El Asesino de Cinthia Fernández

El basquetbolista Carlos Matías Sandes, con sus 2,02 metros de altura y sus pies talle 52, se aprestaba a pasar un fin de semana diferente. No jugaría para su equipo dado que se estaba suspendido una fecha. Dicen que se sentó sobre la mesa, con sus enormes pies, mientras comía Queso y dijo:

- ¡Qué olor a Queso que tengo! ¡Cada vez peor!

La mente criminal de Sandes comenzó a recordar sus últimas víctimas. Era un Quesón, un asesino serial de mujeres, a sus víctimas las asesinaba con un machete y les tiraba un Queso…

En el último tiempo había estado muy prolífico. Había quesoneado a muchas minas…

Sandes comenzó a recordar a muchas de sus víctimas. A las más antiguas, como Caro Uriondo, Wanda Nara o Vicky Xipolitakis. A las más recientes, como Laura Fernández, Aline Moine o Gisela Van Lacke. A todas aquellas de las que no recordaba ni el nombre ni el rostro. Eran decenas. Y a sus últimas víctimas, como Romina Malaspina o Ivana Nadal.

¿A quien podría asesinar ahora Carlos Matías Sandes?

Aquella noche, Sandes fue invitado a una fiesta de disfraces organizada por la Liga Nacional de Basquet. Iban todos sus compañeros del baloncesto y estaban invitadas muchas figuras…

Sandes se puso el disfraz que más le gustaba para la ocasión, el de Jason Voorhees, llevó el machete más grande que tenía bien afilado por supuesto, guantes negros, y una enorme horma de Queso Emmental.

- Alguna víctima va a aparecer.

Sandes la pasó muy bien en la fiesta. Había una enorme Mesa de Quesos, con una variedad total de Quesos. Sandes arrasó con todo. Prácticamente se comió casi todo el Queso que había allí…

Una figura muy mediática y putona, disfrazada de prostituta del East End Londinense de la época victoriana, Cinthia Fernández, se asombró al ver a Sandes, con la máscara de Jason, devorar los Quesos de esa manera. Y se acercó al basquetbolista…

- Hola, ¿Quién sos? ¡Como te gusta el Queso!

- Me llamo Carlos. Y soy Quesón.

Cinthia lo observó de arriba abajo, y asombrada quedó con los pies de Carlos.

- ¿Cuánto calzas?

- 52.

- ¡Mamita! ¡Qué Quesos!

- Y huelen muy fuerte.

- Me gustaría ver que rostro hay detrás de esa mascara de asesino.

- Pues un asesino, ja, ja, te la mostraré fuera de aca. 

Salieron afuera, en un enorme parque, donde cientos de parejas estaban cogiendo. Nadie veía nada. Sandes se sacó la máscara…

- ¡Qué lindo que sos, Carlos!

- Viste… y eso que soy un asesino.

- Dale cógeme con los pies.

- Ya lo hago nena.

Carlos Sandes la cogió con los pies. Primero le puso el pie derecho en la concha y después en el culo. Después hizo lo mismo con el pie izquierdo. Cinthia lo disfrutó mucho.

Después la chica comenzó a chupar, lamer, besar y oler los pies de Sandes, primero el derecho, después el izquierdo. Lo disfrutó mucho.

Fue entonces que Sandes abrió un paquete que había llevado hasta allí… con la mano derecha sostenía el machete y la mano izquierda sostenía el Queso, un Queso gigante. 

- ¿Para qué es el machete, Carlos? ¿Para cortar el Queso?

- No pelotuda, es para asesinarte.

Sandes levantó el machete enfurecido, como una tromba imparable, mientras Cinthia retrocedía llena de espanto y terror. La chica intentó defenderse, pero nada pudo hacer ante la furia criminal de Sandes. 

El asesino le hizo un enorme tajo en el cuello de la chica, que provocó un enorme chorro de sangre. Un segundo tajo, más profundo. Un tercero. Más machetazos en todos lados. Y finalmente, Sandes decapitó a Cinthia Fernández.

Carlos Sandes contempló al cadáver de su víctima, tomó el Queso, lo arrojó sobre el cadáver mientras decía en voz alta:

- Queso.

Y abandonó la escena del crimen con total impunidad. 

Rato después, Sandes estaba otra vez con sus compañeros de equipo. Gabriel La Tortuga Deck le dijo:

- ¿Cómo va la fiesta, Carlos?

- Fiesta que es fantástica fantástica esta fiesta que es fantástica fantástica esta fiesta, esta fiesta con amigos o sin ti.