El Asesino de Melina Lezcano
Agapornis
actuó en un concierto gratuito y la actuación de su cantante, Melina Lezcano,
fue un auténtico furor. La cantante estaba eufórica ante el éxito alcanzado en
aquel show, pero sintió que tocaba el cielo con las manos al ver que nada más
ni nada menos que Carlos Alberto Ficicchia, más conocido como Charly Alberti. El
legendario baterista de Soda Stereo, una genio musical viviente, venía a
saludarla.
-
Espléndido
show, realmente espectacular.
-
¡Oh,
muchas gracias Charly! ¡Viniendo de vos es más que un halago!
-
Igual
tengo que confesar que esa versión de “Persiana Americana” no me termina de
convencer. La cumbia y el rock son como el agua o el aceite. O como River y
Boca. No se juntan. Son cosas separadas. Una cosa es la música, lo que hacíamos
nosotros, lo demás es basura.
-
¿En
serio me lo decís Charly? ¿Entonces lo que hacemos nosotros es basura?
-
Para
ser honesto, sí, de lo contrario te mentiría.
-
¿Podemos
hacer algún cambio?
-
No…
no me hagas caso… será que estoy demasiado enganchado con la versión verdadera,
la que hicimos nosotros, con Soda, hace ya varios años.
-
Me
encantaría ensayar con vos Charly, estoy trabajando en una nueva versión de “Corazón
delator”.
-
No
creo que salga bien, es una canción muy difícil.
-
Toma
Charly, este es mi teléfono, si te interesa…
-
Tengo
muchas ocupaciones nena, me imagino que sabes que estoy muy comprometido con el
medio ambiente, de paso te digo, que los recitales deberían tener un perfil más
ecológico.
Charly, por
gentileza, agendó en su celular el número de la cantora de Agapornis. La verdad
que esta no esperaba que ese ensayo se produjera, pero no pasó ni un día,
cuando Charly la llamó y le dijo:
-
Estoy
aburrido nena. Creo que voy a ir a visitarte.
Melina quedó
estupefacta y preparó todo acorde a recibir a semejante ilustre visitante. Le
habían dicho que a Charly le encantaba el Queso, por eso compró una horma de
Queso Pategras.
El baterista
llegó a la sala de ensayos y fue recibido por la cantora, que lo recibió en forma
eufórica. En una bandeja le mostró el Queso.
-
Gracias
por el Queso – dijo Charly – sí, me gusta mucho el Queso. Te confieso algo, soy
un Quesón.
-
¿Un
Quesón?
-
Sí,
aunque todos me dicen Charly, acordate que me llamo Carlos. Carlos, el de los
huevos largos, ja, ja…
-
Bueno,
todos los Charlys se llaman Carlos no?
-
Sí,
puede ser, je, je, la verdad piba que la música que hacen es una auténtica
bazofia. Decirle “música” es casi una falta de respeto, digamos que son un
conjunto de sonidos, por momentos ininteligibles…
-
¿Vinistes
a agredirme Charly? Sí es así tomatelas…
Lezcano se acercó
al baterista y le pegó un sopapo al estilo de los que Doña Florinda le pegaba a
Don Ramón.
-
¿Qué
haces nena?
-
Tómatelas,
no es nada personal, pero te digo que cuando el pase el temblor, en la ciudad
de la furia, mejor paseando por Roma.
-
Olvidemos
esto con una buena cogida.
-
¿Me
queres violar, Charly? Andate, te voy a denunciar…
-
Mejor
me voy, con el zoom a otra parte, y diciendo que ella usó mi cabeza como un
revolver en esta canción animal de música ligera, en el rito sin sobresaltos de
estos signos y prófugos de la persiana americana.
Charly
Alberti se iba, cuando Melina gritó:
-
¡Nooo!
¡Bueno, dale, tengamos sexo!
-
Solo
sí te comprometes a no denunciarme. No quiero tener escándalos ni una
sobredosis de tv aunque quiero ser del jet set.
-
De
ninguna manera.
Y entonces
tuvieron sexo. Disfrutaron mucho, con intensidad, placer y fogocidad.
-
No
creí que con tus años me dieras tanto placer.
-
Ja,
ja, ja – dijo Charly Alberti – te dije que soy un Quesón.
-
¿Y
en que consiste en ser un Quesón?
-
En
esto.
Charly, que
tenía las manos envueltas en guantes negros, sacó una larga soga de un
bolsillo, rodeó con la misma el cuello de la chica, y comenzó a apretárselo. O
sea, la empezó a estrangular. La cantante de Agapornis intentó resistir e hizo
lo que pudo, pero la experiencia y la fuerza criminal del asesino pudo aún más.
Finalmente la termino de estrangular. Charly entonces agarró el Queso y lo tiró
sobre su víctima diciendo en voz alta:
-
Queso.
Con una impunidad total, Charly se alejó del
lugar, el baterista estrangulador
A Charly Alberti no le gustó esa versión de "Persiana Americana" y estranguló a esta chica
ResponderBorrarbuena asesinato, un trabajo limpio, acorde a la onda ecologista del asesino
ResponderBorrarA éstas alturas sólo pienso en comer queso. Muy entretenidos tus relatos.
ResponderBorrarUn relato muy al estilo de Charly Alberti, bien que tenga su propio estilo. Tiene sentido el estrangulamiento, con una cantante, que destrozó un clásico. Muerte luego de sexo, muy bien.
ResponderBorrarAhora queda que una quesona liquide al resto de Agapornis. Podría ser que Ravelia se haga pasar por posible remplazante de Melina Lezcano.