar que Carla Romanini fuera a buscarlos.

    Unas Santillanas roboticas, más como automatas. Entonces no son las mismas que aparecieron en El asesino de Reina Reech.

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