el relato de Carlos Miguel Soto y Ravelia la Tatuada #QUESO #Carlos06
En sus interminables búsquedas por Instagram, Ravelia encontró a un tal “Charles Soto”, que era en realidad el seudónimo de Carlos Miguel Soto, un muchacho correntino experto en informática, que solía competir en Juegos de esa especialidad, como los Olímpicos pero con pruebas de Computación.
Además del hecho de que se llamaba Carlos (primer requisito en las búsquedas de Ravelia, el segundo era el fetichismo de pies) lo que le gusto de este Soto a la Tatuada fue otra afición, le gustaban los desnudos y solía publicar fotos desnudo en forma habitual.
No era un sex symbol, todo lo contrario, era flacucho, pero tenía lindos pies y a Ravelia lo de los desnudos le gustaba, además Soto demostraba simpatía y hasta cierta ternura. Al principiol, la tatuada solo se limitaba a ponerle “Me gusta” en sus publicaciones. Y nada más.
Una tarde de otoño o primavera, Ravelia estaba sentada en un café de Mar del Plata, revisando su teléfono con una sonrisa de satisfacción. Sus ojos brillaban con una mezcla de obsesión y excitación mientras navega por sus redes sociales, buscando a su próximo "Carlos".
De repente, un hombre se sentó en la mesa de al lado. Es Carlos Soto, un tipo delgado con lentes de pasta gruesa y una mirada fría. Llevaba una camiseta de manga larga, a pesar del calor, como si intentara ocultar algo. Ravelia lo reconoció, era el mismo Carlos que seguía en las redes.
“Yo buscando algún Quesón en Instagram y este vino solo ante mí” pensó Ravelia y con una sonrisa pícara le dijo: “Hola, ¿te importa si me siento aquí?”
“No, no me importa” le contesto Carlos, sin mirarla a los ojos. Ravelia se acomodó en la silla, dejando a la vista sus tatuajes y sus piernas torneadas.
“ ¿Te gusta mi estilo? Me dicen "la Tatuada" le dijo.
Carlos Soto la observó con desdén, sin dejar de mirar su teléfono. Después de un silencio prolongado le dijo con cierto desprecio: “Y sí, te tienen que decir la Tatuada, con esos tatuajes, no hay otra”.
“Y vos sos Charles, Carlos Soto, experto en informática” le dijo Ravelia.
“¿Cómo sabes eso?” le contestó Soto.
“Porque te sigo en Instagram, y me gustan tus desnudos, ¿No te fija tus seguidores y los “me gusta” que te pongo acada día
Carlos Soto le dijo con voz monótona y cierto desprecio: “No me fijo en esas cosas”
“¿Y en qué te fijas? ¿En los pies? A mí me encantan los pies grandes, ¿te gusta que te los chupe?” le dijo Ravelia “Seguro huelen a Queso, porque sos un Quesón, te llamas Carlos”.
Carlos Soto se encogió de hombros, sin dejar de mirar su teléfono y agregó “No me gusta hablar de esas cosas”.
“ ¿Y te gusta el Queso? ¿Te gusta que te tiren un Queso?” le dijo la tatuada poniéndose a su lado, en una actitud más acosadora.
Carlos Soto la miró por fin a los ojos, con una mirada gélida que dejo helada a la tatuada.
Carlos Soto, con una voz baja y amenazante, le pregunto“¿De qué estás hablando?”
Ravelia se encogió de hombros, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo y le contesto nerviosa “Nada, solo... bromeaba”.
Carlos Soto se levanta de la silla, sin decir una palabra. Se acerca a Ravelia, la mira fijamente a los ojos y le susurró al oído, Con una sonrisa macabra: “No te preocupes, pronto te voy a enseñar a qué me refiero con QUESO".
Ravelia sintió un miedo paralizante. Intentó gritar, pero su voz se queda atascado en la garganta. Carlos Soto se alejó, dejándola sola en el café, con una sensación de terror que la invade por completo.
Pero Ravelia se recuperó rápidamente de aquel súbito terror y para su grata sorpresa, al regresar a su casa, se encontró con Carlos Soto, vestido con un piloto de lluvia y guantes de color negro, y un bolso, en la puerta.
“Hala la marrana” dijo Carlos “dirían en España, vamos a jugar al QUESO”.
Ravelia no lo podía creer el solito había ido allí y al entrar a la casa, el informático se sacó el piloto y quedo totalmente desnudo.
“Dale Ravelia, espero que hagas lo mismo” le dijo, y la Tatuada no tardo en obedecerlo.
Ya totalmente desnuda, Ravelia vio como Soto sacaba un Queso de la bolsa y se lo tiraba encima, el golpe del Queso fue tan fuerte, que la desplomó y quedo tendida en el piso, al reaccionar, tenía los pies de Carlos encima, Ravelia solo sintió placer y satisfacción mientras los olía, chupaba, lamía y besaba, estaban buenos, Ravelia conocía mejores, pero estaban buenos, mucho mejor de lo que yo era suponía y creía, estaban buenos.
“Qué bueno que te guste mi Queso” le dijo Carlos Soto “Ahora te gustará mi Sexo”.
Como un gatito feliz de un dibujo animado, Carlos le hizo el amor a Valeria, el era el gato Silvestre y ella era Tweety, disfruto mucho de aquel sexo con tanta ternura y dulzura, casi que mientras la cogía se imaginaba cantando esas alegres canciones de las películas de Walt Disney, no hablo de la época de Aladdin o El Rey León, sino de las clásicas, como Blancanieves, Bambi, Peter Pan o La Bella Durmiente del Bosque.
“Me has hecho muy feliz” le dijo Ravelia.
“Ahora como en Peter Pan cantemos juntos Can you fly?, Puede tu volar?” le dijo Soto, y con sus guantes negros, saco del bolso, un taladro, lo puso en marcha.
“¿Y para que es ese taladro?” dijo Ravelia “No creo que sea un homenaje al Club Atlético Banfield” mientras se escuchaba el zumbido del taladro.
“Ja, ja, ja” río Carlos Soto “Soy Charles, o Carlitos, el
loco del taladro” y se tiró encima de la tatuada.
“¡Noooooooooooooooooooo!” gritó de terror Ravelia, mientras Soto se tiraba
sobre ella, taladrándole los tatuajes, haciendo bellos agujeros en cada uno de
ellos, que exprimían sangre por todos lados, fue una muerte lenta y dolorosa,
Ravelia extraño ser asesinada por otros Quesones, como ser apuñalada por Carlos Sebastián Beneitez o Carlos Federico Kramer, o ser acribillada a balazos por Carlos Ariel Missirian o hasta ser empalada por Carlos Alberto Paglieri, en cambio Carlos Miguel Soto demasiado cruel, sádico y macabro asesinándola con el taladro.
“Queso” dijo Carlos Miguel Soto tirando el Queso sobre el cadáver taladrado de Ravelia, la Tatuada.
Y así ocurrió un nuevo asesinato, otro mas donde un Carlos asesinaba a la Tatuada, cuyo cadáver al día siguiente apareció, de cara al sol, en Playa Grande.
el asesino parecía un boludazo pero con lo del taladro demostró tener lo suyo
ResponderBorrarbien flaco este Carlos, tuvo que apelar al taladro porque Ravelia con su cuerpazo lo destrozaba
ResponderBorrarme gustan más los cuchillos pero lo del taladro no está mal, creo que Carlos Eisler mato a la mujer (Caramuto) también con un taladro
ResponderBorrarla debe haber taladreado en las tetas
ResponderBorrarRecuerda el asesinato de Doble de cuerpo.
ResponderBorrarunas fotos más de las telas de Ravelia y todos contentos
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