La Asesina de Alejandro Montecchia, Mario Ledesma, Jorge Elgueta, Fernando Gago y Daniel Bilos
Ustedes ya me conocen, yo soy Ravelia Zamas, aunque nací como Carlota Monzón, soy la Quesona Asesina de Hombres, una asesina cruel, implacable y sanguinaria, capaz de cometer los crímenes más terribles y atroces. A todos les tiré un Queso, por eso mis víctimas son los Quesudos o los Quesoneados, y de todos, sin excepción alguna,
No todas mis víctimas han sido deportistas, he asesinado a muchos modelos también, y a otros hombres que no eran modelos ni deportistas, pero por la cantidad de deportistas que he asesinado y quesoneado, mis fans comenzaron a llamarme “la asesina del Deporte Argentino”.
Y precisamente haciendo honor a ese mote, les cuento la historia de algunos asesinatos más que cometí, con todas víctimas deportistas, más Quesos que tiré, ya saben que yo no como Queso – a diferencia de los Carlos asesinos – yo uso los Quesos solo en los asesinatos, para tirárselos a mis víctimas, y así los convierto en lo que son: un Queso, ja, ja.
LA ASESINA DE ALEJANDRO MONTECCHIA
Los basquetbolistas siempre fueron una debilidad para mí, para muchos fans mis mejores asesinatos fueron los de Emanuel Ginóbili (a quien acribillé a balazos), Fabricio Oberto (degollado con un cuchillo katana) y Luis Scola (asfixiado y estrangulado), además de otros más, a quien decapité (como Juan el Pipa Gutiérrez) o estrangulé, como Patricio Garino, Máximo Fjellerup o Nicolas Brussino.
No fue fácil la elección de otra víctima proveniente del básquet, ya tenía un enorme Queso preparado para tirar, y así agarré cuatro figuritas, las de Alejandro Montecchia, Gabriel Fernández, Hugo Sconocchini y Leonardo Gutiérrez, las mezcle bien, muy bien, y saqué una…
El elegido resultó ser Alejandro Montecchia, un basquetbolista no muy alto (1,80) y la verdad que me gustó, pues los Alejandros siempre fueron otra debilidad para mí, sino que lo diga Alejandro Fantino, a quien asesiné clavándole un cuchillo en forma de katana, similar al que usé para degollar a Fabricio Oberto.
Me dirigí entonces a Bahía Blanca, a un club de básquet donde estaba segura que iba a encontrar a Alejandro “Puma” Montecchia, ya era de noche cuando el basquetbolista salía del club y fui a su encuentro.
- Hola Puma, soy la Quesona y este Queso es para vos, y Queso suena a sexo, sí queres tener una noche divertida llévame con vos y la vas a pasar muy bien.
- Jamás me podría negar a tener sexo con alguien que es igual a Valeria Mazza – me contesto.
Parece que mis encantos son irresistibles para cualquier hombre dado que apenas media hora despues, lo tenía a Montecchia acostado en una cama, sirviéndole unas copas de champagne, y bañándolo en champagne, tras lo cual le hice cosquillas en todo el cuerpo, y le chupé bien la pija, dándole mucho placer, despues me penetró, y me dio mucha satisfacción, el Puma se portó muy bien en la cama, como en una cancha de básquet.
Tras un breve impasse, me disponía a asesinarlo, ya tenía unas sogas y la bolsa para estrangularlo, pero para mí sorpresa, Montecchia estaba parado, vistiéndose despues del sexo, y eso provocó cambio de planes…
- Nunca me imaginé que la iba a pasar tan bien, Quesona, que sexo me diste, pero ahora nos vamos, ¿A dónde queres que te lleve?
Le dije cualquier dirección, y entonces salimos de aquella casa, al salir, antes de subirme a la mini van, le dí el Queso a Montecchia y le dije:
- Quiero sacarte una foto con el Queso, ¿Me dejas?
- Por supuesto, sácame las fotos que quieras, Quesona, el sexo que me distes lo vale.
Entonces Montecchia se quedó agarrando el Queso con sus manos, y esperó que yo le sacara la foto, pero en vez de sacar una cámara o un celular, saque la UZI con silenciador y apunté hacia Alejandro Montecchia.
- ¿Qué significa esto, Quesona?
- Te asesinaré Alejandro Montecchia – dije con frialdad y disparé. Fue una lluvia de balazos, estas armas son muy potentes, así lo acribillé al Puma.
- Queso. Alejandro Montecchia – dije en voz alta, mientras tiraba el Queso sobre el cadáver del basquetbolista, uno más en mi lista, le saqué las zapatillas y me las lleve como trofeo.
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LA ASESINA DE MARIO LEDESMA
Además de los basquetbolistas, los rugbiers también ocupan un lugar preferencial en mis crímenes, una de mis primeras víctimas fue Gonzalo Quesada, a quien asesiné en la bañera, despues acuchillé a Ignacio Corleto, y después vinieron otros, como Gonzalo Longo, Rolando Martín, Lucas Borges, Lucas Ostiglia, Gonzalo Tiesi, y dos decapitados, como Miguel Avramovic y Patricio Albacete, y seguramente me olvidé de alguno más, es que son tantos…
Por eso recuerdo haber asesinado a alguno más y ahora les cuento. Mi objetivo era asesinar a Felipe Contepomi, a quien pensaba acribillar a balazos, despues de una noche de sexo, pero no le encontré a la salida de un entrenamiento, y a quien si encontré fue a Mario Ledesma, un rugbier bastante tosco, sucio y desagradable.
- ¿Qué queres nena? – me dijo Mario Ledesma.
- ¿No esta Felipe Contepomi? Soy admiradora de Los Pumas y deseaba sacarme unas fotos con el.
- No, ya se fue, pero estoy yo, Mario Ledesma, también soy de Los Pumas, jugué un montón de partidos inolvidables. También me puedo sacar fotos con vos nena, sos muy linda, igualita a Valeria Mazza, es extraordinario el parecido, quiero coger con vos nena, no solo sacarme fotos.
- Con mucho gusto cogeremos esta misma noche, Mario – le contesté – pero no me digas nena, soy Ravelia, más conocida como “la Quesona”.
- Si sos la Quesona quiero lamer el Queso de la leche que sale de tus tetas.
Y así fue la cosa, una hora despues estábamos en una cama, y despues de haberle hecho cosquillas en los pies, debo reconocer con mucho esfuerzo, pues este rugbier no era nada agradable, sino todo lo contrario, deje que me chupará bien las tetas, como si tomará mi leche, mientras yo le chupe bien la pija, tras lo cual me cogió con una buena penetración, el tipo la verdad me cogió muy bien, con ese salvajismo y furia animal que suelen todos los rugbiers, pero igual a mí me resultó desagradable, y sintió mucho alivio cuando terminó todo.
Entonces me puse los guantes negros y agarré el cuchillo, me acerque a Ledesma, y este estaba sentado sobre la cama, dándome la espalda, ocasión propicia para levantar el cuchillo y ¡zas! lo apuñalé por la espalda, le clavé bien el cuchillo en la nuca, atravesándole el cuello, como hice con Mario Guerci (otro Mario al que asesiné de la misma forma), Fernando Redondo o Cristián Fabbiani, y quizás alguno más, son tantos… La satisfacción que sentí mientras le clavé el cuchillo fue realmente muy importante.
- Queso. Mario Ledesma – dije en voz alta, mientras tiraba el Queso sobre el cadáver del rugbier, uno más en mi lista, le saqué las zapatillas y me las lleve como trofeo.
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LA ASESINA DE JORGE ELGUETA
En los 90, la selección argentina de voleibol alcanzó cierta popularidad, el bronce en Seúl 88, el oro en los Panamericanos de Mar del Plata 1995 y unas buenas actuaciones en Atlanta 96 y Sydney 2000 contribuyeron a eso. También la presencia de algunos jugadores facheros como el patón Marcos Milinkovic, a quien años después decapité y quesonee. Otro de los integrantes de aquella selección fue el sanjuanino Jorge Elgueta, que se hizo más conocido que sus compañeros por el simple hecho de ser parecido a Sergio Goycochea, al punto que los relatores le decían simplemente “Goyco” (¿?). Demás esta decir que Sergio Goycochea es otra de mis victimas.
Decidí que sería entonces Jorge Elgueta otro de mis Quesoneados. Me dirijí a su San Juan natal y no tuve problemas en encontrarlo, mi instinto de asesina parecía no fallar nunca, y otra vez el encuentro fue mientras el voleibolista intentaba subirse a una camioneta.
- Hola Goyco del Voley, ¿Cómo te va? – le dije.
- Sos igual a Valeria Mazza, increíble, sos igual, si no la hubieran asesinado…
- Todos me dicen lo mismo, pero yo soy Ravelia, aunque me llaman la Quesona.
Y entonces ahí me tiré sobre el voleibolista y prácticamente lo metí en la camioneta, sí, para chuparle todo el cuerpo, hacerle cosquillas, desnudarlo, y tener sexo ahí adentro de la camioneta, que se movió con gran fuerza, y como en San Juan estábamos, no fueron pocos los que pensaron que era un nuevo terremoto, el voleibolista quedó exhausto.
- Me dejaste hecho bolsa, pero que feliz me hicistes – dijo Jorge Elgueta – Pero bueno, ¿A dónde queres que te lleve?
Le dije cualquier lugar, estaba ahora sentada del lado de atrás, primero pensó en asesinarlo de un balazo como hice con Sergio Goycochea, pero no, me arrepentí y saqué un cuchillo, un cuchillo largo y filoso, y rápidamente, como si fuera un leopardo o una chita mientras caza a una presa, ¡raaaaaajjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj! Le rebané el cuello y así lo degollé.
- Queso. Jorge Elgueta – dije en voz alta, mientras tiraba el Queso sobre el cadáver del rugbier, uno más en mi lista, le saqué las zapatillas y me las lleve como trofeo.
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LA ASESINA DE FERNANDO GAGO Y DANIEL BILOS
Ya les conté como asesiné a otro basquetbolista, a otro rugbier y a otro voleibolista, ahora llegó el turno de contarles como asesiné a un par de futbolistas, los siempre populares futbolistas, esta vez jugadores de campo, no arqueros, una debilidad siempre para esta asesina. Sería muy largo hablar de los futbolistas que fueron quesoneados por mí, Martín Palermo, Fernando Carlos Redondo, Rolando Carlos Schiavi, Mauricio Caranta, Roberto Carlos Abbondanzieri, Cristián Fabbiani, Pablo Migliore, Carlos Tevez, Juan Carlos Olave, y muchísimos más, que seguramente ahora no recuerdo, es que son demasiados…
Una tarde, Boca Juniors homenajeo a sus campeones de la Temporada 2005/2006, y aunque yo no soy de Boca (sino todo lo contrario), fui de incógnito y no pude evitar tener la tentación y el deseo de asesinar al carilindo Fernando Gago y al alto y patón Daniel Bilos, con su metro 1,94 metros, y su pie talle 47. ¿Un menage a trois? No es algo que me guste hacer, pero en esta ocasión la oportunidad estaba servida en bandeja. Regalando Quesos, como es mi estilo, logre seducir tanto a Gago como a Bilos para tener un encuentro esa misma noche.
Y así ocurrieron las cosas, al sonido de una sensual música que sirvió de fondo, les ofrecí un streap tease a Gago y a Bilos, les serví champagne, y los dos se tiraron sobre mí chupándome las tetas, entonces me tiré encima de los dos, para hacerle cosquillas a los dos, chupándole bien los pies, así juntos, primero los pies de Bilos, grandes, carnosos, una belleza, despues los de Gago, algo suave y delicados, mientras le chupaba, lamía, besaba y olía los pies a uno, el otro me cogía por detrás, sí, me cogía por detrás, me penetraba por el culo, con gran salvajismo y furia, despues me penetraron por adelante, Gago me penetraba por la concha, mientras yo con la boca le chupaba la pija a Bilos, y despues lo mismo al revés, la verdad el menage a trois estuvo bien rico, algo sensacional, pero los tres quedamos exhaustos, cansadísimos, ellos mucho más que yo, la fiesta sexual de alto vuelo que tuvimos tenía un costo.
Tras un impasse, los dos futbolistas comenzaron a prepararse para irse, ahí me dí cuenta que debía obrar con cierta prontitud, me vestí, me puse los guantes negros, y agarré dos armas, un revolver con silenciador y un gran puñal, y me los puse en un cinto.
Fernando Gago entró al baño, mientras en la otra habitación Daniel Bilos se estaba vistiendo, ahí entonces me dirigí al baño y entre, mientras Gago estaba ahí, duchándose, corrí entonces la cortina…
- ¿Qué haces Quesona? – me dijo Gago - ¿Queres ducharte conmigo?
- No hace falta ya, Fernando, la fiesta sexual que tuvimos ahora debe terminar con vos asesinado y quesoneado.
- ¿Asesinado y quesoneado?
- Asesinado y quesoneado – reafirmé, saqué el revolver con silenciador y disparé, el primer balazo impactó en el cuello de Gago, y mientras se desplomaba en la bañera, efectué dos disparos más, uno impactó en la frente, el otro en el estomago, no hicieron falta más.
- Queso. Fernando Gago – dije en voz alta, mientras tiraba el Queso sobre el cadáver del futbolista, uno más en mi lista, le saqué las zapatillas y me las lleve como trofeo.
Pero aún me faltaba Daniel Bilos, este se estaba vistiendo y gracias a la efectividad del silenciador, y de la música que seguía sonando, nada había escuchado. Tomé entonces el cuchillo y me paré delante de el, que estaba sentado.
- ¿Paso algo, Quesona? – preguntó Daniel Bilos.
Y ahí cuchillo en mano, me tiré sobre el, veinte, treinta, cuarenta, cuarenta y seis puñaladas, ahí me planté, aunque acá resulte fácil contarlo, no fue fácil hacerlo, Daniel Bilos opuso alguna resistencia, y por eso muchas de las heridas fueron superficiales y en sus brazos y piernas, pero finalmente pude asestarle unas cuchilladas profundas y así terminé de asesinarlo.
- Queso. Daniel Bilos – dije en voz alta, mientras tiraba el Queso sobre el cadáver del futbolista, uno más en mi lista, le saqué las zapatillas y me las lleve como trofeo.
CONCLUSIONES DE LA QUESONA ASESINA
Y así concluye esta confesión de cinco crímenes, mientras observo con orgullo las zapatillas de Alejandro Montecchia, Mario Ledesma, Jorge Elgueta, Fernando Gago y Daniel Bilos, junto a los calzados, zapatos, zapatillas y hasta ojotas, de todos los demás Quesudos y Quesoneados. Les aclaró que estos asesinatos no los conté por el orden en que fueron cometidos, y quizás algunos, o hasta todos, fueron cometidos antes de otros crímenes mencionados aca, pero recién hoy salieron a la luz, porque yo soy Carlota Monzon, Ravelia Zamas, la Quesona Asesina, la asesina del Deporte Argentino, ¿A quien más habré asesinado? Queso, Quesudos y Quesoneados. Y que quede claro, para que otras no se confundan, yo Ravelia, no soy UNA Quesona, yo soy LA QUESONA.
Dicen que la verdadera Valeria Mazza es de San Lorenzo, pero esta Ravelia es bien gallinácea, porque disfruta quesoneando bosteros, digo, de pronto me parece
ResponderBorrarMe encantan los cuentos de las asesinas, tienen siempre un perfil más oscuro
ResponderBorrarLa asesina relata en primera persona sus asesinatos, un buen cuento, una confesión perfecta, donde se muestra como es: generosa y bella en el sexo, fría y sanguinaria en el crimen, si te coge, ella te tira un Queso
ResponderBorrarLa saga de Ravelia, la Quesona, una lista interminable de cuentos, ¿A cuantos chabones les tiró el Queso?
ResponderBorrarQue raro que no asesinaron a Riquelme o a Barros Schelotto, dado que asesinaron a Palermo, Schiavi, Abbondanzieri, Tevez, y seguro algunos más que no me acuerdo, igual, bien por el relato, me gusta la saga de Ravelia, siempre tiene nuevos asesinatos para contar
ResponderBorrar¿No es hora de que asesine a figuras del deporte internacional? Propongo “la asesina de Arturo Vidal” por ejemplo, que se dedique a quesonear figuras de otras naciones mejor
ResponderBorrarMuy fría y efectiva en todos los asesinatos, aunque tuvo que cambiar con Montecchia, lo iba a estrangular, lo termina acribillando; practica y breve con Ledesma, apenas un cuchillazo en la espalda; un corte de garganta con Elgueta; también breve y contundente con Gago, y muy fiestera con Bilos, será porque mide 1,94 y seguro tiene pies muy grandes, el gusto ideal de esta asesina
ResponderBorrarYo tengo una teoría: Ravelia esta muerta (¿asesinada por algún Quesón o quizás por varios en una conspiración’) y todas estas son confesiones de ultra tumba, sus crímenes siempre se ambientan en años anteriores, es una teoría, pero algo de eso hay
ResponderBorrarDa miedo en serio, ella ha asesinado a planteles completos, de la Generación Dorada del Basquet ya no queda nadie, el rugbier, Gago y Bilos estan bien quesonedos, los otros dos podrían salvarse, yo creo que eso podría reveerse
ResponderBorraren el aviso del cronista, nuevos cuentos o nuevos asesinos? o las dos cosas? esta medio confuso
ResponderBorrarnuevos cuentos con asesinos que hasta ahora no han aparecido en ningún relato
Borrarquienes seran los asesinos? sos capaz de hacer un cuento con Carlos Gardel asesinando a una mujer hecho en 1930
BorrarQue gran idea. Como a las famosas rubias de New York, de esa famosa canción.
BorrarCOMO TE GUSTA CARLITOS ESCRIBIR CUENTOS DE ESTA ASESINA
ResponderBorrarMe gustaron los relatos de asesinos, Carla Conte es un clásico. Y estaría bien, yo lo celebraría, que se sumen nuevas quesoneas como Carla Castiglione, jugadora de voley de 1,90 de altura. Charlotte Flair, luchadora profesional.
ResponderBorrarMe gustaron mucho estos relatos de Ravelia. Un hallazgo que estén contados en primera persona. Como si estuviesemos en un café con ella, contándonos sus hazañas letales.
Estaría bien una misión conjunta con su hija.
O que los hijos de Valeria Mazza quisiera tomar revancha de que una doble usurpe la imagen de su madre, haciendo publicidades. Y por no hacer algo contra la doble de Valeria Mazza, raptan a la Ravelia tatuada, porque alguien les informa que es la hija.
La semana que viene. Que buen anuncio.
Me intriga cuales serán las famosas quesoneadas. Algo para tener expectativa, lo celebro.
he notado que al final la asesina dice "yo soy la quesona", ¿es acaso un mensaje para otras asesinas? ¿se considera la original y las demás son imitadores?
ResponderBorrarExactamente. Incluso las demás la consideran una referente.
BorrarEn un relato perdido en que varias Carlas van a una peluquería, en época de cuarentena, hay una foto de Ravelia en esa peluquería.