El Asesino de Dolores Trull
Temporada 2002/03, lejanos ya los días en que Carlos Fernando Navarro Montoya era estrella de Boca Juniors, ahora “el Mono” jugaba en un equipo más modesto, el popular Chacarita Juniors, campeón del Metropolitano 1989, equipo del que es hincha el legendario y querido Carlitos Balá.
“¡Ea, ea, pepe” le dijo Carlitos Balá a Navarro Montoya al darle el recibimiento en la institución funebrera “¿Qué gusto tiene la sal?”.
Ocurrió entonces que un grupo de futbolistas resolvió jugar un partido amistoso entre Chacarita Juniors y Atlanta, uno de los grandes clásicos del fútbol argentino, precisamente para juntar fondos para ex jugadores funebreros y bohemios, en el Estadio de Atlanta, enclavado en el porteño barrio de Villa Crespo.
El acontecimiento fue un éxito total, y no solo concurrieron hinchas de Chacarita y de Atlanta, sino también de otras instituciones del fútbol argentino.
Aunque nada tenía que ver con el fútbol, y menos aún con Atlanta y Chacarita, la modelo Dolores Trull se hizo presente en el estadio.
- Qué raro una modelo como Dolores Trull presente en un Atlanta Chacarita – murmuró Navarro Montoya.
- De fútbol no entiendo nada, vine porque una anciana, con un acento muy extraño (me dijo que era rumana), me recomendó que viniera, porque de esa manera, tendría mucha buena fortuna – le dijo Trull a los periodistas.
- Que fea que es – dijo Navarro Montoya – es Iván De Pineda en versión mujer. Es como la hermana melliza. Podrá ser modelo, pero es un bagayo.
El partido terminó, un 5-5 entre funebreros y bohemios, que esa vez dejaron de lado su enconada rivalidad y se mostraron generosos con el espectáculo. Dolores Trull, que se había quedado dormida durante el partido, se despertó.
- No sé para que mierda vine, no entiendo como le hice caso a esa rumana – dijo Trull.
- Vaya a saludar a los jugadores al vestuario – le indicó el Comisario Miguel, jefe del operativo de seguridad.
Trull entonces se dirigió a saludar a los jugadores, se encontró con Carlitos Balá que le dijo “¿Qué gusto tiene la sal?”.
- Este viejo boludo, setenta años diciendo las mismas boludeces – murmuró Trull.
- ¡No se atreva a insultar a Carlitos Balá! – dijo una gorda, fanática de Atlanta – será de Chacarita, yo de Atlanta, pero es un grande, un grande de verdad.
Se armó una batahola, una especie de batalla campal, dado que dejando de lado su rivalidad deportiva, hinchas funebreros y bohemios se unieron para insultar a Trull. La modelo, insultada por todos, buscó refugió en el vestuario.
- ¿Qué paso? – preguntó Carlos Navarro Montoya.
- Ayudenme – le dijo Trull – no entiendo como le pude hacer caso a esa rumana, vieja de mierda.
- Esa rumana. Sí, creo recordarla. Alguna vez la ví. Es hincha de River, porque dijo que cuando llegó al país se acostó con Amadeo Carrizo, por eso es gallina, y también con todos los jugadores de “La Máquina”, Labruna, Muñoz, Pedernera, Moreno y Lousteau.
En ese momento, Navarro Montoya estaba descalzo, y Trull, como movida por un extraño impulso, se arrodilló y se tiró al piso.
- Quiero oler tus pies – dijo Trull.
- No me los lavé – le aclaró Navarro Montoya – y recién terminé de jugar al fútbol.
- Por eso, por eso, porque estas sucios.
- Aca los tenes.
Trull empezó a oler, lamer, besar y chupar los pies de Navarro Montoya, y enseguida se tiró encima del arquero, suplicándole “Cogeme, cógeme, cógeme”. El Mono así lo hizo, para satisfacción y placer de la modelo. Tuvieron sexo, rápido, dígamos, modo express, de parado, pero efectivo, y muy placentero para ambos.
- ¿Y ahora? – pensó Navarro Montoya, y en ese momento, se imaginó escuchar a la gorda hincha de Atlanta diciendo “Los que insultan a Carlitos Balá deben ser ajusticiados, que sus cabezas caigan sobre nosotros”.
El arquero entonces agarró una espada sin punta, muy antigua, medieval, con los escudos de Atlanta y Chacarita, era un trofeo que hasta 1984, cuando los dos equipos competían a la vez en Primera División, se lo llevaba quien ganara el clásico.
Trull estaba como en trance tras el sexo, entonces Navarro Montoya se acercó a ella y ¡zas! con una efectividad tan certera como precisa, le cortó la cabeza. Así, de una manera tan rápida como siniestra, fue asesinada Dolores Trull.
- Queso – dijo Carlos Navarro Montoya mientras tiraba el Queso sobre la víctima.
Dicen que una turba de Chacarita y Atlanta agarró el cuerpo decapitado de Trull, mientras pisotearon su cabeza, de la cual ya no se tuvo más noticias. Pero cuando la turba se disponía a tirar el cadáver decapitado, por el Arroyo Maldonado, que corre debajo de la Juan B. Justo, muy cerca de la cancha de Atlanta, una oficial nazi, interceptó el paso.
- ¡Achtung! – dijo la nazi, llamada Astrid Breitner - Dieser Körper gehört mir, ich werde ihn untersuchen, um zu sehen, wie viel Scheiße in einem Menschen gespeichert werden kann (1).
Y se lo llevó nomás. Dicen las crónicas de la Ciudad de Buenos Aires, que aquel partido entre Atlanta y Chacarita es una leyenda urbana, que nunca existió, pero quienes concurrieron y quienes lo jugaron atestiguan haber estado allí.
- ¿Qué gusto tiene la sal? – dijo mientras tanto Carlitos Balá.
(1) ese cuerpo es mío, lo llevaré para investigar, a ver como se puede guardar tanta mierda en un ser humano
Lady Dumitrescu tuvo una intervención, en su etapa pre rejunecimiento.
ResponderBorrarComenté cuando el relato fue subido originalmente, que la Lady, siendo tan popular, siendo afecta al tango y al vals, un género popular,, debería ser de Boca. Pero ya comentaron que River es popular, por ser la mitad más uno.
Pobre Dolores, merecía algo más que sexo rápido. Navarro Montoya le debió haber dedicado más tiempo.
Y así le fue por ser madura, de haberse conectado con su infancia, seguiría viva. Y tal vez con algún contrato, como le había prometido la Lady.
Dolores Trull con esa cara atípica es, era, una mujer de extraño atractivo.
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