El Rapto Selvático de Carla Conte y Carla Romanini
Carla Lucía Romanini, la sanguinaria Quesona Asesina, estaba muy satisfecha, luego de haber asesinado a Matías Mayer, Matías Martín y Matías Garfunkel. Anteriormente circulaban relatos donde estos tres Matías habían sido asesinados por otras Carlas. Pero por obra de Lady Katyushka esos relatos habían sido borrados de la continuidad. Ahora no cabía dudas: los tres habían sido quesoneados por Carla Romanini.
- Y pensar que creen que la rusa es malvada. Pero me dio una oportunidad. Brindo por ella. Se llamaban Matías, eran míos, je, je, los asesiné y les tiré un Queso. Y seguiré asesinando tipos, y sí se llaman Matías mucho mejor.
- Cuidado, Carla, bella Quesona rubia, mi asesina –dijo el espectro de Matías Candia - También pudo haber borrado alguno de tus asesinatos.
- Siempre tan pesimista. No la hecho, ja, ja, se ve, que soy la mejor de todas las asesinas. Solamente me gustaría clonarte a vos Matías Candia, y también a Pablo Sinema (o Pablo Giménez), al modisto Santiago Artemis y al basquetbolista Matía Fioretti, y a Lizardo Ponce, solamente para volver a asesinarlos, una y otra vez, son mis víctimas preferidas, lástima que los asesine solo una vez, eso es una injusticia. Clavarte el cuchillo en el estomago me dio una satisfacción suprema, Matías Candia.
El espectro de Matías Candia, aunque era un espectro, hizo un gesto de dolor, como si la asesina le volviera a clavar el cuchillo. Carla continuó su parlamento.
- Acá tengo un número especial de la revista de los Quesones, dedicada a las Carlas. Si no está acá, te hago un strip tease.
Y así la Carla preferida de algunos muggles se puso a hojear la revista.
- Mirá, está cuando te asesiné. Y mirá esto, que mala que soy. Si encuentro que falta un relato, hasta que me hagas tuya, con tu ectoplasma.
- ¿Y el relato con la Quesona morocha?
- ¿A quien te referís, quesoneado?
- A esa gran asesina llamada Carla Conte.
- Yo no comparto cartel con ninguna asesina, estimado Matías, maldito quesoneado. Te volveré a asesinar, es tu karma, seguro te asesiné en otras vidas, no tengo dudas, maldito quesoneado.
Carla, la asesina, presa de su furia, levantó el cuchillo y apuñaló al espectro de Matías Candia, una vez más, por supuesto, fue darle puñaladas al aire, pero ella lo disfrutó igual, como cuando dijo en voz alta “Queso” al tirarle un Queso al espectro del quesoneado, también una vez más.
Con este asesinato imaginario, Carla Romanini atenuó su mal humor.
Lo que no era el caso de Carla Conte. Le habrían prometido el regreso de Confrontados, con ella como conductora. Pero le llegó un mensaje que terminó con sus esperanzas. Habían contratado a Carla Romanini. Una rubia por una morocha. Una asesina por otra.
- Estas muy fea, Carla, decidistes dejarte las canas, pareces una vieja bruja del medioevo, eso tiene un costo – le dijo el espectro de Nicolás Ochiatto, una de las víctimas de Carla Conte.
Carla, furiosa, al escuchar esto, levantó sus manos e hizo unas señas con sus manos, como si volviera a acribillar a balazos a Nicolás Ochiatto, tal como había hecho unos años atrás.
- Estas muerto Nicolás Ochiatto, yo te asesiné, y ahora te vuelvo a asesinar – dijo Carla Conte, a la vez que tiraba un Queso sobre el espectro y decía en voz alta “Queso”.
Para sorpresa de Carla Conte, ahora el programa Confrontados quedó a cargo de la “Peter Alphonse Productions”, lo que llenó todavía más de fastidio a Carla Conte, que al enterarse de esto, pensó:
- Maldito Pedro Alfonso ¿Porqué se hace llamar Peter? ¡Es como que yo me haga llamar Charlotte! Tengo que hablar con mi tocaya Romanini, a ver si desiste de hacer el programa y se lo devuelve a la verdadera dueña, que soy yo.
Y fue así como se reunieron la rubia y la morocha de las quesonas, en un lugar discreto, para tomar algunos tragos. Un bar clandestino, acorde con los tiempos de la maldita y eterna pandemia. Carla Conte estaba furiosa con Carla Romanini y lo hizo notar.
- Nena, sos una traidora. ¡Me robaste el trabajo!
- Yo no te robé nada, querida, ¿Qué trabajo? Si sos una asesina a sueldo, es problema tuyo, que te consigan mejores víctimas – contestó la rubia, remarcando el querida - Y agradecé que quesonearon a Marina Calabró, que iba a reemplazarte. Y que también quesonearon a Mariana Fabbiani, a la que siempre le ponen algún programita en el Trece, programitas muy malos. Yo soy una asesina a sueldo, no una simple sicaria al servicio del mejor postor, como vos querida, y que mal te queda ese pelo canoso, dicho sea de paso.
- Esas dos idiotas merecieron los Quesos que les tiraron. Bien por los Quesones. Por Carlos Izquierdoz, el asesino de Marina Calabró, y por Carlos Reich, el asesino de Mariana Fabbiani. Pero vos, nena, te olvidaste que para una Carla no hay nada mejor que una Carla.
-Que injusta sos, querida – contestó la rubia - Te llamé para que seas mi co-conductora. Tengo códigos, soy una Quesona, se lo que tengo que hacer.
- Ah bien, Carla, disculpa entonces nena – le contestó Carla Conte – celebremos esta unión.
Se fueron poniendo de acuerdo, brindaron por los Quesones. Y fue cuando Carla Conte comenzó a sospechar.
- ¿Esto no será una trampa? Le encuentro un gusto raro a esta bebida.
- Pero cómo piensan eso – dijo un hombre - Les garantizo que no hay nada malo en sus tragos.
Las Carlas se pusieron en alerta, cuando vieron que estaban frente a Peter Alfonso, el productor, actor sin talento y viudo de Paula Chávez.
- ¡Peter Alfonso! – dijeron al unísono las dos Carlas, Conte y Romanini.
Pero no pudieron hacer nada, con unos pañuelos en la boca, que le pusieron unos esbirros, que las sujetaron bien fuerte, aprovechando para manosearlas. Las Carlas gimieron y quedaron inconscientes. Los esbirros eran seres realmente asquerosos, parecidos a los orcos de las sagas literarias de JRR Tolkien, el autor de El Hobbit y el Señor de los Anillos.
Y despertaron apenas vestidas, atadas con las manos a la espalda, en un terreno húmedo, como selvático, vaya uno a saber donde, aunque efectivamente estaban en la selva, quizás en algún lugar de Brasil o del norte de Argentina, podía ser también Bolivia o Paraguay, a juzgar por los animales que se veían. Estamos hablando de monos arañas, coatíes y tucanes.
- ¿Dónde estamos? ¿Qué es esto? – le dijo Carla Conte a Carla Romanini.
- No lo sé, con mi novio, Emilio Di Marco, al que asesiné a puñaladas, había estado en la sabana africiana.
- Ja, ja, ja – se escuchó una risa – soy Pedro Alfonso, y no se preocupen chicas, esto es parte del lanzamiento de Confrontados, estamos en una selva de América del Sur, no importa el país, porque para los animales y las plantas no existen las naciones, ese es un invento humano. Confrontados será un show que batirá todos los records de audiencia. ¿Saben por qué hago esto? – mientras ellas trataban de zafarse - Paula me importaba muy poco, fue un romance inventado, para hacerme famoso. Despues la asesinó Carlos Bossio, como a Victoria Vanucci, ja, ja. Esa noble rusa, de verdad, no como esa sirvienta rumana, me propuso una alianza. Yo las doblego, me quedo con ustedes para reemplazar a Paula. Y las contrato para un programa, en que denuncien a los Quesones.
- Nunca vamos hacerlo – dijo Carla Conte.
- ¿Porqué no lo harías, Carlita? – le dijo Peter – sí vos estas muerta, fuiste asesinada por Carlos Roa, sí estas aca, es por una falla de la secuencia entre el tiempo y el espacio.
-¡Monstruo! – dijo Carla Romanini.
- ¡Ja, ja, ja! ¡Soy perverso, soy un monstruo, soy Peter Alfonso! Van a participar de un reality de cacerías, perseguidas por perversos, que les tienen ganas a ustedes dos. Cuando se cansen de huir, las van a atrapar y dejar hechas unas piltrafas. Y van quedar sumisas a mis bajos instintos..
-¿Y si no queremos?
Peter Alfonso tomó un par de tijeras, que acercó a las Carlas.
-Las rapamos y las fotografiamos para Internet.
Las Carlas gritaron, por primera vez aterrorizadas. Quedaron a merced de los miembros de una tribu salvaje, de esa tribu, fueron elegidas dos miembros, los dos se llamaban Carlos, eran altos y patones, parecidos al boxeador Carlos Monzón. Los llamaremos “los Monzones”.
- No tendrán escapatoria – dijo Peter Alfonso.
Carla Conte y Carla Romanini fueron desnudadas y apenas vestidas, con lencería provocativa, maquilladas. Las peluqueras y maquilladoras fueron rudas con ellas, eran fans de actores que habían sido quesoneados.
Los Monzones entonces las dejaron en medio de la selva, desatadas.
- Comienza Confrontando con las Quesonas – dijo Peter Alfonso, a una cámara – las Quesonas que no pueden cortar ni un sanguchito de Queso, ja, ja, ja. Me gustaría que se maten entre ellas. Peleen por su libertad, malditas Quesonas, o las asesinará alguna fiera, hay muchos yaguaretées hambrientos por acá, y anacondas, que las pueden arrastrar, malditas Quesonas, ¡Ja, ja, ja, ja!.
Las dos Carlas quedaron en medio de las selva, como perdidas…
- ¿Qué hacemos Carla? – le dijo Carla Conte a Carla Romanini.
- Vos estabas a favor del aborto, eras pañuelo verde, anda por la izquierda, yo aunque no lo manifeste públicamente, estaba en contra, voy por la derecha.
- Una elección adecuada y razonable – dijo Carla Conte mientras se fue por la izquierda, y Carla Romanini por la derecha.
Ninguna de la dos avanzó mucho. Como dos fieras desatadas, los dos Monzones atacaron a las Carlas, gritaron como una especie de ritual, y les tiraron lanzas, las lanzas no hirieron a las asesinas, pero sí las dejaron atrapadas sobre los arboles, las dos Carlas al verse ante los Monzones, decidieron no resistir, sino todo lo contrario, disfrutar, sí, disfrutar, cada uno de los Monzones puso sus enormes pies sobre el rostro de las Carlas, y estas comenzaron a chupar, besar, oler, y lamer esos pies, pies de Quesones, el juego de los pies resultó muy efectivo, tanto que los Monzones también chuparon, lamieron, besaron y olieron los pies de las dos Carlas.
Tras el juego sexual de los pies, disfrutado con intensidad, los Monzones sometieron a una serie de latigazos a las Carlas, ahora sí, estas no lo pudieron disfrutar, pero resistieron, y apelando a viejos hechizos que habían oído de Lady Dumitrescu, como las palabras mágicas “Accio”, “Wingardium Leviosa” y “Serpentoria”, lograron hacer del dolor de los latigazos un goce sexual desenfrenado.
Los Monzones fueron aún por más, y se tiraron encima de las Carlas, primero las penetraron por por el culo, en un movimiento que ocasionó un fuerte ruido en aquella selva, los monos creyeron que era un terremoto, pero aún más gozosa, satisfactoria y relajante resultó ser la penetración por la vagina, los Monzones querían dejar a las Carlas hechas unas piltrafas, pero estas siempre sacaban fuerzas vaya uno a saber de donde, y finalmente, tras una serie de inolvidables polvos, los que quedaron hechos una piltrafa fueron ellos, los Monzones.
- Quedamos exhaustos. No doy más – le dijo un Monzón a otro.
- No importa, nos dejaron sin batería sexual de aquí a la eternidad, pero las asesinaremos – le contestó el otro.
Las dos Carlas, estaban aún con las lanzas clavadas, fijadas en los arboles.
- Qué mal terminar así – le dijo Carla Romanini a Carla Conte – era bueno ser asesinada por Carlos Matías Sandes, pero no por estos salvajes, y que nuestros cadáveres queden aca, en la selva.
- Aca nadie terminó – le contestó Carla Conte – ni cuando me asesinó Carlos Roa, como dicen algunos, ni ahora con estos dos Monzones de pacotilla.
- Ja, ja, ja – dijeron los Monzones – morirán malditas Carlas.
Los Monzones levantaron las lanzas para clavárselas a las dos Carlas, las iban a asesinar y las iban a empalar, pero de repente, se escucharon unos ruidos, los monos arañas cayeron sobre las Carlas, y las desfijaron de los arboles, liberándolas, mientras una anaconda se encargaba de desarmar a los Monzones.
Fue en ese momento cuando Carla Conte emitió unas extrañas palabras…
- Nwo Gae Ebwo.
Y entonces tras desarmar a los Monzones, la anaconda se fue, las dos Carlas, tomaron las lanzas, y no dudaron, como nunca una asesina debe dudar.
- Tuba inyiya quiss – gritó Carla Conte, y las dos asesinas le lanzaron las lanzas a los Monzones, clavándoselas a las dos en el pecho.
- Queso, Monzones – dijo Carla Conte tirando el Queso que uno de los Monzones tenía preparado para ella.
- Queso, Monzones – dijo Carla Romanini tirando el Queso que el otro de los Monzones tenía preparado para ella.
Los dos Monzones quedaron ahí, quesoneados, mientras Carla Romanini le dijo a Carla Conte:
- ¿Qué idioma es ese, Carla?
- Parsel – le contestó Carla Conte – el idioma de las serpientes, Harry Potter lo habla muy bien, lo aprendí despues de ser quesoneada por Carlos Roa. La anaconda nos ayudo.
- ¿Pero volviste de la muerte?
- No – dijo Carla Conte – simplemente hubo una falla en la secuencia del tiempo y del espacio, vengo del futuro, o del pasado, no lo se, pero algo de eso hay.
- ¡Malditas Quesonas! – gritó Peter Alfonso que apareció entonces delante de las dos Carlas – aunque no sea un Carlos, no tengo otra alternativa que asesinarlas, malditas Quesonas, no lo haré yo, porque no soy un Quesón, lo hará ese yaguareté. Morirán malditas Carlas. Quizás no haya nacido el hombre que las asesiné, entonces lo hará un animal.
Un yaguareté hambriento apareció entonces en el lugar, ante la desesperación de Carla Romanini.
- Si fuera un hombre lo asesinaría, pero con una fiera no puedo luchar – dijo la rubia.
- Lo mío es diferente, porque sí nació el hombre que me puede asesinar y se llama Carlos Roa, un gran estrangulador, como esa anaconda, ¡Yama Naba Tigo Wena! - Carla Conte otra vez apeló al parsel.
La anaconda reapareció y se trabó en lucha con el yaguareté, no sabemos como termino, lo que sí sabemos es que las dos Carlas quedaron libres una vez más y rodearon ahora a Peter Alfonso.
- Me rindo, Carlas, soy todo suyo, hagan lo que quieran.
Las dos Carlas tiraron a Peter Alfonso al piso, y lo sometieron entonces al sexo, sí, lo penetraron con una rama del árbol por el culo, y esto al parecer le dio potencia sexual, pues se lo agrandó la pija, y entonces pudo coger primero con Carla Romanini y después con Carla Conte, fueron dos cogidas breves, nada del otro mundo, un par de polvos más bien breves, de poca duración, pero lo suficiente para que Alfonso quedará hecha una piltrafa.
- Asesínalo vos, Carla, no se llama Matías, no me interesa – le dijo Carla Romanini a Carla Conte.
- La verdad es que es un tipo muy desagradable, no queda otra, lo asesinaré, aunque no tengo ni cuchillo ni revolver – dijo Carla Conte - ¿Cómo lo asesinó?
- Estrangúlalo, como te estranguló Carlos Roa – le dijo Carla Romanini a Carla Conte.
Carla Conte agarró entonces una liana, de la selva, que servía como una suerte de cuerda, y rodea con el cuello a Peter Alfonso, y comenzó a estrangularlo, fue una muerte lenta, donde Alfonso se fue quedando sin aire, hasta que finalmente murió.
- Queso – dijo Carla Conte – mientras tiraba el Queso sobre el cadáver de Alfonso, otro de los Quesos que habían llevado los Monzones.
- ¿Y ahora que hacemos? ¿Vamos a la Tribú de los Monzones y los asesinamos a todos? – dijo Carla Romanini, que parecía envalentonada.
- No – dijo Carla Conte – no vale la pena, son clones, no son hombres, nosotras somos asesinas de hombres, sí los matamos a estos dos es porque teníamos que sobrevivir.
- Algunos dicen que vos también sos una clón, y que la verdadera fue asesinada por Carlos Roa. Además son hombres, no son clones, son de una especie humana perdida, los Carlos Monzón.
- ¿Los Carlos Monzón? Teoría muy curiosa. Sobre si fuí asesinada o no, ya te hablé de eso, soy la verdadera, fue una falla de la secuencia temporal, mira la serie “Dark” de Netflix, ahí esta la explicación, nena.
- Volvamos a la civilización, querida – le dijo Carla Romanini.
- Solo volveremos apelando al parsel – dijo Carla Conte – Yuma tijo dila buma.
Y otra vez apareció la anaconda y guió a las dos Carlas a la Ciudad Perdida en la Selva, testimonio de una civilización ignorada por Occidente, y desde allí, las dos Carlas regresaron a la civilización, gracias a la teletransportación. Se recuperaron unos días en la Clínica Dumitrescu, uno de los mucamos se llamaba Matías, y Carla Romanini estuvo a punto de asesinarlo, ya tenía preparado el Queso, y pensaba apuñalarlo en la cama luego de tener sexo, la propia Lady Dumitrescu debió dormir a la rubia para evitar el asesinato.
- Yo soy más profesional, una auténtica y verdadera asesina profesional – le dijo Carla Conte – me gusta asesinar hombres, pero se cuando debe hacerlo y cuando no debo hacerlo.
- Puede ser – dijo Lady Dumitrescu – la rubia se desata mucho, por eso en una época lo puse a mi hermano como su acompañante, quizás Nicolae debe volver. Hubo algunos muchachos a los que no debió haber asesinado. Menos mal que no pudo con Gabriel Deck, ahora lo convocaron a la NBA.
Pero no todas estaban felices, una vez más, los planes de Lady Katyushka habían fracasado.
- ¡Maldita sea! – dijo la rusa - ¡Aunque que Peter Alfonso haya sido asesinado es una gran cosa, pues era un ser deleznable, una vez más he fracasado, pero volveré y me vengaré de Lady Dumitrescu!
¿Qué malévolo plan tendrá ahora Lady Katyushka?
qué locura nueva es esta? ja ja ja ja muy delirante todo!
ResponderBorrarno me convencen los relatos de las quesonas juntas, mejor que asesinen por separado
ResponderBorraresta bueno, el relato es diferente, pinta muy bien a cada una de las asesinas, Carla Conte, como una fría asesina a sueldo, y Carla Romanini, como una temperamental asesina serial, mucha apelación a elementos mágicos, que le dan coherencia a los relatos, me gusta la mención a la saga de Potter, y no cabe duda que Peter Alfonso es un idiota y que merecía esto y mucho más, aunque no queda claro su ensañamiento con las Carlas, lo bueno es que asesinatos hay muchos, pero siempre gana Lady Dumitrescu
ResponderBorrarOTRO RELATO ECOLOGISTA JA JA JA JA
ResponderBorraresta bueno, pero podría haber habido algunos asesinatos más, además de Peter Alfonso
ResponderBorrarera un minón Carla Conte, era esta re fea con un pelo horrible y habla como una tipa grasa
ResponderBorrarprefiero a Carla Romanini como asesina, aunque que buena asesina es Carla Conte, y habla el idioma de las serpientes, la Quesona Serpentina
ResponderBorrarParte de delirio es mío.
ResponderBorrarQuedó muy bien, con las personalidades de ambas, bien diferenciadas.
Y el morbo de dormirlas, para tenerlas como prisioneras.
Y nuestra Lady Dumitrescu durmiendo a la rubia para que no se exceda. Que atenta la rumana, ocupándose de esos detalles. Puede ser buena idea que hermano vuelva a ser chofer.
No estaría mal que yo aparezca en un nuevo relato. Para el próximo encuentro con la Marquesa, que me cante Ojos verdes.
Saludos.
Pensé que el yaguareté era Orlok Dumitrescu, como en algún relato perdido. Que aparecía para ayudar a las Carlas. Pero parece que no.
ResponderBorrarBuen relato, con contenido de morbo.
Vendría bien un relato conjunto de las quesonas.