Los Tres Carlos de Carla Czudnowsky o el Cuento de los Quesones que no Quesonean
- ¡Caaaaarloooooos, Caaaaarliiiiitooooos! - exclamó en forma sensual y erótica Carla, mientras los enormes pies talle cincuenta de Carlos Bossio se acercaba a su rostro y agregó - Quiero tu Queso, Tirame un Queso - tras lo cual comenzó a gritar como loca - ¡Queso! ¡Queso! ¡Queso!.
Carlos, con sus guantes negros, obedeció aquella orden de Carla, y agarró un enorme Queso, un Queso gigantesco, donde se destacaban grandes y voluminosos agujeros, y lo tiró sobre Carla, que pareció recibir aquel Queso como quien recibe un caricia.
Luego de aquella sexual escena de desenfreno, Carla Czudnowsky, de esta Carla se trata, comenzó a oler, besar, chupar y lamer aquellos gigantescos, olorosos y carnosos pies de Carlos Bossio, pies que destilaban un olor a Queso apestante y sofocante para cualquier mortal, pero no para ella, que parecía envolverse y nadar bajo aquellos pies, los pies de un Carlos, los pies de un Quesón.
El juego de los pies fue mutuo, pues Carla extendió también sus pies al rostro de Carlos, y este, como movido por un desenfreno poco habitual en el, sintió un aroma muy particular, como si los pies de Carla olieran a un delicado y suave Queso crema hecho en algún glamoroso de Europa, dígamos Francia o Bélgica, lo cierto es que Carlos empezó a jugar con los pies de ella, y casi se podría decir que jugueteó con aquellos pies tanto como ella jugó con los suyos, y hasta recibió con cierto entusiasmo que Carla le tirara el mismo Queso.
Mientras se desarrolló todo este juego de pies, también ella le chupó la pija a Carlos, y el le chupó las tetas a Carla, y tanto el como ella se chuparon el culo, y se hicieron golpes y caricias en todo el cuerpo, mientras se tiraban el Queso una y otra vez, como si fuera una pelota, y gritaban: “Caaaaarloooooos, Caaaaarliiiiitooooos, Queeeeeeeessssooooooooo” y “Caaaaarlaaaaaa, Caaaaarliiiiitaaaaa, Queeeeeeeessssooooooooo”.
Ahora Carlos se aprestaba a penetrarla y Carla lo esperaba con ansias… pero fue aquí que ocurrió lo imprevisto, Carlos se detuvo y quedó como paralizado.
- ¿Ocurre algo, Carlos? – dijo Carla, cambiando de golpe el semblante de gozo a uno de preocupación.
- No puedo – dijo Carlos – no puedo – reconociendo que el órgano viril no funcionaba.
- ¡No me digas eso Carlos! – exclamó Carla - ¿Qué hay que cantar? ¡El Quesón no puede! ¡El Quesón no puede! ¡Esta cansado y no le importan las mujeres! ¡El Quesón no puede… no puede dormir!
Carlos se sintió como humillado, pero nada dijo, se vistió lo más rápido que pudo, mientras seguía escuchando las burlas de Carla, Carlos se puso otra vez los guantes negros y sin que Carla lo viera, agarró el cuchillo.
- No importa, jugamos con los pies, aunque mi órgano viril no funcionó, la asesinaré igual.
Carlos se aprestaba a ir a apuñalar a Carla, sin importarle nada, la apuñalaría y le tiraría un Queso, ya habría tiempo para ver porque había pasado aquella falla sexual, tan indigna de un Carlos y de un Quesón, y justo a el que había quesoneado a minas como Belen Francese, Ingrid Grudke, Soledad Solaro, Amalia Granata, Jessica Cirio, Lara Bernasconi, María Susini, Yesica Toscanini, Paula Chávez, Sofía Zámolo, Paula Medici, y una larguisimalista de etcéteras.
Pero cuando empuñó el cuchillo decidido a apuñalar a Carla Czudnowsky, ocurrió otro imprevisto, Carlos sintió un gran cansancio, como si se quedara sin energía, y hasta por unos instantes, sin respiración. Carlos se paralizó y pensó: “¿Qué me estará pasando? ¿Me habrá llegado la hora despues de asesinar a cientos y miles de mujeres?”.
- ¿Pasa algo Carlos? ¿Volves o te vas?
- Me voy, no fue una buena noche – le dijo Carlos – parecía la mejor de las fiestas sexuales, con mucho Queso, y bueno, termino de golpe.
- Estas cosas pasan Carlitos – le dijo Carla – los años no vienen solos.
Carlos Bossio se fue, humillado, y preocupado ante la situación, hubiera preferido evitar aquel encuentro, pero había sido ella, Carla Czudnowsky, quien le regaló un Queso, y no pudo evitarlo, si una mujer le regala un Queso a un Quesón, este debe quesonearla. En la memoria ancestral de los Quesones sigue vivo aquel recuerdo de una mujer que asesinó a un Carlos, con un Queso envenenado, obsequiado y servido por ella misma, y desde entonces siempre un Quesón debe asesinar a una mujer, si esta le regala un Queso.
Al día siguiente, aparentemente recuperado, y con energía, Carlos fue a la guardia del Sanatorio San Carlos, el de la Obra Social de los Quesones (1), y allí lo atendió el Doctor Carlos Diego Scott (AKA Doctor Felipe), que le hizo una gran cantidad de estudios y análisis, aunque todos salieron con buenos resultados.
- Es extraño, todos los análisis están perfectos, y veo que mantenes tu olor a Queso, y al ver fotos de las minas que quesoneastes en el pasado, tu órgano viril funciona muy bien, sentís el estímulo sexual, ¿Es que acaso ocurrió algo fuera de lo habitual, Carlitos? – le preguntó Scott.
- No, fue un juego sexual, que se yo, olí los pies de ella, olían a Queso, algo extraño, a un Queso suave y delicado.
- Uhhhh – dijo Scott – que raro, muy raro, ¿No habría allí algún veneno o un inhibidor sexual que te provocó esto? Con las horas que pasaron, el cuerpo ya lo eliminó, puede ser algo muy potente y efectivo, pero al mismo muy rápido, como de un efecto instantáneo.
Carlos Bossio quedó muy pensativo, era evidente que había caído en una trampa, alguien que quería humillarlo, y esa alguien era Carla Czudnowsky, una Quesona.
- Volve en una semana, Carlos, para controlarte, y hace la vida normal – le dijo Scott.
Esa misma noche, Carlos Bossio se encontró con una mujer muy bella, Mina Bonino, a quien encontró en la web https://bonitasargentasydelmundo.blogspot.com/.
Al ritmo de bellas músicas sensuales y eróticas, onda francesas e italianas, tras tirarle un Queso, como si le hubiera tirado una pelota o un almohadón, Carlos le fue sacando la ropa con furia, y ella se arrodilló ante el, para besarle los pies, chupárselos, lamerlos y olerlos, quedando como atrapada en aquella vorágine de pies y sexo, Carlos le chupó la tetas, la concha, el culo, y ella hizo lo propio con el pene de Carlos, que esta vez, si funcionó de manera espectacular, como dos toros en celo, al punto que Carlos hasta temió que la chica quedará muy débil, pues la cogida fue sensacional, esta vez no tuvo problema alguno, y cuando empuñó el cuchillo, sintió una furia aún mayor, que significó en 143 puñaladas que recibió la pobre Mina Bonino.
- Queso – dijo Carlos Bossio mientras tiraba el Queso sobre el cadáver de Mina Bonino.
Ya feliz y recuperado del todo, tras comprobar que había quesoneado con éxito a una mina, Carlos Bossio fue al Sanatorio San Carlos, siguiendo los consejos del Doctor Carlos Diego Scott (AKA Doctor Felipe), y para su sorpresa, se encontró con su colega quesón, y amigo, Carlos Ignacio Fernández Lobbe.
- No sabes lo que me paso – le dijo Fernández Lobbe – Carla Czudnowsky me regaló un Queso, y ya sabes, cuando una mujer le regala un Queso a un Quesón, no hay alternativas, o caemos ante el Queso envenenado, o quesoneamos a la mina, entonces fui a quesonearla, pero no pude, no pude cogerla ni asesinarla, me falló mi amigo y estaba cansado, como si hubiera jugado cien horas seguidas contra los All Blacks, como si me hubieran robado la energía. Pero ahora el Doctor Scott dice que estoy perfecto, no se, como si hubiera habido un maleficio ante esta mina.
- A mí me paso lo mismo, y con Carla Czudnowsky – dijo Carlos Bossio - ¿Oliste los pies de ella?
- Sí, olían como a un Queso crema, suave y delicado, de los que se hacen en Francia o Bélgica, no los italianos tipo Parmesano, tampoco un holandés como el Edam, y menos un español, tipo Manchego, o el Cheddar que hacen los ingleses.
- ¡Esta todo más que claro! – exclamó Carlos Bossio - ¡Se debe haber untado los pies con un Queso crema y allí puesto el veneno!
- ¿Veneno? ¡Pero sí estamos vivos!
- No es un veneno para asesinarnos, es una sustancia para inhibirnos y derrotarnos psicológicamente, para hacer ver que somos Quesones que no quesonean, y vaya uno a saber que otros planes tiene hasta mina.
- Yo creo que detrás de todo esto esta la malvada Lady Katyushka, sobre todo ahora que Dumitrescu parece no volver más de Londres, donde está sirviendo a la reptiliana, que cumplió setenta años de reinado – dijo Scott – Katyushka quiere destruir a los Quesones, a mí Carla Czudnowsky ya intentó asesinarme, lógicamente enviar Quesos envenenados no tiene sentido, porque ustedes no los van a comer, tampoco balearlos o apuñalarlos, porque siempre usaran algo del instinto Quesón para defenderse con éxito, entonces lo único que queda es la muerte moral, la destrucción psicológica, demostrar que ya no sirven para nada, que no pueden tirar Quesos. Al estar en este sanatorio, me entero de muchas cosas.
Bossio y Fernández Lobbe escucharon con atención a Scott, y aunque lo consideraban un idiota y un charlatán en el Mundo de los Quesones, pensaron que esta vez Carlos Diego podía estar en el camino correcto, aunque había que investigar un poco más…
El que no pudo esperar más fue el rugbier Carlos Ignacio Fernández Lobbe. Esa misma noche estaba con una mujer muy bella, Bianca Iovenetti, también rastreada en la web https://bonitasargentasydelmundo.blogspot.com/. En algún momento el rugbier cheto había pensado en Fini Bocchino, la hija de Andrea Frigerio, una de sus quesoneadas favoritas y más queridas, pero sintió cierta desilusión al ver que se encontraba en España.
- No faltará ocasión, ya la quesonearé, como hice con la madre.
Entonces Carlos Ignacio Fernández Lobbe se ocupó de Bianca Iovenetti, y tras hacerla desfilar, como hizo con Frigerio, la desnudó toda y le chupó las tetas, ella le chupó la pija, y luego la ato a la cama, como si la hubiera secuestrado, como había hecho con Soledad Solaro, tras atarla, la penetró con toda la furia que tenía encima, como si fuera una manada de potros salvajes en celo, o como si estuviera en un scrum en un partido contra los All Blacks, y tras dejarla hecha una piltrafa a Iovenetti, tomó el cuchillo tipo Rambo, y le asestó 139 puñaladas. Pobre Iovenetti, pero tras el fracaso con Carla Czudnowsky, Carlos Ignacio Fernández Lobbe estaba más que desatado y vivió esto como una revancha.
- Queso – dijo Carlos Ignacio Fernández Lobbe mientras tiraba el Queso sobre el cadáver de Bianca Iovenetti.
Y tras sentirse otra vez un gran Quesón, el rugbier cheto abandonó la escena del crimen con la impunidad habitual que suele rodear a estos asesinos.
Pasó una semana más, y ahora otra vez Carla Czudnowsky se encontraba en una cama, semidesnuda, mientras le tiraban un Queso, y ella exclamaba:
- ¡Caaaaarloooooos, Caaaaarliiiiitooooos! ¡Quiero tu Queso! ¡Queso! ¡Queso! ¡Queso!
Y esta vez el Carlos que tenía enfrente, no era por supuesto ni Carlos Bossio ni Carlos Ignacio Fernández Lobbe, era el basquetbolista Carlos Delfino, con sus enormes pies talle cincuenta y uno, poniéndole los pies encima del rostro a Carla Czudnowsky.
- Ayer cuando te regalé ese Queso, sabía que vendrías para aca sin falta – le dijo Carla.
- Y no te equivocaste, Carla, aca tenes el Queso – y Carlos Delfino le tiró el Queso encima, tras lo cual Carla empezó a oler, chupar, besar y lamer los pies de Carlos, con gran furia y salvajismo, disfrutando de todo aquello, con placer y satisfacción, y ella le acercó sus pies al gran basquetbolista.
- Olelos, chupalos, lamelos, besalos, Carlitos – le dijo Carla – son todo tuyos.
Carlos los olió, y despedían un olor a Queso crema suave y delicado, tipo belga o francés, pero no los chupó, ni los lamió ni los besó, al contrario, saco la katana, y empezó como a limpiarlos, con el filo de la misma.
- ¿Qué haces Carlos? – le dijo Carla.
- Le sacó el Queso Crema, un pie debe tener olor por el sudor o por la naturaleza, no por untártelos en el.
- ¡Nooooooo! ¡Tenes que chuparlos! ¡Lamerlos! ¡Besarlos! – dijo Carla.
- No caeré en la trampa en la que cayeron Carlos Bossio o Carlos Ignacio Fernández Lobbe, la tercera es la vencida, el tercer Carlos soy yo, no me vas a humillar sexualmente como hicistes con ellos – le dijo Carlos Delfino – Seguramente actúas bajo algún influjo de la malvada Lady Katyushka.
Y tras esta declaración Carlos Delfino se tiró encima de Carla Czudnowskt, y la penetró con gran rapidez, furia y salvajismo, la dio vuelta en la cama, y a Carla le gustó mucho, más bien dígamos demasiado, tanto que quería más y más, pero para el basquetbolista una demostración sexual de gran intensidad aunque breve era suficiente.
- ¡Quiero más, Carlos! ¡Quiero más, Carlitos! ¡Dame tu Queso! ¡Ahora que lo probe quiero más!
- Carlos Bossio y Carlos Ignacio Fernández Lobbe te hubieran dado más, pero con esto es suficiente, ya te dí mucho, otras mortales con esto ya están satisfechas y hechas una piltrafa.
- Pero yo soy diferente, soy una Caaaarrrrrllaaaaaaa – dijo Carla Czudnoswsky.
Carlos Delfino agarró la katana y se la puso sobre el cuello a Carla Czudnowsky.
- Ya se que tenes la costumbre de cortar cabezas a las mujeres – le dijo Carla mientras el filo de la katana atravesaba su cuello, y aunque parecía no tener escapatoria, se mostraba feliz y desafiante - ¿Seré la próxima? Ya asesinaste a Calu Rivero, que es una Carla, o sea que no tendrías piedad conmigo.
- Sería muy fácil cortarte la cabeza, Carla Czudnowsky – le dijo Carlos Delfino – pero querías más, tendrás más. ¡Carlos! ¡Carlos!
En ese momento, aparecieron Carlos Bossio y Carlos Ignacio Fernández Lobbe, el arquero y el rugbier se acercaron a Carla, y pusieron sus pies encima, Bossio el derecho, Fernández Lobbe el izquierdo, mientras Delfino retiraba la katana del cuello de Carla.
- Hemos venido a darte lo que no quisistes las otras noches, cuando preferistes humillarnos como Quesones, y hacernos creer que ya eramos Quesones que no quesonean – dijo Bossio.
- ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Convengamos que ese Queso Crema untado con un potente inhibidor sexual fue muy efectivo! ¡Deberían tener piedad de mí! ¡Los podría haber asesinado si quisiera!
- Pero nos querías vivos, para que viviéramos con nuestra vergüenza y humillación – le dijo Carlos Ignacio Fernández Lobbe.
- Además rompiste el pacto entre los Carlos y las Carlas, y pagaras por eso – le dijo Carlos Bossio – te convertistes en una servil lacaya de Lady Katyushka.
- ¡Lady Katyushka es enemiga de Lady Dumitrescu, no de ustedes, los Carlos! – exclamó Carla.
- En este tiempo, quizás en otro hubiera sido distinto, pero en este, quien es enemigo de Lady Dumitrescu, es nuestra enemiga, por eso recibirás un Queso, Carla Czudnowsky – dijo Carlos Delfino mientras enharbolaba la katana.
Carla Czudnowsky nada podía hacer ante los tres Carlos, y entonces, despreocupada, decidió disfrutar, por eso olió, lamió, besó y chupó los pies de Carlos Bossio y Carlos Ignacio Fernández Lobbe, que despedían una fragancia a Queso realmente repelente, y entre ambos la sometieron a una brutal cogida, cuasi una violenta violación para cualquier espectador desprevenido, pues fue muy salvaje lo que se vio allí, Carlos Delfino lo vio todo como un testigo privilegiado, pero Carla parecía no estar satisfecha y quería más, más, Bossio y Fernández Lobbe la cogieron todavía más, y realmente se cansaron tanto, que fue Delfino el que tuvo que rematar la faena con una penetración en el culo de Czudnowsky.
Carla ahora se quedó tranquila, y tanto Bossio como Fernández Lobbe, ya vestidos, tomaron los cuchillos y se tiraron encima de Czudnowsky, Carlos Bossio fue el que le dio la primera puñalada, una profunda herida del lado izquierdo del pecho, Carlos Fernández Lobbe le dio la segunda, otra profunda herida del lado derecho del pecho, Carlos Delfino, con la katana, le dio la tercera, una profunda herida en el cuello, con esas heridas hubiera bastado para asesinarla, pero los Carlos continuaron con los cuchillazos y los katanazos, hasta darle más de doscientas puñaladas, con cortes y heridas en todo el cuerpo, al finalizar, no solo estaba decapitada, sino que todo el cuerpo estaba totalmente mutilado y desgarrado.
- No debe servir ni para comida para chanchos, es sangre sucia, no la quiero – dijo Lady Dumitrescu, con un mensaje telepático enviado a los Quesones – así terminan las que sirven a Lady Katyushka.
Los tres Carlos entonces tiraron los Quesos…
- Queso – dijo Carlos Bossio mientras tiraba el Queso sobre el montón de sangre y restos de Carla Czudnowsky.
- Queso – dijo Carlos Ignacio Fernández Lobbe.
- Queso – dijo Carlos Delfino.
Los tres Quesones se dieron por satisfechos, la amenaza parecía haber sido eliminada, aunque los tres eran conscientes de que habían tenido que juntar sus fuerzas para eliminar a una verdadera alimaña, que los había derrotado en cierta forma. Pero la armonía del Mundo Quesón había sido reparada y eso era lo que importaba.
- Cuando recibamos un Queso de una mina, hay que asesinarla de inmediato, quizás sin ritual, apuñalarla, tirarle el Queso y listo – dijo Carlos Bossio.
- No, hay que cumplir con el ritual, más ahora que mi viejo es Quesón Supremo – dijo Carlos Delfino.
- No nos preocupemos más por ahora – dijo Carlos Ignacio Fernández Lobbe – sí hay que reconocer que los años pasan, y que estamos grandes, y podemos caer en algunas trampas.
- Por mi parte pienso seguir quesoneando, viejos son los trapos – dijo Carlos Bossio - Bebe vino y come Queso y llegarás a viejo.
- ¿Sería la Carla Czudnowky verdadera, poseída por Lady Katyushka, o sería alguna impostora?, esa malvada siempre tiene muchos trucos encima - dijo en tono de duda Carlos Ignacio Fernández Lobbe.
- Tranquilo Compañeros – dijo Carlos Delfino – como dijo Julio César “Vini, vidi, vinci”, vine, ví y vencí, nosotros una vez más, hemos cumplido con nuestra misión, tiramos un Queso, y lo demás no importa nada. Asesinar puede ser difícil la primera vez, después es simplemente Queso. Al Queso y a la mujer, de vez en vez. Bueno es que haya ratones, para que no se sepa quién el Queso se come.
Y los tres Quesones se cagaron de la risa. Y así termina nuestra historia, #Queso.
(1) En el Sanatorio San Carlos, el de la Obra Social de los Quesones, también se atienden a otras obras sociales, vale la aclaración, no es exclusivo de los Quesones.
obra maestra de los Relatos Quesones, con mucho sexo, queso, asesinatos, una dama misteriosa (¿era o no era?), misterio, suspenso, de todo, brillante, y se juntaron los tres Carlos, uno solo no podía
ResponderBorrarmuy bueno, da gusto de seguir esperando y leyendo estos queseros cuentos
ResponderBorrarson como varios mini cuentos en uno, una superproducción del Mundo Quesón, la foto donde hay dos Carlas Czudnowsky, es tal vez la revelación de que era un clón? los quesones se encontraron con una enemiga en serio, alguien que no los quiere asesinar, sino humillar y derrotar en otro plano, una interesante idea, podría haber más encarnaciones de la Katyushka, y Dumitrescu diciendo que eso no sirve ni para comida para chanchos, y desprecia la sangre, una joyita
ResponderBorrarla verdad que la chunowsky o como se escriba sigue estando buena y eso que ya tiene como cincuenta pirulos, ¿ella habrá asesinado a Juan Castro?
ResponderBorrarpobres las dos minas que fueron quesoneadas solo para satisfacer a los quesones pero bueno los quesos son así, no se podían quedar con las ganas, muy bueno el cuento, debería haber mas asi, con algunos elementos diferentes
ResponderBorrarDA PARA UNA ADAPTACION CINEMATOGRAFICA DE HITCHCOCK
ResponderBorrar"quesones que no quesonean" me recuerda a "funcionarios que no funcionan"
ResponderBorrarlos Relatos Quesones parecen agotados, pero sacas un queso de la galera, esta bueno el cuento, ademas si lo lee la verdadera Carla Czudnowsky queda muy bien parada, poniendo en jaque a los quesones, yo creo que era una doble, espero con calma y alegría que la mataran, quizas porque ya no queria servir a la katyushka, o quiza porque la programaron para vivir poco tiempo y preferia ser asesinada por los Carlos
ResponderBorrar¿será la onda de este año es relatos con varios quesones a la vez?
ResponderBorrarAunque el relato, tiene su morbo, como su originalidadm prefiero que no haya sido la verdadera. Hay pocas Carlas activas y esta tenía un enorme potencial
ResponderBorrarInteresante Lady Dumitrescu mostrando esta faceta tan despiadada, con un lenguaje tan popular. Que ella no haya querido esta sangre, por despreciarla, hace sospechar que era una impostora o una clon fallida.
Quizás estén raptando a las Carlas, para tenerlas todas prisioneras. Y reemplazarlas por clones, para provocar conflictos.
Quiero más relatos de Carla Czudnowsky y de otras Carlas.
Una idea que las Carlas quesoneadas, por haber sido antes de pacto Carlos- Carlas o por alguna infracción a las reglas, sean incorporadas a Carla Romanini. Que la quesona hable con ellas, como habla con los fantasmas de sus víctimas. Podría ser la explicación de la fuerza superlativa de la quesona rubia, que usa la fuerza de Carlas quesoneadas.
ResponderBorrarExplicaría porque Carla Romani es tan descontrolado.
Aunque, basta de quesonear Carlas. Prefiero que sean quesonas.
Una variante posible es que haya sido la verdadera. Y que sea castigada, que también sería una segunda oportunidad, de reencarnase en una clon. Para obedecer las ordenes de la Lady, siendo una Carla asesina.
BorrarCon la amenaza de ser quesoneada, para nuevamente encarnarse en una clon, si es que desobedece.
Delfino terminó siendo el héroe de la historia. Por lo que hizo Carla no se merecía terminar cogida pero bueno vio el cielo antes de caer en el infierno. Por lo menos cumplió el rol de archienemiga, las quesonas vienen más peligrosas cada vez. Me gustó mucho el relato. Atrapante y dejando a uno en la duda de qué hizo para que no se les pare. Otro éxito de nuestro autor favorito
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