El Asesino de Laura Fidalgo
Había despertado de un largo sueño, sentía que había dormido durante horas y horas… mucho más de lo normal.
Fidalgo salió de la habitación donde estaba durmiendo, y sobre una mesa, en un living comedor, una enormes zapatillas talle 51, que seguramente eran de un basquetbolista, estaban allí.
Laura sintió la tentación de acercárselas a su nariz, de olerlas, y allí lo hizó. Agarró la zapatilla derecha…
El olor a Queso era apestante e intenso. Fidalgo sintió que se descomponía, y prácticamente se desmaya. De repente, mientras estaba en el piso, escuchó la voz de un hombre que le dijo:
- ¿Te gustó el olor de mis zapatillas?
Fidalgo levantó la vista. Ante ella, vestido de ninja, con guantes negros, y una enorme katana, estaba Carlos Delfino, el basquetbolista asesino…
- ¿Te gustaron mis zapatillas olorosas?
- ¡Socorro! – gritó Fidalgo que reconoció al hombre que tenía enfrente, era un conocido basquetbolista de la Generación Dorada de quien se decía que era un asesino serial - ¡Carlos Delfino quiere asesinarme!
- Te asesinaré, pero primero oleras mis pies.
- ¡Noooo! – dijo Laura - ¡Ayudenme!
- Grita lo que quieras – respondió el basquetbolista – nadie vendrá a ayudarte.
Carlos pusó su enorme pie derecho sobre Laura. El olor era intenso y penetrante. La chica olió, lamió, besó y chupó los pies del basquetbolista. Luego Carlos puso su pie izquierdo, y repitió la operación.
Laura estaba como extasiada mientras hacía esto con los pies de Carlos Delfino, a punto que repetía sin parar “Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos”.
- ¿Queres algo más? – le dijo Carlos desde la superioridad que en una escena tiene un Quesón ante su Quesoneada.
- La pija, Carlos, la pija, debe ser enorme, como todo lo tuyo.
- Lo es – señaló el basquetbolista con frialdad.
Laura le chupó la pija a Carlos. Era muy grande. Otra vez repitió sin parar “Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos”.
- Mostrame tu culo – le dijo Carlos a Fidalgo.
La bailarina accedió, Carlos lo chupó, y agarró entonces una pelota de básquet y la tiró sobre el culo de Fidalgo.
- No será un aro de básquet, pero entrará como si fuera un triple, ja, ja.
- ¿Un triple de Jamón y Queso, Carlos?
- ¡Nooooo! ¡Me gusta el Jamón, sí, pero no será un triple de Jamón y Queso! ¡Solo de Queso! ¡Queeessssoooooo! ¡Porqué soy un Quesón! ¡Mucho Queso! ¡Emmenthal, Gruyere, Parmesano, Provolone, Reggianito, Pategras! ¡Queeessssoooooo!
Tras tirarle el triple, la cogió con el Queso por el culo. Despues la penetró por la vagina, Fidalgo en todo momento estaba repleta de gozo y satisfacción, una y otra vez repetía: “Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos”.
- ¿Y ahora Carlos? – le dijo Fidalgo a Carlos Delfino.
- Ahora serás asesinada.
Carlos entonces levantó la katana y le hizo un enorme tajo en el pecho, le partió las dos tetas, después la corto por la mitad, luego en el cuello, le dio un corte profundo y así una y otra vez, hasta decapitarla.
- ¿Queres algo más? – le dijo Carlos desde la superioridad que en una escena tiene un Quesón ante su Quesoneada.
- La pija, Carlos, la pija, debe ser enorme, como todo lo tuyo.
- Lo es – señaló el basquetbolista con frialdad.
Laura le chupó la pija a Carlos. Era muy grande. Otra vez repitió sin parar “Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos”.
- Mostrame tu culo – le dijo Carlos a Fidalgo.
La bailarina accedió, Carlos lo chupó, y agarró entonces una pelota de básquet y la tiró sobre el culo de Fidalgo.
- No será un aro de básquet, pero entrará como si fuera un triple, ja, ja.
- ¿Un triple de Jamón y Queso, Carlos?
- ¡Nooooo! ¡Me gusta el Jamón, sí, pero no será un triple de Jamón y Queso! ¡Solo de Queso! ¡Queeessssoooooo! ¡Porqué soy un Quesón! ¡Mucho Queso! ¡Emmenthal, Gruyere, Parmesano, Provolone, Reggianito, Pategras! ¡Queeessssoooooo!
Tras tirarle el triple, la cogió con el Queso por el culo. Despues la penetró por la vagina, Fidalgo en todo momento estaba repleta de gozo y satisfacción, una y otra vez repetía: “Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos, Queso, Carlos, Carlitos”.
- ¿Y ahora Carlos? – le dijo Fidalgo a Carlos Delfino.
- Ahora serás asesinada.
Carlos entonces levantó la katana y le hizo un enorme tajo en el pecho, le partió las dos tetas, después la corto por la mitad, luego en el cuello, le dio un corte profundo y así una y otra vez, hasta decapitarla.
Carlos Delfino contempló al cadáver de su víctima, tomó el Queso, lo arrojó sobre el cadáver mientras decía en voz alta:
- Queso.
Y abandonó la escena del crimen con total impunidad. En forma misteriosa apareció, y en forma misteriosa desapareció del lugar.
No era alguien cualquiera, con sus dos metros de altura y sus olorosos pies talle cincuenta, era Carlos Delfino, el Basquetbolista Asesino.
que grande el ninja delfino
ResponderBorrarMal escrito, debió ser mientras Laura Fidalgo practicaba enlogaciones, abría sus piernas en 180 grados. Lo siguiente era arrojarle un dardo tranquilizante para dormir, destrozarle la ropa, atarla. Y aprovecharse de ella. Y luego de que ella despertara, gritara desesperada, ahí recién matarla.
ResponderBorrarCarlos Delfino le hizo probar el Queso
ResponderBorrarentonces Laura Fidalgo murió con el Queso adentro
ResponderBorrarBien, ahora quedó mucho mejor, más siniestro.
ResponderBorrarCarlos Delfino disfrutó de Laura Fidalgo. Interesante lo de dejarla en ese estado hipnótico, algo que puede usarse con nuevas víctimas. Fue tan profundo ese estado que se entregó a pesar de que estaba anunciado su asesinato. O siendo un ingrediente excitante para ella.
Un detallo sádico el pelotazo de basquet en el culo bien formado de la Fidalgo. Para seguir disfrutando de ella.
Y esa forma de matarla, destruyendo sus exuberantes tetas es cruel, es algo provocativo. Y ya se sabe que la cabeza es suficiente para la clonación.
Todo un relato quesón renovado y mejorado.