El Asesino de Victoria Abril
Esto que voy a contaros ocurrió hace más de diez años atrás en algún pueblo enclavado en la meseta castellana, ahí donde Cervantes narró las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza.
La popular actriz Victoria Abril se encontraba de visita en aquel pueblo, buscando algunos escenarios para filmar una nueva película. Junto a la producción de aquel film pasó por unas ruinas, sintió curiosidad por aquel lugar, y se acercaron al mismo, de lejos parecía un castillo o un monasterio abandonado.
- Vaya, vaya, una fortaleza medieval – dijo Victoria – quizás nos sirva para filmar esta versión del Quijote a la que hemos llamado “Don Garbancito de la Mancha”. Si es un lugar público, que no tiene dueño, nos puede resultar muy barato.
- A Pedro la va a gustar, no tengo dudas – dijo uno de los integrantes de la producción, Pedro, obviamente, era Almodovar.
- ¡Miren hay allí una dama! – exclamó Abril al ver la figura de una dama entre las paredes de la fortaleza - ¡Quizás ella sepa a quien pertenece esto, si es que tiene dueño!
- No hay nadie – dijo el integrante de la producción – nadie, nadie.
- Sí, hay una dama, ¿No lo ven? Esta ahí, esta vestida como alguien de la edad media.
- No hay nadie – dijeron los integrantes de la producción.
Victoria Abril prefirió guardar silencio… pero la figura estaba ahí, potente, ella la veía claramente… una figura medieval, con el rostro tapado, no se veía, Abril se quedó en silencio… los integrantes de la producción comenzaron a sacar fotos del lugar para llevárselas a Almodovar, que esperaba en Madrid.
Mientras sacaban fotos, Victoria pasó al otro lado del muro de la fortaleza, y vio que la figura femenina seguía ahí, mientras en una especie de salón circular, se alzaba una suerte de mesa redonda, de piedra, sobre la cual, había una escultura…
- ¡Qué extraña escultura! – exclamó Abril - ¡Es como… es como…
- Como un Queso – dijo la voz femenina.
- Sí, como un Queso – afirmó Victoria, efectivamente esa escultura hecha en piedra, asemejaba a un Queso, y sobre ese Queso, había una espada clavada - ¿Qué es esto? ¿Quién es usted?
- Yo morí aquí hace muchos siglos, cuando esto recién era territorio de Castilla, cuando estas tierras se reconquistaban contra los moros. Mirad me cortaron la cabeza, y me tiraron un Queso como ese.
La figura femenina se sacó el manto que le cubría la cara y para horror de Victoria… ¡Estaba decapitada!
- ¡Le falta la cabeza! – exclamó Victoria horrorizada - ¿Por qué le cortaron la cabeza?.
- Porque era la amante del amo de estas tierras, su esposa ordenó que me ejecutaran, dice la leyenda que si una mujer rompe mi descanso eterno, correrá mi misma suerte, ¡Te cortaran la cabeza!
- ¡Nooooooooooooooooooooo! – gritó Victoria Abril, horrorizada.
Plena de terror, la actriz intentó huir, pero justo en ese momento, comenzó a escuchar risotadas y carcajadas, y los miembros de la producción la rodearon.
- ¡Todo fue un chiste! – dijo el mismísimo Pedro Almodovar que se hizo presente de repente - ¡Lo he filmado todo y saldrá en mi próxima película, coño! ¡Mirad el fantasma es un holograma, una filmación!
- Un chiste horrible. Ya no actuaré en ninguna película. Pésimo gusto. Renunció a ser Dulcinea en “Don Garbancito de la Mancha”.
- ¡No! – dijo el asistente.
- Dejadla, ahora esta enojada, dejémosla, ya va a entrar en razones – dijo Almodovar.
El equipo de producción dejo aquella fortaleza, pero Victoria Abril, muy enojada, se quedó allí un rato más, observando aquel Queso de piedra con la espada clavada. Vio que un hombre, muy alto, patón, se acercó a ella, con ropa de baloncestista.
- ¡Victoria Abril! – exclamó el baloncestista, con sus 2,05 metros de altura y sus 100 kilos de peso - ¿Qué haces aquí?.
- ¿Y tu quien eres?
- Carlos Jiménez Sánchez, baloncestista de la selección española y del Unicaja de Malaga.
- Pues vete a Malaga entonces.
- Lo haré, porque allí resido, pero te aclaro que esta fortaleza es mía, de mis antepasados.
Victoria entonces le contó a Carlos el incidente y la broma pesada a la que la sometieron Almodovar y los suyos.
- Ja, ja, menuda broma – dijo Carlos – pero la leyenda es verdadera. En esa piedra, que simula ser un Queso, donde hay una espada clavada, han decapitado no a una, sino a muchas mujeres, en aquello siglos, era un extraño ritual, un rito pagano, algo que decía favorecería la fertilidad de las mujeres de bien de la comarca. Fue mi antepasado, don Carlos Jimenez de Sánchez, cuando en nombre de la Reina Isabel la Católica puso fin a esa brutalidad.
- No puedo creer que eso fue cierto.
- Pues lo fue. Y dicen que las víctimas eran sometidas a los pies del asesino, que tenía sexo con ella, y después la decapitaba, gozo previo antes de perder la cabeza. Yo creo que Almodovar se enteró y quiere hacer una película con esto.
- Nunca oí una leyenda así – dijo Victoria Abril.
- La leyenda dicen que los asesinos se llamaban Carlos, y que de todos los Carlos, era el que tenía los pies grandes.
- Tu te llamas Carlos – dijo Abril – Y veo que tenéis unos pies muy grandes.
- Cincuenta y dos, eso es lo que calzo, es que juego al baloncesto.
Victoria Abril fue entrando como en trance, ella mismo empezó a perder como el contacto con la realidad…
- Quiero oler vuestros pies como aquellas víctimas en esa piedra.
- Aquí teneis mis pies – dijo Carlos – huelen fuerte, huelen a Queso.
Victoria empezó a oler, chupar, lamer y besar los pies de Carlos, olían muy fuerte, se arrastró debajo del baloncestista, que estaba acostado sobre las piedras de la fortaleza, luego de adorarles los pies, empezó a chuparle el pene, a Carlos le encantó eso, y se la cogió a Victoria, con satisfacción para los dos, ahí, en las piedras, como si estuviéramos en la Edad Media.
- Ja, ja, ja – río Victoria – me has hecho muy feliz, sí esto fuese la Edad Media, ahora sacarías esa espada clavada en el Queso, y me cortarías la cabeza.
- Es que eso es precisamente lo que voy a hacer – dijo Carlos – estabas tan distraída que no visteis que aquí al lado mío, hay un Queso de verdad, un gigantesco Queso manchego, propio de estas tierras, hecho con la leche de veinte ovejas, y una espada clavada, ahí – entonces tomó la espada y la blandió sobre Victoria.
- ¡Nooooooooooooooooooooo! – gritó Victoria Abril pero entonces ahí, Carlos completó el ritual, como lo hacían sus antepasados, y le cortó la cabeza.
- Queso – dijo Carlos Jiménez Sanchez mientras tiraba el Queso sobre el cadáver decapitado de Victoria Abril, llevándose aquella cabeza, para ser exhibida vaya uno a saber donde.
Y así termina nuestro relato, cuando las luces en Castilla y en La Mancha, se ponen, como se ponían cuando en estas tierras castellanas cabalgaban Don Quijote y Sancho Panza.
Que lástima con lo sexi que es Victoria Abril! Un relato tan estremecedor como de humor negro, que está muy bien contado. A mi no me gusta demasiado el Almodovar porque se ha quedado en la época de la "movida" sea de una manera o mde otra.
ResponderBorrarotra muy buena e interesante historia, ser bella y actriz te convierte en objetivo de algún Carlos que practica algún deporte y además, tira Quesos, además de ser asesino serial
ResponderBorrarMatarla de miedo, para luego matarla de verdad. Y en el medio, sexo. Placer para ambos.
ResponderBorrarmirad... Carlos Alocén, 18 años, toda una vida por adelante para tirar Quesos
ResponderBorrarhttps://www.marca.com/baloncesto/seleccion/2019/02/22/5c703f31e2704e2a998b4577.html
puede ser un gran Quesón
mirad esta imagen... ahí se ve a Carlos Alocen en todo su esplendor, como Quesón
ResponderBorrarhttps://as.com/baloncesto/2020/02/22/mas_baloncesto/1582390574_183632.html