El Asesino de Virginia Gallardo
Pocos saben que los jugadores de básquet que compitan en la Liga Nacional deben ir una vez al año a las oficinas de la liga para registrar su altura, peso y calzado; generalmente al comienzo o fin de la temporada. Ocurrió entonces que por esas cosas que tiene el destino, Carlos Matías Sandes y Carlos Leonel Schattmann concurrieron el mismo día, y el encuentro entre los dos Quesones fue inevitable.
- No hay dudas, los Quesos se atraen, para un Quesón no hay nada mejor que otro Quesón, ja, ja – le dijo Sandes a Schattmann.
- ¡Qué sorpresa! ¡Queso-rpresa! ¡Ja, ja! ¿Cómo va el registro?
- Tengo cada vez los pies más grandes, es increíble, y el olor a Queso es impresionante, la chica que me registro el pie se tuvo que poner una mascara antigas, imagínate, ahora calzo cincuenta y cuatro, cincuenta y cuatro, me voy acercando a Shaquille O’ Neal.
- Ja, ja, yo también cada vez calzo más, pero sigo lejos de O’Neal, me registraron un cuarenta y nueve, che Carlos, ahora me voy a jugar a Brasil.
- ¿En serio? – A Sandes le dio un poco de bronca, pues en Brasil se ganaba mejor dinero y el seguía condenado a jugar en la Liga Nacional - ¿Adonde? Yo seguro sigo en Boca Juniors la próxima temporada.
- Sos un símbolo de Boca, Carlos – le contestó Schattmann – Me voy a Franca Basquete, del Estado de Sao Paulo, salió segundo en la última temporada, no te quejes che, alguna vez te nombraron para la NBA, además ganaste muchos títulos en San Lorenzo. Quimsa no hizo una buena temporada, pero yo tuve buenos números en lo personal.
- Sí, no pasó nada – dijo Sandes como masticando bronca, aunque rápidamente se recuperó - ¿Qué te parece si lo festejamos, Carlitos? ¡Ahora que te vas a Brasil, vamos a estar lejos!
- ¿La mina que registro los pies no estaba para quesonearla?
- No – dijo Sandes con desprecio – primero, no conviene quesonear a una mina de la Liga Nacional, segundo era dientuda y anteojuda, no es la style de víctima que me gusta a mí.
Los dos Carlos se fueron entonces a tomar unas birras en una cervecería, de esas que están de moda en Baires al momento de escribir estas líneas. El lugar en cuestión, la Birrería Charles, estaba atiborrado de gente, pero los dos basquetbolistas, a fuerza de su enorme tamaño, y el olor que despedían los pies se abrieron paso. Sandes se sentó, se sacó las zapatillas, y puso sus enormes pies descalzos sobre la mesa. Imaginen la situación: estamos hablando de alguien que mide dos metros y calza un cincuenta y cuatro, o sea, que ocupó como seis lugares. La gente no podía aguantar el olor a Queso de esos pies y el lugar, repleto de gente, se fue quedando vacío.
- Por favor señor, tenga educación, si tiene las patas sucias es problema suyo, pero le digo que se vaya del lugar, me esta dejando sin clientes – dijo el Responsable del local.
- No me voy nada. Eso está en contra de mis derechos constitucionales – respondió Carlos.
- Llamaré a la policía – contestó el Responsable.
Apenas unos minutos despues, apareció la policía. El Comisario Miguel irrumpió con energía y preguntó:
- ¿Qué joracas pasa aca?
- Este señor, con esos pies gigantes y malolientes, me espantó a todos los clientes.
En eso, una dama de alta alcurnia, se hizo presente en el lugar, y le preguntó al Responsable:
- Deje en paz a los muchachos, déjenlos disfrutar de la cerveza, son patones y transpiran los pies, que se le va a hacer.
- Yo ganó dinero, y me dejaron sin clientes.
- Yo le pagó el doble de lo que usted gana habitualmente un día como hoy, aca tiene el cheque. Espero que sepa responder esta generosidad de la Fundación Dumitrescu.
- Sí, por supuesto, señora…
- Dumitrescu. Dele a los muchachos una buena picada de Quesos.
- Dumitrescu – el Responsable recibió el cheque. Dumitrescu miró a los basquetbolistas y les hizo un guiño con el ojo, además de sonreírles.
- Nosotros nos vamos, con los problemas que tiene la ciudad, llamarnos por esta pelotudez – dijo el Comisario Miguel.
La dama se acercó a los dos basquetbolistas y les dijo:
- Portense bien chicos, disimulen, hoy zafamos, no armen estos escándalos.
- Ja, ja, ja – rieron Sandes y Schattmann mientras brindaban con las birras.
Con los clientes al mínimo, pero el cheque en la mano, al Responsable. de la birrería poco le importó: los dos Quesones se consumieron todo el Queso Cheddar que había, dándole buenas ganancias económicas. Al Queso Cheddar, se sumó la espectacular picada de Quesos que los dos Carlos devoraron, compuesta por toda clase de Quesos, principalmente Gruyere, Emmenthal, Parmesano, Roquefort, Pategras, Gouda y Edam.
- ¿Sabes una cosa Carlos? – le dijo Schattmann a Sandes - Nunca quesonee a una mina dentro de los límites de la Ciudad de Buenos Aires. Soy un Quesón del Interior, un Quesón Federal, además de ser un Quesón digno, ja, ja.
- ¿En serio? Bueno, hoy puede ser la oportunidad, Serrat dijo “Hoy puede ser un gran día”, como Quesón yo siempre pienso “Que hoy puede ser un gran día para quesonear”.
En eso apareció una camarera venezolana, de nombre Damarys, llevándoles más birra a los dos basquetbolistas.
- Che, yo en unas horas me voy a Brasil – dijo Schattmann, y seguimos chupando y morfando Queso.
- Ja, ja, hay que quesonear, Carlitos, hay que quesonear. Mira esta venezolana por ejemplo.
- ¿La vas a quesonear aca a la vista de todos?
- ¿Porqué no?
Sandes elevó sus pies sobre el rostro de la venezolana y le dijo:
- ¿Te gustan mis Quesos?
- Ay señor, sus Quesos huelen muy fuerte.
- Probalos, dale.
Justo en ese momento, la birrería quedo vacío, hasta el Responsable se metio en el baño para hacer sus necesidades, sin clientes, solo con los dos basquetbolistas y la venezolana, esta empezó a chuparle, lamerle, olerle y besarle los pies a Sandes.
La venezolana empezó a oler los pies de Schattmann, y fue en ese momento, cuando de repente, ¡Zas! Sandes sacó el machete y de un fuerte machetazo, le cortó el cuello a la venezolana.
- Queso – dijo en voz alta Sandes, mientras tiraba un Queso sobre la venezolana.
- ¡La asesinaste! – dijo Schattmann.
- Soy Quesón, me gusta asesinar minas, lo mismo que a vos.
- Pero aca delante de todos.
- No hay nadie.
Justo en ese momento, una bailaora española, la Marquesa de Avila, ingresó al local y le dijo a dos hombres que la acompañaban, vestidos de mimos:
- Agarren el cadáver de la venezolana. Vampirizada sirve para el Prostíbulo. ¡Olé! ¡Qué Viva España! ¡Viva tu gracia salerosa!
Se llevaron el cadáver de la venezolana. Schattmann le dijo a Sandes:
- Me hubieras dejado asesinarla a mí, así de una vez cometía un crimen en la Capital.
- No te va a faltar oportunidad – dijo Sandes.
El Responsable salió del baño y dijo:
- ¿Paso algo? ¿Y la venezolana?
- Volvió a Caracas – respondió Carlos Matías Sandes, el asesino.
- Ah, que bien. Mejor así no le pagó el sueldo, je, je – dijo el Responsable y siguió con lo suyo.
Los dos Quesones siguieron hablando, una pantalla de TV mostró a Virginia Gallardo participando de “Polémica en el Bar”.
- Mira Schattmann, antes de irte a Brasil, podrías quesonear a esa mina, nadie la va a extrañar – dijo Sandes señalando a Gallardo – es tu estilo, ja, ja, una mina aparentemente medio inocente, como Floppy Tesouro, a la que quesoneaste muy bien.
- Bueno, Celeste Cid no era tan inocentona y la quesonee muy bien – dijo Schattmann – tenes razón, sí, es una buena mina para quesonear.
- Yo creo que esta misma noche debe recibir su Queso – dijo Sandes, que como todo gran Quesón, no solo pensaba en los asesinatos que debía cometer el mismo, sino que también alentaba a sus compañeros Quesones a cometer otros asesinatos.
- ¿Sabes una cosa Carlos? – le dijo Schattmann – No entiendo como no asesinastes a Estefanía Xipolitakis, dado que asesinastes a Vicky Xipolitakis.
- Tenes razón, es que tira tantos Quesos que no puede estar en todas. Pensaba que la iba a quesonear otro Quesón, es casi inexplicable que haya llegado vivo hasta aca.
- Bueno, así como vos decís que asesiné a Virginia Gallardo, vos también podrías asesinar a Estefanía Xipolitakis, seria lo lógico. Vamos a quesonearlas, que cada uno quesonee a su quesoneada, como corresponde a un buen Quesón, despues nos volvemos a encontrar aca. El instinto Quesón nos va a llevar a donde están y las quesoneamos.
- Sí, por supuesto. Lo lógico es que por el style de las víctimas, vos quesonees a Gallardo y yo a Xipolitakis. Bueno, rompamos la lógica, hagamos un intercambio de víctimas, yo asesinó a Virgina Gallardo y vos a Xipolitakis, que te parece?
Schattmann quedó pensativo, ya se veía clavándole la ninjato y tirándole el Queso a Gallardo, pero tras unos momentos de silencio, reaccionó con una sonrisa y le dijo a Sandes:
- ¡Sí, qué buena idea!
Así fue como Sandes y Schattmann, guiados por su instinto Quesón, ataviados con su ropa de Quesones, guantes negros, Quesos y sus armas blancas, fueron a buscar a sus víctimas.
Dicen que cuando salieron de la birrería, una dama, muy elegantemente vestida, Lady Dumitrescu, observó a los dos basquetbolistas, y se río a carcajadas.
- ¡Ja, ja, ja, ja!
La Marquesa de Avila, que estaba a su lado, dijo:
- ¡Viva España!
Virginia Gallardo finalizo su participación en Polemica en el Bar como cualquier otro día, y se fue del estudio de América como todos los días, regresó a su departamento. Su joven esposo, con el que se había casado recientemente, no estaba. No tenían ningún programa para aquella noche, Gallardo sabía que su esposo llegaría tarde, por cuestiones de trabajo.
Gallardo (ninguna relación con Marcelo “el Muñeco” Gallardo, el todopoderoso entrenador de River Plate) se bañó, e iba a comer algo liviano aquella noche mientras tenia pensado ver alguna serie de Netflix. “Merlí” pero la pensaba ver en su idioma original, el catalán.
Al terminar la ducha, Gallardo salió del baño, y notó un fuerte olor, no era un olor cualquiera, era un olor a… ¡Queso! Sí, una fragancia muy fuerte, casi se desmaya, era un Queso, el Queso que venden en las Queserías y se come, pero también el Queso que despiden los malolientes pies de un hombre.
- ¡Qué olor a Queso! – exclamó Gallardo, mientras sentía que iba a desmayarse, a punto de entrar al dormitorio.
- No te desmayes nena – se escuchó una voz de hombre, con cierta tonada mendocina – vení y disfruta de mi Queso, que no es un Queso cualquiera, es mi Queso, el Queso de un Quesón, el Queso que olieron minas como Wanda Nara, Vicky Xipolitakis, Laurita Fernandez, Tini Stoessel o Mora Godoy, por nombrar solo algunas, porque fueron muchas minas.
Gallardo levanto la vista, no lo podía creer… en la cama había un hombre gigante, con aspecto de basquetbolista, con dos enormes pies, de un colosal tamaño, estaba acostado, desnudo, con un calzón y guantes negros en las manos, como únicas prendas, esos pies despedían un olor a Queso intenso, apestante, asfixiante y penetrante.
Al mismo tiempo, a un costado de la cama, sobre un mueble, había una gigantesca horma de Queso Emmenthal, que sobresalía por sus enormes agujeros.
- ¿Quién sos? – dijo asustada y medio inconsciente, Virginia Gallardo.
- Carlos Matías Sandes. Basquetbolista de la Liga Nacional. De Boca Juniors. Las gallinas dicen que Gallardo se coge a los bosteros, bueno, este bostero va a coger a esta Gallardo, ja, ja.
- Vos sos un Quesón – dijo Gallardo – Lo sé, usáre la aplicación de “Peligro Queso”, te van a atrapar, esta vez…
- No tenes forma de escapar, nena – le dijo Sandes, que tomó el Queso y lo tiró sobre Gallardo, que se cayó tumbada al piso.
Gallardo reaccionó, pero ante su rostro estaban las gigantescas patas de Sandes. Virginia empezó a oler los pies del basquetbolista. Quedo como extasiada, inmersa en una especie de trance, el olor a Queso era realmente imposible de describir con palabras, Gallardo se arrodillo ante los pies de Sandes, que la sometió con gozo y pasión, la chica de “Polémica en el Bar” empezó no solo a olerle los pies a Sandes, también a besarlos, chuparlos, lamerlos, una y otra vez. Se sentía fuera de control, pero disfrutaba de los Quesos de Sandes.
Plena de gozo y placer, Gallardo, como rendida ante los pies de Carlos, quedó tumbada en la cama. El basquetbolista le tiró otra vez el Queso encima, y sacó entonces el machete, y empezó a pasárselo por todo el cuerpo a Gallardo, que sintió el frio del filo del cuchillo.
- ¿Te gusta este frío o preferís esto? – le dijo Carlos, mientras tomaba una manguera, y desde el baño, empezó a regar a Gallardo.
- Ay, ay, ay, ay – dijo Virginia mientras recibía el agua fría.
- Mostrame el culo, Virginia – le dijo Sandes.
Obediente, Gallardo le mostro el culo a Sandes, que le dio un par de fuertes patadas, para tirarse encima, y penetrarla con suma violencia por el culo. La penetró de todas formas: con el Queso primero, los pies después, y el pene, con fuerza, intensidad, violencia, pero placer y gozo también.
- Mi novio, perdón, mi flamante esposo jamás me dio tanto placer – dijo Gallardo – siempre escuché que los Carlos son los mejores en el sexo, pero nunca me imaginé que tanto.
- Y falta lo mejor – fue la respuesta de Carlos, mientras le tiraba otra vez el Queso a Virginia.
Se tiró encima de ella, y esta vez la penetro por la vagina. Se escuchaban los gritos y alaridos feroces de Gallardo, pero eran exclamaciones de gozo, satisfacción y placer.
- ¡Quiero que esto sea eterno! – dijo Virginia.
El basquetbolista, dueño de una ferocidad enorme, tomó el machete y ¡zas! le dio un corte profundo a Virginia, por todo el cuerpo, desde el cuello a la vagina, así se sucedieron otros cortes profundos en todo el cuerpo, principalmente las tetas, la vagina y el cuello, machetazo va, machetazo viene, Carlos Sandes se entretiene. Levantó el machete y le asestó un profundo corte en el cuello, que la arrancó la cabeza a Virginia.
El asesino entonces tomó el Queso, y lo tiro sobre el decapitado cadáver de Virginia Gallardo, diciendo:
- Queso.
Con total impunidad, y pleno de gozo y placer ante el nuevo asesinato que había cometido, uno más en su larga y exitosa carrera criminal, Carlos Matías Sandes esta vez agarró una bolsa y metió la cabeza decapitada de su víctima, y entonces sí, abandonó la escena del crimen.
CONTINUA EN "EL ASESINO DE ESTEFANÍA XIPOLITAKIS"
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la verdad? yo veo las fotos de los pies de Sandes y me dan ganas de olerlos y besarlos
ResponderBorrarGallardo fue pareja de baile de Carlos Bernal en un Bailando podría haber habido una referencia a eso... quizas bernal (que es queson) planeo asesinarla y le perdono la vida por algo... por supuesto Sandes no pregunta, primero ataca con sus quesos y sus machetes
ResponderBorrarSE METIO CON KICILLOF Y CHAU LE TIRARON UN QUESO
ResponderBorrarpobre Virginia Gallardo
ResponderBorrarNo es de las más odiosas, pero con tantos crímenes cometidos, le tenía que tocar. Tampoco es para protegerla.
ResponderBorrarCon tanto placer que recibió, no se dio cuenta. En lo que le fue mejor que a otras.
Sandes es un Queso con forma de hombre a mi no me joden
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